Hoy por la mañana amanecí con una idea en la cabeza: la dificultad para decidir radica en las emociones predominantes en el momento de la decisión. Para decidir con mayor certeza, necesitas decidir con más inteligencia, apartando las emociones. Saber esto es inmensamente valioso. ¿Has escuchado por ahí el famoso consejo de que no tomes decisiones cuando estás enojado? A algo así me refiero. Pero el ejemplo clarificador que se me apareció en la mente esta mañana fue el siguiente: imagina que vienes viajando en carretera por viaje de trabajo y estás en pleno embotellamiento por algún accidente que hubo. Los autos delante de ti no se mueven. Ves una fila interminable y al horizonte no se divisa que nada se mueva. Ya llevas poco más de cuatro horas de viaje y claramente empiezas a sentir la natural desesperación de no saber a qué hora llegarás a tu destino. Imagina que ahí, precisamente en ese momento cargado de esas emociones, alguien te llama por teléfono para que, con cierta urgencia, le definas si puedes viajar en carretera para ir a un lugar de descanso porque hay una oferta en el hotel destino. Lo más posible es que digas un rotundo “¡no!”, o cuando menos un “en este momento no lo sé…”. Las emociones del momento no te permiten entender el beneficio de la gran oferta para un futuro viaje de placer. Las emociones no nos permiten ver con claridad, las emociones nublan el entendimiento. Somos seres, en parte, emocionales, pero como seres humanos somos el conjunto de esas emociones y de inteligencia. ¡Precisamente esa adición a nuestro ser, nuestra inteligencia, es lo que nos distingue de animales de especie filogenética inferior! Y precisamente por ello, cuanto más decidas sólo por emoción, más te asemejas a un animal que a un humano. Mientras más decidas con inteligencia mayormente manifiestas tu dimensión humana. Aclararé algo: siempre habrán emociones involucradas en tu decisión, de lo que se trata es de decidir con más inteligencia que con emoción. El reto: hacer a un lado nuestras emociones lo más que podamos. ¿Cómo? Aquí una lista de cuatro pasos para lograrlo:
Si quieres saber más del tema, puedes leer mi capítulo “Decide” que viene en mi libro La fuerza del pensamiento. De hecho, si hubiera un punto anterior al “uno” de esta lista sería: tienes que saber qué deseas realmente. Mientras la persona no tenga claridad en sus valores, decidir es algo casi imposible. Pero si te has dado tiempo en la vida para saber qué quieres realmente, la lista anterior es muy fácil de seguir. Hoy tan sólo quise advertirte cómo nuestras emociones muchas veces nos nublan la capacidad para decidir. Las emociones son valiosas y muchas veces también pueden ayudarnos a elegir, pero normalmente no, ya que las emociones sólo nos dan información parcial, mientras que la inteligencia nos abre un panorama de mayor claridad y con mayor capacidad para ponderar. No decidas nada cuando estés molesto ni prometas nada cuando estés demasiado feliz. Nunca tomes una decisión de negocios por emoción, sino sólo con inteligencia. Estos han sido un grandiosos consejos que recibí hace años. Todavía me atrapo fallando ocasionalmente en ellos, pero sin duda mucho menos que antes. La vida es oportunidad de práctica. Si entiendes, cambias. –Alejandro ArizaZ.com
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El Diccionario de la Real Academia define el verbo entender con casi 18 acepciones, de las que rescato como ideales para enmarcar mi análisis las siguientes: tener idea clara de las cosas, saber con perfección algo, conocer, conocer el ánimo o intención de alguien, discurrir, inferir, deducir, creer, pensar, juzgar, tener amplio conocimiento y experiencia en una materia determinada, conocerse, comprenderse a uno mismo. Para fines muy prácticos, quiero que sepas que entender es llegar a comprender algo de tal manera que alcanzas a ver con claridad el beneficio que hay para ti como opción. Implicará conocer, pensar, imaginar, deducir y al fin, decidir. Y todo para lograr el tan anhelado y permanente cambio que todos buscamos cuando se trata de una natural mejora contínua. Y sí, porque sólo hasta que entiendes, cambias. ¡Entender es una fuente de gozo incomparable!
¿Recuerdas cuando lograbas llegar a la respuesta correcta en una operación de matemáticas sofisticada? ¿Recuerdas cuando lograste derivar “x”? ¿Recuerdas la sensación cuando confirmabas que estabas en lo correcto cuando lograste derivar una ecuación de tercer grado? Ese placer es incomparable. Es un momento “Ahaaaa, ahaaa, ahaaa”. Es cuando parece sucederse un grito en tu interior, “¡Al fin entendí, ya sé cómo hacerlo!”. ¡¿Qué tal aquella experiencia cuando al fin aprendiste a leer?! Si todavía lo recuerdas, es uno de los momentos más sublimes de la existencia humana. Lo que eran simples trazos de tinta sobre papel, ahora se convierten en significados para ti, en el placer de imaginar y ver historias y conocer a personajes que terminas sintiendo reales, en adquisición de conocimiento, en fuente de transformación de vida. ¡Cuando logras entender, cuando al fin aprendes a leer, abres la puerta a una superación personal interminable! Y lo mismo aplica a cuando entiendes por qué tu pareja se comporta como se comporta, o cuando entiendes por qué no tienes dinero suficiente cuando, cuando al fin entiendes cómo funciona el juego del dinero. Sencillamente, para llegar a este maravilloso nivel de transformación casi automática, léase “entender”, se requiere de siete pasos:
En mi libro “Sí”, explico los pasos para saber escuchar, que para sorpresa de muchos, es lo mismo que decir, para obedecer. Sí, la palabra obedecer, por sus raíces etimológicas, significa saber escuchar. Necesitas poner total atención, captar el mensaje completo, entender el beneficio que hay para ti si sigues las indicaciones y actuar con optimismo. El día de hoy, voy más allá revelándote los cinco pasos para entender, para al fin cambiar, para mejorar dado el caso. 1. Humildad por aprender. Tu ego siempre será tu enemigo para mejorar verdaderamente, para cambiar, para entender, porque tu ego cree que lo sabes todo. Y recuerda: el primer paso a la ignorancia es creer que se sabe todo. Necesitas hacer a un lado a tu ego y te garantizo que se te abrirá un camino que jamás habías visto y que, para colmo, siempre había estado ahí para ti esperándote. Cuando actúas con humildad y escuchas realmente, se te abre una imponente puerta hacia la… 2. Adquisición de conocimiento correcto. ¿A qué me refiero con “correcto”? A aquel que estás buscando y cuya fuente sea un experto que viva en la evidencia del beneficio que te sugiere. Uno de los peores errores que podrás cometer en tu vida es el escuchar a personas que no viven lo que tú buscas. Si se trata de opinar, opinan todos. El ser humano promedio tiene diaria sed de protagonismo, por eso opinan y opinan hasta de lo que no saben, pero para ellos suponer es suficiente calificación para tomar el micrófono y pedir los reflectores sobre ellos. ¡Ten cuidado! Mi sugerencia siempre ha sido no escuchar en absoluto a quienes suponen, a quienes, incluso de buena fe y con buen corazón, te opinan. ¿Pero qué conocimiento correcto te puede dar alguien así? Necesitas buscar a un maestro, alguien que sí viva lo que buscas y quien sí te pueda dar el conocimiento correcto de lo que tendrás que hacer para lograr tu objetivo. Verás que sólo hasta que estés preparado, el maestro se aparecerá ante ti. Se podrá aparecer en persona o en forma de una columna semanal que llega a tu correo, o un podcast o una serie de televisión o una página web o un sin fin de formas posibles. Sólo tienes que poner constante atención a querer saber la verdad de lo que implica tu búsqueda. Normalmente lo que buscas también te está buscando a ti. Cuando tienes a un verdadero maestro frente a ti, te ayudará a la… 3. Comprensión del beneficio que hay para ti. Y sí, sólo hasta que comprendas el beneficio para ti, entonces le apuestas por medio de tu acción. ¿Qué sentido tendría hacer algo en lo que no te beneficias en absoluto, verdad? Así actuamos los humanos. Sólo nos mueve el placer y la eliminación del dolor. Y de esas dos, más lo segundo. Pero ya sea lo primero o lo segundo, es un beneficio para ti. Hasta que comprender que dejar a determinada persona es un beneficio para ti, la dejas. Nunca antes. Hasta que comprendas el beneficio extremadamente claro que hay para ti si cambias tu alimentación, la cambiarás. Los pasos que te estoy revelando, implicarán TIEMPO. Un ingrediente esencial es tu paciencia. Pero entiende la paciencia no como capacidad de espera, no, entiendela con una nueva conciencia de esta forma: tener la absoluta certeza de que algo ocurrirá como la más pura y lógica consecuencia de tu hacer en el tiempo. Cuando entiendas a la paciencia de esta manera, será más paciente, más entusiastamente paciente. Así, darás paso al poderoso origen de todo cambio, de toda transformación, de toda mejora… 4. Acción. Nada sucederá hasta que se aplica una fuerza y empieza el movimiento. No existen los resultados de generación espontánea. Si quieres un resultado, lógica e irremediablemente tendrás que hacer que suceda. Tienes que convertirte en un hacedor. Pero, ¿qué sentido tendría