«La vida no acaba con la muerte». –Alejandro Ariza Z. Sentir la presencia de un ser querido que ya ha muerto puede ser contundente. Recibir señales confirmatorias es sorprendentemente sobrecogedor, así como motivo de esperanza y alegría al mismo tiempo.
En este tema podríamos caer de lleno en plena subjetividad, pero quizá no. Es una experiencia tan personal que sólo quien la ha vivido podría sacar el tema del ámbito de toda subjetividad. He notado que muchas veces hasta que alguien se atreve a opinar de cierto tema, se levantan manos diciendo “yo también”, y de ahí que me surgiera el deseo de compartir algunas anécdotas recientes. Hace unos días pensaba intensamente en mi papá, agradeciéndole su ayuda, misma que hoy en día, años después de haber trascendido a su siguiente experiencia, me sigue dando. De verdad que en momentos de retos y dificultades siempre he sentido muy de cerca su presencia, su guía, su consejo, pero lo que sucedió la semana antepasada me impresionó. Precisamente estaba pensado seriamente en él. Me encontraba sólo en mi oficina. Reflexionaba admirando todo lo que este gran hombre hizo en su vida y cómo me sigue ayudando dándome “luz” en mi camino y más en momentos de dificultad para mí. Estaba precisamente en ese momento cuando de repente entra a mi oficina uno de mis colaboradores a entregarme algo, un recibo de luz. Me gusta que en cuando llegan los papeles a nuestro buzón, de inmediato me los entreguen para que, si es cuestión de pagos, los pague de inmediato, como debe ser. Al estirar mi mano para tomar el recibo de luz, lo primero que veo en él son, en letras negras resaltadas, ¡el nombre completo de mi papá! El recibo de luz de la casa que uso como mis oficinas, ¡todavía sigue a su nombre! De repente, mi colaborador, que también notó su nombre en el recibo, me dice: “Wow! Tu papá está en la luz”. Me quedé viendo al recibo. Sentí claramente una experiencia numinosa. Sentía cómo mi papá, precisamente en la luz, llegaba a mis manos por esa vía, confirmándome su clara comunicación y guía. He de hacer notar que era la primera vez que yo personalmente recibía en mis manos un recibo de luz de mis oficinas. Siempre había alguien encargado, pero recientemente decidí encargarme yo. Así fue como sucedió. En el recibo de luz, mi papá. Y ahora mismo que lo escribo aquí, me sorprende aún más el juego de palabras, si uso “recibo” como verbo y no como sustantivo. En el recibo de luz, mi papá. Recibo luz de mi papá, literalmente. Y si te contara todas las bendiciones que he recibido últimamente, todas las mejoras en todos los ámbitos de mi vida en en días recientes, la historia es más impresionante aún. Está atento a la comunicación desde el otro lado. Como experiencia característica está la numinosidad. Desde que escribí mi libro, Señales de destino, cité ahí a Rudolph Otto, teólogo protestante alemán y erudito en el estudio compartido de las religiones, quien describe la “numinosidad” magistralmente: Es la experiencia de sentir de modo innegable, irresistible e inolvidable que estamos en presencia de lo divino. ¡Precisamente así es la experiencia! En lo más íntimo de tu ser lo sientes al recibir comunicación desde el otro lado, al recibir una señal de destino. Es una muy personal y profunda experiencia emocional. Podrás sentir cómo se te eriza la piel o una incapacidad momentánea para articular palabra. Y tiene sentido, porque no hay palabras para describir lo que se siente frente a una clara comunicación así. Tengo otra historia más sorprendente aún precisamente con mi papá, q.e.p.d. Pero esa la tengo reservada para relatarla con todo dramatismo en mi siguiente conferencia: “Señales de destino”, a sucederse el domingo 4 de agosto del 2019. ¡Es impresionante recibir el apoyo de tu papá, franca e innegablemente manifiesto, aún cuando él ya no está en esta dimensión física! Este tipo de comunicación desde el otro lado suele ocurrir en momentos de importante transición en nuestras vidas. Esto lo explico, precisamente, en mi libro Señales de destino (Pp. 43). Cuando ya sabes de la existencia de este tipo de comunicación, luego de esto, ya nada puede ser igual. No se trata de creer, es una experiencia que te hace saber con absoluta certidumbre. No estamos solos. El amor más puro y auténtico, sólo ese, sigue permitiendo una comunicación desde el otro lado. Si entiendes, cambias. –Alejandro Ariza.
