¿Por qué queremos estar cerca de alguien o por qué preferimos alejarnos? Atracción o rechazo mediante nuestra comunicación no verbal, el interesante tema que revela cómo manejamos nuestro espacio personal, muchas veces de forma inconsciente. El cómo manejemos nuestro espacio es un fenómeno harto revelador y hoy quiero compartirte algo de este conocimiento. Descubriremos también que, sin duda, estamos influenciados por nuestro entorno y siendo más conscientes de cómo manejamos nuestros espacio personal, abriremos la posibilidad de manejarlo más inteligentemente, comunicaremos mejor, sin palabras, la influencia que recibimos y la que generamos en nuestras vidas.
La proxémica (del latín proximus= cercano, y del sufijo -ico, -ica = referente a) es una disciplina dedicada al estudio de la organización del espacio en la comunicación no verbal, o dicho de otra forma, las maneras en que una persona se mueve y delimita su espacio personal. Saber de proxémica nos permite estudiar las relaciones de proximidad y alejamiento entre personas y objetos durante la interacción, así como las posturas y la presencia o no de contacto físico, así estudiamos el significado que revelan esos comportamientos. Recuerdo hace tiempo cuando me encontraba en la oficina de un notario para realizar un trámite, él con toda la pompa y vanagloria con que se movía en su espacio, su oscura oficina, llena de maderas y documentos, por alguna razón salió el tema de lo valioso que podría ser conversar con un terapeuta. Y sin él saber todavía una de mis actividades, me dijo: “Yo nunca iría a un psicólogo. Si no más es platicar como para desahogarme, mejor le llamo a un amigo y para mí mucho mejor, ahí le platico todo hasta echándonos unos buenos tragos y ya, ¡Para qué un psicólogo? ¡Es una tontería!”. Sólo me le quedé viendo, sin poder creerlo. Los notarios tienen fama de personas muy preparadas, pero ahí mismo, frente a mis propios ojos, tenía la evidencia de que eso es sólo un mito. Me desmintió. Este tipo (que por cierto terminó robándome abiertamente –tema para después–), creía firmemente que ir a un terapeuta es algo así tan banal y común como ir a platicar “sus cosas” con un amigo. Más equivocado y lejos de la verdad no podía estar. Primero que nada, un terapeuta es un terapeuta, jamás tu amigo. No buscamos amistad, buscamos ayudar al paciente a resolver sus conflictos, a enseñarle a vivir con mayor paz y armonía, sugerimos poderosas estrategias para mejorar su calidad de vida, procuramos su bienestar en general de forma profesional (esa forma existe, he). Un amigo, cuando mucho, sólo podrá escuchar algo y la mayor de las veces muy pobremente, a medias, porque querrá interrumpir, corregir, opinar sin saber más o, la verdad, importarle muy poco, aunque sea tu amigo o precisamente por serlo. Un terapeuta empieza a analizar lo que significa todo lo que implica la comunicación universal (verbal, no verbal, proxémica, semiótica, tiempos y un sin fin de más parámetros) del paciente desde el primer segundo del contacto, o por lo menos así lo hago yo. En min caso, desde que una persona me escribe por mi página de Internet, ya empiezo a acumular significados desde “la forma” en que me escribe la persona, las palabras que usa, cómo liga sus ideas, su ortografía, su semántica, su redacción. Al llamarle por teléfono de inmediato, ya empiezo a recibir información extremadamente valiosa por el tiempo que tarda en contestarme, si contesta o no (por vivir con miedo o no a que le llamen los bancos y ser un número desconocido, por ejemplo), su tono de voz, su claridad de ideas para expresar su necesidad, su capacidad de síntesis, su timbre, tempo y tono de voz al teléfono, su llegada a meta, etc. Y todo eso sin que todavía haya sucedido una sesión. Luego el cómo llega a la cita, en qué, su vestimenta, la puntualidad con la que acude, cómo se mueve, sus gestos, sus movimientos oculares, qué toca con sus manos mientras habla, su congruencia al hablar, y muchos más parámetros que me permiten empezar a armar un marco conceptual y sentidos de referencia para ayudar lo mejor que pueda a mi paciente. Y hago todo esto sin que se note en absoluto. ¡Eso hace un terapeuta de verdad o por lo menos así lo hago yo! Es demasiada la información que podemos recoger en segundos, no se diga en minutos o a lo largo de varias sesiones. Por eso tomamos notas en la sesión (no recuerdo que un amigo tome notas mientras le platico algo). Y para todo ello se encuentra perfectamente bien incapacitado cualquier amigo, aunque sea el mejor. Cuando veo que un notario sólo redacta en papel muy bonito y con sellos y su firma, ya me imagino yo diciéndole al notario que para un documentillo y una firma en él, ¡puf! Mejor yo paso a Lumen a comprar papel bonito, lo redacto yo y la firma se la pido a cualquier p… ersona. Yo creo que el notario me vería con ojos exorbitados por el tamaño del estúpido absurdo que acabaría de escuchar. Pues más o menos así yo, pero al revés. En fin, regresamos… La proxémica es una rama de la semiótica (el estudio de los signos para crear y transmitir sentidos y significados mientras nos comunicamos) que tiene que ver con la manera en que el ser humano emplea y percibe su espacio físico como revelación de su intimidad personal y de cómo y con quién lo utiliza. El antropólogo Edward T. Hall fue quien acuñó el término de “proxémica”. De hecho, esquematizó que existen cuatro zonas en que el humano da diferentes sentidos y significados a las relaciones en virtud de las distancias con respecto él:
Revela de ti: con quién, en dónde y por cuánto tiempo ¿Recuerdas aquel famoso refrán que dice: “Dime con quién andas y te diré quien eres? Pues es más que atinado. Es certero. Poderosa síntesis popular de sociología, psicología y comunicación. De hecho, hay más refranes que hacen alusión a lo mismo:
Hace tiempo me encontré con un video en donde se mostraba a un gato que, por haber sido criado con perros desde que nació, ¡aprendió a ladrar! (El video lo puedes ver aquí). Quiero enfatizar que el factor “tiempo de exposición” trasciende. No es lo mismo que pongamos a un gato a convivir con perros un día, a que se críe con perros desde que nació y conviva con ellos durante meses u años. Saber que el tiempo de exposición es una variable importante, nos da la oportunidad para cambiar. Tú y yo podemos convivir con personas funestas y deplorables, porque hay de todo en la viña del Señor y uno puede transitar por varios senderos. Pero una cosa sería mantenerlas en nuestra zona pública o social, y otra muy diferente sería acercarlas a nuestra zona personal o íntima. Si algo te conviene, acércalo, si no aléjalo. Si algo es bueno para ti, mantente cerca por más tiempo a ello, ella o él. Si algo es malo para ti, aléjalo. ¡Tienes el enorme poder de manejar tu espacio conscientemente! Y de hecho, ese es el objetivo de este artículo, que sepas del tema para que lo hagas consciente y así lo manejes con inteligencia. La mayoría de las personas manejan sus espacios, pero inconscientemente. ¿Ya te fijaste cómo suelen empezar a tomar alcohol o a fumar algunas personas? ¿Cómo empezó la tragedia desde su más prístino origen? Porque un “amigo” los invitó a probar. Sí, así me han reportado absolutamente todos mis pacientes en más de 25 años de dar consulta, todos mis pacientes adictos tienen un pasado con un origen proxémico a sus problemas. Otro ejemplo: –Doctor, mi marido es alcohólico y me pega. –¿Dónde conoció a su marido? ¿Cuándo fue la primerísima vez que supo de su existencia, dónde lo vio por primera vez en su vida? (Aquí analizo lo que he llamado “Señal de origen” y explico ampliamente en mi libro Señales de destino). –Uy, éramos muy jóvenes, en una fiesta, recuerdo perfecto el antro. A veces, la historia de una persona es una cartografía. Conoces a alguien, lo acercas a tu zona personal o íntima, lo mantienes ahí y como dice el subtítulo de mi libro: Desde un principio sabes dónde podrás terminar. Lo que vamos eligiendo acercar a nuestra vida parecen ser los puntos de un mapa para un destino que también elegimos, y para tu sorpresa, la mayor de las veces conscientemente, aunque no nos guste aceptarlo porque, precisamente no nos gusta el destino que se vislumbra, pero queríamos probar. El autocontrol y la disciplina Para sorpresa de más de alguno, el autocontrol y la disciplina tiene mucho más que ver con nuestro entorno que con nosotros mismos, y por lo mismo, aquí te tengo una buena noticia: el entorno podemos cambiarlo. Cuántas veces no has escuchado el consejo: “Échale ganas”, como si de ganas fuera el problema. No, luego de 25 años de dar consulta y casi 30 años de vivir analizando el comportamiento humano como fuente de mis conferencias, he de afirmar que mucho del desafío que enfrenta un ser humano que quiere cambiar no es su falta de ganas, es que su ambiente no se lo permite, un ambiente donde se metió y (cree que) le cuesta trabajo salir. Muchas veces para lograr cambiar, como por arte de magia, de la noche a la mañana, sólo hemos de dejar tajantemente determinado ambiente, a determinado grupo de amigos. ¡Y ahí ya empezó un cambio verdadero! Nadie necesita fuerza de voluntad para no comerse un chocolate… si no hay chocolates a la mano. Nadie necesita fuerza de voluntad para hacer algo que no se puede hacer; por lo menos que no se pueda hacer fácilmente por cercanía. Por seguir con el mero ejemplo, cuando la gente de hoy, muy obesa, adicta a los chocolates se pregunta porqué en esa era tan citada como solución para una mejor alimentación, la era paleolítica, la gente no comía chocolates así, pues la respuesta es sencilla: en esa época no habían conejitos de Turín ahí guardados en la alacena de la cueva, vamos, no existía alacena ni como concepto. La semana pasada atendí a un paciente con alcoholismo y me decía, como prácticamente todos mis pacientes con alcoholismo: –Lo que quiero doctor Ariza es que me ayude a dejarlo poco a poco, porque yo sé que, si quisiera, lo podría dejar en cuanto yo quisiera, pero de momento no quiero dejarlo del todo, pero sí quiero bajarle, sobre todo para no preocupar a mis papás y no meterme en algún problema, pero de verdad, sí quiero mejorar. –Entonces lo tendrás que dejar totalmente. Esto no es cuestión de poco a poco. Es de todo o nada. Es blanco o negro. Aquí no hay grises. Mi paciente se quedó en un shock momentáneo. Llegó a pensar que extrañaría a