hacer si esperamos que no suceda? ¡Sería un absurdo! Y precisamente por esta manera de pensar es que mucha gente no emprende la acción. Por eso el siguiente elemento es esencial… 5. Optimismo. ¡Espera lo mejor! Sólo si esperas lo mejor, tendrá sentido hacer que suceda. Sólo si tienes una expectativa positiva de las cosas que puedes lograr es que sentirás dentro de ti el deseo de lograr, la fuerza para actuar, la energía para emprender. Aquí juega un papel preponderante la facultad intelectual superior del humano llamada “imaginación”. Tienes que visualizar el gozoso futuro que te espera mientras haces lo que haces. Si no, no tiene ningún sentido que hagas nada. Claridad es poder. Necesitas ver con claridad un futuro optimista para que sientas las ganas de hacer lo necesario para que suceda. Una vez emprendida la optimista acción, ahí mismo iniciarás la famosa “práctica”, aquella que hace a un maestro. Empezarás a acumular experiencia, empezarás a hacer que surga dentro de ti una gran maestra. Te garantizo con mi propia vida todo lo que te he expuesto aquí. Una vez que logres tu objetivo, vivirás como premiada consecuencia, un… 6. Gozo singular. ¡Pocas cosas en la vida generan un placer tan grande como entender! Pocos placeres son tan sublimes, y más cuando, al fin, tienes en tus manos la evidencia de que todos los pasos previos efectivamente materializaron tu pensamiento, cristalizaste tus deseos, logras pararte en la evidencia del poder transformador del entendimiento. Cuando llegas a vivir un gozo tan singular como este, incomparable con ningún otro gozo, la vida misma te invitará a convertirte en un maestro. Así, ahora con humildad por compartir tus hallazgos y como parte de tu camino para seguir profundizando en tu entendimiento, llegarás a… 7. Enseñar. Estarás calificado para mostrar a otros tu conocimiento, pero mejor aún, vivirás la congruencia de mostrar a otros tu vida, eso también es “enseñar”. ¿Esto implicará que los demás hagan? ¡Claro que no! Se sigue cumpliendo la ley, sólo hasta que el alumno está preparado, surge el maestro. Sólo que ahora tú ya estás del otro lado. Empezarás a ser maestro y deberás entender que sólo podrás aparecerte ante aquel que esté preparado. Con todo respeto, vivirás la sorpresiva experiencia de sentirte “transparente” cuando aún parado frente a alguien, ese alguien no te escucha. Entiende: no está preparado. Así, no te puede ver, no te puede escuchar. Y… ¿sabes algo que he aprendido a lo largo de toda mi vida? ¡A nadie le gusta que le digan qué tiene que hacer! A nadie. Por eso cuando dices a quien no está preparado para recibir una enseñanza, es motivo de discordia. Un maestro sólo existe para responder, para nada más. Es decir, alguien deberá abrir la puerta a tu conocimiento mediante “la llave” de su pregunta. Con el paso de los años, como maestro, he aprendido a no decir nada si no me lo preguntan. Para mí, es una incipiente y valiosa señal de que quizá tengo frente a mí, al fin, a un alumno preparado. Ya me empieza a ver En general, el proceso de entendimiento se pule mediante la enseñanza, porque explicarle a otro implica un esfuerzo de nuestra parte para darnos a entender cada vez mejor y mediante el uso de diferentes estrategias hasta lograr transmitir. Por eso el maestro se pule mediante la enseñanza. Séneca decía: “El orador suele hablar de lo que más necesita entender”, y es cierto. Abrigo la esperanza y abrazo la ilusión de que estas líneas generen en tí la respuesta a lo que quizá te venías preguntando de un tiempo a acá. Yo hoy, sencillamente seguí a mi intuición, la que me indicó y dictó todo lo que he plasmado aquí. Me encantará leer tu opinión y, si crees que esto le puedes ayudar a alguien más, compártelo en tus redes sociales. Juntos creamos una comunidad de “entendidos”. Si entiendes, cambias. –Alejandro Ariza Z. PD: ¡Pronto mi conferencia abierta al público “Señales de destino”! Haz clic aquí para toda la información y beneficios que este mes tiene para ti. Hace unos momentos me encontraba wasapeando con un amigo y por alguna razón salió al tema que él estudió El capital, de Carlos Marx y le sugerí que debería de leer y estudiar a Jalil Gibran, para compensar la influencia, con su obra de El profeta. Me comentó que lo tenía en casa y que todavía no lo terminaba de leer, que apenas comenzó hace tiempo. Sin embargo, alcanzó a decirme que recordaba algo de El profeta: – Dice una frase: “El caminante verdadero descansa caminando”. – ¡Sublime! – Muy – Es lo que comuniqué hace unos días en mis redes sociales afirmando: “Entra a tu zona de confort” – ¡Sí! Y eso lo hablaste en la entrevista con José Luis Parise – ¿En serio? – Sí – Ya no me acordaba – Aunque… de entrada…, “El caminante verdadero descansa caminando” es un concepto que tiene un rigor previamente incorporado. Es peligrosa esa frase para alguien que no está en el camino. A pensar... Me encantará leer tus comentarios. ¡Emoción por existir! – Alejandro Ariza. Esta columna se iba a llamar "Sí recibes mensajes entre sueños", pero al publicarla aquí, algo me dijo que sería mejor "Sol de noche". Pues ya está. Déjame platicarte...
Desde que publiqué mi libro El verdadero éxito en la vida más allá del ego, comenté ampliamente en él la manera de poner más atención a nuestros sueños porque ellos pueden usarse para enviarnos indicaciones a seguir. Anoche fue una de esas noches. En lo ilógico y azaroso en que suceden algunos episodios vividos dentro de un sueño, anoche recuerdo un pasaje en que iba caminando, algo así como en un pueblo del lejano oeste, caminando sobre un piso polvoso, creo que iba acompañado pero no recuerdo con quién, pero sí tengo la sensación, incluso ahora mientras te relato esta parte de mi sueño, de ir acompañado y, aparentemente pasamos cerca de algo parecido a un vagón de tren. De repente, me sorprendió ver a un hombre totalmente desnudo colgado de alguna extraña manera arriba del vagón y de cara al inclemente sol. Estaba como tomando el sol con los ojos cerrados, aunque obviamente de forma muy extravagante. Se trataba de un hombre de aproximadamente 50 años, rostro enjuto, pelo entrecano y con poca barba, en buena condición física aparentemente, parecía un trabajador de por ahí, colgado arriba del vagón y con los ojos cerrados por los tremendos rayos de sol que caían sobre él y que, por lo mismo, le era imposible abrirlos, estaba colgado exactamente en dirección al sol. Recuerdo que incluso yo iba caminando con mis ojos ligeramente cerrados, ya sabes a lo que me refiero, como haciendo esa cara de extrañeza pero que es sólo por tanta luz que hay, por tan intensa, que resulta incómodo o casi imposible abrirlos del todo; cuando vi a ese hombre un par de segundos cuando mucho, dado que tenía yo que voltear hacia arriba y hasta usar mi mano para provocarme sombra, además de que había un polvareda, lo primero que pensé al instante fue en la tremenda quemada que podría recibir si no se bajaba de ahí lo más pronto, además, quién sabe cuánto tiempo ya llevaría ahí colgado. Como todo lo extraño que sucede en un sueño, recuerdo haberle dicho que ya se bajara de ahí porque se iba a quemar, que el sol estaba muy fuerte, pero se lo dije sin abrir la boca, fue una comunicación extraña –como todo lo que pasa en un sueño–. También recuerdo que de la misma manera él nos decía que ni lo interrumpiéramos, que estaba tomando el sol. Pensé en su necedad y en el posible gran daño que se haría si seguía ahí (juzgándolo por como me ha ido a mí cuando me he quemado en alguna playa) y pues, lo dejamos, lo pasamos de largo y seguimos nuestro camino. Mi sueño se hizo complejo y derivó en otra historia, misma que ahora mismo ya no recuerdo y anoche claramente pensé que debía recordarla también. Frustrante no poder acordarme ya ahora que amanecí. Y todo por no hacer lo que yo mismo recomiendo en mi libro, ya te diré más adelante, pero en fin. Eran las 4:45 AM cuando una necesidad fisiológica indicada por los sensores de mi vejiga me hizo tenerme que levantar para ir al baño. Regresé y me sentía más despierto de lo que se podría esperar para ser esa hora. Sentí el impulso de tomar mi celular. Así, soporté la luz que arroja el celular cuando lo prendes. Vi mi correo y, como diario sucede, recibí un extenso correo del Dr. Mercola, ya que hace unos cuantos días, curiosamente, me acabo de suscribir a su boletín. El asunto decía: “Reduce la presión arterial, pero muchos los consideran un villano”. Decidí entrar al correo y, al más puro estilo “invasión Mercola” en donde este doctor te envía más de cuatro o cinco extensísimos artículos y donde sólo uno es el referido en el asunto del correo, empecé a revisar. Me vi tentado a leer otros artículos cuyos títulos eran más atractivos que ese, pero al final, le di clic al citado en el asunto. Al abrirlo, quedé profundamente impresionado con el título en letras “bold” con el que iniciaba la página a la que te dirige, y no, ¡no era nada de lo citado en el asunto del correo! Decía: “Por qué debería optar por exponerse de manera saludable a los rayos del sol”. Recuerdo que me impresioné tanto, luego de lo que acababa de soñar, que regresé al correo para ver si, por la hora, no me había equivocado y había hecho clic en otro de los varios artículos que envía Mercola en un solo correo. Volví a hacer clic en el título ese de la presión arterial y una vez más me llevó a la página del por qué optar por exponerse más a los rayos del sol. Comencé a leer. En breve, ¡es altamente recomendable tomar 20 minutos de sol al día! Como en muchos temas de medicina, hay controversia y se genera confusión para el público en general. Ya sabes, como pasa con temas de alimentación, ciertos medicamentos y un sinfín de etcéteras. Pero este tema en particular ahora remontaba en importancia para mí dado que desde la otra dimensión, allá a donde vamos cuando dormimos, sentí el claro mensaje para mí. Estoy consciente de que yo nunca tomo sol, no me gusta, me quemo muy rápido, pero también estoy consciente de que a fechas recientes, siento que me falta mucha energía. ¿Será porque no recibo la energía del Sol? Estoy sorprendido de cómo se me va armando el rompecabezas. ¡Siempre se han comunicado conmigo de esta manera! Siempre ha participado un sueño, un “correo electrónico” para indicarme cosas muy precisas y en forma muy directa para mí, sensaciones especiales. Este es tema para un futuro podcast sin duda. El extenso artículo, en breve, dice:
Increíble lo que no se nos dice en los medios convencionales, ni a lo médicos en la carrera, y cómo en algún momento se nos confunde manteniéndonos así, a los que somos muy blancos, cuando las compañías vendedoras de bloqueadores solares nos advierten: “¡Cuidado con el sol!”, siempre haciéndolo ver como el villano. Eso hoy en día se ha demostrado que no es tan cierto. Aclaro: esto no quiere decir que no usemos protector solar, quiere decir que hay que exponerse “un poco” al sol. No estoy hablando de las horas que te quedas tirado en la playa cuando sales de vacaciones. Yo vengo sintiéndome consternado desde hace un tiempo para acá por sentir que me falta energía. No se nota en mis conferencias porque, lo sé, ahí no soy yo, ahí hay fuerzas que provienen de otra dimensión en donde definitivamente no hay cómo explicártelo en una breve columna y ni es el tema aquí. Hablo de cuando me bajo de escenario, en mi día a día. Y aunque hay miles de explicaciones para sentirse con la energía baja: falta de ejercicio, mala alimentación, falta de suplementos, meditación, estrés y más causas, he venido pidiendo que se me indique qué puedo hacer para mejorar en este aspecto de mi vida. En mis momentos de meditación, en la intimidad de mis privados pensamientos cotidianos, pido ayuda acerca de este tema. Y la ayuda parece que llegó como ha solido llegar los cuantos de información que han transformado mi vida en el pasado. Clarísimos mensaje entre sueños, me despiertan entre las 3:00 AM y las 5:00 AM, me llegan correos, etc. El impacto de lo vivido anoche fue numinoso. Ese elemento es esencial también como señal de destino. El artículo también cita y recomienda ampliamente el libro “Embrace the sun” del Dr. Marc Sorenson. Por supuesto, como siempre lo hago, obedecí las señales y ya compré el libro y le estoy empezando a leer. ¡Estoy mega impresionado con la información! De hecho, descubrí una página de este otro doctor, "Sunlight Institute", donde muestra todas sus interesantísimas investigaciones. Te la compartiré al final de esta columna. Sí, empezaré a tomar sol diariamente y algún día pondré una anexo a esta columna con mis resultados. Se incrementa la liberación de serotonina con 20 minutos de sol al día. Ese neurotransmisor (que hoy se ha demostrado que se fabrica en el intestino, y como mayor novedad, con gran influencia para ello por los rayos del sol), puede ser lo que algunas personas quizá tengamos un poco bajo y por eso nos falta energía. La serotonina es un antidepresivo, de hecho, es un neurotransmisor que anda bajo en personas con depresión o fatiga importante. ¡Hay que tomar un poco de sol diario! Atención: un poco de sol para ir probando los beneficios en cada uno de nosotros. No quiero que por leer esto y ser muy exquisito en el seguimiento de las sugerencias, acabes muy feliz... chamuscado. Te recomendaré lo siguiente en lo concerniente al tema central de esta columna (que puede desvanecerse por los temas alternos):
A mí, en esta ocasión se me fue el número tres de esta lista y pues ya ves, ahora no recuerdo lo que seguía en mi sueño y sé que se trataba de otro mensaje muy importante. Lo que recuerdo claramente es eso, que sabía de alguna manera que era importante y directo para mí, pero no, ya no lo recuerdo. Tengo esperanza de que el mensaje se me vuelva a dictar en otro sueño. A veces pasa así. En fin, hoy quise compartirte esta experiencia porque algo en mi interior me indicó que incluso lo escribiera aquí en mi blog. Muy obediente aquí ando escribiendo para ti. Como te lo prometí, aquí están los enlaces a lo que relato en esta columna: Nos vemos en la siguiente columna. ¡Ah!... no te pierdas mi podcast que ahora todos los domingos produciré para ti un nuevo episodio, salen al aire a las 11:00 AM. Para que no te los pierdas, puedes suscribirte al podcast en cualquier plataforma en que prefieras escucharlo. Tienes acceso a mi podcast haciendo clic aquí. El que sale hoy te creo que te podrá servir mucho. Me encantará leer tus comentarios a esta columana aquí debajo y además, si crees que esta información le puede servir a alguien, compártela en tus redes sociales. ¡Emoción por existir! –Alejandro Ariza Z. El diccionario define la palabra “enfermedad” como:
De esa manera, me atrevo a observar que el estar “muy ocupado”, bien podría representar una enfermedad. Estamos viviendo una época en donde llenarnos de ocupaciones parece la norma y, para muchos, hasta símbolo de estatus, proyectando importancia. Comunicar que uno está “muy ocupado” es una trampa del ego, donde la persona reclama reconocimiento, admiración, a su vida tan ocupada. Muchos pasamos por esa etapa, pero si sigues avanzando, descubres que ya bien se puede tratar de una enfermedad eso de estar “muy ocupado”. Gente que suele decir “no puedo” a muchas invitaciones que la vida le hace a través de amigos, familiares o circunstancias, se ve imposibilitado a aceptar. Muchas veces, en esencia, atrapados en una vorágine de actividades para poder seguir ganando más y más dinero, para producir más y más, para así, luego disfrutar y vivir más seguros, cuando ese luego, nunca llega precisamente por estar “muy ocupado”. Hoy en día parece que cuando uno pregunta a alguien: “¿Cómo estás?”, la acelerada respuesta :”Bien, gracias”, es ya sinónimo de “Muy ocupado”. Siempre intentando hacer varias cosas a la vez, personas que hasta orgullosas se pueden llegar a sentir de su capacidad “multitasking”, aludiendo a su gran responsabilidad, a la franca necesidad que tienen de hacer las cosas así, ya que de otra manera no saldrían adelante. Hoy siento compasión por ese tipo de personas, y expondré más adelante porqué. Hace unos días conversaba con el director general de afamado y poderoso consorcio a nivel nacional y cuando lo felicitaba por lo extraordinariamente bien que van progresando, de repente me atestó con un comentario que expresó con franco orgullo: “Gracias, pero aun así te he de confesar que soy un insatisfecho permanente”. Hoy escuché eso tan delicado, y me sorprendió también recordar que hace más de 10 años llegué a escuchar de un afamado maestro de liderazgo que precisamente esa era una característica del líder, ser un insatisfecho permanente, propositivamente hablando. Yo mismo lo llegué a enseñar en algunas conferencias de liderazgo. Porque el líder siempre querrá más, mucho más, mejor… porque sabe que siempre se puede lograr más. Desde el punto de vista “motivacional” parece bueno y hasta adecuadamente operante para mantenerse en una “mejora continua”, puede ser admirable. Sin embargo, al paso de los años y mientras más despertar espiritual se tiene, puede resultar ser precisamente todo lo contrario, se vive en constante estrés y cada vez mayor. «No sólo de pan vive el hombre...» –Mateo 4:4 Todos buscamos mejorar, por supuesto, pero sugiero detenerse a reflexionar qué es aquello que verdaderamente es una mejora para nuestras vidas. El ser humano necesita descansar, disfrutar de sentirse libre, tener momentos de ociosidad, dormir profundamente, estar en silencio absoluto de vez en cuando, convivir con algunos otros como también en una cita exclusivamente consigo mismo, todo esto como parte del funcionamiento normal para el diseño de ser humano. Sin embargo, hoy se le tacha de holgazán a quien se da un momento así, de hecho, quien ya está enfermo de “muy ocupado” precisamente se siente mal si programara en su calendario un espacio para la total libertad. Ahí no sabría que hacer, es el “síndrome del domingo” del que habla el Dr. Viktor Frankl, día en que las personas enfermas de “muy ocupado” entran en ansiedad por no saber qué hacer. Personas que de esa manera, hasta las vacaciones las programan llenándolas de actividad para “aprovechar” todo momento y tratando a la familia como empleados que tienen que obedecer un programa para aprovechar las vacaciones. La ansiedad viaja con esa persona, también lo acompaña a sus vacaciones porque de lo contrario la persona no sabría qué hacer. En fin, ejemplos podría dar muchos, pero