«Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas». –Humberto Eco. Filósofo y escritor italiano. Fuerte pero real. Hoy en día el Internet le ha dado voz a cualquiera, así, juzgo que el problema no es el Internet, sino el criterio del lector. Citando el concepto entero de Humberto Eco (publicado por el diario “La Stampa”):
«Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos rápidamente eran silenciados, pero ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los imbéciles. Si la televisión había promovido al tonto del pueblo, ante el cual el espectador se sentía superior, el drama de Internet es que ha promovido al tonto del pueblo como el portador de la Verdad». Estoy totalmente de acuerdo con Eco. Atestiguo lo delicado que es. En mis momentos de sensibilidad, hasta me extraña, por no decir me duele, ver lo que publican amigos y conocidos míos en sus redes sociales. Estamos en tiempos de frente elecciones presidenciales en mi país y de muchos otros niveles de gobierno y al mismo tiempo en el Mundial de futbol. Increíble lo que se asoma por las redes sociales, incluso de personas que juzgo inteligentes y sensibles. ¡Cuánta necesidad tenemos los seres humanos de ser escuchados! Todos queremos opinar y anhelamos reconocimiento. Ya el mismísimo fundador de Instagram, quien recientemente renunció al corporativo de Facebook, dijo: “…desde un principio supimos lo que íbamos a hacer a la gente con la opción de “like” en las publicaciones que haría, creamos una droga, sabíamos de la adicción que esto generaría”. El ego anhela ser reconocido, tanto, que la gente se atreve a publicar cualquier estupidez para, segundos después, sentirse importante por la cantidad de “views” o “likes” o comentarios que espera ver en su publicación. El consumidor promedio de redes sociales cada rato entra a ellas para ver cómo avanza la aceptación y el aplauso hacia sus comentarios. El plan fue perfecto. Las redes sociales se diseñaron para alimentar una tremenda necesidad del hombre común, su sed de reconocimiento. Vamos, es tal esta necesidad, que hasta por ella se publican cualquier cantidad de estupideces. Esto, adicionado de la pereza e incapacidad intelectual que la persona promedio tiene para escribir, ha hecho que ahora impere la red social de “sólo fotografías” (“Instagram”). Se trata de no tener que pensar, sino buscar el reconocimiento de la manera más sencilla. La necesidad de reconocimiento es enorme en la persona promedio, es su necesidad para afirmar su existencia. Las redes sociales se diseñaron incluyendo satisfacer esa necesidad. Un experimento humano extraordinario… con sus deletéreas consecuencias en algunas de sus partes, como en todo experimento. Por lo que reflexiono hoy aquí, desde hace muchos años he filtrado mis redes sociales para leer sólo de aquellos que tienen autoridad y me aportan valor, para mi criterio. Sin embargo, aún así, es tan rebosante la “invasión de los imbéciles” que se filtra por alguna red social la opinión de varios de ellos. ¡No quiero pensar en las redes sociales de personas que no han hecho un inteligente filtro, de esa gente que ha aceptado a cualquiera y se siente importantes por tener miles de “amigos” en Facebook! Qué espanto ha de ser navegar por una red social así. En fin, regresando al tema, hoy es más importante de lo que imaginas el saber distinguir y elegir con inteligencia lo que vas a ver. En varias de mis conferencias he explicado un enorme poder que el ser humano tiene: dar vida. Pero no me refiero al instinto animal de la procreación, no, ese es natural a la especie, me refiero a algo muy superior: el humano da vida a todo aquello que ve. Ver da vida a lo observado. Tú le das vida a todo aquello que eliges ver, fotografías, noticias, libros, blogs, lugares, personas, todo, absolutamente todo. ¿¡Alcanzas a entender la