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¡Qué importante es pensar dónde está uno! Porque ahí donde fijes tu pensamiento sucederá la fuente de tus experiencias. Y es que resulta curioso cuestionarse «¿Dónde estoy», ¿no crees? Pregúntatelo y respóndete. Estoy en mi casa, o en mi comedor, o en la colonia, o en la ciudad, o en el país, o en el planeta, o en el universo, o en Dios. Y pues vete sorprendiendo de descubrir el lugar donde verdaderamente estás: en tu pensamiento. Ahí vives en realidad. Y desde ahí cocreas. Hoy que ando cumpliendo otro año más de vida, qué bendición siento de estar consciente de poder ser, hacer y estar como me place. Y en esta cadencia, sucede una hermosa consecuencia: tener. Y sí, así es como sucede, tener como divina consecuencia, no como objetivo. Procediendo así, desaparece todo esfuerzo, toda conciencia del esfuerzo, para ser más preciso. La vida fluye y lo hace desde aquel lugar en donde fijamos nuestro pensamiento. ¡Nuestra atención es creadora! Creo que uno de los mejores regalos que la vida me ha dado desde siempre, incluso hoy, en mi cumpleaños, es la oportunidad de adquirir conocimiento. Y más específicamente, el que he decidido yo solo ir por él y aprenderlo. No menosprecio el conocimiento de mi trayectoria académica, el de la escuela, también lo valoro y lo agradezco, pero al que me refiero es al conocimiento más transformador de toda mi existencia, el que yo he elegido por decisión propia, no el naturalmente impuesto por la trayectoria de un sistema educativo. Aquí siento menester citar una frase que me encanta de Marcel Prévost, novelista y dramaturgo francés, cuando atinadamente dijo: El hallazgo afortunado de un buen libro puede cambiar el destino del alma. ¡Los libros que uno elige! O mejor dicho, para los que creemos en la magia, ¡los libros que nos han elegido a nosotros y el cómo nos hemos dejado atrapar! De esa manera, hoy se me ha antojado darme un espacio de reflexión, placer cumpleañero, algo que amo hacer, dándome la oportunidad de observar lo que pienso, es decir, escribir. Parece que paladeo el exquisito sabor de lo bien vivido, releyendo la trayectoria de mi vida, hallando así la mayor fuente de lo que percibo como mi éxito –con toda la subjetividad que esto pudiese implicar–: adquirir conocimiento y aplicarlo. Con absoluta certeza puedo afirmar que esa la fuente de los mejores momentos de mi vida, de las oportunidades de transformación más espectaculares, de la conexión con la abundancia más evidente en todos los sentidos. En esta misma línea de reflexión, hoy se me antojó compartirte el regalo que me mandó la vida a través de Readwise, una extraordinaria aplicación que sirve como parte de nuestro «segundo cerebro (digital)», para recordar lo más importante de lo que hemos leído a lo largo de los años. ¡Imagínate que ya exista una aplicación así!, donde lo que más te ha impactó de un gran libro, lo subrayaste, y esta aplicación te lo recuerde hasta enviándote un correo con eso que subrayaste quizá hace años. De paso esté recordarte que de esto y más enseñaré en mi próximo curso «Construyendo un segundo cerebro (digital)». Hoy, como todos los días, llegaron a mi correo algunas frases que subrayé por la trascendencia que percibí en su mensaje y claramente las sentí como parte de los regalos que recibo hoy. Quizá este regalo tenga un encanto especial porque lo percibo como haber entrado a la máquina del tiempo y lo que leí hace años, pareciera que lo subrayé para «enviármelo» para años más adelante (gracias a la tecnología y aplicaciones actuales) y me llegaran estas frases precisamente como recordatorios, «nivel platino de conciencia», precisamente hoy. Va la primera, de Eric Butterworth en Economía espiritual: Es necesario apartar el enfoque de nuestra atención de la carencia, las suspensiones de empleados y limitaciones, y llevarlo a la omnipresencia de la substancia universal. Podemos ver ésta en la omnipresencia de vida en toda la naturaleza y podemos sentirla en el interminable fluir de ideas creativas que provienen de nuestras mentes en momentos de inspiración. Al igual que hay experiencias que son saludables para nosotros, así hay experiencias que son enriquecedoras… ¡Sí, enriquecedoras! La frase que hoy te comparto la subrayé hace más 10 años probablemente, y la releo cada vez que puedo, pero hoy una de mis aplicaciones más preciadas me hace recordarla, hoy, un día tan especial para mí. Hoy más que nunca es inteligente enfocar nuestra mente a una rotunda verdad, ¡nadamos en abundancia, estamos conectados a ella en todo momento! Quien no la vea y quien no la sienta así en su vida, está haciendo algo para bloquear el flujo más natural de la energía, está pensando en todo lo negativo. Quien no piense en abundancia (y así no la vea), puede morir de sed aun estando en ella sumergido. Reitero mi convicción gestada desde hace casi 30 años, cuando decidí no ver noticias. Es enormemente saludable no enfocarse en lo que el sistema quiere que nos enfoquemos (carencia, maldad y toda manifestación de negatividad). Y es que mientras más miedo sienta la persona, más manipulable es. Desde aquel entonces en que decidí no ver noticias, mi vida cambió para bien. Y cuando digo «no ver noticias», me refiero a las malas, las que son abrumadora mayoría en los noticieros, pero también incluyo a familiares, de esos pesimistas, porque alejarse de ellos es muy saludable también. Hoy, por la enorme influencia de las redes sociales, aun quienes decidimos no ver noticias, nos vemos irremediablemente «salpicados» con alguna que otra en virtud de su penetración. Así, no lo puedo negar, me han salpicado (un poco) algunas malas noticias de mi país y el mundo. La rampante «inflación», por dar un ejemplo. Ahí mismo, ¡de inmediato y deliberadamente!, elijo pensar, ver y sentir la omnipresencia de la sustancia universal, así me sumerjo en abundancia, así conecto con ella. Ayer sentí la necesidad de salir un poco a distraerme. No había elegido un lugar específico a donde ir. Fluí y la vida me llevó a una afamada colonia a la que le caracteriza la abundancia y el buen gusto, la fineza y la exclusividad. Luego, hasta terminó la vida llevándome a entrar a una tienda de influencia mundial. Comprara algo ahí o no, ¡bastaba con entrar y ver, con el contundente rigor de la evidencia, cómo hay gente, y en grandes cantidades, comprando aparatos de un precio exorbitante, uno tras otro y sin parar! Todos felices, todos contentos, todos comportándose como su quehacer más natural. Sí, también abunda gente así. Nunca vi preocupación por la inflación, de hecho, solo pensé en ella al estar relatando aquí. Ayer ni pasó por mi mente. Claro, estaba donde estaba mi pensamiento, en abundancia, en la omnipresencia de la sustancia universal. Y sí, conviene deliberadamente conectar con esas experiencias. Fenomenológicamente, no dista mucho una experiencia así de ver cómo, en mi casa, afuera de mi vestidor, en mi jardín, florece un árbol de mandarinas y empiezan a aparecer una y otra y otra más, todos los días. La omnipresencia de la sustancia universal. Cuando pones atención, todo es abundancia. Solo tu pensamiento puede privarte de conectar con esa realidad. Lo mismo me pasa cuando, deliberadamente, voy a clubes de compras. No solo voy a comprar algo que necesite, voy a ver con profunda atención. Volteo hacia arriba para ver la ingente cantidad de cosas ahí apiladas, donde parece que hay más, mucho más, de todo lo que hordas de gente pudiera necesitar. Lo mismo me pasa cuando al inicio de año disfruto de ver un supertazón. Quizá la mayoría de la gente ve a los dos equipos contrincantes de la NFL en la final, pero yo, a momentos, admirando, disfruto más de ver la cantidad de gente que hay en esos estadios, disfruto más de enterarme cuánto cuesta un segundo de publicidad durante esos eventos y admirar las marcas que pagan lo que pagan por anunciarse ahí, disfruto más de enterarme de la inversión que hacen las empresas para enviar a sus comentaristas a cubrir el evento y enterarme de sus honorarios, y más cuando es un comentarista de deportes famoso, disfruto y admiro del despliegue de abundancia técnica y talento del show del medio tiempo y, claro, también disfruto del partido… y de enterarme cuánto tiempo dedicaron a ejercitarse varios jugadores y su trayectoria, así como cuánto dinero ganará cada uno de ellos, ya sea que ganen o pierdan. Admiro hasta el colosal estadio pensando en lo que implicó construirlo. Cuando pones atención a todo este tipo de cosas, estás en la omnipresencia de la sustancia universal, una sustancia infinita, en otras palabras, te sumerges en Dios. Lo que es. Y en esa línea de pensamiento, llega a mi correo otra frase que subrayé hace muchos años, de un libro de Joel Osteen, Lo mejor de ti: Las Escrituras dicen que aquello que vemos con los ojos es solamente temporal. Esto significa que está sujeto a cambios. Lo único que hace falta es un toque del favor divino, Dios puede transformar cualquier situación. De repente, Dios puede hacer prosperar tu negocio. Dios puede darte una idea o un cliente nuevo que haga que tu negocio despegue. Dios puede traer a tu vida a alguien que te ame de verdad. Puede hacer que estés en el lugar justo en el momento indicado. En cualquier situación, Dios puede transformar las cosas, en una fracción de segundo Me consta. Suscribo. Y sí, en una fracción de segundo. Nosotros, por más que nos esforcemos, solo llegamos a poder afectar lo que esté en el terreno de lo natural. Pero Dios actúa en Su terreno, lo sobrenatural. Ahí donde nosotros no llegamos, ahí a donde a Él le encanta hacer su entrada espectacular. ¡Es Dios! Qué otra manera tendría de aparecerse en nuestras vidas. Su natural es nuestro sobrenatural. Yo creo que lo mejor que podemos hacer, aquí a nivel cancha, en lo natural, es dirigir nuestra atención a Su presencia. Ello abre las puertas de nuestra vida para Su entrada magistral. Sí, me consta. Dios puede transformar cualquier situación de nuestras vidas, incluso aquellas en las que nosotros hemos dicho: «Estoy muy preocupado, creo que esto no tiene remedio». A veces pienso que Dios se sonríe entre sus barbas y mueve su cabeza de un lado para otro cada que nos escucha decir algo así. Creo que hasta se le ha de salir un «¡Ja!