sus amigos, confundido, ya que lo que verdaderamente extrañaría sería al alcohol. Te hablaré de esto más adelante. Luego sí, parte de mi estrategia para que lo lograra fue recomendarle que dejara a todos sus “amigos”, debía salirse del medio en donde florece el vicio. Entender la dinámica es muy sencillo: si no sale del medio, si no deja esas “amistades”, no dejará el alcohol nunca. Las personas del medio presionan sin aparente presión para que la conducta en colectivo se mantenga. Como lo he dicho en mis conferencias, primero creas el hábito y luego el hábito te crea a ti. Curioso es observar que varios del grupo quizá quieran dejar el vicio también, pero llegan a creer que mientras no lo logran, los apacigua el error colectivo percibido así como normal, “mal de muchos, consuelo de tontos”. Y por otro lado, no se trata de despojarse de un gran valor, “la amistad”, cuando sugiero que deje totalmente a esos amigos, sino que le explico a mi paciente que su verdadero amigo, al que no quiere dejar, es al alcohol, y que usa a las personas para irlo a ver, las otras personas sólo son el pretexto para el encuentro, muletas, para ir a convivir con quien realmente quiere estar, el alcohol. Ahora recuerdo un anécdota de uno de mis conocidos, el cofundador de alguna empresa en donde di mis conferencias, cuando con frecuencia y “amistad” me hablaba y me decía: “Ya quiero ver a mi gran amigo Ariza”. Y cada vez que nos veíamos, él tomaba y tomaba. No tardé mucho en darme cuenta de quién era su verdadero gran amigo y a quien realmente ya quería ver. Yo no tomo así, y hoy ni tomo. Proxémicamente sucedido, ya no me habla desde hace años. Para todos nosotros el autocontrol y la autodisciplina es un reto, pero es inmensamente más fácil controlarnos y disciplinarnos si aplicamos proxémica para nuestro bien. Nos conviene sacar de nuestra zona íntima o personal, incluso de la social, todo aquello que vaya en detrimento nuestro. Eso favorecerá nuestro propio control y disciplina. ¡Acerca a ti lo que te conviene! Si has emprendido un régimen alimenticio más sano, lee todos los días al respecto, diario abre páginas web con información de ello, conversa con personas que tienen el mismo objetivo, escribe un diario con tus reflexiones del tema, ve documentales con historias afines a tu interés. ¡Verás cuán fácil se te hace el cambio! Pero si haces todo lo contrario, deseas bajar de peso y sigues hablando diario con tu amiga “la gordis”, la que siempre te invita un cafecito para platicar y lo que nunca pide es café, sino un postre líquido por la cantidad de azúcar que tiene más otro postre sólido que lo acompaña, y todo para escuchar que has decidido ponerte a dieta, créeme que te va a costar más trabajo tener autocontrol y autodisciplina. ¿Tienes problemas económicos? Acerca a ti la solución. Acércala mucho. Lee diario temas de finanzas personales, lee Inteligencia para el dinero, ve el webinar, entra a estudiar videos de YouTube que proporcionen educación financiera, velos diario, idealmente varias veces al día, busca un mentor experto en finanzas personales, acércate a él, conversa en persona con él o ella, lee blogs que te ayuden a comprender cómo se mueve el dinero, acércate a quien te enseñe a emprender un negocio y que veas con el rigor de la evidencia que tiene éxito en él y sólo escucha a esa persona, y al mismo tiempo aleja a quien no sabe y opina. ¡Aplica proxémica con inteligencia! ¿Quieres un cuerpo tonificado y bien esculpido? Necesitas acercar a tu zona intima y personal toda la información al respecto. ¿Qué suele estar “cerca” de ti? ¿Tu celular, tu buró, tu computadora, tu espejo, tu refrigerador? Pues en esos lugares debes de poner información, fotos, imágenes de cuerpos tonificados y bien esculpidos, artículos, blogs, libros por leer. Tienes que exponerte a esa información con extrema frecuencia, en forma deliberada, ¡Y así ya estarás transitando por los puntos de un mapa que te llevan a un mejor destino! La facilidad para caminar por ese mejor sendero la notarás a todas luces. Yo mismo noto cómo puedo sostenerme por más tiempo y con más fuerza en determinada disciplina (sin participación de mi fuerza de voluntad) en la que deseo mejorar cuando, deliberadamente, me atasco de información al respecto. El tema lo pongo en la pantalla de inicio de mi celular, en mi buró, en mi baño, en el espejo, escucho diario podcast’s al respecto mientras me baño, leo artículos del tema, leo blogs, veo documentales en Netflix que exhiben esa información, leo libros al respecto, y así, hasta me veo impelido a crear, escribo del tema, hablo del tema, busco gente afín para convivir y conversar del tema. El cambio casi es en automático y sin fricción. Lo contrario, también lo he vivido y también he notado el daño. En cuanto dejo de fijar mi atención, en cuanto cambio mi proxémica y alejo de mí lo que bien me hacia, tiendo a descuidarme. Se debilita ostensiblemente mi autocontrol y mi autodisciplina. Sé que vivimos desafiando la gravedad y ésta tira de mí si yo no hago algo todos los días para levantarme. Por lo que te he comentado hoy aquí, resulta en una bendición, una de las más grandes de la vida, que tu pareja tenga los mismos objetivos que tú, o por lo menos tu círculo interno. Es cuando se crece con la fuerza del amor. Tener a una pareja así, si es tu caso, valóralo como una de las bendiciones más grandes de la vida. Ambos ven hacia el mismo lado y así fortalecen su visión uno al otro. Si no tienes una pareja así, ya deberás imaginar mis comentarios. Dedúcelos. Con los amigos, igual, conviene la proxémica afín. Yo desde muy pequeño admiré (y hoy admito su enorme influencia en mi vida) a Carl Sagan. Mi primer acercamiento a este célebre personaje, gran divulgador de la Física, fue su afamada serie televisiva “Cosmos”. De niño me quedaba casi sin respirar frente al televisor, recuerdo el “canal 5”, cuando con la carismática voz del doblaje al español, me cautivaba cómo explicaba. Creo que ni parpadeaba cuando veía ese programa. Nadie en mi casa me acompañaba a verlo, se les hacía, sí interesante, pero luego de un rato, aburrido. Yo no podía dejar de verlo, y cuando terminaba quería seguir sabiendo más. Recuerdo que meses después vi un libro grande en las librerías, “Cosmos”, con lo más representativo y varias imágenes de la serie televisiva. ¡Recuerdo que corrí a pedírselo a mi papá con un gran sentido de urgencia! Ese mismo día fuimos por él (¡le agradezco tanto a mi papá quien siempre favoreció mis gustos así!). Leí todo en una semana. Y para un niño, era una gran proesa, era un libro enorme. Yo no podía dejar de leerlo y admirarme de todo lo que ahí se revelaba. Incluso al leerlo, escuchaba la voz del doblaje en español, una voz que siempre me cautivó. Me parece recordar que en algún momento cuando era niño, me dije: “Ojalá algún día yo pudiera explicar como él”. Y mira nada más lo que hice con mi vida. Proxémica. Hace unas cuantas semanas, comprendí mucho del talento de ese gran hombre, Carl Sagan, que admiré tantísimo desde niño y que sigo admirando, de hecho. Llegó a mí un video producido por un otro doctor en Física que empezó a estar de moda para quienes tenemos nuestro radar en los trabajadores del conocimiento, alguien que parece querer seguir los pasos de Sagan (aunque está lejísimos todavía a mi parecer) divulgando la Física en forma sencilla, Javier Santaolalla. Honor a quien honor merece y debo reconocer que Santaolalla es extraordinario para comunicar, tiene el don, tiene el talento, y lo usa para bien; misión bendecida y que cumple. Dentro del reto de subir y subir videos a YouTube, los “youtubers” tienen que producir y producir cuanta cosa se les ocurra para mantener e incrementar su audiencia; irónicamente, hasta donde sé, Santaolalla ya dejó YouTube desde el año pasado, pero produjo bastante por cinco años. En su momento, empezó a producir una serie de análisis de biografías de celebridades, vidas en extremo trepidantes, increíbles, apasionantes. Llegó el turno en que habla de Carl Sagan. Ahí, una vez más, me quedé cautivado de conocer así gran parte de la historia de su vida íntima (proxémica al fin), y comprendí mucho del talento que acumuló este hombre que tanto admiro. Por darte un dato: Sagan, deliberadamente, desde joven decidió tener y hacerse de amigos exclusivamente a puros premios Nobel. ¡¿Te imaginas el grado de influencia que tuvo así?! Desde niño tuvo pasión por la lectura, y empezó a leer con asiduidad historietas que hablaban de extraterrestres. Acercó a su zona íntima el tema y terminó hablando de adulto mucho acerca de ello. Proxémica. Sagan se enamoró de una chica de 19 años, tremendamente apasionada de la bioantropología. Yo me pregunto cuál fue el verdadero amor de Sagan, la chica o el tema. Proxémica. En mi curso de liderazgo y en mi libro Ser líder, explico una de las tantas características que tenemos los líderes, una muy interesante, reveladora y de gran responsabilidad: mimetismo. La gente cercana a nosotros, empieza a parecerse a nosotros, imitan nuestra forma de hablar, de vestir, hasta ciertos tics, gustos, costumbres y frases, incluso formas de comer. Ni qué decir de la forma de pensar. Entonces, cuando empiezas también a saber de proxémica, puedes aprovechar ambos fenómenos psicosociales, eligiendo bien al líder al que quieres parecerte. Elige bien a esa persona que terminará, siendo tu modelo, moldeándote. Elige con inteligencia. Ya te digo, estamos influenciados por nuestro entorno. Recuerdas cuando vas caminando por la calle hablando a determinado volumen de voz, y en cuanto entras a una iglesia… ¿Qué haces con el volumen de tu voz y con la frecuencia con la que hablas? En cuanto pasas el marco de la puerta de entrada, ¡cambias! Hablas mucho más quedo y menos frecuentemente. ¿Qué pasó? Cambiaste de entorno. Proxémica. Modificaste tu conducta. Y qué pasa cuando sales de la iglesia, ¡vuelves a cambiar de inmediato tu volumen de voz y frecuencia para hablar! ¡De inmediato! Así es de poderosa la influencia de nuestro entorno. Por eso… sabiendo lo que hoy hemos aprendido aquí, elige con inteligencia qué acercas a tu zona íntima o personal, porque terminará modificando tu conducta. Tienes ese súper poder. Yo festejo que me hayas acercado a ti al leerme aquí. Mi intención (y misión de vida) siempre es ayudarte a entender para que vivas mejor. ¡Emoción por existir! –Alejandro Ariza Z.
