A manera de broma he solido usar esta analogía de “como la humedad” refiriéndome a cuando sucedió un cambio y fue “tan poco a poco” que no se da uno cuenta hasta que ahí está, exactamente como cuando un fragmento de la pared se cae por la humedad subyacente y que, para nuestra sorpresa, estuvo erosionando la base desde mucho tiempo antes, pero muy lentamente, poco a poco, afuera en la superficie no se veía nada, apenas aparecían algunas pequeñas burbujas que se notaban sólo si uno se fijaba, para que “de repente” de un momento a otro, se desprende un fragmento del yeso y hasta ese momento notamos el dramático cambio. Y sí, exactamente así nos puede pasar si toleramos esos pequeños cambios que ya se empiezan a suceder y no nos damos cuenta. Y no nos damos cuenta no por no queramos darnos cuenta, sino precisamente porque son difíciles de percibir al irse sucediendo tan lenta y sutilmente. Eso fue lo que me sucedió antier cuando entré a mi cuenta de Twitter y noté la cantidad de tuits deprimentes, todos haciendo referencia a la política mexicana contemporánea, a problemas económicos consecuentes, etc. De repente pensé: “¡Ya no más! Cerraré mi cuenta de Twitter!”, para minutos más tarde recibir el consejo de una amiga de que no era necesario cerrar mi cuenta, sino bastaba con eliminar o bloquear de quien no quería recibir noticias. ¡Claro! ¡Eso mismo hice hace años en mi cuenta personal de Facebook, donde creo no llego ni a 30 “amigos” ya que yo sí manejo el Facebook personal como creo se concibió desde un principio, sólo para tener contacto con personas que uno realmente conoce. ¡Se me había olvidado el poder del botón “eliminar”! Uf… me di rienda suelta eliminando y eliminando a toda persona que no hablara de bien, verdad, belleza, unión y buen humor. Eliminé a más de la mitad de personas que seguía. ¡Cambió totalmente todo mi Twitter! Apenas antier era deprimente entrar a mi cuenta al ver tanta gente atacándose, burlándose, ofendiéndose políticamente, y hoy, ¡es un placer entrar a mi cuenta! Sólo se lee de filosofía, de superación personal, de tecnología y buen humor. Punto. ¡Tan fácil! ¡Usa el botón “eliminar”! Tanto en tus redes sociales como en la vida misma. ¡Es tremendamente saludable! Ahora bien, reflexioné al respecto cuando al ir eliminando personas, me pregunté: “¿Cómo fue que llegué a seguir a casi 100 personas u organizaciones que no van de acuerdo a mi filosofía de vida? ¡¿Cómo llegué ahí?!”. Como la humedad. Sin darme cuenta, muy poco a poco, lentamente, por querer estar “actualizado” siguiendo hasta a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al Presidente y a “expertos” en finanzas, economía y analistas de política, siempre queriendo saber primero para traducir las noticias relevantes a un lenguaje que todo mundo entienda y comunicarlo en mi página pública de Facebook de “Inteligencia para el dinero”. ¡Ahí empezó todo! Con una buena intención, pero sin darme cuenta por irlo haciendo lentamente, como la humedad. Debido a que soy autor de un libro especializado en finanzas, Inteligencia para el dinero, pero siendo el único libro de finanzas que las analiza desde una perspectiva filosófica y de superación personal –temas propios de Nueva Conciencia, mi filosofía de vida–, fue que empecé a llenarme de información que no es acorde a mi corazón. Fue útil para mi cerebro, pero no para mi corazón. Se acabó. Yo ya publiqué y ya expliqué lo mejor que pude para el público lo que recomiendo en mi libro, Inteligencia para el dinero, pero he decidido que hasta ahí. ¿Qué ha pasado en este