… tú dame chance». Querida lectora, querido lector: la magia existe. Y sí, nuestra vida puede cambiar para bien en un instante y contra toda lógica. Conviene reposar en esta conciencia. Y cuando digo reposar, no significa que no hagamos nada, sino más bien hacer lo más que podamos y confiar. Siempre confiar en que sucedera la mejor resolución, en la forma y en los tiempos mejores para nosotros, los diseñados por Dios. A veces puede ser difícil de entender, sí, quizá. Pero siempre termina siendo lo mejor para todos nosotros. Si no lo percibimos así, es cuestión de que pase más tiempo para alcanzarlo a ver. Confía. En mi correo luego aparece otra frase que subrayé hace unos tres o cuatro años, cuando me impactó el libro La dieta del alma, de Marianne Williamson: Los problemas deben salir por la misma puerta que usaron para entrar. Si las ideas erróneas te han creado determinada dificultad, solo te curarás cuando cambies de manera de pensar. Otro gran regalo que me envié hace años en esta máquina del tiempo para mi cumpleaños hoy, volviendo a reforzar la fuerza del pensamiento, donde inicia todo. Precisamente por ello escribí hace décadas todo un libro con ese título, La fuerza del pensamiento. Decidiendo qué pensar es como cocreamos nuestra realidad. Fíjate bien, si albergas ideas pesimistas que se han manifestado en resultados desalentadores en tu vida, no se trata de enfocarte en cambiar los resultados, sino tus ideas. ¡Este es un gran y poderoso secreto! Así mismo, debes saber que existe un «delay», hay un natural retraso entre lo que piensas y lo que ves suceder, manifestándose en tu vida. Debes saber que, si al fin comprendes que así funciona, sucederá un «traslape» entre tu nueva conciencia, pensamiento enfocado en la omnipresencia de la sustancia universal, y tu realidad circundante de momento, esa que no te gusta. Estás parado en pensamientos previos y ahí mismo ya puedes empezar a pensar en algo mejor. Esto es un superpoder, desafiante para los novatos, pero lo es. Dale tiempo al proceso. Al fin, vives parado en la evidencia de que así funciona. Si no te gusta lo que ves en tu vida, cierra tus ojos e imagina. ¡Esta es otra forma de ver, metiéndote al origen de todo, tus ideas! Pronto lo que imaginas se manifestará y lo que ves, desaparecerá. Así funciona esto. Recordar hoy este superpoder me entusiasma. Hace unos momentos, en que me encontraba sintiendo la inspiración para escribir un rato, antojadamente en mi cumpleaños, pensé en alguna imagen para enmarcar este artículo. Lo primero que vino a mi mente, pensando en abundancia, fue la cornucopia (del griego cornu, «cuerno» y copiae, «abundancia, muchos recursos, posesiones»), aquella clásica imagen del «Cuerno de Amaltea», o más conocido como el «Cuerno de la Abundancia», ya sabes, uno que suele simbolizarse como de mimbre, un frutero rebosante. En la antigüedad clásica, era el atributo de dioses y diosas que se creía que distribuían los bienes de la tierra y, entre los romanos, de las divinidades a las que se atribuía un significado de prosperidad y buenos deseos como, en particular, la diosa Fortuna. La simbología de este mito griego me encanta. En una de las versiones, Amaltea fue una cabra cuya leche usaron como alimento las hijas de Meliso para cuidar a Zeus durante su infancia hasta que ser valiera por sí mismo. Cuando éste se convirtió en el rey de los dioses, en gratitud, puso al animal entre los astros y les dio uno de sus cuernos a las hijas de Meliso, asegurándole que les daría todo cuanto pudiesen desear. La leyenda cuenta de que quien poseyera el cuerno podría obtener lo que quisiera. Por decirlo de otra manera, la cornucopia era el equivalente al Santo Grial de la época medieval. Pensé fuerte en la imagen, tanto, que entré a Google a buscar una imagen alusiva. Estaba yo a la mitad de este artículo pensando en la cornucopia. De repente, suena el timbre de la casa. No esperábamos a nadie a esta hora. En el sistema de cámaras alcancé a escuchar a lo lejos que alguien preguntaba por «Alejandro Ariza». Así, salieron a abrir. Se trataba de un regalo que alguien me enviaba… ¡Un arreglo aludiendo precisamente al cuerno de la abundancia! Casi me desmayo por esta sincrónica fuerza del pensamiento. ¿Así le encanta actuar a Dios! Una apreciadísima fan me enviaba esto de regalo y llegando precisamente mientras yo pensaba en la cornucopia. ¡Dios! ¡Gracias Helena! ¡Qué divino regalo! Qué bendición que te dejes usar por Dios y tus sentimientos para conmigo se manifiesten de tan hermosa y sincronística manera. Y como sabes, me encanta poner mucha atención. Investigué la simbología de las flores de tu arreglo, las Lilis y Azucenas blancas. ¡Símbolo de pureza e inocencia! Símbolos de amor eterno, tranquilidad. Hacen alusión a un individuo que se destaca por su integridad, su decoro o su honradez. Según las creencias mesopotámicas, la azucena se la relaciona con el mundo del más allá, considerando que tiene poderes para renacer y volver a empezar. Según la biblia, la azucena es símbolo de providencia. ¡Gracias por el regalo! Luego, al bajar a mi comida, mi queridísimo Voku me preparó de sorpresa una temática en color violeta (más comúnmente referido como morado), mi actual color preferido. Aprendí del arcángel Zadkiel, uno de los siete grandes arcángeles, uno de los Ángeles de la Presencia (quienes están en permanente en presencia con Dios), y uno de los nueve Regentes del Paraíso, el arcángel de la llama violeta, acerca de la transmutación que representa, siempre ayudándonos a perdonar y liberarnos. Su cuidado es una bendición. Por cierto, en el espectro de luz, el ultravioleta es el último color que el ojo humano alcanza a percibir, hallándose exactamente en el limbo entre lo visible y lo invisible, entiendo entre la materia y el espíritu, lugar en donde me siento hoy más que nunca, aquí me desenvuelvo. Hoy me fascina vivir rodeado de alusión al ultravioleta. En mi comida, ¡Caloncho y su música! Cuánto disfruté la manera tan atinada en que nos rescuerda en una de sus canciones, Optimista, una de mis preferidas: «Todo bien, al cien. Calma en mí para poder ver y reconocer bendiciones en mi poder, ¡en mi poder!». Me siento feliz y agradecido. Llevo una muy buena vida por diseño propio. Cada vez más selectivo en mis relaciones. Viviendo más en paz y en armonía que nunca. He tenido las agallas de hacer los ajustes necesarios para seguir haciendo de esta, mi experiencia humana, un diseño de bienestar en todos los sentidos, enfocando y volviendo a enfocar, una y otra vez, mi pensamiento a la omnipresencia de la sustancia universal, esa que engendra una permanente… ¡Emoción por existir! –Alejandro Ariza Z. Quizá todo por estar viviendo tan intensamente la adquisición de mi conocimiento más reciente, construyendo mi segundo cerebro, el digital. Ésta técnica incrementa nuestra conciencia de lo que vamos viviendo en el día a día y resulta sobrecogedor el ir viendo “la figura que va apareciendo al ir uniendo los puntos”. Estoy intuyendo que este artículo será muy diferente a lo que suelo publicar. Siendo un poco más preciso, no creo redactar un clásico ensayo con la misión de enseñar, capacitar, motivar o inspirar. Quizá sólo estoy obedeciendo al impulso por compartir experiencias de vida harto significantes para mi experiencia humana. Sólo eso, con las confesiones inherentes de dichas experiencias. Sin más, aquí voy. Hace unos cuantos días, al revisar mi correo, recibí uno de Netflix donde decía algo más o menos así: “Por tu perfil, te recomendamos una nueva serie, Cómo cambiar tu mente”. No hice mucho caso, pero «algo» me hizo no borrar el correo. Y normalmente, cuando algo no me atrapa, para liberarme de distracciones, suelo borrar entradas así. Ésta no la borré. Con el paso del tiempo, ¡aun sin ver el correo, lo tenía presente! Al paso de los días se me ocurrió leer el texto promocional y se trataba de una docuserie que presenta el escritor Michael Pollan donde explora la historia de los usos de las drogas psicodélicas como el LSD, la psilocibina y el MDMA. Ahora sí me llamó más la atención. El título no me comunicaba mucho, pero ahora saber de qué trataría, sí. Pensé verla en un futuro, «ahí cuando pudiera”. Ayer, estando un rato solo en mi casa y luego de recibir una noticia que interpreté un tanto desalentadora, me sentí triste y con algo de ansiedad. Sí, también lo vivo, naturalmente también me pasa, pero gracias a Dios traigo a mi terapeuta incluido en mi mismo y de inmediato apliqué en mí lo que suelo recomendar a mis pacientes: en el instante en que seamos conscientes de que están iniciando los primeros pensamientos tendientes a la baja, a sacar fuerzas de las que queden para de inmediato cambiar de actividad re-enfocando el pensamiento en aquellas otras fuentes de información, las generadoras de alegría, placer o entusiasmo que conocemos perfectamente y de las cuales tenemos rotunda evidencia en nuestro pasado de que nos estimulan para bien. En fracciones de segundo hurgué en mi mente y recordé una serie que me encantó, una que vi en Netflix hace unos meses y me cautivó, “Las aventuras de Merlín”. Una serie que fue exitosísima por allá del 2012, originaria de Londres, y de la que yo me enteré de su existencia apenas a inicios de este 2022. La maravilla que es hoy “la máquina del tiempo” a la que podemos entrar por tanta capacidad del streaming para conservar producciones y verlas cuando y donde uno desee. Si te detienes a pensar un rato en este fenómeno actual no puede dejar de sorprenderte. Lo que es historia, puede ser para ti novedad. Se empieza a percibir el tiempo sin tiempo, así como es. De las primeras ventanas a una mayor conciencia. Pues bien, de inmediato me acomodé en el sillón más cómo de mi sala y empecé a ver un capítulo. Empecé esta otra actividad con total y absoluta concentración, deliberadamente elegida así. A los pocos minutos, no recordaba nada de mi tristeza y me sentía ya bien, muy bien. De hecho, el capítulo que ayer vi mostró la evidencia del amor que un padre le puede tener a su hijo y, por dinámica de espejeo, sentí el amor de mi papá (Q.E.P.D.) recordando que así me trató. Sentirse amado o recordar haber sido amado de esa manera (para fines psicodinámicos resulta igual) es muy fortalecedor. Empecé a agradecer la dicha de poder sentirme así y me encantó recordar anécdotas de cuando mi papá me protegía tanto como manifestación de su amor. Mi verdadero súper héroe al fin y al cabo. Al terminar el capítulo, navegando en mi selección recomendada, me encontré con otra serie de mis preferidas, con diálogos para personas de alto nivel de conciencia en verdad, “The midnight gospel”, dibujos animados donde un locutor espacial atraviesa mundos delirantes en su simulador del universo y ahonda en preguntas existenciales sobre la vida, la muerte y todo lo que encierran. Son episodios de apenas unos 20 minutos cada uno pero instilados con gran desafío intelectual y colisión de creencias. El capítulo que ayer seguía por ver fue el que automáticamente se me apareció y empecé a verlo. Confieso que hago un esfuerzo por concentrarme y alcanzar a percibir la profundidad de sus mensajes en los rápidos diálogos de esos breves minutos, y ayer, con la técnica de “construyendo mi segundo cerebro, el digital”, alcancé a anotar frases como esta: “Yo nunca he tenido muchos amigos porque desde siempre lo mío ha sido la magia”. Se me erizó la piel. Me sentí muy identificado. Más adelante en el capítulo, por primera vez en toda mi vida, escuché una explicación de algo que yo vengo pensando muy en privado desde hace más de 25 años aproximadamente, una de esas cosas que no le cuento a nadie, salvo en contadas ocaciones dentro de mi curso de “Oratoria de Gran Influencia”, cuando coincide y detecto que la abrumadora mayoría de los participantes alcanzan a ver un orden espiritual. Escuché esto: «A lo que verdaderamente se refiere “la tradición oral” es a la transmisión de la energía de maestros a discípulos por medio de la transmisión energética de la frecuencia vibracional de su voz». Me quedé en “shock”. ¡Yo siempre lo he sabido!, o mejor dicho, yo siempre lo he sospechado y ver el capítulo de ayer elevó mi sospecha a certeza. Lo que realmente se transmite son “paquetes de energía” de una persona que los tiene a otra, exclusivamente quien los merece, por medio