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Si supieras lo que hay en ti, una cualidad propia del ser humano pero que resulta ser algo casi sobrenatural, harías uso de este “súper poder” más seguido para beneficio de todos. Porque si te beneficias tú, ahora así tu presencia se convierte en bendición para cualquier otro que conviva contigo. Te revelaré lo más claro que pueda tu “súper poder”. Recuerdo hace unos días que tuve el impulso de escribirte brevemente como fugaz entrada de mis redes sociales acerca del tema, inspirado en un mensaje central de mi libro La fuerza del pensamiento. Y es que pensamos, pero pocas veces nos detenemos a pesar cómo pensamos. Privilegio llamado “reflexión”, una de las evidencias, según Tomas de Aquino, de que tenemos una dimensión espiritual. Pero vamos al grano... Obtendrás resultados por lo que hagas. Harás como consecuencia de lo que sientes. Sentirás por lo que andas pensando. Por eso, tus pensamientos terminan siendo “cosas”, resultados. Estas cuatro frases, tan sólo 27 palabras, parecen cualquier cosa y se leen “rapidito”. ¡Pero si te detuvieras a pensar un rato, muy detenidamente, a reflexionar en lo que implica! De verdad te invito a que te detengas y vuelvas a leer lentamente las primeras cuatro frases de este párrafo. Si permites que estas palabras hagan de semilla, muy posiblemente sentirás un germinar casi inmediato. Se abren puertas de libertad, seguridad y paz. Por otro lado, he de afirmarte que la imaginación, sabiéndola enfocar, es una bendición. Nos permite ver lo que puede suceder antes de que suceda, así podemos tener “responsabilidad antecedente”, privilegio exclusivo del ser humano (como lo explico ampliamente en mi libro Cree en ti, cuando lo aprendí de un extraordinario maestro, el filósofo y ex-rector de la Universidad Panamericana, Carlos Llano). El ser humano puede responsabilizarse de algo incluso antes de que suceda. ¡Qué súper poder es estar consciente del pensamiento! Si decides imaginar algo negativo, te preocupas, si decides imaginar lo positivo, te alegras, te entusiasmas. Y mira que ni la una ni la otra han sucedido, pero ya está pasando algo dentro de ti. Ambas posturas son promesas, y para la mente humana con eso basta para empezar a sentir y actuar. Pero fíjate... si no te gusta lo que andas sintiendo por imaginar lo negativo que te puede pasar o lo que te puedes atrever a hacer y así también empiezas a imaginar los malos resultados, si de esa manera no te gustan, ¡puedes cambiar tus pensamientos!, ahí donde empieza todo, y así te cambia todo. De imaginar lo negativo, puedes en un instante cambiar y decidir imaginar lo positivo. Sólo hay un problema... ¿Qué tal si no tienes esos otros pensamientos positivos? Si eres de las personas que al terminar de leer el párrafo anterior de inmediato pensaste algo como: “Bueno, es que no es tan fácil, a veces no se puede”, entonces necesitas, urgentemente, ir a otra fuente de otros pensamientos ya que no encuentras los positivos en tu colección personal (por así decirlo). Hay muchas otras fuentes de pensamiento y hay que tenerlas presentes siempre: terapia, libros, cursos, podcasts, documentales, música, nuevas amistades, etc., con temas que claramente empiezas a imaginar como solución (si es que todavía tus propios pensamientos no te bloquean). Así, por ejemplo, ¿¡Alcanzas a ver la trascendencia que puede tener una terapia!? Si algo me alegra enormemente, al mismo tiempo que me cautiva, es cuado en algún momento de una sesión, mi paciente me dice: “¡No lo había pensado así!”, ¡Bum! Un gran cambio para mejorar inició en ese instante, una gran liberación, se visualiza otro actuar, se ilusiona la persona ante la franca posibilidad de vivir otros resultados. La persona empieza a creer que su vida sí puede cambiar. ¡Qué bendición es ese momento cuando el paciente me dice “…no lo había visto de esa manera!”. Sí, ese es uno de los mayores encantos de una terapia. De hecho, esta publicación ha surgido por inspiración de una consulta que di anoche. Un paciente, joven, sintiéndose dentro de un grave problema (y de hecho, sí lo tiene) por más de 10 años, y complicándose aun más desde los cinco años más recientes. ¡Todo ese tiempo pensando en lo mismo! Todo ese tiempo conviviendo con los mismos amigos, asistiendo a las mismas actividades, escuchando la misma música. Es decir, manteniendo las mismas fuentes de pensamiento durante todo ese tiempo. El pensamiento solidificó demasiado y el paciente empieza a creer que ese ya es su destino inamovible, que no tiene solución. Mi paciente desde hace muchos años me conoce y llegó a imaginar que algún día le hubiera gustado platicar seriamente conmigo, pero me comentó que siempre pensó que yo era inalcanzable. Había ido a una conferencia mía hace años, me había visto en televisión, había visto mis videos y por alguna razón, eso le hizo “pensar” que yo era inaccesible, y según él, más aún en su caso. Por suerte, un familiar le dijo: “¿Y si le hablamos al Dr. Ariza?”, con lo que se rió de inmediato y le contestó: “Jajaja, dale, a ver si algún día te responde Alejandro Ariza...”. El familiar me envió un mensaje entrando a mi página de Internet y tan sólo dos minutos después ya estaba hablando conmigo personalmente. Tengo un sistema que de inmediato me avisa en mi reloj cuando alguien me busca en mi página. El familiar que me buscó no lo podía creer y varias veces en la llamada me lo repetía una y otra vez. A lo que yo le contestaba también una y otra vez: “Pues ya ves que sí, aquí estoy hablando contigo y con mucho gusto”. Así fue como llegó mi paciente conmigo y su admiración y emoción era muy manifiesta. Lo escuché con profunda atención… y me escuchó también de la misma manera. Al terminar la sesión, me dijo con profunda convicción: “¡Lo voy a hacer, de hecho, ahora mismo!”. El nuevo pensamiento que sembré en él explotó en acción inmediata. Se abrió de par en par la esperanza, y mi paciente pudo vislumbrar la solución. Recuerdo perfecto cómo anoche, al acostarme, sólo agradecía y agradecía a Dios la oportunidad que me dio de ayudar una vez más y de esta forma. Vivo la dicha de tener experiencias como ésta a diario. Pasaron 24 horas de que vi a mi paciente tan sólo una hora, su primera sesión, y el familiar que me había buscado me escribió por Whatsapp: “Dr. Ariza, qué sorprendido estoy por su amabilidad y tan pronta respuesta. Sólo le quiero agradecer porque me llamó mi hijo muy entusiasmado, con mucha emoción por haber hablando con usted. Aprovecho para compartirle el milagro de que mi hijo está mejor que nunca, dice que no cabe de lo bien que se siente. Gracias por existir. Doctor, lo amo en el mejor de los sentidos”. Nunca dudes de la enorme transformación que puede lograr un radical cambio de pensamiento. Ejemplos de este súper poder, elegir otro pensamiento, hay muchos. Hoy por la mañana, cuando me estaba bañando, se me ocurrió decirle a Siri que pusiera música, raro que no pedí alguna canción en especial. De repente, empieza música de Lupita D’Alessio y luego una de José José... ¡wow! Qué formidables voces pero qué debilitantes mensajes. Aunque admiro el talento de estos dos artistas que me barajeó Siri, me tocó escuchar una letra tan pesimista en las relaciones humanas, ya sabes el estilo, mensaje desgarrador. Siempre he sabido que escuchar ese tipo de música es una de las fuentes de depresión, clásico caso en que la persona, luego de que descubrió infidelidad de su pareja, escucha temas así, echándole más limón a la herida. ¡De inmediato paré la música!, y le dije a Siri que pusiera “Optimista” de Caloncho, la canción que oigo todos los días al bañarme. La repito dos o tres veces. ¡Qué poder! ¡Cuántas verdades! Qué cambio en mi sentir y deseo de actuar, porque cambió mi pensamiento bajo mi voluntad al elegir una fuente distinta de pensamiento, un mensaje infinitamente más valioso. De hecho, tengo una “playlist” de puras canciones que generan entusiasmo y fe en la vida, optimismo puro, las oigo con mucha frecuencia. Déjame decirte algo que quizá pueda sorprender a más de uno: El mensaje que hoy te comparto aquí, algunas veces podrá implicar tener que terminar con tus amigos de tajo (o con tu pareja). Sí, se puede oír violento, pero en determinadas circunstancias es muy poderoso e increíblemente transformador hacerlo. Las amistades son fuentes de pensamiento de una enorme influencia por su carga emocional, ¡no se diga la pareja! Eso da para tema de otra publicación, toda una conferencia. Ya te digo, en determinado caso, también te puede servir para usar el súper poder que te comparto hoy, un podcast, un libro, una conversación con un mentor, otro tipo de música… pero… lo más trascendente para lograr un cambio es: tu parte, tu muy personal e intensísimo deseo por mejorar. Descubrirás que tu deseo es un abre puertas a esas fuentes de otros pensamientos. Esto es como magia. Llegan a ti sólo hasta que tú lo deseas realmente. Nunca antes. ¿Crees que leíste esto aquí de “casualidad”? No, no creo. Y menos con los misteriosos algoritmos de las redes sociales o tu misterioso filtro de criterio personal para leer un correo y otro no. Si “se te apareció” este mensaje y llegaste hasta aquí, debe haber una fuerza dentro de ti que reclama solución para ti mismo o para un ser querido. Sugiero que sigas la señal. Comparte este mensaje. Me alegro haber seguido mi impulso de escribirte hoy esto aquí. Se siente bien cumplir misión. ¡Emoción por existir! –Alejandro Ariza Z. Sin duda, otra de la mayores fuentes de paz es no necesitar. De hecho, hace muchos años yo recomendaba una poderosa estrategia que aprendí de un gran maestro: «Prefiere, no necesites”, porque claramente prefiriendo se opta sin necesidad y eso libera, genera paz si se alcanza o no. En cambio, necesitar es una demanda de nuestro ego y si no logramos lo que queremos surge frustración, ansiedad, coraje, tristeza y muchas veces un permanente estado de insatisfacción. Hoy que han pasado más años, he alcanzado a notar cierta necesidad aun en la preferencia, sutil, pero quizá ahí está. Por eso, hoy muy posiblemente mejore el concepto con esta idea de “disfrutar solamente”, totalmente desapegado, es decir, eliminando toda necesidad. Sin duda, disfrutar es de verdad opcional y tiene más que ver con nuestra deliberada decisión de vivirlo que de cualquier factor externo que aparentemente genera el disfrute. No sé si te ha tocado ver una escena como esta: niños pequeños que están jugando, divertidísimos, y de repente la mamá de uno de ellos se lo tiene que llevar y éste sólo voltea rápidamente a ver a su amiguito y le dice: «Bueno, nos vemos luego» (o a veces ni le dice nada sino tan sólo una mirada fugaz), y se va tomado de la mano de su mamá sin mayor frustración de haber dejado el disfrute del juego, como si nada. Disfrutaba, sólo disfrutaba, no necesitaba. Y la marcada diferencia es que no sintió rabia ni tristeza ni amargura porque llegó la mamá a llevárselo e interrumpir así su juego. Disfruto y a lo que sigue. Estaba entregado todo él al disfrute y nada más. Eso me hizo recordar una concepto de uno de otro de mis maestros: Estar entregado significa no tener emociones intensas con respecto a algo: está bien si pasa y está bien si no pasa. Cuando somos libres, se entregan los apegos. Podemos disfrutar de una cosa, pero no la necesitamos para nuestra felicidad. Poco a poco disminuye la dependencia de todos y de todo lo que está fuera de uno mismo –David R. Hawkins, en Dejar ir. Pudiera parecer todo un desafío el decidir disfrutar sin tener emociones intensas. Pareciera cualidad de seres muy evolucionados que ya no desean nada apasionadamente de éste mundo terrenal, pero no creo así. Pienso que quizá se trate de personas que han optado por la paz del desapego remitiéndose a disfrutar y alcanzando a saber que todo es pasajero, entonces, ¡¿qué sentido querer retener para siempre?! Si una “cosa” es casi imposible que sea para siempre, ¡imagínate una experiencia! Son oportunidades para disfrutarse, no para retenerse. Si el destino te permite vivir muchos años, qué dicha tener varias oportunidades. Siempre percibiéndolas así, disfrútalas y agradécelas profundamente. Yo así hago desde la diaria oportunidad de empezar mi día con un exquisito café, desde el primer y sublime sorbo, hasta una conversación, la convivencia con un ser amado, la lectura de un buen libro o una emocionante sesión de escritura y hasta una salida a caminar. En los años más