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Hoy por la mañana amanecí con una idea en la cabeza: la dificultad para decidir radica en las emociones predominantes en el momento de la decisión. Para decidir con mayor certeza, necesitas decidir con más inteligencia, apartando las emociones. Saber esto es inmensamente valioso. ¿Has escuchado por ahí el famoso consejo de que no tomes decisiones cuando estás enojado? A algo así me refiero. Pero el ejemplo clarificador que se me apareció en la mente esta mañana fue el siguiente: imagina que vienes viajando en carretera por viaje de trabajo y estás en pleno embotellamiento por algún accidente que hubo. Los autos delante de ti no se mueven. Ves una fila interminable y al horizonte no se divisa que nada se mueva. Ya llevas poco más de cuatro horas de viaje y claramente empiezas a sentir la natural desesperación de no saber a qué hora llegarás a tu destino. Imagina que ahí, precisamente en ese momento cargado de esas emociones, alguien te llama por teléfono para que, con cierta urgencia, le definas si puedes viajar en carretera para ir a un lugar de descanso porque hay una oferta en el hotel destino. Lo más posible es que digas un rotundo “¡no!”, o cuando menos un “en este momento no lo sé…”. Las emociones del momento no te permiten entender el beneficio de la gran oferta para un futuro viaje de placer. Las emociones no nos permiten ver con claridad, las emociones nublan el entendimiento. Somos seres, en parte, emocionales, pero como seres humanos somos el conjunto de esas emociones y de inteligencia. ¡Precisamente esa adición a nuestro ser, nuestra inteligencia, es lo que nos distingue de animales de especie filogenética inferior! Y precisamente por ello, cuanto más decidas sólo por emoción, más te asemejas a un animal que a un humano. Mientras más decidas con inteligencia mayormente manifiestas tu dimensión humana. Aclararé algo: siempre habrán emociones involucradas en tu decisión, de lo que se trata es de decidir con más inteligencia que con emoción. El reto: hacer a un lado nuestras emociones lo más que podamos. ¿Cómo? Aquí una lista de cuatro pasos para lograrlo:
Si quieres saber más del tema, puedes leer mi capítulo “Decide” que viene en mi libro La fuerza del pensamiento. De hecho, si hubiera un punto anterior al “uno” de esta lista sería: tienes que saber qué deseas realmente. Mientras la persona no tenga claridad en sus valores, decidir es algo casi imposible. Pero si te has dado tiempo en la vida para saber qué quieres realmente, la lista anterior es muy fácil de seguir. Hoy tan sólo quise advertirte cómo nuestras emociones muchas veces nos nublan la capacidad para decidir. Las emociones son valiosas y muchas veces también pueden ayudarnos a elegir, pero normalmente no, ya que las emociones sólo nos dan información parcial, mientras que la inteligencia nos abre un panorama de mayor claridad y con mayor capacidad para ponderar. No decidas nada cuando estés molesto ni prometas nada cuando estés demasiado feliz. Nunca tomes una decisión de negocios por emoción, sino sólo con inteligencia. Estos han sido un grandiosos consejos que recibí hace años. Todavía me atrapo fallando ocasionalmente en ellos, pero sin duda mucho menos que antes. La vida es oportunidad de práctica. Si entiendes, cambias. –Alejandro ArizaZ.com El Diccionario de la Real Academia define el verbo entender con casi 18 acepciones, de las que rescato como ideales para enmarcar mi análisis las siguientes: tener idea clara de las cosas, saber con perfección algo, conocer, conocer el ánimo o intención de alguien, discurrir, inferir, deducir, creer, pensar, juzgar, tener amplio conocimiento y experiencia en una materia determinada, conocerse, comprenderse a uno mismo. Para fines muy prácticos, quiero que sepas que entender es llegar a comprender algo de tal manera que alcanzas a ver con claridad el beneficio que hay para ti como opción. Implicará conocer, pensar, imaginar, deducir y al fin, decidir. Y todo para lograr el tan anhelado y permanente cambio que todos buscamos cuando se trata de una natural mejora contínua. Y sí, porque sólo hasta que entiendes, cambias. ¡Entender es una fuente de gozo incomparable!