de la voz. La energía se transmite por la muy particular vibración de la voz de un maestro, y no tanto por lo que dice. Sencilla y únicamente por la vibración de la voz, energía que sólo podrá entrar (sintonizar) a quien por evolución y sincera búsqueda la merezca. De hecho, esta es la razón por la que frente a un maestro que habla, unos son transformados y otros no (o todavía no). Por esto que, por primera vez estoy compartiendo públicamente, es que escuchar a ciertas personas nos sana, nos eleva, nos transforma, aunque no recordemos nada de lo que nos dijo. Y es que no se trata de recordar lo que dijo el maestro, sino de exponerte a él y merecer su nivel vibracional, mismo que es transmitido por el muy particular sonido de su voz. Por contraste, permíteme recordarte el concepto clásico de “tradición oral”. Se define como todas aquellas expresiones culturales que se transmiten de generación en generación y que tienen el propósito de difundir conocimientos y experiencias a las nuevas generaciones. Pero eso es otra cosa, muy otra, enteramente otra. De hecho, nada que ver con la transmisión de energía transformadora. No son conocimientos lo que se transmite en la tradición oral real, sino energía. En el mismo capítulo también alcancé a escuchar, mientras la explicación real de lo que es la tradición oral: «Hay una parte al inicio de la Biblia que dice “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”…, cuando entiendes esto, descubres que la Biblia es el mejor libro de magia jamás nunca antes escrito». Las implicaciones del concepto anterior son tremendas. Apenas se inicia el entendimiento de la transformación al exponerte a la palabra de Dios. Estarte escribiendo esto aquí, me hace (mágicamente por su sincronía) recordar precisamente esta frase: «Sin duda. Nadie puede leer los Evangelios sin sentir la presencia real de Jesús. Su personalidad vibra en cada palabra. No es posible crear un mito con esa vida”. –Albert Einstein Por reflexionar en un mero ejemplo, cuando escuchas a un maestro y te conmueve hasta las lágrimas, te hace sentir algo tan especial dentro tuyo, algo muy difícil de explicar… ¡imagina la implicación de ese nivel de evidencia de trastoque!, ya hay una manifestación en nuestro vehículo físico inclusive. O también como cuando asistes a una conferencia e ibas con alguna molestia o dolor en el cuerpo y al salir descubres con sorpresa que ya no hay ninguna. Cuando alguien es “tocado” así por las palabras de un maestro y sale muy impresionado del recinto donde él habló, suele suceder que luego un familiar o amigo le ven tan cambiado que comenta y pregunta: “¡Órale!, pues… ¿Qué dijo o qué? Te veo como muy afectado, muy impresionado”. Momentos donde es casi imposible explicar que la transformación nunca fue debida a algo que dijera, sino a haber estado presente frente al maestro mientras decía. En esos ocasionales momentos en donde coincide y, dentro de mi curso de Oratoria de Gran Influencia, detecto que la mayoría de mi público es gente “entendida espiritualmente”, llego a hacerles ver algo que con sorpresa he notado que casi nadie se percata. Comento acerca de esas escenas que hemos visto en alguna película o leímos en algún relato, donde Jesucristo predicaba frente a miles, cuando empezaba a hablar y poco a poco más y más gente llegaba a querer escucharlo, llegando a reunir verdaderas multitudes. Hasta ahí es posible que así lo hayas visto en alguna película o sabido por alguna lectura. Pero… si te detienes a pensar, para aquella época en donde no habían micrófonos ni bocinas con volumen de gran alcance… ¿¡Cómo es que escuchaba el de hasta atrás, ahí donde habían miles reunidos a cielo abierto!? Y así que dijeras que Jesucristo tuvo fama de ser medio gritoncito cuando hablaba, pues no, todo lo contrario. Y ni impostando la voz o gritando creo llegaría a escuchar la gente de hasta atrás. Entonces… ¿Por qué esa gente, hasta la del fondo, se mantenía tan cautivadamente atenta? La energía de la voz de Jesucristo surgía de un nivel de conciencia tan alto que alcanzaba a tocar la vida de toda criatura circundante hasta por kilómetros a la redonda, su energía también fluía por medio de los cuerpos de la multitud sedienta de su mensaje y así también los cuerpos se transmitían dicha energía. No es que la gente de hasta atrás oyera lo que decía, sino que sentía lo que transmitía y ello los transformaba. Hace muchos años mi maestro Wayne Dyer me introdujo a las investigaciones de otro maestro de él, el Dr. David Hawkins, reveladoras investigaciones de este psiquiatra publicadas en su afamado libro El poder contra la fuerza, donde explica que se pueden medir los niveles de conciencia y su influencia energética en los cuerpos. Nunca entendí bien cómo logró hacer sus mediciones pero logra una tabla de niveles de irradiación de energía por conciencia, de todo. Ahí, comenta el máximo nivel de influencia energética (conciencia) que una criatura jamás antes haya alcanzado sobre la faz de la Tierra, el nivel de Jesucristo. Su nivel de irradiación de energía, su paz, tomando como centro su sola presencia, afectaba a toda materia en un radio aproximado de 600 kilómetros. ¡Imagina ese nivel de ser! ¡Imagina sentir paz por la sola presencia de Jesucristo si estuvieras en algún lugar dentro de 600 kilómetros a la redonda de él! Y eso que todavía no abría la boca. ¡Su sola presencia ya generaba paz en un radio así! ¿Quieres hacer un ejercicio? Imagina que estas sólo en tu casa. Alguien toca la puerta. Abres. Es Jesucristo en persona y sólo se te queda mirando fijamente a los ojos, sin decirte nada. ¿Qué sentirías en ese momento? De hecho, mucho tiempo antes de ese instante, ya empezarías a sentir algo especial, y más y más conforme se acercara el encuentro en tu puerta. Cuando yo hice este ejercicio, tan sólo de imaginarlo, tuve ganas de llorar y claramente imaginé que me desplomaba, cayendo hincado frente a semejante presencia, pienso una consecuencia natural del impacto, y aunque fuera por tan sólo unos segundos y sin que me dijera nada, mi vida ya habría (ha sido) transformada. Ahora bien, retomando la cadencia de sucesos de ayer, luego de haber visto este revelador capítulo de “The midnight gospel”, pues si ya estaba en Netflix, recordé que ahí podría ver la docuserie de “Cómo cambiar tu mente”. Empecé a verla. Otro “shock”. El primer capítulo habla de la historia del LSD, psicodélico que incluso a varios médicos se nos enseñó que podría ser dañino, soy de esa generación de médicos, para descubrir con sorpresa que no es necesariamente así, que ni adicción genera. Fue muy impresionante para mí enterarme, una vez más, de otro ejemplo de manipulación por parte de los gobiernos. El consumo de microdosis de LSD llegó a ser la fuente por la cual hordas y hordas de jóvenes empezaron a percibir al mundo mediante una verdad espiritual: todos somos uno; y así, empezaron las grandes manifestaciones de “no a la guerra” y mejor optar por el amor y la paz. Cuando el entonces presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, fue informado que cada vez menos jóvenes se alistaban para ser parte de las fuerzas armadas de su ejército y que ello era debido a que cada vez más jóvenes incrementaban su conciencia hacia el amor y la paz por consumo de microdosis de LSD, ¡decidió decretar que el LSD era una droga que destruía a la juventud y que era mala para la salud! Así, éste psicodélico cayó en una etapa de “oscurantismo” por décadas en las que ya no se permitió hacer más estudios con él. Se necesitaba gente para el negocio de la guerra. Conocer la historia real del surgimiento de este psicodélico, como la narra con gran detalle Michael Pollan, autor del libro del mismo nombre, Cómo cambiar tu mente, es sobrecogedor. Incluso, ahí descubrí que de una parte del trigo se crea el crudo, digamos, del LSD, fue como ayer, además, yo deduje porqué al quitar el trigo a niños con autismo o a niños con HTDA, dándoles una dieta cetogénica ¡les beneficia enormemente en su salud! Ayer até cabos de un tema que posiblemente sea para otro artículo. Sí, ayer acabé muy afectado, para bien, en mis “insights”, mis persepctivas, parte de mi cosmovisión, mismas que hoy sentí el impulso de compartirte aquí. Ya era cerca de la media noche, ya estaba en cama, cuando de repente recordé a un paciente que tuve el año pasado y quien francamente no pudo dejar su intensa adicción a la mariguana, prefiriendo aprender a vivir con ella y hasta reinterpretándola a su conveniencia; ahí algo dentro de mí me dijo: “Mándale un mensaje y que vea esta docuserie”. Tomé mi celular y sencilla y brevemente lo saludé y le dije: “Te recomiendo veas la serie de Netflix, Cómo cambiar tu mente”. Minutos después me respondió en un tono un tanto displicente: “Gracias, yo ya sé cómo cambiar mi mente”. De inmediato pensé: “Para qué ando compartiendo lo que alguien no puede entender, alguien que sé, de antemano, perdió mucho de su capacidad de entendimiento”. La culpa es mía. ¡Nada que ver mi recomendación con decirle que la viera para que aprendiera a cambiar su mente, sino que tan sólo quería aportarle algo, cierta validación a sus creencias, mismas que supe por haber sido su terapeuta! ¿Le debía explicar esto enviándole otro mensaje de vuelta? ¡Claro que no! Seguiría yo en mi error. El que tenga oídos que escuche y el que tenga ojos que vea. Frente a encuentros de este tipo, lo mejor siempre es retirarse respetuosamente sin decir absolutamente nada más. No hay nada que explicar a quien no está en su momento para entender. Minutos después, ya me estaba venciendo el sueño y mi “yo superior” me dijo: “No te duermas, ¡toma nota de las ideas principales que te enviamos hoy para que mañana escribas! Y ya con flojera, me sobrepuse y empecé a escribir notas en mi celular, en una aplicación en donde construyo mi segundo cerebro digital. Al final de mis notas, como siempre pasa con esta técnica, me surgió una reflexión: «Lo que crees es coincidencia es un mensaje cifrado». ¿Todo lo que viví hoy fue una coincidencia? Empezaba a sentir claramente que no, eran puntos que empecé a unir, sintiendo la incipiente decodificación de lo que empecé a entender como un mensaje cifrado. Al leer la frase que me salió, también sentí el impulso de publicarla a esa hora, ya pasada la media noche, en mi cuenta de Twitter. Al abrirlo para escribir, ¡lo primero que se me aparece en mi timeline es esta imagen: “¿De verdad vamos a fingir que esto no está pasando?”, es la traducción. ¿Coincidencia? No creo. Más bien una sorprendente confirmación de lo que estaba a punto de escribir precisamente ahí. ¡Emoción por existir! –Alejandro Ariza Z. ¿Por qué queremos estar cerca de alguien o por qué preferimos alejarnos? Atracción o rechazo mediante nuestra comunicación no verbal, el interesante tema que revela cómo manejamos nuestro espacio personal, muchas veces de forma inconsciente. El cómo manejemos nuestro espacio es un fenómeno harto revelador y hoy quiero compartirte algo de este conocimiento. Descubriremos también que, sin duda, estamos influenciados por nuestro entorno y siendo más conscientes de cómo manejamos nuestros espacio personal, abriremos la posibilidad de manejarlo más inteligentemente, comunicaremos mejor, sin palabras, la influencia que recibimos y la que generamos en nuestras vidas.