recientes de mi vida he entrenado mi mente a saber con total conciencia el que prácticamente todo es pasajero, hasta yo. Entonces, qué necedad retener, qué dichosa oportunidad tan sólo el disfrutar. Disfruta, no necesites Verás que la paz se acompasará con tu disfrute y te liberarás de la frustrante necesidad de volver a vivir lo que está destinado naturalmente a desaparecer. En esta era que nos tocó vivir, no deja de sorprenderme cuando he asistido a algún concierto y se ilumina toda el área del público con el destello de las pantallas de sus teléfonos celulares. ¡Todo mundo queriendo grabar parte del concierto creyendo que así lo conservarían! ¿Cuántas veces alguien que grabó partes de un concierto vuelve a ver sus grabaciones en el celular? He notado que muy pocas si no es que ninguna. El ego de la persona, con su necesidad de mostrarle a los demás lo que vive, es cuando mucho la única utilidad momentánea, poder subir su video a las redes sociales queriendo hacer creer a quien lo vea lo bien que se la pasó y la oportunidad que tuvo de asistir a determinado espectáculo. Cuando alguien ve este tipo de grabaciones, incluso cuando la propia persona que fue decide ver su grabación, podrá notar a todas luces que jamás le hace justicia a la experiencia. El sonido es infinitamente diferente, muchas veces hasta distorsionado, no se diga de la imagen. Aquí una ironía: por grabar un espectáculo, se perdió del espectáculo. Por estar al pendiente de que se grabe bien el video, su atención se disipa de la experiencia objetivo, el concierto mismo, en este ejemplo. Hace muchos años, cuando no existían los celulares, cuando uno iba a un concierto, uno iba a un concierto y nada más. Hoy en día, cuando alguien va a un concierto, va al concierto pero además va a grabar, a confirmar que esté bien grabado, a subir el video de inmediato a redes sociales, a “tagguear”, etc. Incluso, luego el pendiente de que a la salida cuidar el celular para que no se lo roben o se pierda. El disfrute sucedido por el enfoque total a una experiencia se esfuma, se disipa. Nuevas generaciones que no terminan de disfrutar y en estas letras se asoma una incipiente factible causa. Pasa el tiempo y si con él incrementas tu conciencia, tiendes a descubrir quien eres en verdad, pudiendo llegar a sorprenderte de que eres el disfrute mismo y la capacidad de disfrute también. Eres la experiencia. Desde que publiqué mi libro El verdadero éxito en la vida, más allá del ego, revelaba a mis lectores la transformación que se sucede cuando empezamos a estudiar quiénes somos realmente. Para muchos primeros lectores de este tipo de literatura espiritual puede resultar sobrecogedor descubrir que su propio cuerpo, todo su cuerpo entero, ¡representa menos del 1% de lo que realmente es un ser humano! Si esto aquí lo estás leyendo por primera vez, te insto a que leas el libro para que no sea un balde de agua fría la frase anterior. La percepción que tienes de tu cuerpo cambia cuando aprendes a observarte desde la perspectiva de quien realmente eres, esencialmente un espíritu. De hecho, todo cambia. Y no, no creas que esto implica deplorar al cuerpo, quizá todo lo contrario, pero en su justa medida, otra medida. Lo que puedas señalar como “esto” o “aquello” no puedes ser tú. Tu observas el sentimiento del corazón, el pensamiento de la mente, el movimiento del cuerpo; el mismísimo acto de observar demuestra que tú no eres lo que observas –Nisargadatta Maharaj
¡Tú eres el que observa, no eres lo observado, y eso incluye tu cuerpo! Por eso he explicado en mis conferencias cuando diserto acerca de mi libro El verdadero éxito en la vida, más allá del ego, que muchos de nosotros hemos dicho en más de una ocasión: “Ay… me duele mi panza”. ¿Por qué usamos el pronombre posesivo “mi”? Porque es algo tuyo como tu suéter o tu celular. Así, aunque digas “mi” celular, o “mi” suerte, queda claro que tú no eres tu celular ni tu suéter. Así tu panza, así tu cuerpo, cuando dices “mí” cuerpo. ¿¡Qué revelador puede resultar nuestro lenguaje cuando alguien te lo explica así, no crees!? Descubriendo y sabiendo quién eres realmente y recordándolo con frecuencia, surge la paz del desapego. Cando nos desapegamos, el disfrute queda como pureza de opción. Así en una lectura, en una conversación, en una comida, en el sexo, en bañarse, en caminar, en hacer ejercicio, en la experiencia de la vida en sí. Surge un super poder, la plena conciencia del poderoso “sólo por hoy”. Sí, así nos conviene vivir. Y aunque parezca redundancia, hoy más que nunca. La vorágine de información que nos marea, la cascada inacabable de medios de comunicación que nos cae encima segundo tras segundo, nos hace fácil presa de la ansiedad gestando la necesidad de querer tener toda esa información con nosotros. Imposible. Frustración y ansiedad garantizadas. La arena la disfrutas caminando sobre ella, fluyendo el tiempo que la vida te permita algún rato acostarte sobre ella, pero si quisieras retenerla en un puño y aprestándolo para que no se te escapara, lógicamente se te fugaría de entre los dedos. ¿No se te hace curioso que puedes tener más arena en tu mano si la dejas abierta que haciendo un puño retenerla? Aquí la arena hace las veces de la experiencia, hasta de muchas cosas. Si las necesitas retener, se te escapa de entre los dedos la capacidad de disfrute. Si abres tu mano y tan sólo te remites a la experiencia, desaparece toda necesidad y experimentas el pleno disfrute. Así, espero que hayas disfrutado esta lectura, tanto o más de lo que yo disfruté escribirte. Me siento muy contento de haberte compartido mi pensamiento hoy. Espero favorezca nuestra… ¡Emoción por existir! –Alejandro Ariza Z. Esta columna la pensé llamar “Porqué me convertí en escritor”, pero terminó siendo “El molesto despertador”. He disfrutado enormemente escribirla. Sé perfecto que será parte de alguno de mis libros futuros, en su introducción seguramente. Pues bien, entrando en materia… cuando alguien está bien dormido, pero bien y plácidamente dormido, ¡qué molesto es “el despertador”! ¿A poco no? La sorpresa que te quiero compartir aquí hoy es que no me refiero sólo a estar acostado plácidamente en tu cama, bien tapado, calientito, con un sueño profundo, cuando de repente suena el despertador e interrumpe violentamente tan placentera experiencia. No, no sólo es así ahí. Me refiero a la persona que ya despertó a otro nivel de conciencia y sus comentarios, incluso su sola presencia, actitudes y acciones resultan en extremo molestas para familiares y amigos, esos dormidos, permaneciendo sin saber quiénes son realmente y lo que podrían lograr vivir si despertaran, pero prefieren mantenerse en el incómodo placer de seguir ¿A poco no? Hace algunos días alcancé a leer un meme que mostraba a un joven recién graduado de la carrera de Filosofía, sonriendo, para que luego en otra imagen con un rostro desencajado se leyera el pie de texto: “Darte cuenta de que ahora estás maldito con un conocimiento de la existencia que te separa completamente de tu familia y amigos, los cuales siempre vivirán bajo la tibia manta de la ignorancia de la cual tu lograste escapar”. Luego aparecía esta reflexión: “Todo el viaje de la filosofía puede resumirse en la alegoría de la caverna de Platón: un primer momento, descubrir que habitamos entre sombras de la verdad, luego la búsqueda de esta y, finalmente, la comunicación de la verdad. Quizás a muchos filósofos les falta este último punto: la capacidad de dialogar de las cosas eternas con la sociedad. Se quedan en sus oficinas y clases, pero una vez que han atisbado un poco de la verdad, no hay un compromiso de compartirlas con sus conciudadanos. ¿Creen que la filosofía tiene una relación y compromiso social o, por otra parte, se ha quedado estancada en la torre de marfil que llamamos universidad?”. Yo creo que algunos sí sacamos el conocimiento más allá de las paredes de esa torre, para muestra que estés leyendo aquí. Yo siempre he procurado expandir el mensaje e incluso mediante un lenguaje que esté al alcance de las mayorías, sin importar lo profundo del tema a tratar. Pienso que si se tiene un conocimiento y no se comparte, casi sería igual a no tenerlo. ¿Despertar o no despertar? Porque, por otro lado, ya has de haber escuchado acerca de la “felicidad del ignorante”. Palabras más, palabras menos, consiste en esa felicidad que se experimenta precisamente por no saber lo que realmente sucede y/o lo que así puede suceder. Yo recuerdo tener experiencias de los dos tipos. Tanto he tenido un tipo de felicidad por no saber, como la que me engendrado el conocimiento. Sin embargo, algo de lo que me he llevado una gran sorpresa es que cuando mi emoción por despertar me lleva a tener la amarga experiencia de notar cómo se molesta la otra persona con mis comentarios, como sintiéndose ofendido o menos valioso, en vez de entender que ¡se trataba de todo lo contrario! Cuando llegué a entrar a reuniones de mi propia familia y notaba cómo todos se callaban porque sentían que ya llegaba un tipo de censurador, decidí un punto intermedio entre compartir y no, de hecho, es la razón por la que me convertí en escritor. A partir de esos momentos, dejé de opinar, me remití a escuchar. Todos fuimos más felices, o no sé si felicidad así como tal, pero más paz, eso sí. Y si ocasionalmente alguien preguntara, podría remitirlo amorosa y pacíficamente a «donde yo ya dije»: le recomendaba uno de mis libros. Este ahorro de saliva y evite de toda fricción, me ha funcionado de maravilla en mi vida. Pienso y siento que la magia de escribir es que comunicas, pero la recepción del mensaje no depende de que uno comunique, sino de que el otro desee saber, pagando el precio, literal y metafórico, cuando adquiere el libro, cuando entra al blog, cuando sigue las publicaciones en redes sociales, cuando paga su entrada a una conferencia. Así, hay magia. Esa que se sucede al encontrarse el deseo de transmitir el mensaje con el deseo de recibirlo sin la necesidad de que se suceda en tiempo «accidental» sino en el mejor tiempo de ambos, el planeado, el sinceramente deseado, el escritor durante sus profundos momentos de inspiración y el lector en su momento de auténtico deseo por saber. ¡Ese encuentro es único! Hay paz, felicidad y emoción bilateral, fuera del espacio tiempo, en ese lugar en donde nos encontramos escritor y lector en la mística del más puro merecimiento como encuentro, sintiendo perfecto que ahí estamos juntos, escuchando uno, apreciando el otro, sin estar físicamente, incluso sin necesidad de estar vivo en el caso de algún autor. Entender este encuentro es sublime, a momentos, para mí, estremecedor. Esto es maravilloso, se comprueba que no hay espacio ni tiempo en la magia esa en donde nos podemos encontrar, un libro, un blog, un podcast, un tuit. Ahora mismo vienen a mi mente las bellísimas palabras con que Carl Sagan alguna vez expresó en su afamada serie “Cosmos” por lo que entendía como un libro. ¡Mira nada más!… ¡Qué cosa tan impresionante es un libro! Es un objeto plano, hecho de un árbol, con partes flexibles en las que se imprimen muchos garabatos graciosos. Pero…, si le echamos una mirada… nos encontramos dentro de la mente de otra persona. Quizá alguien muerto hace miles de años. A través de los milenios, un autor hablándonos clara y silenciosamente, dentro de tu cabeza, directamente a ti. La escritura es quizá la mejor invención humana. Une a personas que nunca se conocieron, ciudadanos de épocas distantes. Los libros rompen la barrera del tiempo. Un libro es prueba de que los humanos son capaces de hacer magia. Y una biblioteca está llena de magia. –Carl Sagan. ¡Me encanta! Leo y releo las palabras de este gran hombre y me siguen cautivando. Pero bueno, retomando el tema, también he aprendido algo en esto de sentirse a momentos “despertador”, o mejor debiera decir “el despierto”, y deseo compartir contigo este aprendizaje sucedido a lo largo de mi vida, pura experiencia personal: Qué aprendí como despertador despertando.A lo largo de los años, cumpliendo aproximadamente 30 años como escritor y al mismo tiempo figura pública, he adquirido cierta experiencia en la combinación de ambas condiciones. Quiero dejar plasmadas aquí algunas lecciones que la vida me dio:
Tú… ¿qué opinas? ¡Emoción por existir! –Alejandro Ariza Z. “No vaya a tener algo que me vaya a morir”, me dijo un paciente. Le dije que… lamentablemente… sí tenía algo por lo que iba a morir… ¡tenía vida!