magnitud de ese poder!? Es sobrecogedoramente abrumador. Por eso, en mi filosofía de vida, Nueva Conciencia, he insistido por más de 25 años, que tengas mucho cuidado con lo que ves, porque por ese simple y poderosísimo hecho, empezarás a sembrar las semillas de realidad que florecerán después en tu vida cotidiana. Explicando amplísimamente esto escribí mi libro, La fuerza del pensamiento. La mente humana siempre atrae lo piensa, y se piensa como consecuencia de la información que se tiene, y se adquiere información esencialmente por lo que se ve (también por lo que los otros órganos de los sentidos aportan, pero la vista aporta más del 80% del aprendizaje). Qué tremendo, ¿no crees? De lo que veas, adquirirás información, de la información que introyectas, surgirán tus pensamientos, y de éstos se gesta la acción, y de ésta surgen naturalmente los resultados en tu vida. Todo empezó viendo. El gran reto para tu superación personal y sano desarrollo humano es elegir bien qué vas a ver. ¿Tú invitarías a platicar a tu casa para conferirle tu atención a un narcotraficante o a un violador o a un político corrupto o a alguien dedicado a dañar a las personas mediante su maltrato verbal o físico, o a un imbécil? Me imagino que tu respuesta sería un rotundo “no”. Por eso es tan maquiavélicamente perfecta la puerta de entrada de las redes sociales, porque si les cierras la puerta de tu casa a todas esas malas influencias, las redes sociales representan la puerta que dejas abierta de par en par, y en todo momento, para que les permitas a todas esas personas entrar fácil y rápidamente a ti, no tan sólo a tu casa, a ti, a tu ser mismo, y con gusto y de forma adictiva. Si te detienes a pensar un poco en esto, es alarmante. Desde hace muchos años, desde que inicié la filosofía Nueva Conciencia, más de 25 años ya, un mensaje central de mi discurso era –y sigue siendo–: no veas televisión. Yo llevo años, décadas, de prácticamente nunca ver televisión. El aparato televisor que tengo en casa lo uso esencialmente como monitor, para ver en él lo que yo decido. Son tantos, tantos los años que tengo sin ver televisión, pueden pasar meses y meses sin prenderlo, que cuando lo hago, tengo que confesarlo, me viene una emoción tan enorme por el efecto de la novedad que me alegra el momento. Hace un par de días prendí el televisor para ver un partido de futbol de la selección mexicana en el Mundial, prendí el televisor unos 20 minutos antes del inicio, aproximadamente. Debo confesar que hacía tantos años que no veía un comercial, que en uno de ellos reí a carcajadas y en otro, de verdad, se me asomaron lágrimas en los ojos, sólo de estar pensando: “… qué talento tan enorme tuvieron que tener los creativos de esta campaña publicitaria, ¡qué ideas!, ¡qué producción!, ¡qué admirable desafío de comunicar tanto en tan solo 15 segundos! Qué gran actuación, qué colores tan maravillosos eligieron y qué perfecto fue el “casting”. ¡Qué extraordinaria gesticulación del modelo! Qué ideal fue la música de fondo para ensalzar el texto del anuncio, en que “timing” tan perfecto se sonorizó un atrayente de la atención, qué gran voz del locutor, qué gran talento creativo en lo global. Todo eso me hizo llorar en un anuncio, de verdad. Y luego sentí emoción de tener esta capacidad para emocionarme y admirar. Quizá mucha de esta capacidad está sustentada en prácticamente nunca ver televisión, salvo en estos raros casos (ocasionales partidos de un Mundial que sucede cada cuatro años) y sentir el efecto de la novedad, y claro, sin negar que mi conocimiento de muchas áreas involucradas en la comunicación, me permiten admirar y ser sensible a ciertas experiencias. Terminó el partido y apagué el televisor. ¡Bum! Qué intenso silencio se hizo. Luego del constante bullicio de la afición por dos horas, el silencio total. Al intentar