La proxémica (del latín proximus= cercano, y del sufijo -ico, -ica = referente a) es una disciplina dedicada al estudio de la organización del espacio en la comunicación no verbal, o dicho de otra forma, las maneras en que una persona se mueve y delimita su espacio personal. Saber de proxémica nos permite estudiar las relaciones de proximidad y alejamiento entre personas y objetos durante la interacción, así como las posturas y la presencia o no de contacto físico, así estudiamos el significado que revelan esos comportamientos. Recuerdo hace tiempo cuando me encontraba en la oficina de un notario para realizar un trámite, él con toda la pompa y vanagloria con que se movía en su espacio, su oscura oficina, llena de maderas y documentos, por alguna razón salió el tema de lo valioso que podría ser conversar con un terapeuta. Y sin él saber todavía una de mis actividades, me dijo: “Yo nunca iría a un psicólogo. Si no más es platicar como para desahogarme, mejor le llamo a un amigo y para mí mucho mejor, ahí le platico todo hasta echándonos unos buenos tragos y ya, ¡Para qué un psicólogo? ¡Es una tontería!”. Sólo me le quedé viendo, sin poder creerlo. Los notarios tienen fama de personas muy preparadas, pero ahí mismo, frente a mis propios ojos, tenía la evidencia de que eso es sólo un mito. Me desmintió. Este tipo (que por cierto terminó robándome abiertamente –tema para después–), creía firmemente que ir a un terapeuta es algo así tan banal y común como ir a platicar “sus cosas” con un amigo. Más equivocado y lejos de la verdad no podía estar. Primero que nada, un terapeuta es un terapeuta, jamás tu amigo. No buscamos amistad, buscamos ayudar al paciente a resolver sus conflictos, a enseñarle a vivir con mayor paz y armonía, sugerimos poderosas estrategias para mejorar su calidad de vida, procuramos su bienestar en general de forma profesional (esa forma existe, he). Un amigo, cuando mucho, sólo podrá escuchar algo y la mayor de las veces muy pobremente, a medias, porque querrá interrumpir, corregir, opinar sin saber más o, la verdad, importarle muy poco, aunque sea tu amigo o precisamente por serlo. Un terapeuta empieza a analizar lo que significa todo lo que implica la comunicación universal (verbal, no verbal, proxémica, semiótica, tiempos y un sin fin de más parámetros) del paciente desde el primer segundo del contacto, o por lo menos así lo hago yo. En min caso, desde que una persona me escribe por mi página de Internet, ya empiezo a acumular significados desde “la forma” en que me escribe la persona, las palabras que usa, cómo liga sus ideas, su ortografía, su semántica, su redacción. Al llamarle por teléfono de inmediato, ya empiezo a recibir información extremadamente valiosa por el tiempo que tarda en contestarme, si contesta o no (por vivir con miedo o no a que le llamen los bancos y ser un número desconocido, por ejemplo), su tono de voz, su claridad de ideas para expresar su necesidad, su capacidad de síntesis, su timbre, tempo y tono de voz al teléfono, su llegada a meta, etc. Y todo eso sin que todavía haya sucedido una sesión. Luego el cómo llega a la cita, en qué, su vestimenta, la puntualidad con la que acude, cómo se mueve, sus gestos, sus movimientos oculares, qué toca con sus manos mientras habla, su congruencia al hablar, y muchos más parámetros que me permiten empezar a armar un marco conceptual y sentidos de referencia para ayudar lo mejor que pueda a mi paciente. Y hago todo esto sin que se note en absoluto. ¡Eso hace un terapeuta de verdad o por lo menos así lo hago yo! Es demasiada la información que podemos recoger en segundos, no se diga en minutos o a lo largo de varias sesiones. Por eso tomamos notas en la sesión (no recuerdo que un amigo tome notas mientras le platico algo). Y para todo ello se encuentra perfectamente bien incapacitado cualquier amigo, aunque sea el mejor. Cuando veo que un notario sólo redacta en papel muy bonito y con sellos y su firma, ya me imagino yo diciéndole al notario que para un documentillo y una firma en él, ¡puf! Mejor yo paso a Lumen a comprar papel bonito, lo redacto yo y la firma se la pido a cualquier p… ersona. Yo creo que el notario me vería con ojos exorbitados por el tamaño del estúpido absurdo que acabaría de escuchar. Pues más o menos así yo, pero al revés. En fin, regresamos… La proxémica es una rama de la semiótica (el estudio de los signos para crear y transmitir sentidos y significados mientras nos comunicamos) que tiene que ver con la manera en que el ser humano emplea y percibe su espacio físico como revelación de su intimidad personal y de cómo y con quién lo utiliza. El antropólogo Edward T. Hall fue quien acuñó el término de “proxémica”. De hecho, esquematizó que existen cuatro zonas en que el humano da diferentes sentidos y significados a las relaciones en virtud de las distancias con respecto él:
Revela de ti: con quién, en dónde y por cuánto tiempo ¿Recuerdas aquel famoso refrán que dice: “Dime con quién andas y te diré quien eres? Pues es más que atinado. Es certero. Poderosa síntesis popular de sociología, psicología y comunicación. De hecho, hay más refranes que hacen alusión a lo mismo:
Hace tiempo me encontré con un video en donde se mostraba a un gato que, por haber sido criado con perros desde que nació, ¡aprendió a ladrar! (El video lo puedes ver aquí). Quiero enfatizar que el factor “tiempo de exposición” trasciende. No es lo mismo que pongamos a un gato a convivir con perros un día, a que se críe con perros desde que nació y conviva con ellos durante meses u años. Saber que el tiempo de exposición es una variable importante, nos da la oportunidad para cambiar. Tú y yo podemos convivir con personas funestas y deplorables, porque hay de todo en la viña del Señor y uno puede transitar por varios senderos. Pero una cosa sería mantenerlas en nuestra zona pública o social, y otra muy diferente sería acercarlas a nuestra zona personal o íntima. Si algo te conviene, acércalo, si no aléjalo. Si algo es bueno para ti, mantente cerca por más tiempo a ello, ella o él. Si algo es malo para ti, aléjalo. ¡Tienes el enorme poder de manejar tu espacio conscientemente! Y de hecho, ese es el objetivo de este artículo, que sepas del tema para que lo hagas consciente y así lo manejes con inteligencia. La mayoría de las personas manejan sus espacios, pero inconscientemente. ¿Ya te fijaste cómo suelen empezar a tomar alcohol o a fumar algunas personas? ¿Cómo empezó la tragedia desde su más prístino origen? Porque un “amigo” los invitó a probar. Sí, así me han reportado absolutamente todos mis pacientes en más de 25 años de dar consulta, todos mis pacientes adictos tienen un pasado con un origen proxémico a sus problemas. Otro ejemplo: –Doctor, mi marido es alcohólico y me pega. –¿Dónde conoció a su marido? ¿Cuándo fue la primerísima vez que supo de su existencia, dónde lo vio por primera vez en su vida? (Aquí analizo lo que he llamado “Señal de origen” y explico ampliamente en mi libro Señales de destino). –Uy, éramos muy jóvenes, en una fiesta, recuerdo perfecto el antro. A veces, la historia de una persona es una cartografía. Conoces a alguien, lo acercas a tu zona personal o íntima, lo mantienes ahí y como dice el subtítulo de mi libro: Desde un principio sabes dónde podrás terminar. Lo que vamos eligiendo acercar a nuestra vida parecen ser los puntos de un mapa para un destino que también elegimos, y para tu sorpresa, la mayor de las veces conscientemente, aunque no nos guste aceptarlo porque, precisamente no nos gusta el destino que se vislumbra, pero queríamos probar. El autocontrol y la disciplina Para sorpresa de más de alguno, el autocontrol y la disciplina tiene mucho más que ver con nuestro entorno que con nosotros mismos, y por lo mismo, aquí te tengo una buena noticia: el entorno podemos cambiarlo. Cuántas veces no has escuchado el consejo: “Échale ganas”, como si de ganas fuera el problema. No, luego de 25 años de dar consulta y casi 30 años de vivir analizando el comportamiento humano como fuente de mis conferencias, he de afirmar que mucho del desafío que enfrenta un ser humano que quiere cambiar no es su falta de ganas, es que su ambiente no se lo permite, un ambiente donde se metió y (cree que) le cuesta trabajo salir. Muchas veces para lograr cambiar, como por arte de magia, de la noche a la mañana, sólo hemos de dejar tajantemente determinado ambiente, a determinado grupo de amigos. ¡Y ahí ya empezó un cambio verdadero! Nadie necesita fuerza de voluntad para no comerse un chocolate… si no hay chocolates a la mano. Nadie necesita fuerza de voluntad para hacer algo que no se puede hacer; por lo menos que no se pueda hacer fácilmente por cercanía. Por seguir con el mero ejemplo, cuando la gente de hoy, muy obesa, adicta a los chocolates se pregunta porqué en esa era tan citada como solución para una mejor alimentación, la era paleolítica, la gente no comía chocolates así, pues la respuesta es sencilla: en esa época no habían conejitos de Turín ahí guardados en la alacena de la cueva, vamos, no existía alacena ni como concepto. La semana pasada atendí a un paciente con alcoholismo y me decía, como prácticamente todos mis pacientes con alcoholismo: –Lo que quiero doctor Ariza es que me ayude a dejarlo poco a poco, porque yo sé que, si quisiera, lo podría dejar en cuanto yo quisiera, pero de momento no quiero dejarlo del todo, pero sí quiero bajarle, sobre todo para no preocupar a mis papás y no meterme en algún problema, pero de verdad, sí quiero mejorar. –Entonces lo tendrás que dejar totalmente. Esto no es cuestión de poco a poco. Es de todo o nada. Es blanco o negro. Aquí no hay grises. Mi paciente se quedó en un shock momentáneo. Llegó a pensar que extrañaría a sus amigos, confundido, ya que lo que verdaderamente extrañaría sería al alcohol. Te hablaré de esto más adelante. Luego