El miedo a la muerte es común, pero sé que ese temor disminuye cuando empezamos a entender a la muerte como parte de la vida misma, es parte de un proceso. De hecho, hace tiempo escuché una definición de vida que se me hizo escalofriante por su verdad intrínseca e irrefutable: “La vida es un proceso de descomposición”. Y sí. Por más que te cuides, por más que hagas dieta, por más que hagas ejercicio, por más que tomes tus suplementos, por más que tomes antioxidantes, por más que hagas lo que quieras, hacia allá vamos todos en diferentes tazas de descomposición, pero todos descomponiéndonos día tras día. Sí, todos. Hasta el que se cree más sano… está en un proceso de descomposición. ¿Qué tal cuando llegas a una edad en donde te empiezan a emocionar los suplementos? Antes te emocionaban los boletos para asistir a un concierto y de repente te empiezan a gustar, hasta con emoción, tus omega-3, tu cúrcuma, té verde o jengibre. Tus gustos pueden ir revelando tu descomposición. Antes te gustaba desvelarte hasta altas horas de la noche y ahora prefieres ver en casa alguna serie y dormir más temprano. Mira la mesa de tu cocina. ¿Tiene medicinas o suplementos? Ahí tienes. Si lo ves con filosofía hasta tiene su encanto el ir descubriendo cómo nuestros gustos van revelado la descomposición. Qué tal cuando ves un nuevo calzado que por su tecnología cuida de tus rodillas y te emocionas. Te digo. Y qué tal cuando empiezas a ver borroso y descubres la bendición de unos lentes. Te digo. Nuestro “problema” es que nos hemos identificado mucho tiempo sólo con la parte más pequeña de nosotros mismos, nuestro cuerpo, ese que se va descomponiendo días tras día hagas lo que hagas. Y sólo hasta que entendamos a cabalidad que somos mucho más que un cuerpo, pero mucho más, es cuando este natural proceso de descomposición va perdiendo fuerza en su generación de temor. Quizá nos ayuda a soportar la descomposición saber que eso que se va descomponiendo no somos nosotros en realidad. Por ello es tan importante descubrir quienes somos realmente. ¿Vas captando la trascendencia? Por ello he escrito varios libro que nos ayudan a descubrir quiénes somos realmente, mi libro El verdadero éxito en la vida más allá del ego y mi libro Cree en ti. En ambos volqué un cúmulo de conocimientos para ir entendiendo quiénes somos realmente. Nos conviene saberlo. Hoy, por alguna razón quise reflexionar brevemente contigo a este respecto. Quizá por cómo me voy sintiendo en esta etapa de mi vida y donde disfruto, hasta como con cierta mofa, los cambios que voy atestiguando en mi cuerpo. Y de hecho, luego de un rato de cavilar al respecto, tiene su cierto encanto ir cuidando el “vehículo físico”, éste en el que nos envolvieron al encarnar como humanos, esta burbuja biológica que también tiene su parte interesante al usarlo y entender su natural proceso de descomposición, alias, el ir envejeciendo. ¡Uf!, otro tema tabú y del que no quiere saber aquel que no sabe quien es en verdad. Eso lo he notado. Quien no sabe quién es en verdad se obsesiona con querer permanecer joven cueste lo que cueste. ¿Alcanzas a ver el absurdo? Por más que te restires, por más cirugías, por más cremas o botox, el proceso de descomposición sucede inexorable. ArizaTip: todas las etapas de la vida tienen su encanto, pero debes descubrir con emoción el que te corresponde para no vivir anhelando uno de tu pasado, precisamente uno que “ya pasó”. Qué te parecería que estas letras te invitaran a detenerte a pensar un rato acerca del momento que te está tocando vivir, es decir, esta determinada etapa de descomposición en la que te encuentras y dediques tiempo a descubrir el encanto que hay en esa etapa, la que sea en que te encuentres… ¡hay un encanto oculto para ti! Reservado para los que abren la puerta al encanto: la aceptación. Pues a pensar un rato y, sea la etapa que sea en la que te encuentres, le exprimas a la experiencia algunas gotas mágicas de… ¡Emoción por existir! –Alejandro Ariza Z. ¿Qué tal ese dolorcito que no habías sentido nunca antes? Estimada, estimado, puede tratarse de algo muy, muy natural: la vida va cambiando, y es normal. ¿Envejecer? Sí, quizá, pero para todos aquellos que les da cierto tipo de prurito emocional esa palabra por su permanente rechazo, consciente o inconsciente (como la mayoría de los casos es), mejor dejémoslo en que..., sí..., la vida va cambiando. Y mi mensaje central hoy aquí es es esto es totalmente normal.
Hoy en día en que existe una tremenda obsesión con "mantenerse joven y fuerte", si eres lo más objetivo posible, podrás ver que todas las voces que se alzan en grito rampante para convencerte de que puedes mejorar, de que logres ¡ser la mejor versión de ti!, seguramente te venden algún producto o servicio que promete que lo logres: antioxidantes, cosméticos, programas de ejercicios, dietas que dicen que no son dietas sino un "estilo de vida", suplementos, etc. Tiene todo el sentido del mundo que te intenten persuadir de que puedes seguir con la obsesión de verte (y te dicen que hasta "sentirte") más joven. Ah qué caray, esa obsesión por querer mantenerse con la imagen de los 20's. Y te quiero decir algo con todo el amor que pudiera infundir al concepto: la vida va cambiando. Vas a envejecer y vas a morir hagas lo que hagas. Si tomas tus antioxidantes, quizá mueras muy conservadón, pero te vas a morir. Si sólo comes lechuga y aguacate, vas morir muy delgada, pero te vas a morir. Si hacer ejercicio con total disciplina, te vas a morir bien fuerte, pero te vas a morir. Es decir, en un arrebato de objetividad, hagas lo que hagas, envejeces y morirás. Si rezas y haces meditación trascendental, morirás muy en paz, pero también te vas a morir. Todos vamos avanzando en la vida recorriendo un vector, es decir, un trayecto que tiene sólo un sentido. Nuestra muerte. No quiero sonar fatalista, sino realista. La muerte, la pérdida paulatina de ciertas capacidades, es un destino inherente a la bendición que es vivir. Hasta que lo entiendas y así lo aceptes, vivirás más feliz y en paz en el momento en que te encuentres del vector llamado vida. Un movimiento en constante avance hacia una única dirección, trascender la vida misma. (Esto lo escribí así para que no se oyera tan rudo eso de "morir", pero es lo mismo). Aquí quiero dejar en claro algo: no desprecio ni demerito toda sugerencia por vivir mejor y más sanos, tomar tus antioxidantes, comer sanamente, hacer ejercicio, meditar, leer, aprender, convivir, etc. Sin duda, entendiendo a la vida como un vector de avance permanente (y ya te dije a dónde acabamos todos... dije, "¡todos!"), el tiempo que vivamos, sí podemos mejorar la calidad de nuestra experiencia. Eso sí. Pero eso algo muy diferente a obsesionarte con tu juventud y las facultades que esa bella etapa nos brinda como experiencia de vida. Te comento esto mientras estoy escribiéndote cómodamente sentado en mi oficina... con un ligerito dolor de cintura que no me deja desde hace unas semanas que me ofrecí a cargar un mueble muy pesado en casa. Ya sabes, con toda la actitud de ayuda del "deja eso que yo lo hago", y luego, luego sentí el tirón en la cintura. Pensé que se me pasaría en unos días "solito"..., como siempre pasaba. Olvidé el detalle de que mi memoria quizá estaba enraizada en experiencias de los 20's, pero mi vehículo físico ya rebasó los 50's. La vida va cambiando. ¡Es enteramente normal! Y te platico esto precisamente mientras acabo de terminar de dar mi consulta en línea, donde mi última paciente de hoy me dijo: "Ay doctor Ariza, me preocupa que sí me doy cuenta de cómo se me olvidan un poco más las cosas, ya tomo notas de todo lo que usted dice para que no se me vaya nada...". En ese momento le dije: "Eso es totalmente normal y hasta por partida doble". Primero mi paciente ya anda cerca de los 50 años y ha tenido una trayectoria de enorme éxito intelectual, llegando a niveles de doctorado en ciencias y logrando ser becada en sus estudios la mayoría de sus avances académicos. Ya te imaginarás el nivel de éxito intelectual para tales merecimientos. Hasta le expliqué que muy posiblemente varias de sus mitocondrias ya han de estar cansadas, ¡y eso que son la fábrica de energía! Que no se comparara con su yo de los 20's, donde hasta pareciera que por diseño, es una de las mejores décadas de la vida para llevar al extremo las demandas intelectuales propias de esa época. La vida va cambiando... ¡y eso es normal! Y luego (para explicarte eso de la partida doble), el estilo de terapia con Alejandro Ariza es llena de citas bibliográficas, explicación de conceptos profundos, análisis intenso de historias, y así, independientemente de la edad y capacidades de mi paciente, es menester tomar notas en mi terapia, de hecho, es parte de la terapia misma. Al final, se sintió mejor. Entender siempre nos hace sentir mejor. La vida va cambiando, ¡y eso es enteramente normal! Recuerdo que le compartí una idea que aprendí de mi santa madre, ella fue la primera que me dijo que su papá, mi abuelito, le enseño: "Todas las edades tienen su belleza". Y de esa gran lección yo agrego: Quizá el disfrute de cada belleza consiste en apreciar la que corresponde precisamente a la etapa en que se esté sin anhelar la belleza de otra etapa, de alguna que ya pasó o de la que ni ha llegado. Sí, es hermoso saber que cada etapa tiene su belleza, pero refulge en hermosura aceptar la que corresponde a cada etapa sin desear la de otra. Quizá esta sea otra poderosa fuente de paz. Recuerdo tan sólo hace unos minutos en que mi paciente se me quedaba viendo fijamente y suspiró. ¡Me encanto! Un sonido de entendimiento, aceptación y liberación concomitante. Mi muy querido lector, lectora: sí, la vida va cambiando, ¡y eso es enteramente normal! Quizá ya necesites lentes para leer lo que te he expuesto aquí, mismos lentes que "antes" no necesitabas. Pues bueno, eso fue "antes", y hoy es otro momento del vector de avance permanente. No se trata del absurdo de intentar que cambiar la dirección del vector y ahora ir para atrás, "rejuvenecer". Eso es más mercadotecnia que otra cosa. Recuerda, la vida es un vector. Por si la edad no te permite recordar la definición que aprendimos en la secundaria, aquí te la recuerdo: "Segmento de recta, contado a partir de un punto del espacio, cuya longitud representa a escala una magnitud, en una dirección determinada y en uno de sus sentidos". ¿Ya viste por qué expreso yo, Alejandro Ariza, que la vida es un vector. Así es, tal cual. No hay ninguna manera, ¡ninguna!, de ir hacia atrás. ¿Que puedes sentir como que rejuveneces que crees que te haces más joven?... Aaaah, puedes sentir y creer lo que quieras. Pero la realidad es independiente a lo que sientas o creas. La vida es un vector de avance permanente. Así, la vida va cambiando, ¡y eso es enteramente normal! Se trata de ir disfrutando la belleza exclusiva de cada punto del vector. ¡No te pierdas de la belleza del ahora por estar anhelando la de ayer o la que imaginas mañana! Créeme. Tu vida así como está ahora, tiene su encanto, su belleza exclusiva del hoy, su hermosura sin igual. Elígela. Y pues bueno, ya me voy a tomarme un analgésico y a ponerme un fomento caliente en la cintura y algún aceitito esencial, con toda mi emoción por existir. –Alejandro Ariza Z. Todos los días puedes preocuparte si ubicas tu atención ahí en donde sucede algo preocupante, como la tragedia que algún familiar especializado en comunicarlas te habla, como algunos recuerdos que eliges tener, como hoy en día son las noticias del minuto a minuto. Entonces, ¡fácil! Sal de ahí enfocando tu mente a un tiempo más adelante. Lo he dicho una y otra vez en mis conferencias: ¡La vida es hacia adelante!