tiempo en que he dejado de saber de las últimas noticias del gobierno, de expertos en finanzas, de célebres analistas políticos, etc.? ¡NADA! ¡No ha pasado nada! O quizá, sí ha pasado… me he sentido extraordinariamente bien, he vuelto a mi centro. Volví a sentir gusto por usar Twitter. Todo sencillamente usando inteligentemente el botón “Eliminar” y eligiendo sólo lo que suma a mi filosofía de vida. Así, volví a “mi” mundo. A ese donde pertenezco de lleno, a ese a donde Dios me puso para ser y servir. No debo salirme de ahí. ¿Puedo asomarme a otros? ¡Claro, por supuesto, quizá necesario ocasionalmente!, pero asomarse es una cosa y empezar a pertenecer es otra. Claramente sentí como volví a mi acostumbrada paz, claramente sentí cómo volví a mi entusiasmo y fe en la vida. Claramente noté cómo mi mente tuvo más tiempo para enfocarse exclusivamente a lo que le da sentido a mi vida y alegría a mi existir, a Nueva Conciencia. Te quise escribir esto hoy porque estoy seguro que te puedo ayudar a reflexionar en algo parecido que te esté pasando, sin darte cuenta, como la humedad. Haz un algo y observa qué fuentes de información has elegido que entren a ti. Lo que no te sirva para tu misión y bienestar, elimínalo. De verdad, es más el morbo del “nuevo entretenimiento” de hoy en día, querer saber de “los pleitos” de las diferentes corrientes de opinión, del gobierno, de analistas. Un mundo donde las personas de a pie, como tú, como yo, no podemos hacer absolutamente nada. Y aquí te recuerdo un precepto esencial de Nueva Conciencia: sólo ocúpate de aquello sobre lo que tienes control. De todo lo demás, despréndete, precisamente por que no tienes el más mínimo control. Si algún día asistes a una reunión en donde se esté hablando del tema socio-político que esté de moda y la nota trascienda ese día, deberás llegar a sentir placer de que, cuando te pregunten tu opinión, les puedas decir: “Ahora sí no sé, heee, no sé nada de lo que están hablando, ni idea. Apenas estoy escuchando algo aquí y ni sé”. Al principio serás visto como un bicho raro, para que después, te lleves la sorpresa de que hasta admirado seas, precisamente por no saber de esas cosas. ¡Hay temas mucho más importantes y sobre los que sí tenemos control que deberían ocupar la mayor parte de nuestra mente y corazón! Elige con inteligencia. Hasta podrás ser quien cambie el tema de esa reunión… para beneficio de todos. Te hablo por amplia experiencia. Podría darte muchos más ejemplos, pero algo me dice que es suficiente. En el tema de hoy, menos es más. “Limpia” tus redes sociales (o bien, te podría sugerir: limpia tu vida). Permítete ser influenciado sólo por algo que aporte real valor a tu vida. Todo lo demás, deséchalo. De verdad, no practiques el “nuevo entretenimiento” que representan los noticieros, la nota roja o amarilla, los pleitos de poder. A ese mundo no pertenecemos. Te recuerdo: tú y yo estamos en este mundo, pero no somos de este mundo. Cuando uno llega a comprender esto a cabalidad, uno elige mucho mejor los compañeros de viaje. Si has de entretenerte, mejor ve al teatro a ver una extraordinaria puesta en escena, busca un juego de mesa, lee un buen libro, haz ejercicio, sal a pasear a tu perro, disfruta de una buena película, ten la dicha de conversar con alguien disfrutando de un exquisito café, disfruta de buena música, prepara material y sigue estudiando más de aquello a lo que te dedicas, en fin. Hay muchas más fuentes de entretenimiento. Elige con inteligencia. Pronto volverás a sentir una gran… ¡Emoción por existir! –Alejandro Ariza.