sí, parte de mi estrategia para que lo lograra fue recomendarle que dejara a todos sus “amigos”, debía salirse del medio en donde florece el vicio. Entender la dinámica es muy sencillo: si no sale del medio, si no deja esas “amistades”, no dejará el alcohol nunca. Las personas del medio presionan sin aparente presión para que la conducta en colectivo se mantenga. Como lo he dicho en mis conferencias, primero creas el hábito y luego el hábito te crea a ti. Curioso es observar que varios del grupo quizá quieran dejar el vicio también, pero llegan a creer que mientras no lo logran, los apacigua el error colectivo percibido así como normal, “mal de muchos, consuelo de tontos”. Y por otro lado, no se trata de despojarse de un gran valor, “la amistad”, cuando sugiero que deje totalmente a esos amigos, sino que le explico a mi paciente que su verdadero amigo, al que no quiere dejar, es al alcohol, y que usa a las personas para irlo a ver, las otras personas sólo son el pretexto para el encuentro, muletas, para ir a convivir con quien realmente quiere estar, el alcohol. Ahora recuerdo un anécdota de uno de mis conocidos, el cofundador de alguna empresa en donde di mis conferencias, cuando con frecuencia y “amistad” me hablaba y me decía: “Ya quiero ver a mi gran amigo Ariza”. Y cada vez que nos veíamos, él tomaba y tomaba. No tardé mucho en darme cuenta de quién era su verdadero gran amigo y a quien realmente ya quería ver. Yo no tomo así, y hoy ni tomo. Proxémicamente sucedido, ya no me habla desde hace años. Para todos nosotros el autocontrol y la autodisciplina es un reto, pero es inmensamente más fácil controlarnos y disciplinarnos si aplicamos proxémica para nuestro bien. Nos conviene sacar de nuestra zona íntima o personal, incluso de la social, todo aquello que vaya en detrimento nuestro. Eso favorecerá nuestro propio control y disciplina. ¡Acerca a ti lo que te conviene! Si has emprendido un régimen alimenticio más sano, lee todos los días al respecto, diario abre páginas web con información de ello, conversa con personas que tienen el mismo objetivo, escribe un diario con tus reflexiones del tema, ve documentales con historias afines a tu interés. ¡Verás cuán fácil se te hace el cambio! Pero si haces todo lo contrario, deseas bajar de peso y sigues hablando diario con tu amiga “la gordis”, la que siempre te invita un cafecito para platicar y lo que nunca pide es café, sino un postre líquido por la cantidad de azúcar que tiene más otro postre sólido que lo acompaña, y todo para escuchar que has decidido ponerte a dieta, créeme que te va a costar más trabajo tener autocontrol y autodisciplina. ¿Tienes problemas económicos? Acerca a ti la solución. Acércala mucho. Lee diario temas de finanzas personales, lee Inteligencia para el dinero, ve el webinar, entra a estudiar videos de YouTube que proporcionen educación financiera, velos diario, idealmente varias veces al día, busca un mentor experto en finanzas personales, acércate a él, conversa en persona con él o ella, lee blogs que te ayuden a comprender cómo se mueve el dinero, acércate a quien te enseñe a emprender un negocio y que veas con el rigor de la evidencia que tiene éxito en él y sólo escucha a esa persona, y al mismo tiempo aleja a quien no sabe y opina. ¡Aplica proxémica con inteligencia! ¿Quieres un cuerpo tonificado y bien esculpido? Necesitas acercar a tu zona intima y personal toda la información al respecto. ¿Qué suele estar “cerca” de ti? ¿Tu celular, tu buró, tu computadora, tu espejo, tu refrigerador? Pues en esos lugares debes de poner información, fotos, imágenes de cuerpos tonificados y bien esculpidos, artículos, blogs, libros por leer. Tienes que exponerte a esa información con extrema frecuencia, en forma deliberada, ¡Y así ya estarás transitando por los puntos de un mapa que te llevan a un mejor destino! La facilidad para caminar por ese mejor sendero la notarás a todas luces. Yo mismo noto cómo puedo sostenerme por más tiempo y con más fuerza en determinada disciplina (sin participación de mi fuerza de voluntad) en la que deseo mejorar cuando, deliberadamente, me atasco de información al respecto. El tema lo pongo en la pantalla de inicio de mi celular, en mi buró, en mi baño, en el espejo, escucho diario podcast’s al respecto mientras me baño, leo artículos del tema, leo blogs, veo documentales en Netflix que exhiben esa información, leo libros al respecto, y así, hasta me veo impelido a crear, escribo del tema, hablo del tema, busco gente afín para convivir y conversar del tema. El cambio casi es en automático y sin fricción. Lo contrario, también lo he vivido y también he notado el daño. En cuanto dejo de fijar mi atención, en cuanto cambio mi proxémica y alejo de mí lo que bien me hacia, tiendo a descuidarme. Se debilita ostensiblemente mi autocontrol y mi autodisciplina. Sé que vivimos desafiando la gravedad y ésta tira de mí si yo no hago algo todos los días para levantarme. Por lo que te he comentado hoy aquí, resulta en una bendición, una de las más grandes de la vida, que tu pareja tenga los mismos objetivos que tú, o por lo menos tu círculo interno. Es cuando se crece con la fuerza del amor. Tener a una pareja así, si es tu caso, valóralo como una de las bendiciones más grandes de la vida. Ambos ven hacia el mismo lado y así fortalecen su visión uno al otro. Si no tienes una pareja así, ya deberás imaginar mis comentarios. Dedúcelos. Con los amigos, igual, conviene la proxémica afín. Yo desde muy pequeño admiré (y hoy admito su enorme influencia en mi vida) a Carl Sagan. Mi primer acercamiento a este célebre personaje, gran divulgador de la Física, fue su afamada serie televisiva “Cosmos”. De niño me quedaba casi sin respirar frente al televisor, recuerdo el “canal 5”, cuando con la carismática voz del doblaje al español, me cautivaba cómo explicaba. Creo que ni parpadeaba cuando veía ese programa. Nadie en mi casa me acompañaba a verlo, se les hacía, sí interesante, pero luego de un rato, aburrido. Yo no podía dejar de verlo, y cuando terminaba quería seguir sabiendo más. Recuerdo que meses después vi un libro grande en las librerías, “Cosmos”, con lo más representativo y varias imágenes de la serie televisiva. ¡Recuerdo que corrí a pedírselo a mi papá con un gran sentido de urgencia! Ese mismo día fuimos por él (¡le agradezco tanto a mi papá quien siempre favoreció mis gustos así!). Leí todo en una semana. Y para un niño, era una gran proesa, era un libro enorme. Yo no podía dejar de leerlo y admirarme de todo lo que ahí se revelaba. Incluso al leerlo, escuchaba la voz del doblaje en español, una voz que siempre me cautivó. Me parece recordar que en algún momento cuando era niño, me dije: “Ojalá algún día yo pudiera explicar como él”. Y mira nada más lo que hice con mi vida. Proxémica. Hace unas cuantas semanas, comprendí mucho del talento de ese gran hombre, Carl Sagan, que admiré tantísimo desde niño y que sigo admirando, de hecho. Llegó a mí un video producido por un otro doctor en Física que empezó a estar de moda para quienes tenemos nuestro radar en los trabajadores del conocimiento, alguien que parece querer seguir los pasos de Sagan (aunque está lejísimos todavía a mi parecer) divulgando la Física en forma sencilla, Javier Santaolalla. Honor a quien honor merece y debo reconocer que Santaolalla es extraordinario para comunicar, tiene el don, tiene el talento, y lo usa para bien; misión bendecida y que cumple. Dentro del reto de subir y subir videos a YouTube, los “youtubers” tienen que producir y producir cuanta cosa se les ocurra para mantener e incrementar su audiencia; irónicamente, hasta donde sé, Santaolalla ya dejó YouTube desde el año pasado, pero produjo bastante por cinco años. En su momento, empezó a producir una serie de análisis de biografías de celebridades, vidas en extremo trepidantes, increíbles, apasionantes. Llegó el turno en que habla de Carl Sagan. Ahí, una vez más, me quedé cautivado de conocer así gran parte de la historia de su vida íntima (proxémica al fin), y comprendí mucho del talento que acumuló este hombre que tanto admiro. Por darte un dato: Sagan, deliberadamente, desde joven decidió tener y hacerse de amigos exclusivamente a puros premios Nobel. ¡¿Te imaginas el grado de influencia que tuvo así?! Desde niño tuvo pasión por la lectura, y empezó a leer con asiduidad historietas que hablaban de extraterrestres. Acercó a su zona íntima el tema y terminó hablando de adulto mucho acerca de ello. Proxémica. Sagan se enamoró de una chica de 19 años, tremendamente apasionada de la bioantropología. Yo me pregunto cuál fue el verdadero amor de Sagan, la chica o el tema. Proxémica. En mi curso de liderazgo y en mi libro Ser líder, explico una de las tantas características que tenemos los líderes, una muy interesante, reveladora y de gran responsabilidad: mimetismo. La gente cercana a nosotros, empieza a parecerse a nosotros, imitan nuestra forma de hablar, de vestir, hasta ciertos tics, gustos, costumbres y frases, incluso formas de comer. Ni qué decir de la forma de pensar. Entonces, cuando empiezas también a saber de proxémica, puedes aprovechar ambos fenómenos psicosociales, eligiendo bien al líder al que quieres parecerte. Elige bien a esa persona que terminará, siendo tu modelo, moldeándote. Elige con inteligencia. Ya te digo, estamos influenciados por nuestro entorno. Recuerdas cuando vas caminando por la calle hablando a determinado volumen de voz, y en cuanto entras a una iglesia… ¿Qué haces con el volumen de tu voz y con la frecuencia con la que hablas? En cuanto pasas el marco de la puerta de entrada, ¡cambias! Hablas mucho más quedo y menos frecuentemente. ¿Qué pasó? Cambiaste de entorno. Proxémica. Modificaste tu conducta. Y qué pasa cuando sales de la iglesia, ¡vuelves a cambiar de inmediato tu volumen de voz y frecuencia para hablar! ¡De