Cuando entiendas que ese el único vector real de la vida, empezarás a empalmar tu pensamiento en la misma dirección, ¡hacia adelante! Ve hacia adelante mediante el enorme poder de tu elección. La capacidad natural del ser humano para recordar es en donde puede caer tentado en la trampa y elegir recordar un evento doloroso. Oye…, pero si has de elegir ver hacia atrás, ¡también puedes elegir recordar un maravilloso recuerdo! Se trata de aplicar inteligencia a la elección. De entrada te ayudo con algo: Quítate la idea de que un pensamiento es el que te gobierna y de esa manera, casi irresoluta, todo el tiempo estás pensando en ello. Como si no dependiera de ti. Esto lo he escuchado con frecuencia en mi consulta. Pacientes que me dicen que todo el tiempo están preocupados por lo que sucedió y que no encuentran la manera para quitarse esa idea de encima. Aquí te voy a revelar algo muy delicado (por confrontante): La principal razón por la cual parece que un idea no te deja y se aparece como pensamientos reiterativos sin control es porque… ¡no tienes otra cosa en la cual pensar! Has decidido ser víctima de un pensamiento en vez de ser el creador de los mismos. Si tú solamente recibiste una noticia muy impresionante, una tragedia, un problema, y tú no haces absolutamente nada para meter a tu pensamiento, a tu mente, alguna otra idea, naturalmente lo único que está revoloteando en tu cabeza es esa primera mala noticia. Y aquí algo más: si solamente has elegido mantener ese pensamiento en tu mente, empezarás a percibirlo de gran tamaño, enorme. Y de una vez te digo: el tamaño de un problema está más relacionado porque no tienes otro pensamiento con la cual comparar su tamaño que con el tamaño del problema en sí. Esta es la razón por la cual uno de los pilares esenciales de mi consulta es un tipo de “logoterapia” donde me escuchan, coloco en sus mentes “otros” pensamientos, otras perspectivas, con una intensidad emocional que es prácticamente una conferencia privada para ellos, eso además de que los yo los escuche con profunda atención (lógicamente), y el otro pilar esencial de mi terapia es recomendar a mis pacientes leer determinados libros. Muchas veces de una consulta a otra prescribo al paciente que lea uno o dos capítulos de determinado un libro especializado y exclusivo, ideal para él, para ella. De esta manera, a lo largo de los años, he notado cómo aquellos pacientes que siguen la indicación me informan que aquello que les preocupaba originalmente ha empezado a perder fuerza en su vida. ¡Lógicamente! Tienen algo más en qué pensar. Uno de los más grandes problemas del ser humano es cuando no tienen nada que hacer, y por ello, naturalmente, lo que le comuniquen y que le impresione será en lo que pensará preponderantemente a lo largo del día. Si estoy logrando explicarme en esta breve columna, será más claro para ti aquel concepto que dice no hay mejor terapia que la ocupacional. ¿Has notado cómo cuando estás enormemente ocupado hasta el hambre se te va? ¡Hasta el hambre! Si mediante la diligente ocupación, esa que requiere de tu total y profunda atención y enfoque, logra que incluso olvides las necesidades de tu cuerpo, como darle de comer por horas y horas, quizá todo el día, imagina lo que logra frente a *un* pensamiento alterno, *una* preocupación. ¡Lo esfuma! Lo convierte en nada durante todo el tiempo en que estabas ocupado (¡y no se diga si eso en lo que te ocupaste te encanta!) La preocupación se convierte en nada, literalmente. Y puedes comprobar esto también cuando terminas la ocupación. Momentos en donde súbitamente "regresa" el pensamiento preocupante, y es que ya hay especio para él. Mi sugerencia con esta breve columna es invitarte a la reflexión, como siempre. Para que sepas que tú tienes un poder mucho mayor del que alcanzas a imaginar mediante la libre elección de tus pensamientos. Éste es el poder que tiene una columna como esta, este es el poder de escuchar con atención podcast, este es el poder transformador de la lectura de buenos libros, este es el poder de la conversación con alguien inteligente y bondadoso. Éste es el divino poder de la oración. Esperando que esto te haya llegado en un momento ideal para ti, te recuerdo que saber y poder elegir, es parte de lo que puede generarte una gran… ¡Emoción por existir! -Alejandro Ariza Z. Atacar te hace sentir una relación con el atacado. Una relación que necesita aquel que se obstina en el absurdo de mantener lo que ha dejado de existir. Atacar es una manifestación de miedo a perder. El atacado es que quien ya te dijo que no te quiere y no lo aceptas, como si de aceptar o no se tratara. Hay cosas que son y ya. No se requieren aceptar. Son. Atacas porque te rehusas a aceptar la verdad y atacar no es otra cosa más que tu anhelo de sentirte amada por quien ya no te ama. El atacado, si es débil, puede sentirse tan molesto y más debilitado aún con tus ataques que descubre que puede detenerlos si miente. Ahí puede decirte que sí te quiere. Ahí cesan los ataques. Ahí nace un absurdo: alguien se cree querido por quien no le quiere y así éste deja de ser atacado. Se le miente a quien no deja ser y ataca si las cosas no son como él o ella quiere que sean. El atacado, fastidiado, encuentra como pacífica estrategia el mentir. La verdad es más hermosa que el fingimiento del amor, dijo Emerson, pero Ariza expresa: Lamentablemente hay personas que prefieren el fingimiento del amor que la verdad, ya que en sus valores no existe el aprecio por la hermosura de la verdad sino por la fealdad de su dominio y control. Se trata de un monstruo. Ese cuyo verdadero placer está en tener amarrada a una presa. Un monstruo nada sabe del amor. La distancia entre ese valor y su estado de conciencia es enorme. El atacante, aprovechando cuando empiece a cansarle el atacar viendo que no obtiene nada de lo que quiere (y que, por cierto, jamás lo obtendrá), puede y debe empezar a cuestionarse: ¿Qué sentido tiene retener a quien claramente ya me dijo que no me quiere y así desea irse? ¿Qué sentido tiene creerse amado por quien sólo es un prisionero que no me amará jamás? El único absurdo sentido es privarlo de su libertad para amar a otra, otro, a quien realmente quiera, porque tú no te sientes amado por ese que ya te dijo que no te quiere. Un absurdo que pronto terminará. Cuando la presa rompa las cadenas y logre escapar, a pesar de todas las trampas y ataques para que no encuentre la salida. El atacante no sabe que su presa, ya no está ahí desde hace tiempo. Porque no se está donde el cuerpo reside, sino donde la mente piensa y el corazón siente. Se ataca por heridas de abandono. Se ataca por haber creído que el valor propio es en virtud de una relación, craso error; si la relación falla, el atacante cree que falló él. El atacante debe aprender a valorarse a sí mismo sin necesidad de nadie más. Ahí inicia un despertar. El ataque cesa cuando el atacante descubre su valor. El atacante necesita desarrollar urgentemente su autoestima. La autoestima no de desarrolla urgentemente. El atacante necesita paciencia basada en el conocimiento de ese hecho. Atacar es un grito desesperado de anhelo por no dejar de ser amado por quien clara y honestamente ya no te ama. Es un grito absurdo que el otro ya ni oye. Un grito en el vacío. El atacado dejó de amar o quizá nunca amó. El atacante debe entenderlo como un hecho y ya. El atacante se podrá preguntar por qué el otro pudo mantenerse en la relación por tanto tiempo si no hubo amor. La respuesta: claramente hubieron otras razones dónde el atacado ganó algo por mantenerse ahí, incluso una tensa paz. Suele ser dinero, sexo o mera compañía, pero más comúnmente es tensa paz, el atacante desarrolla miedo al ataque, entonces calla con un permanente grito desesperado en su interior. Así pues, razones hay varias; el atacante debe entender que descubrir eso no es lo que importa, cuando lo único que trasciende es descubrir que ya no hay, o nunca hubo amor. El hallazgo podrá ser doloroso, sin duda. Pero el dolor jamás será por el comportamiento de aquel, sino por la expectativa de uno. Si el atacante es sincero consigo mismo, siempre hubieron señales desde un principio. Pero el atacante también desarrolla cierto tipo de ceguera selectiva. El atacante puede llegarse a enamorar de un ideal, de su idea, más que de la otra persona en realidad. El problema reside enteramente en la percepción del atacante, más que en el comportamiento del atacado. Si el atacante entiende el absurdo de empecinarse en ser amado por quien ya no le ama, el atacante en ese mismo instante deja de atacar y suelta todo, por el bien de todos. Es una liberación sucedida en un instante, en un relámpago de confrontante claridad. El atacante despierto alcanza a ver el gran absurdo de sus ataques como estrategias para mantener cierto tipo de relación con quien ya no quiere ninguna. El atacante despierto descubre que atacar era mantener cierta conexión con quien ya no desea ninguna, el atacante despierto descubre el absurdo y suelta al atacado como se suelta de una braza ardiente cuando ya no se quiere uno quemar. El atacante despierto deja de atacar de en el acto. Repito, este acto suele suceder en un instante. Ese es el tiempo que suele tardar el comprender el absurdo, un instante. Deja de gritar su anhelo de ser amado por quien no le ama. El atacante despierto logra alcanzar a ver ese gran absurdo y suelta todo hasta con cierta vergüenza por haber insistido tanto en mantener unido lo que ya estaba separado. Del coraje para a la vergüenza. Uno se apena por cometer estupideces ex profesas. El atacante despierto podría hasta pedir perdón al atacado, pero no por haberlo atacado tanto, sino por descubrir por qué lo atacaba. El atacante despierto descubre que su antigua pobre autoestima le llevaba a vivir en el más pleno sinsentido, viviendo precisamente lo contrario a: más vale sólo que mal acompañado. El atacante, cuando dormido, prefiere vivir en la permanente neurosis de vivir mal acompañado antes que solo. El atacante dormido siembra las semillas de la infidelidad en el atacado, naturalmente. Y sus constantes ataques y deseos de control para ser amado de la manera en que él quiere, riega y cultiva aquellas semillas. El atacante dormido también desarrolla cierto tipo de sordera selectiva. Cuando el otro le dice claramente que no ya no le quiere, eso jamás lo oye. Sólo tiene capacidad para escuchar si se le ama y el otro dice lo que el atacante quiere. Es casi una psicosis. Es desear vivir en un mundo irreal, doliéndose por los ocasionales golpes de realidad. El atacante dormido siempre piensa que el infierno es el desprecio del otro hacia él. No alcanza a ver que el infierno es autogenerado por su propia obstinación de ser amado por quien clara y honestamente ya le ha dicho que no le ama, y quizá ya se lo dijo de la manera más contundente, demostrándoselo, sin palabras. El atacante despierto deja de ser atacante. Se convierte en persona. Deja de suponer y parte siempre de la evidencia. Aceptándola, suelta todo y abre la puerta de la libertad total para todos, siendo la más importante la de sí mismo. Empieza a sentir paz. La persona recobra su dignidad de persona y con amor permite que cada quien siga su propio camino, aquel, el único, donde precisamente podrá encontrar el verdadero amor por medio lógico de la paz. Por amor suelta y por ese mismo amor luego encuentra. Sólo mediante ese amor logra abrir el pacífico camino para encontrar al adecuado, al amor verdadero. Todo esto requiere, naturalmente, tiempo. –Dr. Alejandro Ariza Z. Estas letras brotaron hace unos días siendo aproximadamente las 4:15 AM, despertándome la idea, literalmente empecé a escuchar conceptos, con cierto esfuerzo me incorporé para escribir en mis notas de mi iPhone, aunque incómodo, lo que me venía a la mente con mucha claridad. Hoy te lo compartí aquí. Muchas veces no queremos cambiar la manera en que hacemos las cosas, aún existiendo la posibilidad de que fuera una mucho mejor manera; pero, como sólo imaginamos el cambio como “posibilidad” de mejora, entonces preferimos permanecer en lo conocido, en lo de siempre. Además, nos sentimos más seguros “en lo de siempre”. Creemos que el cambio, aun para mejorar, implicará esfuerzos innecesarios o un costoso tiempo por la famosa curva de aprendizaje de lo nuevo. Sin embargo, de repente, llega una tragedia. Ésta nos obliga forzosamente a cambiar, y ahí, descubrimos con gran asombro que el cambio sí resultó ser algo mucho mejor. Quizá esa es la parte más valiosa de una tragedia. Nos obliga a hacer los cambios necesarios para mejorar y así, muchos ya se dieron cuenta: sí había una mejor manera de hacer las cosas. La tragedia, al líder, lo lanza a buscar una mayor productividad, es decir, a hacer más, con menos y mejor. Así, miles de líderes alrededor del mundo, ya se dieron cuenta de cómo podían mejorar, gracias a una tragedia. Vista con filosofía, bendita tragedia, gatillo de la mejora.