apagar otro aparato, por accidente prendí el televisor y entró en pantalla un clásico programa de televisión matutino de revista… soporté verlo escasos tres minutos… paja, basura, entretenimiento vacío, burdo, como siempre ha sido ese programa. Y cuando apagué el televisor y me quedé pensando un rato en lo que vi, me resultó tan natural lo fácil que es manipular a la gente con esa fórmula: primero los entretenemos alimentando su estupidez con clases magistrales de ella, para luego escuchar propuestas políticas que esa gente podrá cree ahora tan fácilmente. Todo cuadra. En esta época de la vida, así como hace años, por Nueva Conciencia, recomendaba –y sigo recomendando– jamás ver televisión, ahora debo decir: no veas tantas redes sociales. Siento que aquí, no podría decir que no las veas en absoluto, porque quizá sería negar cierto tipo de evolución (las redes sociales tienen sus partes extraordinarias, verdaderamente positivas y generadoras de evolución), pero sí debo decirte enfáticamente: deja de ver “tantas” redes sociales, “tanto” tiempo y, además elige con inteligencia a quién dejas entrar a tu ser. ¡Usa el enorme poder que tienes en la punta de tu dedo al poder hacer “clic” en el botón eliminar! Yo lo uso con frecuencia. Si en mi Twitter (@alejandroariza) aparece un texto que siento negativo para mi ser, en ese instante dejo de seguir a esa persona o la persona que lo retuiteó. Cierro la puerta de mi ser a una influencia negativa. Ahora bien, sé que para que hagas esto requerirás de criterio, y este es otro tema, como enorme desafío. El diccionario de la RAE define la palabra criterio como: “norma para conocer la Verdad”, “Juicio o discernimiento”. Es la capacidad o facultad que se tiene para comprender algo. Y precisamente aquí está, de lleno, el enorme reto para ti. ¿Tienes esa “capacidad”? ¿Sabes cuál es esa “norma”? ¿Conoces lo que implica tener juicio propio? Las normas son reglas… ¿qué reglas tienes autoimpuestas para ti, para tu propia mejora, para tu evolución? Porque esa norma formará parte de tu criterio, de ella te surgirá la fuerza para hacer clic en el botón “delete” (borrar, eliminar), o seguir leyendo a alguien o viendo sus fotografías. Si no tienes reglas en tu vida, límites, esa norma esencial de tu criterio, te permitirás ver cualquier cosa, lo que publique incluso un cualquiera, un imbécil, un perfecto desconocido para ti. Hasta las malas noticias te serán una fuente de entretenimiento (como lamentablemente siempre lo han sido). Mi sugerencia: entretente con otra cosa por favor. Para que logres discernir, necesitas inteligencia, por estudios y por experiencias de vida. Necesitas leer de fuentes de gran valor y requieres atreverte a vivir. Todo ello, irá gestando tu criterio. Por lo mismo, mientras más joven, naturalmente menos criterio, y de ahí el tremendo impacto de las redes sociales, consultadas fundamentalmente por jóvenes. Pero aquí no quiero circunscribir esto a dichos mozos años, sino que, independientemente de la edad, se puede seguir siendo alguien sin criterio, el delicado caso de aquel que nunca aprovechó el tiempo, la oportunidad para estudiar y atreverse a vivir aprendiendo de la experiencia… y así, pudiendo llegar a una edad muy avanzada. A todo este tipo de gente me refiero. Y te reto a que analices si estás dentro de este grupo, gente a quien le falta ese criterio, hoy tan indispensable, frente a la puerta abierta de par en par que todo mundo tiene en la palma de su mano, trayendo en su celular abiertas sus redes sociales. Tu criterio lo irás forjando mientras más estudies y leas buenos libros, blogs extraordinarios, escuches a gente sensata e inteligente, para luego sacar tus propias conclusiones. Necesitas dedicar tiempo de estudio, tiempo de calidad, para crear tu criterio. Citaré algunos ejemplos que me vienen a la