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Estamos iniciando otro Año Nuevo… y siendo muy –o exageradamente– objetivo, no se trata salvo de otro instante más en el eterno presente. El Diccionario de la Real Academia Española define la palabra instante como “porción brevísima de tiempo”, y también (o mejor) “sin cesar, continuamente, sin intermisión”. El 1º de enero de este 2019 es una “fecha arbitraria”, otro instante más, que la mayoría de la gente percibe como un “nuevo inicio”. Y así se percibe sólo porque la mayoría de los humanos se han puesto de acuerdo en creer que ese instante sea un nuevo comienzo, pero visto desde una perspectiva más real, no es nada más que otro instante en el eterno presente, ese eterno presente que no es otra cosa más que –en nuestras humanas referencias–, cientos de miles de millones de años, quizá más bien “infinito”, donde sólo empezamos a medir desde que encarnamos como humanos; esto lo alcanza a ver uno en ese nivel de entendimiento donde al fin descubres que no existe el tiempo. El mismo diccionario define la palabra tiempo como “duración de las cosas sujetas a mudanza”, y lo que dura es nuestra experiencia de ser humanos. Por eso inventamos la medida. Por eso inventamos la idea y la sensación de un nuevo inicio, pero nada inicia, nada acaba, todo simplemente está siendo. Por eso, he afirmado que el ser humano no necesita una fecha para cambiar, necesita una decisión tomada en cualquier instante. En mi caso, los cambios más rotundos y transformadores de mi vida, ni recuerdo cuándo los tomé, pero seguro que un 1º de enero, no. Lo único que recuerdo es que en algún instante de mi vida llegué al punto donde todo deseas cambiarlo: el punto de hartazgo total, y ahí decidí, ahí mismo ya inició el cambio. Es curioso, pero el tiempo en que tomamos una decisión es precisamente un instante, otro instante más. Donde se puede tardar la persona es en llegar a ese instante, pero decidirse e iniciar un cambio, sucede en un chasquido de dedos, un mero instante. Por eso afirmo en mis conferencias que para cambiar no necesitas años de meditación luego de un retiro en un cuarto camino o ese tipo de… dinámicas, por decirlo de algún modo respetuoso. No. Lo único que necesitas para cambiar es un relámpago de claridad, un kairòs. Y repito, quizá necesites el retiro o años para llegar a ese relámpago de claridad, pero el cambio se sucede en el mismísimo momento en que tomas la decisión real, en un instante, sin importar la fecha en que se suceda, de hecho, ésta no importa, nada tiene que ver. Analicemos algo quizá fuerte. Si eres sincero contigo mismo, quizá en las celebraciones de Año Nuevo llegaste a sentir esa ausencia de felicidad real, más bien tuviste otra reunión para justificar comer y beber casi sin límite, igual que un 15 de septiembre (en México) o en una fiesta de cumpleaños o en alguna intensa salida al antro para quien está acostumbrado a experimentarlas con mayor frecuencia en cualquier fin de semana. Quizá notas cómo muchos “actúan” la felicidad, la emoción porque ya mero inicia el año, ¡imagina el estrés por desear una emoción gigantesca por tan sólo un efímero instante!, por eso lo alargamos generando expectativa, creando “horas de espera” para llegar al cambio de las 11:59 PM del 31 de diciembre a las 00:00 del 1º de enero que, en esencia, es sólo un segundo, el instante en que pasó de un año a otro. ¿Da tiempo ese segundo para sentir una gran felicidad? No, no lo creo. Por eso mucha gente actúa la felicidad: empieza a tomar alcohol (para alterar la conciencia creyendo como real esa actuación), escuchar música a alto volumen, bailar, comer, etc. Realizar una actividad diferente a otros días para percibir el momento precisamente como algo distinto. Todo actuado. Y en esta vida todo se puede actuar, hasta la apariencia de riqueza, la apariencia de afecto, pero la felicidad, no, esa no se puede actuar. Y precisamente por eso, en este festejo de Año Nuevo, muchos guardan ocultamente en su interior un vacío, gente que intenta llenar un vacío existencial con un festejo de gran alarde… sin lograr llenar nada. Frustrante. Es como querer llenar un bote vacío cubriéndolo de etiquetas. Y lo contrario es hermosamente valedero: mientras más