El día de ayer leía un encabezado: “La metamorfosis de Amex” en el diario Milenio. Una interesante entrevista que, en esta época de pandemia, le hicieron al director general de American Express México, Santiago Fernández Vidal, donde comenta con alarma: “La caída al inicio de la crisis [del covid-19] fue brutal, no lo habíamos visto nunca antes, ¡cayó el 90% de la facturación por consumo en aerolíneas, hoteles y restaurantes en tan sólo un mes!”. Se trata del área de consumo mayoritario para el mercado de clientes Amex, conozco muy bien el mercado, fui célebre representante. Sí, una verdadera tragedia para Amex, como muchas para tantas empresas alrededor del mundo. Santiago Fernández comenta que al final de la primera quincena de marzo, mandaron a sus casas a más de 4,400 empleados para que hicieran “home-office” y notó cómo las operaciones sin tarjeta física, es decir, transacciones en línea, se incrementaron enormemente por la pandemia. “¡El comercio electrónico se incrementó 75%, otra cosa que no habíamos visto nunca antes!” –comentó. Otro servicio que cambió radicalmente fue el de los gastos corporativos, donde Amex tiene el 95% del mercado. Santiago continuó diciendo: “En un futuro, se van a recuperar antes los viajes de placer que los viajes por trabajo”. Y aquí viene una declaración que yo percibí tremendamente reveladora: “Ya se probó que las reuniones virtuales funcionan y que hay muchos ahorros al no mover ejecutivos”. ¡Ya se dieron cuenta! Yo, como viajero frecuente (extremadamente frecuente por años) ¡siempre lo dije! ¡Qué sentido tiene el desgaste de un viaje, desgaste físico, emocional y económico, cuando nos podemos ver en la extrema comodidad y enorme conveniencia de una videoconferencia? ¡Ah, pero los conservadores, neoliberales, fifís, los adversarios, se negaban a dejar de hacer sufrir al viajero! Pa’ que desquite su sueldo, pa’ que se esfuerce y viva el famoso “has de sufrir para merecer”, además, porque nada se compara como el contacto en persona. (Oye… lo de fifis, adversarios y conservadores ¡fue broma, he! Me imagino que con mínima inteligencia lo pudiste deducir desde el primer segundo). Volviendo al tema, un simple y sencillo viajero como yo, argumentando con extrema lógica acerca de la gigantesca conveniencia de la tecnología actual donde nos podríamos ver y conversar exactamente igual de bien, pero sin la necesidad y desgaste del viaje, no era creíble. Hoy la tragedia me da la razón. Soy inmensamente feliz. Esta es una de las dichas que me trajo el coronavirus. Sé que mi personalidad asocial fue la que sintió enorme alegría por este sabio cambio, por esta gozosa mejora, pero a nivel negocio, los magnates empresarios se acaban de dar cuenta de cómo sí podían ganar más, mucho más dinero gastando menos, mucho menos. Tuvo que suceder una tragedia de estas inverosímiles magnitudes para que alcanzaran a ver lo que para muchos de nosotros esta evidentísimo. Yo siempre he dicho que, fuera de una relación sexual, no necesito ver a alguien físicamente. Lo que los humanos requieren es intercambio de información. Y hoy, eso es lo que nos permite la tecnología. Sí, sí, sé que en este momento ya muchos deben estar sintiendo cómo les hierve la sangre buscando que esta columna se acabe para lanzarse a la caja de opiniones y refutar que eso no puede ser, que el ser humano es un ser social que necesita verse y tocarse físicamente y no sólo sexualmente y bla, bla, bla. Esta bien, estoy de acuerdo. Totalmente de acuerdo. Pero para cuestiones de negocio (¡lo que mueve al mundo!), no es imperiosa esa necesidad y la evidencia actual es contundente, tajante, concluyente, irrefutable. Sí, sí, también sé que ya más de alguno querrá lanzarse sobre su teclado a gritar rebatiendo: “Doctor Ariza, está usted muy equivocado, 'los mejores negocios se cierran con saliva', es ida a comer, a conversar socializando con el cliente, a sembrar amistad antes que negocio, a inspirar confianza por conocernos en persona…bla, bla, bla”. Está bien, estoy de acuerdo, totalmente de acuerdo, pero mira cómo la tragedia ha demostrado que no es necesariamente así. Observa el tamaño de evidencia. El reto: son años de tener una creencia enquistada en el cerebro y, como siempre, para muchos es muy difícil cambiar a una nueva conciencia, ¡aún frente a la más rotunda e irrefutable evidencia! La gente rebate porque ve amenazada su creencia de lo que años creyó como su verdad, la única que había conocido hasta el momento. Pero las tragedias nos sacuden muchas creencias y nos hace cuestionarnos su magnitud de verdad, y para muchos esto sucede con dolor, tanto, que no aceptan un cambio, hasta que se ven irremediablemente forzados por la nueva normalidad a ello. Un afamado empresario multimillonario que conozco personalmente, dueño de una compañía trasnacional, siempre insistió que en su modelo de negocio la gente tenía que verse personalmente para tener éxito, así lo había demostrado en 35 años de existencia en su constantemente rampante éxito. Hasta que llegó un virus. Éste le vino a demostrar otra cosa. Esta empresa, para impulsar mayor crecimiento anual, solía organizar convenciones de una asistencia extremadamente nutrida, incluso donde muchos asistentes se veían obligados a asistir a cambio de seguir recibiendo sus bonos (ya que si no asistían se los retiraban). Siempre fue un gran éxito..., hasta que la pandemia ya no lo permitió. De hecho, los expertos hoy afirman categóricamente, que todo giro de negocio que implique reunir gente, será lo último que se recupere en la historia de esta pandemia. Así, personas más jóvenes de la empresa probaron realizando una “convención virtual” en China. El resultado se suponía incierto. El resultado sucedido: ¡un rotundo éxito! ¡Mucho mayor a cualquiera de las otras convenciones presenciales de cuerpo presente! El dueño se fue de espaldas al ver el incremento de sus ventas así. Al mismo tiempo, nadie se desgastó en viajar. Cuando alguien es inteligente, acepta el cambio con tal evidencia de mejora. El dueño es muy inteligente. Ya se organizó las segunda convención virtual en USA y con más éxito aún. ¡Productividad total! Hacer más, con menos y mejor. ¡Ya se dieron cuenta! El fundador de Twitter, Jack Dorsey, envió a sus empleados a hacer “home-office” por seguridad desde el inicio de la pandemia, para que luego de terminar viendo los resultados de esa medida, decidiera que a partir de ya, los empleados podrán permanecer trabajando desde sus casas para siempre. ¡Pues claro! ¡Imagínate que se tenga la misma o mayor productividad sin gastar luz en la empresa, sin desgaste físico de equipos, sin riesgos laborales, y un sinfín de mejoras! Al mismo tiempo, que los empleados puedan convivir más con sus familias, y tener menos gastos y estrés en desplazase al edificio de la empresa. Ya se dieron cuenta. Sí, sí, sé que hay algunas aristas en este nuevo comportamiento laboral que dejan ver “contras”, pero son infinitamente menores a los “pros”. En un futuro cercano se deberán rehacer los reglamentos y leyes laborales, adaptándose a la mejora. Yo mismo, a mi micro nivel (comparado con aquellos gigantes) he notado cómo en esta cuarentena, mi consulta ¡se incrementó 500%! Y ahora toda mi consulta sucede exclusivamente en línea. ¡Nunca en toda mi vida había sido tan feliz dando consulta y pudiendo servir a pacientes de varios países, atendiendo a personas de México (desde Monterrey hasta Chiapas), USA, Colombia, Perú y España, viendo a varios de ellos en un sólo día sentado en mi despacho! Esto no lo cambio por nada. Es mi experiencia más feliz como terapeuta. Y sí, también he pensado que me quedaré dando consulta sólo en línea. Mis pacientes están felices pudiendo verme sin tener que viajar, sintiendo las innegables mejoras en su salud emocional y en muchos otros rubros donde puedo asesorarlos en sus vidas. Se puede perfectamente bien. Ya se dieron cuenta. Sugiero festejar esta cambio de tanta mejora multifacética. Siempre lo he afirmado en mis conferencias: detrás de toda tragedia siempre hay oculta una bendición. También sé que algunas personas no alcanzarán a ver esta mejora, pero eso sucede fundamentalmente porque no conocen bien los sistemas o todavía no tienen acceso a ellos. En alguno de mis podcast recientes comenté que las personas que más sufrirían este dramático cambio en la economía del mundo serían los “analfabetos digitales”. Si no sabes manejar a la perfección un sistema de videoconferencias, naturalmente te sentirás amenazado y suplicarás regresar a la antigua normalidad, esa donde preferías verte en persona. No va a ser así en mucho tiempo, y en algunos giros, ya nunca, natural y convenientemente. Necesitas humildad (y prisa) por aprender nuevas habilidades. Y créeme, es más fácil que cambies tú a que cambie la realidad. Quizá la invitación que te lanzo en esta columna es a que tú también te des cuenta. El mundo ya cambió y la vida te está esperando para que tú cambies también y prosperemos juntos. Nota al margen: la vida no te va a esperar mucho tiempo, a decir verdad, casi nada. La gente rechaza y ataca lo que no entiende, esto podría afirmarlo casi como ley luego de ser un acucioso observador del comportamiento humano por casi 30 años. Yo creo que los cambios actuales se me antojan como para convivir más en persona sólo cuando ser trate de disfrutarse en la amistad y en la familia, no necesariamente para trabajar. Si hemos de vernos pronto, de abrazarnos, besarnos, caminar de la mano y comer juntos, que sea más por placer, que por necesidad. Así distingo la convivencia con quien uno quiere de aquella con la que sólo conviene, la laboral. Yo espero que esta segunda logre cambiar para siempre. Sólo viviríamos convivencias en persona auténticamente felices y de valiosa nutrición para el alma. Uno de los conceptos que me encantaron desde el primer momento en que supe de él, fue cuando estudiando al filósofo misántropo, Schopenhauer, dijo algo así como: Una idea o sistema nuevo, siempre tendrá al principio la burla y el desdén de los demás, para luego pasar a afrontar la férrea resistencia y oposición de todos aquellos que ganaban algo con el sistema anterior, para que, al final, todos la acepten como habiendo sido la idea