mente en mi columna de hoy donde, por falta de criterio, se expande un daño, donde hasta en algunos casos me llegó a salpicar un poco. Hace unos meses, recibí un mensaje por whatsapp donde un joven paciente mío me decía que lamentablemente no podría asistir a su consulta conmigo porque su mamá le había suplicado, implorado, casi volviéndose loca, que por favor no saliera de su casa porque iba a suceder un terremoto ese día en la Ciudad de México. Recuerdo que le respondí que si verdaderamente creía en eso y me contestó que no, pero que su mamá sí estaba como loca y que su papá pues también estaba preparándose para la catástrofe. Yo me encontraba muy tranquilo, como suelo siempre estar. Acto seguido, y sin solicitárselo, me envió el texto que gestó ese pavor en sus padres. Según esto, un texto publicado por un “experto” en predecir terremotos. Dudé en leerlo… pero caí en la estupidez de verlo. Alarmante, escalofriante, tremendamente aterrorizante. Por segundos sentí temor (bien fundado dado a mis experiencias personales en el tema “y por ver el texto, por leerlo”). Sentí temor por los que amo, más que nadie. De hecho, me llama la atención que jamás sentí temor por mí. Sólo por mis seres amados. Segundos después, volvió a mí mi Nueva Conciencia, a mi paz, a mi centro. ¡Nadie puede predecir terremotos! Y menos con una exactitud como lo informaba el texto en un especio de dos horas, advertía que sucedería entre las 3:00 y las 5:00 PM. ¡Hazme el chingado favor! Y mira nada más, aún así, hablé a mi oficina para, en privado, comunicarlo con alguien especial para mí, como queriéndole advertir, pero al mismo tiempo comunicando lo absurdo y estúpido que era ese comunicado por parte del “experto” (Humberto Eco diría que se trataría de un digno ejemplar de esa legión de imbéciles), pero para llevarme la sorpresa de que a quien se lo dije, alguien que tengo en alta estima y admiración ante su capacidad, me dijera: “…no, pero hay que estar alerta porque ese tipo sí es un experto”. ¡Dios! Ahí ya no supe que hacer. Luego, al conversar, me confesó esa persona que llevaba varios días leyendo del tema y fue tanta su angustia… ¡que se puso a investigar más sobre el tema! ¡Vio más de los textos del “experto”! (¡le dio más vida a la noticia!). Luego pasó el tiempo, pasaron luego de las 5:00 PM, donde no se movió ni un ápice la tierra, qué ganas tuve de hablarle a mi paciente y decirle unas cuantas cosas. Luego pensé que la realidad ya se las debería de haber gritando, sobre todo a su mamá. Conozco el nivel intelectual de esa señora, es francamente muy bajo. Así, no hay criterio, así entran las malas noticias y les da vida con tremenda facilidad. Luego, para colmo, la otra persona, la que investigó más, me dijo que no se trataba de “hasta las 5:00 PM” la posibilidad de terremoto, sino que hasta el día 5 del mes entrante, que quizá estuviera mal escrito el texto que me llegó. ¡Increíble! Pues he de confesar que todos los días, algunos segundos, existía cierta zozobra en mí ante tal amenaza, pero afortunadamente mi criterio me hizo olvidar rápidamente. Pasaron los días, pasó el día 5 del mes siguiente y la tierra no se movió aquí en la Ciudad de México como lo futurizaba el “experto”, incluso al nivel de exterminio de la población de la ciudad. Qué interesante sería ver a toda esa gente hoy en día que se angustió tanto y que le creyó. Esta experiencia DEBE SER parte del criterio que ser forma mediante atreverse a vivir e investigar y que, a partir de ya, cuando ese “experto” opine quede sólo reírse o, mucho mejor, jamás permitir que la opinión de ese llegue a ti. Quedó demostrada tan sólo su necesidad de hacerse publicidad, su sed de reflectores, pero nada más de ahí. ¡Criterio! ¡Criterio! Más adelante, me encantó la lógica de alguien tan importante para mí, cuando me confesó su angustia luego