hoy, me gustaría hacer antonimia del estar “muy ocupado” con “ser libre”, queriendo decir que se puede tener (y se debe tener) programación para un tiempo desocupado, en paz, sin programa, sin agenda, sencillamente ser, pacíficamente estar. La actividad siempre será buena, es fuente de felicidad, realización, pero creo que no tiene que llegar a tratarse de estar “muy ocupado”. Mi aprendizaje por una nueva conciencia de “mejorar”. En los más recientes años de mi vida, deliberadamente me he desprendido de muchas cosas y me ha encantado la experiencia, incluso de aquellas que antes valoraba mucho, me ha fascinado cuán bien se siente dejar de necesitar al descubrir que no había real necesidad alguna ahí. Todavía me sorprendo de ya casi estar cumpliendo dos años y medio sin usar reloj, y es que ahí lo que te quitas es el estatus de lo que te podía dar traer uno, porque a la hora sigo teniendo acceso sencillamente viendo la pantalla de mi celular; el lugar donde vivo cada vez me gusta más mientras menos cosas tengo, cada vez me me siento más libre y despreocupado. He de confesar que ha sido un arte aprender a cada vez vivir con menos, al mismo tiempo que mantener una vida productiva y sostenida a mi propósito de vida. Pero, como todo, se aprende con la práctica y ésta jamás sucederá si no empiezas. Salir airoso y en forma extremadamente exitosa de una crisis económica, fue motivo hasta de que escribiera mi libro: Inteligencia para el dinero. Todo lo que ahí expongo como solución, lo sigo viviendo pero ya como estilo de vida. Aprender y compruebas que menos es más. Por supuesto que no rechazo los lujos y la buena vida, ¡me encantan!, pero el gran cambio ha sido lo que para mí es un lujo y la buena vida. La experiencia la mantengo y la sigo procurando, lo que significa el lujo y la buena vida fue lo que cambié radicalmente. Tengo otro amigo, exitoso empresario multimillonario, que algún día en que me platicó lo que tiene en su casa y la casa que tiene en sí, me llegué a preguntar quién tiene a quién. Muchas veces la persona se hace de tantas cosas y le significan tantísimo valor que pueden llegar a intercambiarse los papeles y ahora las cosas son las que tienen a la persona. No salir mucho tiempo de vacaciones porque la casa se puede quedar sola mucho tiempo, y ahora eso es un riesgo. En fin, ejemplos bajo esta perspectiva también podría dar mucho, pero creo que con este ya te llevas una ilustración que te podrá dejar pensando en quien tiene a quién realmente cuando observes tus cosas. Hay diferencias entre la gente “muy ocupada” y la gente “libre”. Aquí te compartiré algunas que alcanzo a ver: La gente libre conoce su propósito en la vida. Cuando no sabes lo que quieres, quieres lo que no sabes ni para qué lo quieres, y de eso, del mundo de lo que uno no sabe, hay enormes cantidades. La personas “muy ocupadas” suelen llenarse de cosas que no lo llevan a cumplir su propósito en la vida, pero precisamente porque no saben para qué vinieron a este mundo, entonces, sienten que su objetivo es estar seguros, y creen que acumulando y acumulando, más y más, estarán seguros y algún día podrán sentarse a descansar para disfrutar del emporio que han creado. Sin duda, muy loable y admirable su capacidad para producir, pero la pregunta que permanece en el aire es el precio que pagan diariamente, y no, no me refiero a dinero, si no a calidad de vida. No hay descanso. Competencia permanente. Una persona libre suele saber para qué vino a este mundo y precisamente porque se dio el tiempo para pensar en tan singular y trascendente pregunta, en su legado. Llega a la respuesta y así, fácilmente puede decir “no” a todo aquello que no lo dirija a donde debe ir como propósito de su vida. Es fácil desprenderse de lo que es inútil para un propósito, de hecho, ni se interesa uno en ello. ¿Para qué? Teniendo un mapa con destino es fácil transitar por una ruta específica, pero sin destino, se puede caminar por cualquier lado y para donde sea. Aquí, lo más importante que quiero recordarte es el enorme poder que tienes para elegir. ¡Ejércelo! ¡Tienes el poder! Y si eres sincero, muchos de los problemas que hoy tienes y por los cuales estás “muy ocupado” resolviendo, son porque tú elegiste algo que te llevó hasta ese punto. Y si eres sincero, esas elecciones las hiciste sin tener clara la misión de tu vida, tu propósito. Por eso tú solo, tú sola, te metiste en un problema que ahora te cuesta trabajo solucionar y estás “muy ocupado” en ello. Lo valioso aquí es que veas el poder para elegir que tuviste en todo momento. ¿Elegiste mal? Quizá. Pero aquí no estoy analizando si lo hiciste bien o mal, sólo estoy intentando hacerte ver el poder que siempre has tenido para elegir. Mejorar será cuestión de hacer nuevas elecciones. El poder lo mantienes. Date el tiempo para pensar en tu misión de vida. Es importante. En toda actividad que realices la moneda con la que pagarás lo que elijas no es dinero, sino tiempo de tu vida. Y que quede claro, la gente libre, no es aquella que no hace nada, ¡precisamente todo lo contrario!, hace y quizá hasta mucho, pero hace aquello que es parte de su propósito en la vida. De aquí la importancia de detenerte a pensar si en el trabajo donde estás, realizas la actividad para la que viniste a este mundo. Es un tema sumamente serio y delicado detenerte a pensar en esto. ¿La misión de la empresa en la que prestas tu tiempo de vida es acorde a la misión de tu vida? Si es así, ¡felicidades por se libre ahí en tu trabajo haciendo lo que haces! La gente libre sabe que puede elegir en todo momento. Estar “muy ocupado” es una elección, y eso les queda muy claro a la gente “libre” y deciden no vivir así. ¿Hace cuánto tiempo que no respondes “nada” a quien te pregunta qué estás haciendo? Porque, hoy para mí, ese es un verdadero lujo y parte de la buena vida que me doy. Sólo hasta que elijo no hacer nada, en mi caso, empieza un manantial de paz, llego a sentir que puedo detener la velocidad con la que pasa el tiempo y descubro con asombro una gran cantidad de milagros que me rodean a cada momento, incluso el que soy yo mismo tan sólo por existir. Esto pasa de largo para alguien “muy ocupado”. Y hoy pienso en lo triste que es vivir sin darte cuenta de ello. Ahora bien, estoy consciente de que pueden sucederse súbitamente esas condiciones donde se nos demanda tiempo y distracción. Cualquiera que tenga hijos sabe a lo que me refiero, pero de mis maestros más admirados, todos con hijos, descubrí que tenían un lugar para retirarse y estar solos, donde ni los hijos podrían entrar. Ahí está una manera en que puedes decidir aislarte unos momentos y ser libre aún cuando ocupaciones sorpresivas puedan sucederte. Ejemplos de esto puede ser desde salir a caminar para estar unos momentos contigo, hasta tener otra casa en donde entras sólo tú para dedicarte a la actividad que viniste a hacer a este mundo. Todo dependerá de la dinámica a la que hayas logrado llegar. Pero el mensaje es el mismo, la gente libre puede elegir en todo momento, hasta en las sorpresas. La gente libre sigue siendo productiva. La gente libre descubre con sorpresa que puede llegar a hacer más eligiendo menos actividades. La gente libre vive el poder del enfoque. Creo recordar que Warren Buffet dijo: «La diferencia entre la gente exitosa y la gente muy exitosa, es que la gente muy exitosa sabe decirle “no” a casi todo». A menos distracción, más productividad. Esto hasta lógico es. La gente “muy ocupada”, paradójicamente por lo mismo, parece no ser productiva en nada. Tiene tantos “pendientitos” que suelen olvidar cosas, confundirlas, revisarlas a medias, y sentir que el tiempo nunca les alcanza. Recuerdo cuando alguien me preguntó cómo es que alcancé a terminar de escribir un libro. Mi respuesta fue que no hacía otra cosa más que escribir el libro. Y nada más. Claro, ocasionalmente viví circunstancias en que me distraía otra actividad y me vi forzado a hacerla, sí, claro. Aproximadamente el 15 % de mi actividad fue en esas distracciones obligadas. Y regresaba a escribir. Así, cualquiera que termina algo, podrá decirte que ese es el “ingrediente secreto”. La gente libre, puede detener el ritmo y gozar la pausa.
¡Qué tal irte a tirar al pasto para ver el cielo y encontrar figuras en las nuebes? Este planteamiento puede parecer un imposible, siendo un franco absurdo lleno de holgazanería e irresponsabilidad para las necesidades del mundo actual, para alguien enfermo de “muy ocupado”. Yo disfruto hacerlo. Disfruto darme el tiempo de irme a sentar en mi sala para beber una buena copa del mejor vino tinto, hasta yo sólo. No necesito a nadie para brindar, no necesito más nada. Es un espacio para mí, de inmenso gozo y… ¡sin sentimiento de culpa alguna! Hace muchos años esto último fue de lo más difícil para mí. Hoy ya no. Hoy no hay culpa por sencillamente funcionar como ser humano y darme tiempos para vivir así. Las pausas no dan la oportunidad de voltear a ver cuántas maravillas nos rodean a cada momento. Las pausas son pequeñas escuelas para aprender y llegar algún día a decidir estableciendo un “Suficiente”. Llegar ahí es un arte, un desafío. Pero ten la certeza de que nunca llegarás a esa paz, si no empiezas a practicar con las pausas.