inmediato! Así es de poderosa la influencia de nuestro entorno. Por eso… sabiendo lo que hoy hemos aprendido aquí, elige con inteligencia qué acercas a tu zona íntima o personal, porque terminará modificando tu conducta. Tienes ese súper poder. Yo festejo que me hayas acercado a ti al leerme aquí. Mi intención (y misión de vida) siempre es ayudarte a entender para que vivas mejor. ¡Emoción por existir! –Alejandro Ariza Z. Si supieras lo que hay en ti, una cualidad propia del ser humano pero que resulta ser algo casi sobrenatural, harías uso de este “súper poder” más seguido para beneficio de todos. Porque si te beneficias tú, ahora así tu presencia se convierte en bendición para cualquier otro que conviva contigo. Te revelaré lo más claro que pueda tu “súper poder”. Recuerdo hace unos días que tuve el impulso de escribirte brevemente como fugaz entrada de mis redes sociales acerca del tema, inspirado en un mensaje central de mi libro La fuerza del pensamiento. Y es que pensamos, pero pocas veces nos detenemos a pesar cómo pensamos. Privilegio llamado “reflexión”, una de las evidencias, según Tomas de Aquino, de que tenemos una dimensión espiritual. Pero vamos al grano... Obtendrás resultados por lo que hagas. Harás como consecuencia de lo que sientes. Sentirás por lo que andas pensando. Por eso, tus pensamientos terminan siendo “cosas”, resultados. Estas cuatro frases, tan sólo 27 palabras, parecen cualquier cosa y se leen “rapidito”. ¡Pero si te detuvieras a pensar un rato, muy detenidamente, a reflexionar en lo que implica! De verdad te invito a que te detengas y vuelvas a leer lentamente las primeras cuatro frases de este párrafo. Si permites que estas palabras hagan de semilla, muy posiblemente sentirás un germinar casi inmediato. Se abren puertas de libertad, seguridad y paz. Por otro lado, he de afirmarte que la imaginación, sabiéndola enfocar, es una bendición. Nos permite ver lo que puede suceder antes de que suceda, así podemos tener “responsabilidad antecedente”, privilegio exclusivo del ser humano (como lo explico ampliamente en mi libro Cree en ti, cuando lo aprendí de un extraordinario maestro, el filósofo y ex-rector de la Universidad Panamericana, Carlos Llano). El ser humano puede responsabilizarse de algo incluso antes de que suceda. ¡Qué súper poder es estar consciente del pensamiento! Si decides imaginar algo negativo, te preocupas, si decides imaginar lo positivo, te alegras, te entusiasmas. Y mira que ni la una ni la otra han sucedido, pero ya está pasando algo dentro de ti. Ambas posturas son promesas, y para la mente humana con eso basta para empezar a sentir y actuar. Pero fíjate... si no te gusta lo que andas sintiendo por imaginar lo negativo que te puede pasar o lo que te puedes atrever a hacer y así también empiezas a imaginar los malos resultados, si de esa manera no te gustan, ¡puedes cambiar tus pensamientos!, ahí donde empieza todo, y así te cambia todo. De imaginar lo negativo, puedes en un instante cambiar y decidir imaginar lo positivo. Sólo hay un problema... ¿Qué tal si no tienes esos otros pensamientos positivos? Si eres de las personas que al terminar de leer el párrafo anterior de inmediato pensaste algo como: “Bueno, es que no es tan fácil, a veces no se puede”, entonces necesitas, urgentemente, ir a otra fuente de otros pensamientos ya que no encuentras los positivos en tu colección personal (por así decirlo). Hay muchas otras fuentes de pensamiento y hay que tenerlas presentes siempre: terapia, libros, cursos, podcasts, documentales, música, nuevas amistades, etc., con temas que claramente empiezas a imaginar como solución (si es que todavía tus propios pensamientos no te bloquean). Así, por ejemplo, ¿¡Alcanzas a ver la trascendencia que puede tener una terapia!? Si algo me alegra enormemente, al mismo tiempo que me cautiva, es cuado en algún momento de una sesión, mi paciente me dice: “¡No lo había pensado así!”, ¡Bum! Un gran cambio para mejorar inició en ese instante, una gran liberación, se visualiza otro actuar, se ilusiona la persona ante la franca posibilidad de vivir otros resultados. La persona empieza a creer que su vida sí puede cambiar. ¡Qué bendición es ese momento cuando el paciente me dice “…no lo había visto de esa manera!”. Sí, ese es uno de los mayores encantos de una terapia. De hecho, esta publicación ha surgido por inspiración de una consulta que di anoche. Un paciente, joven, sintiéndose dentro de un grave problema (y de hecho, sí lo tiene) por más de 10 años, y complicándose aun más desde los cinco años más recientes. ¡Todo ese tiempo pensando en lo mismo! Todo ese tiempo conviviendo con los mismos amigos, asistiendo a las mismas actividades, escuchando la misma música. Es decir, manteniendo las mismas fuentes de pensamiento durante todo ese tiempo. El pensamiento solidificó demasiado y el paciente empieza a creer que ese ya es su destino inamovible, que no tiene solución. Mi paciente desde hace muchos años me conoce y llegó a imaginar que algún día le hubiera gustado platicar seriamente conmigo, pero me comentó que siempre pensó que yo era inalcanzable. Había ido a una conferencia mía hace años, me había visto en televisión, había visto mis videos y por alguna razón, eso le hizo “pensar” que yo era inaccesible, y según él, más aún en su caso. Por suerte, un familiar le dijo: “¿Y si le hablamos al Dr. Ariza?”, con lo que se rió de inmediato y le contestó: “Jajaja, dale, a ver si algún día te responde Alejandro Ariza...”. El familiar me envió un mensaje entrando a mi página de Internet y tan sólo dos minutos después ya estaba hablando conmigo personalmente. Tengo un sistema que de inmediato me avisa en mi reloj cuando alguien me busca en mi página. El familiar que me buscó no lo podía creer y varias veces en la llamada me lo repetía una y otra vez. A lo que yo le contestaba también una y otra vez: “Pues ya ves que sí, aquí estoy hablando contigo y con mucho gusto”. Así fue como llegó mi paciente conmigo y su admiración y emoción era muy manifiesta. Lo escuché con profunda atención… y me escuchó también de la misma manera. Al terminar la sesión, me dijo con profunda convicción: “¡Lo voy a hacer, de hecho, ahora mismo!”. El nuevo pensamiento que sembré en él explotó en acción inmediata. Se abrió de par en par la esperanza, y mi paciente pudo vislumbrar la solución. Recuerdo perfecto cómo anoche, al acostarme, sólo agradecía y agradecía a Dios la oportunidad que me dio de ayudar una vez más y de esta forma. Vivo la dicha de tener experiencias como ésta a diario. Pasaron 24 horas de que vi a mi paciente tan sólo una hora, su primera sesión, y el familiar que me había buscado me escribió por Whatsapp: “Dr. Ariza, qué sorprendido estoy por su amabilidad y tan pronta respuesta. Sólo le quiero agradecer porque me llamó mi hijo muy entusiasmado, con mucha emoción por haber hablando con usted. Aprovecho para compartirle el milagro de que mi hijo está mejor que nunca, dice que no cabe de lo bien que se siente. Gracias por existir. Doctor, lo amo en el mejor de los sentidos”. Nunca dudes de la enorme transformación que puede lograr un radical cambio de pensamiento. Ejemplos de este súper poder, elegir otro pensamiento, hay muchos. Hoy por la mañana, cuando me estaba bañando, se me ocurrió decirle a Siri que pusiera música, raro que no pedí alguna canción en especial. De repente, empieza música de Lupita D’Alessio y luego una de José José... ¡wow! Qué formidables voces pero qué debilitantes mensajes. Aunque admiro el talento de estos dos artistas que me barajeó Siri, me tocó escuchar una letra tan pesimista en las relaciones humanas, ya sabes el estilo, mensaje desgarrador. Siempre he sabido que escuchar ese tipo de música es una de las fuentes de depresión, clásico caso en que la persona, luego de que descubrió infidelidad de su pareja, escucha temas así, echándole más limón a la herida. ¡De inmediato paré la música!, y le dije a Siri que pusiera “Optimista” de Caloncho, la canción que oigo todos los días al bañarme. La repito dos o tres veces. ¡Qué poder! ¡Cuántas verdades! Qué cambio en mi sentir y deseo de actuar, porque cambió mi pensamiento bajo mi voluntad al elegir una fuente distinta de pensamiento, un mensaje infinitamente más valioso. De hecho, tengo una “playlist” de puras canciones que generan entusiasmo y fe en la vida, optimismo puro, las oigo con mucha frecuencia. Déjame decirte algo que quizá pueda sorprender a más de uno: El mensaje que hoy te comparto aquí, algunas veces podrá implicar tener que terminar con tus amigos de tajo (o con tu pareja). Sí, se puede oír violento, pero en determinadas circunstancias es muy poderoso e increíblemente transformador hacerlo. Las amistades son fuentes de pensamiento de una enorme influencia por su carga emocional, ¡no se diga la pareja! Eso da para tema de otra publicación, toda una conferencia. Ya te digo, en determinado caso, también te puede servir para usar el súper poder que te comparto hoy, un podcast, un libro, una conversación con un mentor, otro tipo de música… pero… lo más trascendente para lograr un cambio es: tu parte, tu muy personal e intensísimo deseo por mejorar. Descubrirás que tu deseo es un abre puertas a esas fuentes de otros pensamientos. Esto es como magia. Llegan a ti sólo hasta que tú lo deseas realmente. Nunca antes. ¿Crees que leíste esto aquí de “casualidad”? No, no creo. Y menos con los misteriosos algoritmos de las redes sociales o tu misterioso filtro de criterio personal para leer un correo y otro no. Si “se te apareció” este mensaje y llegaste hasta aquí, debe haber una fuerza dentro de ti que reclama solución para ti mismo o para un ser querido. Sugiero que sigas la señal. Comparte este mensaje. Me alegro haber seguido mi impulso de escribirte hoy esto aquí. Se siente bien cumplir misión. ¡Emoción por existir! –Alejandro Ariza