rica sea tu vida en realidad, menos necesidad de festejos de este tipo, por lo mismo. No necesitas actuar la felicidad, la sientes, la vives, la eres por ser quien eres en realidad e independientemente de cualquier fecha. No quiero parecer aguafiestas pero es un tema propio de Nueva Conciencia, es darse cuenta, es despertar. El Año Nuevo es tan sólo otro instante más donde el humano persigue la felicidad de ese momento con intensos preparativos previos para “alargar” el instante, algo que, en realidad, es imposible, pero el humano insiste en extenderlo e intentar hacer durar lo efímero del instante. Preparativos de semanas o días previos, gastos tremendos –para muchos endeudamiento– dependiendo del nivel socioeconómico de la persona, desde planear una fiesta en casa donde se come y bebe en exceso hasta viajes al extranjero a los eventos más lujosos para ver fuegos artificiales y consumir drogas más sofisticadas, por llamarle así a bebidas de mayor costo. Luego, el humano sigue insistiendo en extender el festejo con el “recalentado” de horas más tarde. 24 horas después, los gritos y la algarabía cesan. Todo vuelve a la “normalidad”. Muchos siguen sintiendo un vacío pero que ahora justifican su actuación de felicidad publicando fotos de su actuada alegría en Instagram o Facebook. El humano sigue insistiendo en alargar su actuación quizá para intentar convencerse a sí mismo de que fue feliz sin serlo. Y es que muchos humanos necesitan actuar y creerse esa felicidad (al mismo doloroso tiempo de que no la sienten realmente), sobre todo quienes durante el año llevan una vida desgraciada por no ser lo que realmente son, por hacer lo que no les gusta, por estar donde les desagrada, pero que lamentablemente lo soportan tan sólo por ganar el dinero que ese pesar les genera. Los festejos como el de Año Nuevo son un escape para gente así. En cambio,la gente que es realmente feliz siendo lo que es, haciendo lo que hace y estando donde le encanta, curiosamente no siente gran atracción por este tipo de festejos o, cuando menos, no tiene expectativa de que le aumenten su felicidad, porque ya la viven con frecuencia, de hecho, son igual de frecuentemente agradecidos por ello. Leí un estudio del 2015 hace unas horas donde se entrevistaron a 475 personas luego de algunas semanas de haber pasado el Año Nuevo y para el cual prepararon grandes festejos. ¡El 83% confesó haberse decepcionado del festejo!, siendo la mayoría quienes más invirtieron tanto emocional como económicamente. Historias donde pleitos familiares existieron, comentarios con doble intención, arrepentimiento por haber invitado a viajar a determinadas personas, arrepentimiento por haber comido y bebido como se hizo, arrepentimiento por las cantidades de dinero que sintieron “tirar”, etc. Pero eso sí, cumplieron con dar una imagen en sus redes sociales de felicidad. La gente se esfuerza tanto en lograr la felicidad en el instante de Año Nuevo que así garantizan su infelicidad. Existe un trillado concepto oriental que afirma más o menos esto: “La principal razón de la infelicidad es la búsqueda de la felicidad”, y es que, efectivamente, a mayor expectativa, menor capacidad de natural disfrute. La felicidad no se puede forzar ni se puede actuar. La felicidad sucede y, muchas veces cuando no hay expectativa, ahí radica su magia. No sé si ya esté empezando a “entrar a una edad muy avanzada” (por decirlo amablemente), pero ahora que el tiempo lo percibo pasando muchísimo más velozmente (algo que suele percibirse así a mayor edad), ya siento un Año Nuevo casi pegado al siguiente. Así, lo que ayer me asomé a ver en televisión resulta exactamente lo mismo que hace tan solo unos instantes, lo de todos los años. Ya lo percibo tan falso. Me divierto cuando en las transmisiones de televisión del festejo de un Año Nuevo, un anfitrión sonriendo (actuando) todo el tiempo, pasa los micrófonos a otra locación remota, y dado a que siempre existe un “delay” en el audio, aparece la imagen de esa otra locación pero sin sonido, con el presentador serio, con gente atrás en silencio, todos esperando a que les digan: “¡Ya! ¡Ya están al aire!, ya actúen pareciendo emocionados y felices”, pero la imagen ya estaba al aire, todos serios y callados, cuando