Y cuando descubres que muchos placeres de la vida son, quizá muy intensos pero tan breves, tienes dos opciones: seguir persiguiéndolos y persiguiéndolos hasta que te satisfagan del todo, estar “muy ocupado” en su gestión o dejarlos de perseguir porque nunca te satisfacen del todo. Sugiero que elijas lo segundo. Y si llega alguno de estos placeres por ser libre… se incrementará el placer al tratarse de una agradabilísima sorpresa. En el corazón del hombre existe el deseo permanente. Y si logra, quiere más. Y si lo logra, quiere aún más. Por eso, nada de este mundo “finito” llega a satisfacer al hombre. Es bajo este entendimiento que a un corazón permanentemente deseoso hasta el infinito, lo único que puede dejarlo en paz y satisfecho plenamente es lo infinito. Ahí es cuando buscas y dejas entrar a tu corazón a Dios. Ahí acaba la búsqueda incesante. Ahí, al fin, sientes paz. La gente libre al fin descansa realmente. Descansar es esencial, para tu cuerpo, tu mente y espíritu. Y descansas de hacer. La pausa se hace más consciente, más profunda. Una persona libre de la enfermedad “muy ocupado”, ¿seguirá haciendo? ¡Por supuesto! Pero sólo lo suficiente y teniendo en calendario los momentos para descansar. Para convivir con total atención con sus seres queridos, para leer, para pasear, para darse la oportunidad de disfrutar esta experiencia llamada vida, con lo que tenga y pueda, y será suficiente y regocijante. Admiro a ciertos amigos que, por su religión, cumplen con su “Sabbath” y lo respetan como algo de enorme importancia. Lo es. Ponen en calendario vacaciones de dos semanas cuando menos. Son valiosas. Y tú y yo, organizándonos, poniendo orden en nuestras vidas, ¡claro que podemos hacer lo propio! Descansar no es holgazanería y pereza sin sentido. Descansar así, es casi un deber vital, y precisamente para luego poder hacer con más inteligencia y entusiasmo. En esta época, parece estar de moda, enarbolar el “trabajo arduo”. Yo no estoy de acuerdo en ello, si es un trabajo que no te dirige a tu misión de vida. Te garantizo que estarás enfermo de “muy ocupado”, trabajando duro, trabajando arduamente, orgulloso de que los demás reconozcan que trabajas como burro. Y sí, hay mucho de verdad literal en ello, como burro. Espero que con una nueva conciencia descubras que se trata de trabajar inteligentemente, descubrir pacíficamente cuándo es suficiente, y establecer el sano contraste con el divino descanso, lo que hace una persona libre. La gente libre descubre su don y mediante ese formidable hallazgo descansa hasta por saberlo; una persona enferma de “muy ocupado” no tiene tiempo para descubrir sus dones. Una persona libre está en control de sus emociones, una persona enferma de “muy ocupado” le suele caracterizar que se torna hostil e intolerante, empieza a perder el control de sus emociones. Una persona libre encuentra pacíficamente el tiempo para cuidarse; una persona en forma de “muy ocupado” descuida su salud y se le nota. Para tu corazón permanentemente insatisfecho con lo finito, con lo fugaz y pasajero, cólmalo de gracia recibiendo a Dios en él. Hasta ese entonces el infinito le satisfará. Entrarás a vivir una vida en paz, disfrutando hacer aquello para lo que se te confirió vida, y descansando para así gozar también de la creación. Confucio, 2,500 años a.C., expresó: «Todos tenemos dos vidas. La segunda empieza cuando entendemos que sólo tenemos una». Si llegamos a ser sabios, nos tomamos la dichosa oportunidad de vivir con serio análisis de nuestra existencia en ella. ¡Emoción por existir! –Alejandro Ariza. P.D.: Cuéntame qué te hizo sentir esta columna, me encantará leerte en los comentarios y conversar. El día de ayer me encontraba revisando mi libro La fuerza del pensamiento, ya que próximamente relanzaré la más nueva edición, actualizada y con nuevo formato, se trata de mi libro más veces reimpreso porque todos ustedes como lectores a lo largo de 20 años lo convirtieron en un "best-seller", así, este mes de marzo del 2019, llegará la versión actualizada y en un formato hermoso. En mi revisión de los textos, me llevé una sorpresa al recordar que tengo ahí todo un capítulo dedicado al "Amor y amistad". Era el año de 1999 cuando escribí ese capítulo. Lo leí con profunda atención y envuelto en absoluto silencio. ¡Es un texto tan actual! Sí, porque el amor y la amistad no tienen caducidad. Es un tema de actualidad permanente para el corazón del hombre. Así, de entrada, te diré una frase que leí ayer mismo en mi libro: "La distancia entre lo real y lo ideal debería ser casi nula cuando se trata de la amistad". Tan cierto esto. El diccionario de la Real Academia Española define la amistad como: "Afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato". Se trata de un nexo de relación, el más antiguo en la historia de la humanidad.
Soy un hombre de muy pocos amigos, y me ufano de ello. Aristóteles decía: "Quien se siente amigo de todos no es amigo de nadie". Es impresionante vivir una sesión de edición de tu propio libro, y sorprenderte de algo que escribiste hace 20 años y sigues manteniendo la misma filosofía. Un momento así de mágico y de sensible confrontación viví anoche. Sí, he desarrollado la creencia de que la amistad, lo que se llama verdaderamente "Amistad", es muy selecta, o así debería ser. El problema, que lo he explicado en varias de mis conferencias, es que la palabra "amigo" mucha personas la usan indiscriminadamente y de esa manera pierde su valor. Para mí, llamarle a alguien "amigo" es casi un título nobiliario. Permíteme hacer referencia a un texto, De la Ética nicomaquea, en el apartado de "La amistad según Aristóteles" ya que la definición del diccionario se queda corta cuando de analizar la amistad se trata. Los antiguos consideraban que la amistad se contaba como la mayor de las virtudes, que era un elemento esencial para la plenitud o la felicidad en la vida. Dice Aristóteles: "Sin amigos, nadie escogería vivir, aunque tuviera todos los demás bienes". Según este célebre filósofo, la amistad es un estado de carácter, una virtud. Sin embargo, él distingue tres tipos de amistad y yo juzgo menester distinguir bien entre estas tres "clases" de amistad para evitar frustración y dolor por ignorancia de su existencia:
Quienes se profesan amistad se desean mutuamente el bien, de acuerdo a los motivos de su amistad; consecuencia de este entendimiento y del conocimiento de las tres clases de amistad, aquellos cuyo motivo es la utilidad se profesan amistad sólo en medida de que algún beneficio mutuo surja de ello. Hay un interés de ambos en vivir esa relación, ambos saben que algo ganan por entablar ese nexo que llaman amistad, y está bien. Está bien mientras ambos ganen. Aquellos otros cuyo motivo es el placer se encuentran en la misma situación. Entablan la relación porque son gratos para sí mismos y ya. Ambos tipos de amistad existen y están bien. Se ama al amigo en la medida de que nos es útil o placentero, en los análisis previamente citados. Cuando no sabes esto y crees que la amistad es sólo aquella desinteresada, sufres. Sufres por no saber. Como todo, la ignorancia es auto-dañina. Aunque aquí he de decirte lo que afirma Aristóteles de estas dos primeras clases de amistad: son propensas a la disolución si ambas partes no continúan igual. Es decir, este tipo de amistad –también apréndelo– pueden llegar a desparecer, a diluirse en nada en virtud de haber terminado la ventaja por el encuentro o desaparecido la frecuencia con la que se complacían por su mera presencia. Aprende que la utilidad en una relación no suele ser permanente sino mudable, así, cuando el motivo que los hizo amigos desaparece, la amistad se disuelve, sólo existía, auténticamente, por las circunstancias. Estoy seguro que así entenderás por qué se llamaban amigos aquellos que trabajaban en la misma empresa hasta que uno de ellos la abandona y ahí la amistad desaparece, mudándose a una nueva amistad en la siguiente ventaja por una nueva relación. Así funciona la amistad por utilidad, es normal y está bien. Permíteme, siendo febrero, mes del "Amor y la Amistad", y estando próxima la fecha, hablarte brevemente de lo que podría ser la "amistad perfecta": Aquella que subsiste entre aquellos que son buenos y cuya similitud se encuentra precisamente en su bondad, por lo que se desean el bien de modo similar; y son amigos por el amor que sienten al profesarse el bien y sin tener relación con ningún resultado. Por eso ser amigo, amigo de este nivel, amigo de esta clase, es privilegio de casi otra raza de hombres, esos seres excepcionales que desean el bien a alguien, ni siquiera por ese alguien, sino porque ellos mismos son buenos de verdad. Y si dos seres de este nivel se encuentran, la amistad durará de manera sublime mientras sigan siendo buenos, y es que la bondad, como la afirma la Filosofía, posee un principio de permanencia. Ciertas personas buenas, ¿pueden dejar de serlo? Sí, excepcionalmente, pero lamentablemente sí. Yo mismo conozco muy de cerca a quien fue bueno, pero los golpes que se procuró en la vida, fueron mermando su bondad. La amistad, por consecuencia, se va desvaneciendo en sus relaciones de virtud más cercanas. He de decirte que las amistades de virtud, son por fuerza raras, pues raros son los seres humanos de esta clase, de este nivel, de esta altura. Y aún imaginando que seas o te encuentres con alguien así, una amistad de esta gran clase requiere además de tiempo e intimidad pues, como dice un proverbio, «Los hombres no pueden conocerse hasta que hayan comido juntos la necesaria cantidad de sal», y jamás habrá intimidad mientras cada cual no se haya revelado abiertamente al otro y esa total exposición de su ser no le haya demostrado al otro que le es apropiado para la amistad, y así ambos. Unas últimas palabras en la editorial de hoy... quienes comienzan apresuradamente un intercambio de "actos amistosos" pueden sentir, sin duda, el deseo de ser amigos, pero esto es algo que dista enormemente de serlo. La apetencia de la amistad puede surgir rápidamente, pero jamás así la amistad misma. Deseo que estas líneas te traigan Luz a tu vida de relación y espero que pases un muy feliz 14 de febrero con una Nueva Conciencia del Amor y de la Amistad. Con afecto... –Alejandro Ariza Z. Muchas veces queremos cambiar para mejorar y nos creímos el consejo de que podríamos irlo haciendo “poco a poco”. Y en años de experiencia, por lo menos hablando a título personal, así no suele sucederse una gran mejora o ninguna. Yendo poco a poco participa la fuerza de voluntad y cuando ésta participa siempre hay tensión y donde hay tensión pronto se rompe. He aprendido al paso de los años que intentar cambiar con control y restricciones hace que nada cambie en realidad, solo se sufre en el intento.