Z. Sin duda, otra de la mayores fuentes de paz es no necesitar. De hecho, hace muchos años yo recomendaba una poderosa estrategia que aprendí de un gran maestro: «Prefiere, no necesites”, porque claramente prefiriendo se opta sin necesidad y eso libera, genera paz si se alcanza o no. En cambio, necesitar es una demanda de nuestro ego y si no logramos lo que queremos surge frustración, ansiedad, coraje, tristeza y muchas veces un permanente estado de insatisfacción. Hoy que han pasado más años, he alcanzado a notar cierta necesidad aun en la preferencia, sutil, pero quizá ahí está. Por eso, hoy muy posiblemente mejore el concepto con esta idea de “disfrutar solamente”, totalmente desapegado, es decir, eliminando toda necesidad. Sin duda, disfrutar es de verdad opcional y tiene más que ver con nuestra deliberada decisión de vivirlo que de cualquier factor externo que aparentemente genera el disfrute. No sé si te ha tocado ver una escena como esta: niños pequeños que están jugando, divertidísimos, y de repente la mamá de uno de ellos se lo tiene que llevar y éste sólo voltea rápidamente a ver a su amiguito y le dice: «Bueno, nos vemos luego» (o a veces ni le dice nada sino tan sólo una mirada fugaz), y se va tomado de la mano de su mamá sin mayor frustración de haber dejado el disfrute del juego, como si nada. Disfrutaba, sólo disfrutaba, no necesitaba. Y la marcada diferencia es que no sintió rabia ni tristeza ni amargura porque llegó la mamá a llevárselo e interrumpir así su juego. Disfruto y a lo que sigue. Estaba entregado todo él al disfrute y nada más. Eso me hizo recordar una concepto de uno de otro de mis maestros: Estar entregado significa no tener emociones intensas con respecto a algo: está bien si pasa y está bien si no pasa. Cuando somos libres, se entregan los apegos. Podemos disfrutar de una cosa, pero no la necesitamos para nuestra felicidad. Poco a poco disminuye la dependencia de todos y de todo lo que está fuera de uno mismo –David R. Hawkins, en Dejar ir. Pudiera parecer todo un desafío el decidir disfrutar sin tener emociones intensas. Pareciera cualidad de seres muy evolucionados que ya no desean nada apasionadamente de éste mundo terrenal, pero no creo así. Pienso que quizá se trate de personas que han optado por la paz del desapego remitiéndose a disfrutar y alcanzando a saber que todo es pasajero, entonces, ¡¿qué sentido querer retener para siempre?! Si una “cosa” es casi imposible que sea para siempre, ¡imagínate una experiencia! Son oportunidades para disfrutarse, no para retenerse. Si el destino te permite vivir muchos años, qué dicha tener varias oportunidades. Siempre percibiéndolas así, disfrútalas y agradécelas profundamente. Yo así hago desde la diaria oportunidad de empezar mi día con un exquisito café, desde el primer y sublime sorbo, hasta una conversación, la convivencia con un ser amado, la lectura de un buen libro o una emocionante sesión de escritura y hasta una salida a caminar. En los años más recientes de mi vida he entrenado mi mente a saber con total conciencia el que prácticamente todo es pasajero, hasta yo. Entonces, qué necedad retener, qué dichosa oportunidad tan sólo el disfrutar. Disfruta, no necesites Verás que la paz se acompasará con tu disfrute y te liberarás de la frustrante necesidad de volver a vivir lo que está destinado naturalmente a desaparecer. En esta era que nos tocó vivir, no deja de sorprenderme cuando he asistido a algún concierto y se ilumina toda el área del público con el destello de las pantallas de sus teléfonos celulares. ¡Todo mundo queriendo grabar parte del concierto creyendo que así lo conservarían! ¿Cuántas veces alguien que grabó partes de un concierto vuelve a ver sus grabaciones en el celular? He notado que muy pocas si no es que ninguna. El ego de la persona, con su necesidad de mostrarle a los demás lo que vive, es cuando mucho la única utilidad momentánea, poder subir su video a las redes sociales queriendo hacer creer a quien lo vea lo bien que se la pasó y la oportunidad que tuvo de asistir a determinado espectáculo. Cuando alguien ve este tipo de grabaciones, incluso cuando la propia persona que fue decide ver su grabación, podrá notar a todas luces que jamás le hace justicia a la experiencia. El sonido es infinitamente diferente, muchas veces hasta distorsionado, no se diga de la imagen. Aquí una ironía: por grabar un espectáculo, se perdió del espectáculo. Por estar al pendiente de que se grabe bien el video, su atención se disipa de la experiencia objetivo, el concierto mismo, en este ejemplo. Hace muchos años, cuando no existían los celulares, cuando uno iba a un concierto, uno iba a un concierto y nada más. Hoy en día, cuando alguien va a un concierto, va al concierto pero además va a grabar, a confirmar que esté bien grabado, a subir el video de inmediato a redes sociales, a “tagguear”, etc. Incluso, luego el pendiente de que a la salida cuidar el celular para que no se lo roben o se pierda. El disfrute sucedido por el enfoque total a una experiencia se esfuma, se disipa. Nuevas generaciones que no terminan de disfrutar y en estas letras se asoma una incipiente factible causa. Pasa el tiempo y si con él incrementas tu conciencia, tiendes a descubrir quien eres en verdad, pudiendo llegar a sorprenderte de que eres el disfrute mismo y la capacidad de disfrute también. Eres la experiencia. Desde que publiqué mi libro El verdadero éxito en la vida, más allá del ego, revelaba a mis lectores la transformación que se sucede cuando empezamos a estudiar quiénes somos realmente. Para muchos primeros lectores de este tipo de literatura espiritual puede resultar sobrecogedor descubrir que su propio cuerpo, todo su cuerpo entero, ¡representa menos del 1% de lo que realmente es un ser humano! Si esto aquí lo estás leyendo por primera vez, te insto a que leas el libro para que no sea un balde de agua fría la frase anterior. La percepción que tienes de tu cuerpo cambia cuando aprendes a observarte desde la perspectiva de quien realmente eres, esencialmente un espíritu. De hecho, todo cambia. Y no, no creas que esto implica deplorar al cuerpo, quizá todo lo contrario, pero en su justa medida, otra medida. Lo que puedas señalar como “esto” o “aquello” no puedes ser tú. Tu observas el sentimiento del corazón, el pensamiento de la mente, el movimiento del cuerpo; el mismísimo acto de observar demuestra que tú no eres lo que observas –Nisargadatta Maharaj
¡Tú eres el que observa, no eres lo observado, y eso incluye tu cuerpo! Por eso he explicado en mis conferencias cuando diserto acerca de mi libro El verdadero éxito en la vida, más allá del ego, que muchos de nosotros hemos dicho en más de una ocasión: “Ay… me duele mi panza”. ¿Por qué usamos el pronombre posesivo “mi”? Porque es algo tuyo como tu suéter o tu celular. Así, aunque digas “mi” celular, o “mi” suerte, queda claro que tú no eres tu celular ni tu suéter. Así tu panza, así tu cuerpo, cuando dices “mí” cuerpo. ¿¡Qué revelador puede resultar nuestro lenguaje cuando alguien te lo explica así, no crees!? Descubriendo y sabiendo quién eres realmente y recordándolo con frecuencia, surge la paz del desapego. Cando nos desapegamos, el disfrute queda como pureza de opción. Así en una lectura, en una conversación, en una comida, en el sexo, en bañarse, en caminar, en hacer ejercicio, en la experiencia de la vida en sí. Surge un super poder, la plena conciencia del poderoso “sólo por hoy”. Sí, así nos conviene vivir. Y aunque parezca redundancia, hoy más que nunca. La vorágine de información que nos marea, la cascada inacabable de medios de comunicación que nos cae encima segundo tras segundo, nos hace fácil presa de la ansiedad gestando la necesidad de querer tener toda esa información con nosotros. Imposible. Frustración y ansiedad garantizadas. La arena la disfrutas caminando sobre ella, fluyendo el tiempo que la vida te permita algún rato acostarte sobre ella, pero si quisieras retenerla en un puño y aprestándolo para que no se te escapara, lógicamente se te fugaría de entre los dedos. ¿No se te hace curioso que puedes tener más arena en tu mano si la dejas abierta que haciendo un puño retenerla? Aquí la arena hace las veces de la experiencia, hasta de muchas cosas. Si las necesitas retener, se te escapa de entre los dedos la capacidad de disfrute. Si abres tu mano y tan sólo te remites a la experiencia, desaparece toda necesidad y experimentas el pleno disfrute. Así, espero que hayas disfrutado esta lectura, tanto o más de lo que yo disfruté escribirte. Me siento muy contento de haberte compartido mi pensamiento hoy. Espero favorezca nuestra… ¡Emoción por existir! –Alejandro Ariza Z. Esta columna la pensé llamar “Porqué me convertí en escritor”, pero terminó siendo “El molesto despertador”. He disfrutado enormemente escribirla. Sé perfecto que será parte de alguno de mis libros futuros, en su introducción seguramente. Pues bien, entrando en materia… cuando alguien está bien dormido, pero bien y plácidamente dormido, ¡qué molesto es “el despertador”! ¿A poco no? La sorpresa que te quiero compartir aquí hoy es que no me refiero sólo a estar acostado plácidamente en tu cama, bien tapado, calientito, con un sueño profundo, cuando de repente suena el despertador e interrumpe violentamente tan placentera experiencia. No, no sólo es así ahí. Me refiero a la persona que ya despertó a otro nivel de conciencia y sus comentarios, incluso su sola presencia, actitudes y acciones resultan en extremo molestas para familiares y amigos, esos dormidos, permaneciendo sin saber quiénes son realmente y lo que podrían lograr vivir si despertaran, pero prefieren mantenerse en el incómodo placer de seguir ¿A poco no? Hace algunos días alcancé a leer un meme que mostraba a un joven recién graduado de la carrera de Filosofía, sonriendo, para que luego en otra imagen con un rostro desencajado se leyera el pie de texto: “Darte cuenta de que ahora estás maldito con un conocimiento de la existencia que te separa completamente de tu familia y amigos, los cuales siempre vivirán bajo la tibia manta de la ignorancia de la cual tu lograste escapar”. Luego aparecía esta reflexión: “Todo el viaje de la filosofía puede resumirse en la alegoría de la caverna de Platón: un primer momento, descubrir que habitamos entre sombras de la verdad, luego la búsqueda de esta y, finalmente, la comunicación de la verdad. Quizás a muchos filósofos les falta este último punto: la capacidad de dialogar de las cosas eternas con la sociedad. Se quedan en sus oficinas y clases, pero una vez que han atisbado un poco de la verdad, no hay un compromiso de compartirlas con sus conciudadanos. ¿Creen que la filosofía tiene una relación y compromiso social o, por otra parte, se ha quedado estancada en la torre de marfil que llamamos universidad?”