¿Recuerdas cuando lograbas llegar a la respuesta correcta en una operación de matemáticas sofisticada? ¿Recuerdas cuando lograste derivar “x”? ¿Recuerdas la sensación cuando confirmabas que estabas en lo correcto cuando lograste derivar una ecuación de tercer grado? Ese placer es incomparable. Es un momento “Ahaaaa, ahaaa, ahaaa”. Es cuando parece sucederse un grito en tu interior, “¡Al fin entendí, ya sé cómo hacerlo!”. ¡¿Qué tal aquella experiencia cuando al fin aprendiste a leer?! Si todavía lo recuerdas, es uno de los momentos más sublimes de la existencia humana. Lo que eran simples trazos de tinta sobre papel, ahora se convierten en significados para ti, en el placer de imaginar y ver historias y conocer a personajes que terminas sintiendo reales, en adquisición de conocimiento, en fuente de transformación de vida. ¡Cuando logras entender, cuando al fin aprendes a leer, abres la puerta a una superación personal interminable! Y lo mismo aplica a cuando entiendes por qué tu pareja se comporta como se comporta, o cuando entiendes por qué no tienes dinero suficiente cuando, cuando al fin entiendes cómo funciona el juego del dinero. Sencillamente, para llegar a este maravilloso nivel de transformación casi automática, léase “entender”, se requiere de siete pasos:
En mi libro “Sí”, explico los pasos para saber escuchar, que para sorpresa de muchos, es lo mismo que decir, para obedecer. Sí, la palabra obedecer, por sus raíces etimológicas, significa saber escuchar. Necesitas poner total atención, captar el mensaje completo, entender el beneficio que hay para ti si sigues las indicaciones y actuar con optimismo. El día de hoy, voy más allá revelándote los cinco pasos para entender, para al fin cambiar, para mejorar dado el caso. 1. Humildad por aprender. Tu ego siempre será tu enemigo para mejorar verdaderamente, para cambiar, para entender, porque tu ego cree que lo sabes todo. Y recuerda: el primer paso a la ignorancia es creer que se sabe todo. Necesitas hacer a un lado a tu ego y te garantizo que se te abrirá un camino que jamás habías visto y que, para colmo, siempre había estado ahí para ti esperándote. Cuando actúas con humildad y escuchas realmente, se te abre una imponente puerta hacia la… 2. Adquisición de conocimiento correcto. ¿A qué me refiero con “correcto”? A aquel que estás buscando y cuya fuente sea un experto que viva en la evidencia del beneficio que te sugiere. Uno de los peores errores que podrás cometer en tu vida es el escuchar a personas que no viven lo que tú buscas. Si se trata de opinar, opinan todos. El ser humano promedio tiene diaria sed de protagonismo, por eso opinan y opinan hasta de lo que no saben, pero para ellos suponer es suficiente calificación para tomar el micrófono y pedir los reflectores sobre ellos. ¡Ten cuidado! Mi sugerencia siempre ha sido no escuchar en absoluto a quienes suponen, a quienes, incluso de buena fe y con buen corazón, te opinan. ¿Pero qué conocimiento correcto te puede dar alguien así? Necesitas buscar a un maestro, alguien que sí viva lo que buscas y quien sí te pueda dar el conocimiento correcto de lo que tendrás que hacer para lograr tu objetivo. Verás que sólo hasta que estés preparado, el maestro se aparecerá ante ti. Se podrá aparecer en persona o en forma de una columna semanal que llega a tu correo, o un podcast o una serie de televisión o una página web o un sin fin de formas posibles. Sólo tienes que poner constante atención a querer saber la verdad de lo que implica tu búsqueda. Normalmente lo que buscas también te está buscando a ti. Cuando tienes a un verdadero maestro frente a ti, te ayudará a la… 3. Comprensión del beneficio que hay para ti. Y sí, sólo hasta que comprendas el beneficio para ti, entonces le apuestas por medio de tu acción. ¿Qué sentido tendría hacer algo en lo que no te beneficias en absoluto, verdad? Así actuamos los humanos. Sólo nos mueve el placer y la eliminación del dolor. Y de esas dos, más lo segundo. Pero ya sea lo primero o lo segundo, es un beneficio para ti. Hasta que comprender que dejar a determinada persona es un beneficio para ti, la dejas. Nunca antes. Hasta que comprendas el beneficio extremadamente claro que hay para ti si cambias tu alimentación, la cambiarás. Los pasos que te estoy revelando, implicarán TIEMPO. Un ingrediente esencial es tu paciencia. Pero entiende la paciencia no como capacidad de espera, no, entiendela con una nueva conciencia de esta forma: tener la absoluta certeza de que algo ocurrirá como la más pura y lógica consecuencia de tu hacer en el tiempo. Cuando entiendas a la paciencia de esta manera, será más paciente, más entusiastamente