Me gustó un cuento-metáfora que leía hoy por la mañana que decía que Nasruddin afligido, fue corriendo a consultar a un maestro. Le entregó un papel que recibió y se dejó caer en la silla. El papel decía: “Deja de perseguir a mi mujer o antes de tres día te mato”. Luego de que el maestro leyó el anónimo, Nasruddin dijo angustiado: –¡No sé qué hacer! –Sencillo, deja de perseguir a esa mujer y ya –replicó el maestro. –Pero es que si yo supiera cuál mujer es de todas las que persigo… Así suele sucederle a muchos, no saben qué hacer para solucionar “todos” sus problemas. Entonces, para mejor ir “poco a poco” y sentir que ya se está haciendo algo para solucionar, intentan con uno primero, despacito, y ya luego los demás. Así, la tensión se mantiene, la angustia se hace permanente en menor o diferente medida, pero ahí sigue. Y sólo hasta que haces un cambio radical, el verdadero cambio: un cambio de conciencia de quien eres realmente, ahí, y sólo ahí, todos los problemas “se te caen” porque, al fin, ya son incompatibles contigo, ya eres incompatible con ellos. Esto es lo que los gurús recomiendan y de ahí su trascendencia: contemplación, meditación, silencio, para descubrir quién eres realmente. Y ese sólo y único cambio, hace que todo lo que no sea acorde a ese nivel de conciencia de tu verdadero ser, sencillamente sea incompatible con tu vida, todo lo no acorde a tu verdadero ser se te desprende. Ya no puedes gastar como gastabas, ya no puedes comer como comías, ya no puedes seguir con determinadas relaciones que tenías, ya no puedes seguir haciendo lo que hacías, ya no puedes… y sin ningún esfuerzo ni participación de la voluntad. No hay tensión. Nada se rompe. Todo cambia en un instante, en un relámpago de claridad. Esto es “despertar”. Se despierta en un instante o… no se despierta. Sí, existe quizá el desafío de que quizá se requiera de mucho tiempo para llegar a ese instante, pero créeme que se necesitará cada vez de más y más si no empiezas ya. Si te atrae la idea de “despertar”, tienes que iniciar por acallar tu mente y procurarte momentos de total aislamiento y silencio para poder meditar y, con disciplina, algún día contemplar. Ahí, todo te cambia. Todo. Y es que mediante la contemplación se eliminan todos los obstáculos del camino. El próximo domingo 31 de marzo, dentro de mi conferencia “La fuerza del pensamiento”, alcanzaré a proponer algo irónico: ejercitar el no pensar. Y es que existe un hacer sin hacer. Y es que la puerta se abre hacia adentro. Dentro de uno mismo están los obstáculos o los caminos libres. Cuando uno deja de pedir, uno se transforma de mendigo a rey. Todo es conciencia. Y ¡vale tanto la pena aprender este arte de identificarte con quien realmente eres! Mientras no cambies la idea de quién eres, no cambiarán los merecimientos a esa identidad. Los cambios más poderosos, más trascendentes y en verdad permanentes, suceden todos, y todos en un instante, cuando son lógica consecuencia por descubrir, al fin, quién eres realmente. ¡Emoción por existir! –Alejandro Ariza Z.
Anoche viví una epifanía. Si exagerar, un tipo de manifestación o revelación de algo divino. De esas veces en que llevar casi toda una vida haciéndote una pregunta y no encuentras la respuesta, pero anoche, luego de años y años, ¡llegó! Anoche otra vez me dio insomnio, eran alrededor de las 3:00 AM cuando voltee a ver mi celular para revisar la hora. Desde hace años he explicado que cuando “algo te despierta” en las madrugadas puede tratarse de un mensaje que viene desde otra dimensión. Esto lo he explicado ampliamente en mi libro: El verdadero éxito en la vida, más allá del ego. Estoy seguro que de una experiencia así se trató anoche, porque en vez de quejarme de no poder dormir, decidí hacer “alquimia” de la experiencia y transformar la queja y el momento en bendición, en revelación. Decidí leer. Tomé mi celular y abrí mi aplicación de lectura, mi kindle, lo puse en cómodo modo nocturno y abrí uno de los libros que actualmente estoy estudiando. Leí todo un capítulo, uno interésantísimo, curiosamente llamado: La resolución del enigma. Ahora que lo reflexiono, ¡qué atinada señal recibí con ese nombre! Sigo tan impresionado. Leí y leí hasta que de repente llegué a un concepto que me estremeció, me impresionó por tan extrema claridad en breves palabras, al grado de necesitar incorporarme para aceptar que, al fin, había llegado a una respuesta que durante décadas no había encontrado. Un concepto que le dio luz a todo por lo que he pasado como maestro, como mentor, como conferenciante en los últimos 25 años de mi vida. Algo que durante años siempre me pregunté: ¿Por qué unas personas cambian y otras no cuando ambas recibieron la misma información donde se les mostraba el beneficio si cambiaban? ¿Por qué unas personas se atreven a hacer y otras no, cuando ambas fueron guiadas por el mismo maestro y recibieron la misma clara explicación acerca del beneficio que recibirían de llevar a cabo la actividad? Sé que a fechas recientes intenté atreverme a decir que la diferencia radica en “entender”. Por eso, en tres palabras he intentado sintetizar una verdad de vida a la que llegué como una de mis más valiosas conclusiones como pensador: “Si entiendes, cambias”. Sin embargo, anoche leí algo que me llevó incluso a sorprenderme al escucharme a mí mismo expresando un “Aaahhh”, abriendo grandemente los ojos, alzando las cejas. Recuerdo que lo leí varias veces. Esto es a lo que he llamado “la mejor explicación” que he recibido en mi vida frente a los clásicos cuestionamientos como los que te expresé. Sé que para lograr mucho mayor trascendencia del concepto deberías de tener tú en tu mente todo los capítulos previos, pero quiero apostar a que no son indispensables para percibir por lo menos algo de tan profunda revelación. Sin más, aquí están las breves palabras expresadas por un gurú (lo expresado entre corchetes es mío): «Otro aspecto interesante es que, cuando lees un libro [o asistes a una conferencia, o tomas clase, o escuchas a un maestro, o te expones ante cualquier fuente de información] interpretas las palabras a tu manera. Eres tú el que lee y eres tú el que interpreta, y tu interpretación no puede ser más de lo que eres tú; [la información] no puede trascender tu comprensión, de modo que asignarás significados propios [a dicha información. Así, sólo alcanzas a ver y entiendes lo que por ley de tu propio ser te permites]». ¡Tu interpretación no puede ser más de lo que eres tú! ¡Dios mío! Ahí radica toda la diferencia. Sí, sé que es fuerte aceptar esta verdad, pero así es. Puedes tener entre tus manos uno de los textos más valiosos en la historia de la humanidad, con las lecciones de vida más trascendentes, puedes haber cruzado palabras con un ser iluminado, pero si quien las lee o escucha es un ser muy inferior a la lección, jamás verá ni entenderá lo que tiene frente a sí. Tu interpretación no puede ser más de lo que eres tú. Me impresionó en extrema magnitud porque, de verdad, en esas circunstancias, ya no hay nada que hacer. Quizá por eso los grandes maestros son tan callados. Dicen algo breve y ya luego sólo se dedican a observar en silencio, hasta ahora los imagino observando incluso con tanta misericordia. Podría extenderme mucho más en este tema, pero sé que eso será privilegio de vivirlo en alguna conferencia, no tan sólo en un boletín o columna semanal. Hablaré mucho más de esto en mi próxima conferencia del domingo 31 de marzo: La fuerza del pensamiento. Sé perfecto que será una experiencia singular, ojalá que exista en tu ser el jolgorio por asistir y vivir la experiencia. Asistir al mismo lugar donde se presenta un maestro, no ser trata de ir a interpretar lo que dice, sino a tener la dicha de entender lo que es. El poder de la presencia siempre ayuda a comprender el ser. En fin, mucho que decir al respecto. Aquí, tan sólo te digo: ¡vale enormemente atreverte a evolucionar como persona! A crecer, a ser más. ¡Ser! Porque sólo a través de ello es que se nos abre el entendimiento por lógico merecimiento y así, alcanzamos a ver lo necesario para actuar como inmediata y natural consecuencia. Hoy sé que gran parte de un cambio no depende de la lección dada por un gran maestro, sino de la interpretación del alumno, de su nivel de ser, de su tamaño como persona, de su evolución espiritual, generando con ello la magnitud de su interés, su grado de concentración, la disposición de su tiempo, la introyección del concepto, el pleno entendimiento del beneficio y el optimismo para seguir la indicación así como el jolgorio al experimentar el resultado prometido por atreverse a hacer el cambio. Si reflexionas en mi mensaje de esta ocasión, podrás quedarte mucho tiempo admirando con sorpresa la enorme implicación de lo que hoy quise compartir contigo aún de manera breve. Esta es la mejor explicación que he recibido en mi vida. Mucha luz en breves palabras. ¡Emoción por existir! –Alejandro Ariza Z. A manera de broma he solido usar esta analogía de “como la humedad” refiriéndome a cuando sucedió un cambio y fue “tan poco a poco” que no se da uno cuenta hasta que ahí está, exactamente como cuando un fragmento de la pared se cae por la humedad subyacente y que, para nuestra sorpresa, estuvo erosionando la base desde mucho tiempo antes, pero muy lentamente, poco a poco, afuera en la superficie no se veía nada, apenas aparecían algunas pequeñas burbujas que se notaban sólo si uno se fijaba, para que “de repente” de un momento a otro, se desprende un fragmento del yeso y hasta ese momento notamos