. Yo creo que algunos sí sacamos el conocimiento más allá de las paredes de esa torre, para muestra que estés leyendo aquí. Yo siempre he procurado expandir el mensaje e incluso mediante un lenguaje que esté al alcance de las mayorías, sin importar lo profundo del tema a tratar. Pienso que si se tiene un conocimiento y no se comparte, casi sería igual a no tenerlo. ¿Despertar o no despertar? Porque, por otro lado, ya has de haber escuchado acerca de la “felicidad del ignorante”. Palabras más, palabras menos, consiste en esa felicidad que se experimenta precisamente por no saber lo que realmente sucede y/o lo que así puede suceder. Yo recuerdo tener experiencias de los dos tipos. Tanto he tenido un tipo de felicidad por no saber, como la que me engendrado el conocimiento. Sin embargo, algo de lo que me he llevado una gran sorpresa es que cuando mi emoción por despertar me lleva a tener la amarga experiencia de notar cómo se molesta la otra persona con mis comentarios, como sintiéndose ofendido o menos valioso, en vez de entender que ¡se trataba de todo lo contrario! Cuando llegué a entrar a reuniones de mi propia familia y notaba cómo todos se callaban porque sentían que ya llegaba un tipo de censurador, decidí un punto intermedio entre compartir y no, de hecho, es la razón por la que me convertí en escritor. A partir de esos momentos, dejé de opinar, me remití a escuchar. Todos fuimos más felices, o no sé si felicidad así como tal, pero más paz, eso sí. Y si ocasionalmente alguien preguntara, podría remitirlo amorosa y pacíficamente a «donde yo ya dije»: le recomendaba uno de mis libros. Este ahorro de saliva y evite de toda fricción, me ha funcionado de maravilla en mi vida. Pienso y siento que la magia de escribir es que comunicas, pero la recepción del mensaje no depende de que uno comunique, sino de que el otro desee saber, pagando el precio, literal y metafórico, cuando adquiere el libro, cuando entra al blog, cuando sigue las publicaciones en redes sociales, cuando paga su entrada a una conferencia. Así, hay magia. Esa que se sucede al encontrarse el deseo de transmitir el mensaje con el deseo de recibirlo sin la necesidad de que se suceda en tiempo «accidental» sino en el mejor tiempo de ambos, el planeado, el sinceramente deseado, el escritor durante sus profundos momentos de inspiración y el lector en su momento de auténtico deseo por saber. ¡Ese encuentro es único! Hay paz, felicidad y emoción bilateral, fuera del espacio tiempo, en ese lugar en donde nos encontramos escritor y lector en la mística del más puro merecimiento como encuentro, sintiendo perfecto que ahí estamos juntos, escuchando uno, apreciando el otro, sin estar físicamente, incluso sin necesidad de estar vivo en el caso de algún autor. Entender este encuentro es sublime, a momentos, para mí, estremecedor. Esto es maravilloso, se comprueba que no hay espacio ni tiempo en la magia esa en donde nos podemos encontrar, un libro, un blog, un podcast, un tuit. Ahora mismo vienen a mi mente las bellísimas palabras con que Carl Sagan alguna vez expresó en su afamada serie “Cosmos” por lo que entendía como un libro. ¡Mira nada más!… ¡Qué cosa tan impresionante es un libro! Es un objeto plano, hecho de un árbol, con partes flexibles en las que se imprimen muchos garabatos graciosos. Pero…, si le echamos una mirada… nos encontramos dentro de la mente de otra persona. Quizá alguien muerto hace miles de años. A través de los milenios, un autor hablándonos clara y silenciosamente, dentro de tu cabeza, directamente a ti. La escritura es quizá la mejor invención humana. Une a personas que nunca se conocieron, ciudadanos de épocas distantes. Los libros rompen la barrera del tiempo. Un libro es prueba de que los humanos son capaces de hacer magia. Y una biblioteca está llena de magia. –Carl Sagan. ¡Me encanta! Leo y releo las palabras de este gran hombre y me siguen cautivando. Pero bueno, retomando el tema, también he aprendido algo en esto de sentirse a momentos “despertador”, o mejor debiera decir “el despierto”, y deseo compartir contigo este aprendizaje sucedido a lo largo de mi vida, pura experiencia personal: Qué aprendí como despertador despertando.A lo largo de los años, cumpliendo aproximadamente 30 años como escritor y al mismo tiempo figura pública, he adquirido cierta experiencia en la combinación de ambas condiciones. Quiero dejar plasmadas aquí algunas lecciones que la vida me dio:
Tú… ¿qué opinas? ¡Emoción por existir! –Alejandro Ariza Z. “No vaya a tener algo que me vaya a morir”, me dijo un paciente. Le dije que… lamentablemente… sí tenía algo por lo que iba a morir… ¡tenía vida!
El miedo a la muerte es común, pero sé que ese temor disminuye cuando empezamos a entender a la muerte como parte de la vida misma, es parte de un proceso. De hecho, hace tiempo escuché una definición de vida que se me hizo escalofriante por su verdad intrínseca e irrefutable: “La vida es un proceso de descomposición”. Y sí. Por más que te cuides, por más que hagas dieta, por más que hagas ejercicio, por más que tomes tus suplementos, por más que tomes antioxidantes, por más que hagas lo que quieras, hacia allá vamos todos en diferentes tazas de descomposición, pero todos descomponiéndonos día tras día. Sí, todos. Hasta el que se cree más sano… está en un proceso de descomposición. ¿Qué tal cuando llegas a una edad en donde te empiezan a emocionar los suplementos? Antes te emocionaban los boletos para asistir a un concierto y de repente te empiezan a gustar, hasta con emoción, tus omega-3, tu cúrcuma, té verde o jengibre. Tus gustos pueden ir revelando tu descomposición. Antes te gustaba desvelarte hasta altas horas de la noche y ahora prefieres ver en casa alguna serie y dormir más temprano. Mira la mesa de tu cocina. ¿Tiene medicinas o suplementos? Ahí tienes. Si lo ves con filosofía hasta tiene su encanto el ir descubriendo cómo nuestros gustos van revelado la descomposición. Qué tal cuando ves un nuevo calzado que por su tecnología cuida de tus rodillas y te emocionas. Te digo. Y qué tal cuando empiezas a ver borroso y descubres la bendición de unos lentes. Te digo. Nuestro “problema” es que nos hemos identificado mucho tiempo sólo con la parte más pequeña de nosotros mismos, nuestro cuerpo, ese que se va descomponiendo días tras día hagas lo que hagas. Y sólo hasta que entendamos a cabalidad que somos mucho más que un cuerpo, pero mucho más, es cuando este natural proceso de descomposición va perdiendo fuerza en su generación de temor. Quizá nos ayuda a soportar la descomposición saber que eso que se va descomponiendo no somos nosotros en realidad. Por ello es tan importante descubrir quienes somos realmente. ¿Vas captando la trascendencia? Por ello he escrito varios libro que nos ayudan a descubrir quiénes somos realmente, mi libro El verdadero éxito en la vida más allá del ego y mi libro Cree en ti. En ambos volqué un cúmulo de conocimientos para ir entendiendo quiénes somos realmente. Nos conviene saberlo. Hoy, por alguna razón quise reflexionar brevemente contigo a este respecto. Quizá por cómo me voy sintiendo en esta etapa de mi vida y donde disfruto, hasta como con cierta mofa, los cambios que voy atestiguando en mi cuerpo. Y de hecho, luego de un rato de cavilar al respecto, tiene su cierto encanto ir cuidando el “vehículo físico”, éste en el que nos envolvieron al encarnar como humanos, esta burbuja biológica que también tiene su parte interesante al usarlo y entender su natural proceso de descomposición, alias, el ir envejeciendo. ¡Uf!, otro tema tabú y del que no quiere saber aquel que no sabe quien es en verdad. Eso lo he notado. Quien no sabe quién es en verdad se obsesiona con querer permanecer joven cueste lo que cueste. ¿Alcanzas a ver el absurdo? Por más que te restires, por más cirugías, por más cremas o botox, el proceso de descomposición sucede inexorable. ArizaTip: todas las etapas de la vida tienen su encanto, pero debes descubrir con emoción el que te corresponde para no vivir anhelando uno de tu pasado, precisamente uno que “ya pasó”. Qué te parecería que estas letras te invitaran a detenerte a pensar un rato acerca del momento que te está tocando vivir, es decir, esta determinada etapa de descomposición en la que te encuentras y dediques tiempo a descubrir el encanto que hay en esa etapa, la que sea en que te encuentres… ¡hay un encanto oculto para ti! Reservado para los que abren la puerta al encanto: la aceptación. Pues a pensar un rato y, sea la etapa que sea en la que te encuentres, le exprimas a la experiencia algunas gotas mágicas de… ¡Emoción por existir! –Alejandro Ariza Z. |
Dr. Alejandro Ariza Z.Conferenciante inspiracional, autor, médico y empresario. ¿Te interesa recibir todas las publicaciones de Alejandro Ariza?
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Octubre 2024
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