paciente. Así, darás paso al poderoso origen de todo cambio, de toda transformación, de toda mejora… 4. Acción. Nada sucederá hasta que se aplica una fuerza y empieza el movimiento. No existen los resultados de generación espontánea. Si quieres un resultado, lógica e irremediablemente tendrás que hacer que suceda. Tienes que convertirte en un hacedor. Pero, ¿qué sentido tendría hacer si esperamos que no suceda? ¡Sería un absurdo! Y precisamente por esta manera de pensar es que mucha gente no emprende la acción. Por eso el siguiente elemento es esencial… 5. Optimismo. ¡Espera lo mejor! Sólo si esperas lo mejor, tendrá sentido hacer que suceda. Sólo si tienes una expectativa positiva de las cosas que puedes lograr es que sentirás dentro de ti el deseo de lograr, la fuerza para actuar, la energía para emprender. Aquí juega un papel preponderante la facultad intelectual superior del humano llamada “imaginación”. Tienes que visualizar el gozoso futuro que te espera mientras haces lo que haces. Si no, no tiene ningún sentido que hagas nada. Claridad es poder. Necesitas ver con claridad un futuro optimista para que sientas las ganas de hacer lo necesario para que suceda. Una vez emprendida la optimista acción, ahí mismo iniciarás la famosa “práctica”, aquella que hace a un maestro. Empezarás a acumular experiencia, empezarás a hacer que surga dentro de ti una gran maestra. Te garantizo con mi propia vida todo lo que te he expuesto aquí. Una vez que logres tu objetivo, vivirás como premiada consecuencia, un… 6. Gozo singular. ¡Pocas cosas en la vida generan un placer tan grande como entender! Pocos placeres son tan sublimes, y más cuando, al fin, tienes en tus manos la evidencia de que todos los pasos previos efectivamente materializaron tu pensamiento, cristalizaste tus deseos, logras pararte en la evidencia del poder transformador del entendimiento. Cuando llegas a vivir un gozo tan singular como este, incomparable con ningún otro gozo, la vida misma te invitará a convertirte en un maestro. Así, ahora con humildad por compartir tus hallazgos y como parte de tu camino para seguir profundizando en tu entendimiento, llegarás a… 7. Enseñar. Estarás calificado para mostrar a otros tu conocimiento, pero mejor aún, vivirás la congruencia de mostrar a otros tu vida, eso también es “enseñar”. ¿Esto implicará que los demás hagan? ¡Claro que no! Se sigue cumpliendo la ley, sólo hasta que el alumno está preparado, surge el maestro. Sólo que ahora tú ya estás del otro lado. Empezarás a ser maestro y deberás entender que sólo podrás aparecerte ante aquel que esté preparado. Con todo respeto, vivirás la sorpresiva experiencia de sentirte “transparente” cuando aún parado frente a alguien, ese alguien no te escucha. Entiende: no está preparado. Así, no te puede ver, no te puede escuchar. Y… ¿sabes algo que he aprendido a lo largo de toda mi vida? ¡A nadie le gusta que le digan qué tiene que hacer! A nadie. Por eso cuando dices a quien no está preparado para recibir una enseñanza, es motivo de discordia. Un maestro sólo existe para responder, para nada más. Es decir, alguien deberá abrir la puerta a tu conocimiento mediante “la llave” de su pregunta. Con el paso de los años, como maestro, he aprendido a no decir nada si no me lo preguntan. Para mí, es una incipiente y valiosa señal de que quizá tengo frente a mí, al fin, a un alumno preparado. Ya me empieza a ver En general, el proceso de entendimiento se pule mediante la enseñanza, porque explicarle a otro implica un esfuerzo de nuestra parte para darnos a entender cada vez mejor y mediante el uso de diferentes estrategias hasta lograr transmitir. Por eso el maestro se pule mediante la enseñanza. Séneca decía: “El orador suele hablar de lo que más necesita entender”, y es cierto. Abrigo la esperanza y abrazo la ilusión de que estas líneas generen en tí la respuesta a lo que quizá te venías preguntando de un tiempo a acá. Yo hoy, sencillamente seguí a mi intuición, la que me indicó y dictó todo lo que he plasmado aquí. Me encantará leer tu opinión y, si crees que esto le puedes ayudar a alguien más, compártelo en tus redes sociales. Juntos creamos una comunidad de “entendidos”. Si entiendes, cambias. –Alejandro Ariza Z. PD: ¡Pronto mi conferencia abierta al público “Señales de destino”! Haz clic aquí para toda la información y beneficios que este mes tiene para ti. |
Dr. Alejandro Ariza Z.Conferenciante inspiracional, autor, médico y empresario. ¿Te interesa recibir todas las publicaciones de Alejandro Ariza?
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Octubre 2024
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