el dramático cambio. Y sí, exactamente así nos puede pasar si toleramos esos pequeños cambios que ya se empiezan a suceder y no nos damos cuenta. Y no nos damos cuenta no por no queramos darnos cuenta, sino precisamente porque son difíciles de percibir al irse sucediendo tan lenta y sutilmente. Eso fue lo que me sucedió antier cuando entré a mi cuenta de Twitter y noté la cantidad de tuits deprimentes, todos haciendo referencia a la política mexicana contemporánea, a problemas económicos consecuentes, etc. De repente pensé: “¡Ya no más! Cerraré mi cuenta de Twitter!”, para minutos más tarde recibir el consejo de una amiga de que no era necesario cerrar mi cuenta, sino bastaba con eliminar o bloquear de quien no quería recibir noticias. ¡Claro! ¡Eso mismo hice hace años en mi cuenta personal de Facebook, donde creo no llego ni a 30 “amigos” ya que yo sí manejo el Facebook personal como creo se concibió desde un principio, sólo para tener contacto con personas que uno realmente conoce. ¡Se me había olvidado el poder del botón “eliminar”! Uf… me di rienda suelta eliminando y eliminando a toda persona que no hablara de bien, verdad, belleza, unión y buen humor. Eliminé a más de la mitad de personas que seguía. ¡Cambió totalmente todo mi Twitter! Apenas antier era deprimente entrar a mi cuenta al ver tanta gente atacándose, burlándose, ofendiéndose políticamente, y hoy, ¡es un placer entrar a mi cuenta! Sólo se lee de filosofía, de superación personal, de tecnología y buen humor. Punto. ¡Tan fácil! ¡Usa el botón “eliminar”! Tanto en tus redes sociales como en la vida misma. ¡Es tremendamente saludable! Ahora bien, reflexioné al respecto cuando al ir eliminando personas, me pregunté: “¿Cómo fue que llegué a seguir a casi 100 personas u organizaciones que no van de acuerdo a mi filosofía de vida? ¡¿Cómo llegué ahí?!”. Como la humedad. Sin darme cuenta, muy poco a poco, lentamente, por querer estar “actualizado” siguiendo hasta a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al Presidente y a “expertos” en finanzas, economía y analistas de política, siempre queriendo saber primero para traducir las noticias relevantes a un lenguaje que todo mundo entienda y comunicarlo en mi página pública de Facebook de “Inteligencia para el dinero”. ¡Ahí empezó todo! Con una buena intención, pero sin darme cuenta por irlo haciendo lentamente, como la humedad. Debido a que soy autor de un libro especializado en finanzas, Inteligencia para el dinero, pero siendo el único libro de finanzas que las analiza desde una perspectiva filosófica y de superación personal –temas propios de Nueva Conciencia, mi filosofía de vida–, fue que empecé a llenarme de información que no es acorde a mi corazón. Fue útil para mi cerebro, pero no para mi corazón. Se acabó. Yo ya publiqué y ya expliqué lo mejor que pude para el público lo que recomiendo en mi libro, Inteligencia para el dinero, pero he decidido que hasta ahí. ¿Qué ha pasado en este tiempo en que he dejado de saber de las últimas noticias del gobierno, de expertos en finanzas, de célebres analistas políticos, etc.? ¡NADA! ¡No ha pasado nada! O quizá, sí ha pasado… me he sentido extraordinariamente bien, he vuelto a mi centro. Volví a sentir gusto por usar Twitter. Todo sencillamente usando inteligentemente el botón “Eliminar” y eligiendo sólo lo que suma a mi filosofía de vida. Así, volví a “mi” mundo. A ese donde pertenezco de lleno, a ese a donde Dios me puso para ser y servir. No debo salirme de ahí. ¿Puedo asomarme a otros? ¡Claro, por supuesto, quizá necesario ocasionalmente!, pero asomarse es una cosa y empezar a pertenecer es otra. Claramente sentí como volví a mi acostumbrada paz, claramente sentí cómo volví a mi entusiasmo y fe en la vida. Claramente noté cómo mi mente tuvo más tiempo para enfocarse exclusivamente a lo que le da sentido a mi vida y alegría a mi existir, a Nueva Conciencia. Te quise escribir esto hoy porque estoy seguro que te puedo ayudar a reflexionar en algo parecido que te esté pasando, sin darte cuenta, como la humedad. Haz un algo y observa qué fuentes de información has elegido que entren a ti. Lo que no te sirva para tu misión y bienestar, elimínalo. De verdad, es más el morbo del “nuevo entretenimiento” de hoy en día, querer saber de “los pleitos” de las diferentes corrientes de opinión, del gobierno, de analistas. Un mundo donde las personas de a pie, como tú, como yo, no podemos hacer absolutamente nada. Y aquí te recuerdo un precepto esencial de Nueva Conciencia: sólo ocúpate de aquello sobre lo que tienes control. De todo lo demás, despréndete, precisamente por que no tienes el más mínimo control. Si algún día asistes a una reunión en donde se esté hablando del tema socio-político que esté de moda y la nota trascienda ese día, deberás llegar a sentir placer de que, cuando te pregunten tu opinión, les puedas decir: “Ahora sí no sé, heee, no sé nada de lo que están hablando, ni idea. Apenas estoy escuchando algo aquí y ni sé”. Al principio serás visto como un bicho raro, para que después, te lleves la sorpresa de que hasta admirado seas, precisamente por no saber de esas cosas. ¡Hay temas mucho más importantes y sobre los que sí tenemos control que deberían ocupar la mayor parte de nuestra mente y corazón! Elige con inteligencia. Hasta podrás ser quien cambie el tema de esa reunión… para beneficio de todos. Te hablo por amplia experiencia. Podría darte muchos más ejemplos, pero algo me dice que es suficiente. En el tema de hoy, menos es más. “Limpia” tus redes sociales (o bien, te podría sugerir: limpia tu vida). Permítete ser influenciado sólo por algo que aporte real valor a tu vida. Todo lo demás, deséchalo. De verdad, no practiques el “nuevo entretenimiento” que representan los noticieros, la nota roja o amarilla, los pleitos de poder. A ese mundo no pertenecemos. Te recuerdo: tú y yo estamos en este mundo, pero no somos de este mundo. Cuando uno llega a comprender esto a cabalidad, uno elige mucho mejor los compañeros de viaje. Si has de entretenerte, mejor ve al teatro a ver una extraordinaria puesta en escena, busca un juego de mesa, lee un buen libro, haz ejercicio, sal a pasear a tu perro, disfruta de una buena película, ten la dicha de conversar con alguien disfrutando de un exquisito café, disfruta de buena música, prepara material y sigue estudiando más de aquello a lo que te dedicas, en fin. Hay muchas más fuentes de entretenimiento. Elige con inteligencia. Pronto volverás a sentir una gran… ¡Emoción por existir! –Alejandro Ariza. Estamos iniciando otro Año Nuevo… y siendo muy –o exageradamente– objetivo, no se trata salvo de otro instante más en el eterno presente. El Diccionario de la Real Academia Española define la palabra instante como “porción brevísima de tiempo”, y también (o mejor) “sin cesar, continuamente, sin intermisión”. El 1º de enero de este 2019 es una “fecha arbitraria”, otro instante más, que la mayoría de la gente percibe como un “nuevo inicio”. Y así se percibe sólo porque la mayoría de los humanos se han puesto de acuerdo en creer que ese instante sea un nuevo comienzo, pero visto desde una perspectiva más real, no es nada más que otro instante en el eterno presente, ese eterno presente que no es otra cosa más que –en nuestras humanas referencias–, cientos de miles de millones de años, quizá más bien “infinito”, donde sólo empezamos a medir desde que encarnamos como humanos; esto lo alcanza a ver uno en ese nivel de entendimiento donde al fin descubres que no existe el tiempo. El mismo diccionario define la palabra tiempo como “duración de las cosas sujetas a mudanza”, y lo que dura es nuestra experiencia de ser humanos. Por eso inventamos la medida. Por eso inventamos la idea y la sensación de un nuevo inicio, pero nada inicia, nada acaba, todo simplemente está siendo. Por eso, he afirmado que el ser humano no necesita una fecha para cambiar, necesita una decisión tomada en cualquier instante. En mi caso, los cambios más rotundos y transformadores de mi vida, ni recuerdo cuándo los tomé, pero seguro que un 1º de enero, no. Lo único que recuerdo es que en algún instante de mi vida llegué al punto donde todo deseas cambiarlo: el punto de hartazgo total, y ahí decidí, ahí mismo ya inició el cambio. Es curioso, pero el tiempo en que tomamos una decisión es precisamente un instante, otro instante más. Donde se puede tardar la persona es en llegar a ese instante, pero decidirse e iniciar un cambio, sucede en un chasquido de dedos, un mero instante. Por eso afirmo en mis conferencias que para cambiar no necesitas años de meditación luego de un retiro en un cuarto camino o ese tipo de… dinámicas, por decirlo de algún modo respetuoso. No. Lo único que necesitas para cambiar es un relámpago de claridad, un kairòs. Y repito, quizá necesites el retiro o años para llegar a ese relámpago de claridad, pero el cambio se sucede en el mismísimo momento en que tomas la decisión real, en un instante, sin importar la fecha en que se suceda, de hecho, ésta no importa, nada tiene que ver. Analicemos algo quizá fuerte. Si eres sincero contigo mismo, quizá en las celebraciones de Año Nuevo llegaste a sentir esa ausencia de felicidad real, más bien tuviste otra reunión para justificar comer y beber casi sin límite, igual que un 15 de septiembre (en México) o en una fiesta de cumpleaños o en alguna intensa salida al antro para quien está acostumbrado a experimentarlas con mayor frecuencia en cualquier fin de semana. Quizá notas cómo muchos “actúan” la felicidad, la emoción porque ya mero inicia el