o sistema más conveniente. Esas son las tres fases por las que pasa toda idea nueva. Toda mi vida he pasado por ello, conozco de lo que hablo. Y como todo, será cuestión de tiempo para afirmar que, al fin, prácticamente todos, ya se dieron cuenta. –Dr. Alejandro Ariza Z. «El hombre que se levanta es aun más fuerte que el que nunca se ha caído». –Victor Frankl. Vivimos desafiando la gravedad. Como adultos, pocas veces somos conscientes de que en todo momento existe una fuerza que tira de nosotros hacia abajo, hacia el piso, nos jala para caer, la fuerza de gravedad. Con los años, hemos aprendido a sostenernos y a desafiarla mediante la fuerza de nuestra piernas o por ciertas posturas y en algunos casos agarrándonos de algo para mantenernos arriba o levantarnos. Exactamente así sucede en el ámbito no físico de nuestra vida, en nuestras emociones, en nuestros sentimientos, en nuestra inteligencia, en nuestra voluntad. Por eso, toda la vida vivimos desafiados por aquello que tira de nosotros hacia abajo, las malas noticias, la pereza, la costumbre, el miedo. Antier me hice unos análisis clínicos y se notó perfectamente cómo en esta cuarentena me solté..., y lógicamente me caí. Y hoy deseo levantarme de nuevo. Hubiera sido mucho más fácil permanecer en la ignorancia de no saber cómo es- taba mi azúcar en sangre, ni saber de mis triglicéridos o colesterol y muchos otros marcadores biológicos. Mantenerse en la ignorancia es la cómoda permanencia ahí tirado sin quererse levantar. Pero, cuando el cuerpo te empieza a hablar, conviene hacerle caso. Y si notas un cambio en tu cuerpo físico, ahí es cuando ya te está gritando. Los cambios en los marcadores biológicos podrían ser apenas unos susurros al oído, pero tendrías que, disciplinadamente, ir a hacerte estudios de laboratorio en una fecha determinada cada año por seguimiento de tu salud. Algo que no muchas personas desean hacerse. Encuentro cuatro razones: la persona no sabe lo tremendamente valioso que es saber anticipadamente, la persona no tiene dinero para irse a hacer estudios, la persona es ignorante y pobre y cree que es un gasto absurdo, la persona prefiere no saber para no asustarse (esa teoría de “la felicidad del ignorante”). Cualquiera de estas razones, más la combinación de varias, hace que una enorme cantidad de gente no escuche el susurro, ahí cuando todavía se pueden corregir tantas cosas. Ese es el valor del la revisión médica anual o semestral. Por disciplina e inteligencia, no por dolor o molestias. La actual cuarentena sostenida ya por tanto tiempo (y el que falta) dada esta pandemia que nos tocó vivir, a todos nos ha relajado luego del tirón de la mala noticia, es casi un reflejo, así muchos nos hemos relajado hasta soltarnos. Muchos, así, hemos caído. Muchos hemos subido de peso, nos hemos sentido preocupados, hemos percibido cómo nuestras emociones están algo alteradas, y hemos mantenido una alimentación ya casi simplemente sucediendo por impulso, sin conciencia. Un mecanismo de defensa harto común en la psicología humana es la compensación, si me siento mal de una manera, busco algo que me haga sentir bien por otra. Así, el relajamiento en ciertas áreas de nuestras vidas compensan la tensión de otras; los placeres pudieron empezar a ser opción viable. La comida, el más fácil y común. Cuando estamos en el suelo, cuando ya nos caímos, puede darnos hasta pereza levantarnos y ahí se manifiesta como sostenida autocomplacencia, casi permanente autoconmiseración. Sabemos que algo nos puede estar haciendo daño, y aún así lo permitimos, luego hasta lo procuramos. Entra una galleta, y se siguen otras cien a lo largo del tiempo. Por eso por ahí recuerdo a algún autor que decía “la galleta con la que subí 10 kilos”, precisamente porque muchas veces basta una para abrir la puerta al largo desfile. La falta de vida social (y su natural y casi conveniente presión), el relajamiento de horarios, el desvanecimiento gradual de la conciencia del día en que se vive, las noticias y la realidad, todo cooperó para que uno, casi naturalmente, mejor prefiriera “soltarse”, y es que a quién le gustaría estar asido a tanta tragedia e incertidumbre. Por eso, psicológicamente me suelto cuando algo ya no quiero tener conmigo. Pero lamentablemente nos podemos llegar a soltar... de todo. Y ahí surge un nuevo y sutil problema, nos soltamos hasta de lo bueno y conveniente. Mi sugerencia, si vives algo similar a lo que yo: confróntate con los hechos crudos cuanto antes. Tienes que ver con tus propios ojos el número de cuánto pesas en la báscula, tienes que medirte la cintura o probar con ese pantalón que dejaste de usar hace dos meses, tienes que ver la cifra del dinero que debes en tus tarjetas, tienes que ver la cantidad exacta de dinero que tienes disponible. Tienes que saber. Esa es la única manera de saber qué tanto has caído al soltarte. Y necesitamos saber, porque sólo podemos mejorar cuando sabemos la medida. Lo que no se mide, no puede saberse si mejora. ¡Necesitas saber! ¡Tienes que saber! Tienes que confrontarte con los hechos crudos cuanto antes. ¿Y para qué? ¡Para levantarte! Saber la verdad suele motivarnos cuando viene aderezada del deseo de mejorar. Y es la motivación más auténtica, la que viene de dentro, una motivación exclusiva para ti, en forma y medida. Y te digo algo: estés como estés, ¡hay solución! Sólo hay que empezar, volver a empezar. Y te digo otra cosa: es extremadamente motivante volver empezar, y más cuando ya has descubierto un hecho contundente: el éxito deja pistas. El simple hecho de tomar la determinación, hace que ahora vuelva a llegar a ti la información necesaria, esa que te mantenía de pie, esa de la que soltaste. Parte de la magia en la vida de un humano es que en cuanto se enfoca, la información llega a él como por arte de magia. Se te aparece frente a ti, todo lo que debes saber para levantarte, cuando lo deseas desde lo más profundo de tu corazón. El misterio de la la Divina Providencia existe y ahí lo compruebas. ¿Señales? Sí, te digo que las recibe uno diariamente, con frecuencia, pero sólo te das cuenta cuando estás preparado para levantarte. ¿Crees que estás leyendo esta columna “por casualidad”? Si eres mi lector asiduo, a estas alturas ya debes saber que eso no existe. Hoy por la mañana, leía una nota el periódico precisamente del día de hoy, cuyo título era: “Retrasa indisciplina retorno a la normalidad”. ¡Sentí el golpe de la verdad! Aunque la nota era la falta de educación para acatar recomendaciones de salud en Acapulco, donde la gente sigue y siguió saliendo tanto a las calles, que hoy es una de las ciudades donde la curva de contagios por Covid19 es cada vez mayor y no podrán reiniciar actividades en la fecha programada por el gobierno federal. Sin embargo, el título es perfectamente aplicable a todo, absolutamente a todo en la vida, ¡hasta se me antojó llamar así a un libro! ¿Te imaginas? La indisciplina retrasa el regreso a la normalidad. Ese libro tendría como epígrafe en toda un hoja al inicio, cinco palabras que han marcado desde hace años la filosofía de mi vida, filosofía Ariza: “Lo normal es estar bien”. Y así, precisamente así, la indisciplina retrasa el regreso a la normalidad, por indisciplinados dejamos de estar bien, nos soltamos, nos caemos. El Diccionario de la Real Academia Española define la palabra “disciplina” como: Doctrina, instrucción de una persona, especialmente en lo moral. Doctrina es una enseñanza que se da, norma, paradigma. Así, la disciplina yo quiero entenderla como una enseñanza de aplicación práctica que prepara a alguien para su mejora y sostenimiento de su bien. La palabra “disciplina” tiene una gran carga emocional, así, muchos la asocian con la milicia, con algo enérgico, con ruda imposición de reglas, como amenaza por no cumplirlas. Y claro, con esa carga emocional, ¿a quién se le va antoja ser disciplinado? Y quizá ya alguien puede estar pensando: “...pues se trata de que te guste o no, hay que hacerlo y ya”. Sí, hay gran carga emocional en esa palabra y por ello nos cuesta tanto disciplinarnos. Sin embargo, yo hoy te quiero dar una nueva conciencia de esa palabra. ¿Lista? ¿Listo? Ahí va: La disciplina es una manifestación de amor propio. Reflexiona un rato en esto. Uno debería de seguir reglas y normas por el entendimiento de la propia conveniencia, así se apreciaría, claramente, como lo que es, una poderosa manifestación de amor propio. Y pues aunque así la carga emocional ahora es de poder más positivo, también debo decir que, a veces uno se deja de amar, así uno se suelta, así uno cae. Creo que se trata de volvernos a enamorar de nuestra vida, volver a pensar en esos momentos en que uno se sentía y estaba tan bien, tan normal, y de esa manera, recordando y enfocándonos en esa experiencia, dan ganas de levantarse, cueste lo que cueste, aunque no cuesta. He ahí la magia de una decisión basada en el entendimiento de un valor real: la conciencia del esfuerzo se desvanece, aunque éste exista no se sufre, se goza la disciplina. En esas ando y por eso sentí, otra vez, la inspiración para escribir. ¡Se siente poder iniciando, una vez más, una alimentación consciente, saludable! Se siente emoción volviendo a leer del tema y enfocándonos en el bienestar real. Se siente entusiasmo por moverse y empezar el ejercicio. Se siente inteligencia volviendo a tomar suplementos que nuestro cuerpo necesita. Se admira uno de cómo vuelven a empezar a llegar las fuentes de información hacia uno, en forma inmediata. Se siente bien volver a lo normal. Espero que el día de hoy mi pluma escribe directo a tu corazón. Nos podríamos acompañar levantándonos. Así como recibí una gran señal en la nota del periódico de hoy, hace unos días recibí otra que dejaré aquí como corolario de mucha de mi filosofía, una imagen que me encantó en extremo, me pegó, hacia arriba, de esos golpes raros que te levantan. ¡Emoción por existir! –Alejandro Ariza Z. Estaré atento a leer tus comentarios... |
Dr. Alejandro Ariza Z.Conferenciante inspiracional, autor, médico y empresario. ¿Te interesa recibir todas las publicaciones de Alejandro Ariza?
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Octubre 2024
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