de repente, ¡todos se prenden, gritan, saludan, sonríen, y el locutor exagera diciendo lo maravillosamente bien que están! Así descubres todo actuado, todo falso. Cuando hace años yo estuve en programas de televisión, siempre me llamó la atención eso. Cuando sucedían los comerciales, todo en el estudio era serio, silencioso, muchos con rostros adustos, pero cuando el “floor manager” decía: “Preparados, regresamos en 5, 4, 3, 2…”, ¡Y boom! Todos mundo automáticamente sonreía, se ponía música en el estudio, bailaban, etc. ¡No sabes lo que es estar en el set de televisión y atestiguar esto con tus propios ojos! Sólo se vende una imagen, mientras dura esa imagen. El problema es que, del otro lado, quien ve el programa, “cree” que la vida es así de tan constante algarabía. Es mera actuación. Sólo que quien ve el programa, si no siente esa alegría, empieza a percibirse apartado, siente que no pertenece, entonces… por necesidad de pertenencia, también actúa la felicidad, pero hoy publicando fotos en sus redes sociales. Es el mismo fenómeno. Por eso tantos expertos sugieren dejar las redes sociales para tener más momentos de auténtica felicidad, esos que no necesitas publicar, precisamente por ser realmente felices y por estar tan auténticamente conectados con esa felicidad. Podría decirte tanto más al respecto, pero creo que es suficiente para nuestra introducción al tema. A este otro instante más, el Año Nuevo, visto con optimismo, le puede caracterizar algo hermoso, la percepción minimalista de un nuevo principio, puedes percibirlo como un libro en blanco, como un momento de inspiración para hacer un nuevo tú. Siguiendo con el tema, esto bien podrías hacerlo en cualquier otro instante, el segundo en que tomes una decisión de mejorar. Sabe que cada segundo es un nuevo inicio, cada segundo es un nuevo principio, cada segundo es una nueva oportunidad. Sin embargo, aprovechemos la creencia común de que este instante en que cambiamos al Año Nuevo es más adecuado para el cambio (un absurdo, pero creamoslo para fines prácticos), y aquí te quiero recomendar un ejercicio, imagina el instante del cambio, el instante de un nuevo comienzo, como una casa vacía. Ahí la tienes frente a ti. ¿Qué le meterías a esa casa durante este año? Yo te recomiendo un estilo minimalista. Sugiero que vivas una fuente (de varias que hay) de felicidad auténtica: descubrir que menos es más. Sugiero que te preguntes:
Aunque todo esto lo puedes decidir en cualquier instante de tu vida entera, alrededor de estos días sucede un hermoso momento para reimaginar tu vida y rediseñarla. ¡Emociónate por existir rediseñando, reinventando, reimaginando… para terminar, cuanto antes, actuando en consecuencia! ¡Es hermoso saber que en cualquier instante podemos volver a empezar! Hazlo. Pero algo importante: necesitas dedicar tiempo, tú solo, tú sola, a estos momentos de reflexión y rediseño, e idealmente, necesitas un maestro que te tome de la mano y, luego de tus privadas reflexiones, conversen al respecto y te brinde estrategias para mejorar. Yo este año seré el mentor de unas 10 personas, las primeras que me lo soliciten y con quienes me comunicaré exclusivamente en el grupo secreto de Facebook: “Temas Selectos de Nueva Conciencia”. Crearé una comunidad muy exclusiva, esa donde se puede conversar en paz y con gran entendimiento y respeto. Si deseas participar, haz clic aquí: “Temas Selectos de Nueva Conciencia”. Planificar en tu agenda momentos de entera soledad para reimaginar y rediseñar tu vida es esencial. La actuación de la felicidad jamás te dará el tiempo para ello. Piensa un rato en esto. Confróntate con tus tiempos. Lee algo que dignifique tu alma, que eleve tu espíritu, que te emocione a tal grado que tu actuar en consecuencia sea impostergable. Ahí surgirá una auténtica felicidad en el instante en que menos lo esperes, y es que parte del encanto de la felicidad es que sorprende. ¡Feliz instante nuevo! ¡Emoción por existir! –Alejandro Ariza. |
Dr. Alejandro Ariza Z.Conferenciante inspiracional, autor, médico y empresario. ¿Te interesa recibir todas las publicaciones de Alejandro Ariza?
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Octubre 2024
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