año, ¡imagina el estrés por desear una emoción gigantesca por tan sólo un efímero instante!, por eso lo alargamos generando expectativa, creando “horas de espera” para llegar al cambio de las 11:59 PM del 31 de diciembre a las 00:00 del 1º de enero que, en esencia, es sólo un segundo, el instante en que pasó de un año a otro. ¿Da tiempo ese segundo para sentir una gran felicidad? No, no lo creo. Por eso mucha gente actúa la felicidad: empieza a tomar alcohol (para alterar la conciencia creyendo como real esa actuación), escuchar música a alto volumen, bailar, comer, etc. Realizar una actividad diferente a otros días para percibir el momento precisamente como algo distinto. Todo actuado. Y en esta vida todo se puede actuar, hasta la apariencia de riqueza, la apariencia de afecto, pero la felicidad, no, esa no se puede actuar. Y precisamente por eso, en este festejo de Año Nuevo, muchos guardan ocultamente en su interior un vacío, gente que intenta llenar un vacío existencial con un festejo de gran alarde… sin lograr llenar nada. Frustrante. Es como querer llenar un bote vacío cubriéndolo de etiquetas. Y lo contrario es hermosamente valedero: mientras más rica sea tu vida en realidad, menos necesidad de festejos de este tipo, por lo mismo. No necesitas actuar la felicidad, la sientes, la vives, la eres por ser quien eres en realidad e independientemente de cualquier fecha. No quiero parecer aguafiestas pero es un tema propio de Nueva Conciencia, es darse cuenta, es despertar. El Año Nuevo es tan sólo otro instante más donde el humano persigue la felicidad de ese momento con intensos preparativos previos para “alargar” el instante, algo que, en realidad, es imposible, pero el humano insiste en extenderlo e intentar hacer durar lo efímero del instante. Preparativos de semanas o días previos, gastos tremendos –para muchos endeudamiento– dependiendo del nivel socioeconómico de la persona, desde planear una fiesta en casa donde se come y bebe en exceso hasta viajes al extranjero a los eventos más lujosos para ver fuegos artificiales y consumir drogas más sofisticadas, por llamarle así a bebidas de mayor costo. Luego, el humano sigue insistiendo en extender el festejo con el “recalentado” de horas más tarde. 24 horas después, los gritos y la algarabía cesan. Todo vuelve a la “normalidad”. Muchos siguen sintiendo un vacío pero que ahora justifican su actuación de felicidad publicando fotos de su actuada alegría en Instagram o Facebook. El humano sigue insistiendo en alargar su actuación quizá para intentar convencerse a sí mismo de que fue feliz sin serlo. Y es que muchos humanos necesitan actuar y creerse esa felicidad (al mismo doloroso tiempo de que no la sienten realmente), sobre todo quienes durante el año llevan una vida desgraciada por no ser lo que realmente son, por hacer lo que no les gusta, por estar donde les desagrada, pero que lamentablemente lo soportan tan sólo por ganar el dinero que ese pesar les genera. Los festejos como el de Año Nuevo son un escape para gente así. En cambio,la gente que es realmente feliz siendo lo que es, haciendo lo que hace y estando donde le encanta, curiosamente no siente gran atracción por este tipo de festejos o, cuando menos, no tiene expectativa de que le aumenten su felicidad, porque ya la viven con frecuencia, de hecho, son igual de frecuentemente agradecidos por ello. Leí un estudio del 2015 hace unas horas donde se entrevistaron a 475 personas luego de algunas semanas de haber pasado el Año Nuevo y para el cual prepararon grandes festejos. ¡El 83% confesó haberse decepcionado del festejo!, siendo la mayoría quienes más invirtieron tanto emocional como económicamente. Historias donde pleitos familiares existieron, comentarios con doble intención, arrepentimiento por haber invitado a viajar a determinadas personas, arrepentimiento por haber comido y bebido como se hizo, arrepentimiento por las cantidades de dinero que sintieron “tirar”, etc. Pero eso sí, cumplieron con dar una imagen en sus redes sociales de felicidad. La gente se esfuerza tanto en lograr la felicidad en el instante de Año Nuevo que así garantizan su infelicidad. Existe un trillado concepto oriental que afirma más o menos esto: “La principal razón de la infelicidad es la búsqueda de la felicidad”, y es que, efectivamente, a mayor expectativa, menor capacidad de natural disfrute. La felicidad no se puede forzar ni se puede actuar. La felicidad sucede y, muchas veces cuando no hay expectativa, ahí radica su magia. No sé si ya esté empezando a “entrar a una edad muy avanzada” (por decirlo amablemente), pero ahora que el tiempo lo percibo pasando muchísimo más velozmente (algo que suele percibirse así a mayor edad), ya siento un Año Nuevo casi pegado al siguiente. Así, lo que ayer me asomé a ver en televisión resulta exactamente lo mismo que hace tan solo unos instantes, lo de todos los años. Ya lo percibo tan falso. Me divierto cuando en las transmisiones de televisión del festejo de un Año Nuevo, un anfitrión sonriendo (actuando) todo el tiempo, pasa los micrófonos a otra locación remota, y dado a que siempre existe un “delay” en el audio, aparece la imagen de esa otra locación pero sin sonido, con el presentador serio, con gente atrás en silencio, todos esperando a que les digan: “¡Ya! ¡Ya están al aire!, ya actúen pareciendo emocionados y felices”, pero la imagen ya estaba al aire, todos serios y callados, cuando de repente, ¡todos se prenden, gritan, saludan, sonríen, y el locutor exagera diciendo lo maravillosamente bien que están! Así descubres todo actuado, todo falso. Cuando hace años yo estuve en programas de televisión, siempre me llamó la atención eso. Cuando sucedían los comerciales, todo en el estudio era serio, silencioso, muchos con rostros adustos, pero cuando el “floor manager” decía: “Preparados, regresamos en 5, 4, 3, 2…”, ¡Y boom! Todos mundo automáticamente sonreía, se ponía música en el estudio, bailaban, etc. ¡No sabes lo que es estar en el set de televisión y atestiguar esto con tus propios ojos! Sólo se vende una imagen, mientras dura esa imagen. El problema es que, del otro lado, quien ve el programa, “cree” que la vida es así de tan constante algarabía. Es mera actuación. Sólo que quien ve el programa, si no siente esa alegría, empieza a percibirse apartado, siente que no pertenece, entonces… por necesidad de pertenencia, también actúa la felicidad, pero hoy publicando fotos en sus redes sociales. Es el mismo fenómeno. Por eso tantos expertos sugieren dejar las redes sociales para tener más momentos de auténtica felicidad, esos que no necesitas publicar, precisamente por ser realmente felices y por estar tan auténticamente conectados con esa felicidad. Podría decirte tanto más al respecto, pero creo que es suficiente para nuestra introducción al tema. A este otro instante más, el Año Nuevo, visto con optimismo, le puede caracterizar algo hermoso, la percepción minimalista de un nuevo principio, puedes percibirlo como un libro en blanco, como un momento de inspiración para hacer un nuevo tú. Siguiendo con el tema, esto bien podrías hacerlo en cualquier otro instante, el segundo en que tomes una decisión de mejorar. Sabe que cada segundo es un nuevo inicio, cada segundo es un nuevo principio, cada segundo es una nueva oportunidad. Sin embargo, aprovechemos la creencia común de que este instante en que cambiamos al Año Nuevo es más adecuado para el cambio (un absurdo, pero creamoslo para fines prácticos), y aquí te quiero recomendar un ejercicio, imagina el instante del cambio, el instante de un nuevo comienzo, como una casa vacía. Ahí la tienes frente a ti. ¿Qué le meterías a esa casa durante este año? Yo te recomiendo un estilo minimalista. Sugiero que vivas una fuente (de varias que hay) de felicidad auténtica: descubrir que menos es más. Sugiero que te preguntes:
Aunque todo esto lo puedes decidir en cualquier instante de tu vida entera, alrededor de estos días sucede un hermoso momento para reimaginar tu vida y rediseñarla. ¡Emociónate por existir rediseñando, reinventando, reimaginando… para terminar, cuanto antes, actuando en consecuencia! ¡Es hermoso saber que en cualquier instante podemos volver a empezar! Hazlo. Pero algo importante: necesitas dedicar tiempo, tú solo, tú sola, a estos momentos de reflexión y rediseño, e idealmente, necesitas un maestro que te tome de la mano y, luego de tus privadas reflexiones, conversen al respecto y te brinde estrategias para mejorar. Yo este año seré el mentor de unas 10 personas, las primeras que me lo soliciten y con quienes me comunicaré exclusivamente en el grupo secreto de Facebook: “Temas Selectos de Nueva Conciencia”. Crearé una comunidad muy exclusiva, esa donde se puede conversar en paz y con gran entendimiento y respeto. Si deseas participar, haz clic aquí: “Temas Selectos de Nueva Conciencia”. Planificar en tu agenda momentos de entera soledad para reimaginar y rediseñar tu vida es esencial. La actuación de la felicidad jamás te dará el tiempo para ello. Piensa un rato en esto. Confróntate con tus tiempos. Lee algo que dignifique tu alma, que eleve tu espíritu, que te emocione a tal grado que tu actuar en consecuencia sea impostergable. Ahí surgirá una auténtica felicidad en el instante en que menos lo esperes, y es que parte del encanto de la felicidad es que sorprende. ¡Feliz instante nuevo! ¡Emoción por existir! –Alejandro Ariza. |
Dr. Alejandro Ariza Z.Conferenciante inspiracional, autor, médico y empresario. Archivos
June 2022
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