de haberse puesto a ver más del “experto”, pero llegando a la conclusión platicándome: “…luego de no poder dormir varios días, mejor pensé: bueno, todos nos vamos a morir algún día, la muerte es lo más normal del mundo, que llegue cuando sea, no hay que preocuparse de nada”. Voilà! Gran mejora basada en criterio. Otro ejemplo de estos días: las abrumadoras calumnias que se publican de todos los candidatos presidenciales. De verdad, ¡qué manera de querer confundir al elector! Sí, está en juego mucho dinero. Aquí podría poner una lista casi interminable, pero prefiero agrupar todas en el concepto mismo de esta columna. Amigos míos que juzgo inteligentes, cayendo en el engaño y haciendo clic en “compartir” para de inmediato viralizar una nota alarmante, falsa. Recuerdo que a más de uno le envié la evidencia de su error, cuando yo, mucho antes de compartir nada, investigué, leí, analicé y encontré la manipulación de la noticia y la evidentísima mentira que se expresaba en ella, solo con fines de desprestigio. Recuerdo que mi amigo me escribió en privado y me dijo: “¡Oh!, no sabía, qué bueno que me dijiste. Ya preferí entonces mejor borrar mi publicación”. Claro, yo había puesto mi opinión corrigiéndolo públicamente y si la dejaba, quedaría como tonto. A nadie nos gusta sentirnos tontos y mucho menos que quede públicamente demostrado. ¡Criterio! Sé que, en este punto, mucho se puede debatir, precisamente porque se trata de un ego colectivo. En mi libro, El verdadero éxito en la vida más allá del ego, expliqué desde hace muchos años cómo, si algo le caracteriza al ego, es una pasión por ganar y demostrar que ganó. Esa es la esencia del ego. El ego colectivo de grupos sociales hace gala en época de elecciones. Imagínate la combinación: ego colectivo más ignorancia abrumadora gestante de total falta de criterio, más redes sociales. Pues ahí radica esta tragedia social. Desde muy afuera, como me gusta observar las cosas, me resulta tan delicado el que tantas “voces” (de esas de las que habla Humberto Eco) publiquen que México podría caer en una tragedia social como la de Venezuela, que si eso sucede, dudo mucho que sea por el candidato que llegó al poder, sino más bien por tanto ver y publicar ese tipo de advertencias. Una vez más… la fuerza del pensamiento. A lo que ves le das vida. Y aquí viene a mi mente, imponente, uno de los conceptos más bellos y trascendentes que he aprendido en mi vida, una ley inexorable, para sintetizar lo que publiqué en mi libro, La fuerza del pensamiento: «Habiendo visto y sentido el fin, tú has dispuesto los medios para la ejecución del fin». –Thomas Troward. Éste celebre autor inglés, influenciado por el movimiento del Nuevo Pensamiento y el cristianismo, atinó a expresar una ley universal. ¡Ley! Inexorable. Necesito que entre hasta lo más profundo de tu ser la trascendencia de su implicación. Ve y lee de nuevo y despacio: “Habiendo visto y sentido el fin, tú has dispuesto los medios para la ejecución del fin”. Lo que yo digo en Nueva Conciencia: a todo aquello que veas le das vida. Troward lo expresa con maestría: “Habiendo visto y sentido el fin…”, es decir, por citar un gran ejemplo, todo eso que ves en tus redes sociales, tantas veces, que llegas a sentir la preocupación o angustia, ahí has visto y sentido el fin, anticipadamente, imaginando, del tal manera, hasta con videos, su música trágica de fondo, la voz alarmante, los textos amenazantes, que ahí “…tú has dispuesto los medios para la ejecución del fin”. Sí querido lector, querida lectora, mucho de lo que suceda en este país, energéticamente hablando, por ley universal inexorable, más sucederá por lo que vieron y sintieron como expectativa muchos, que por la llegada al poder de un candidato u otro. Si me preguntaras qué fue primero, el huevo o la gallina, yo te diría: el pensamiento. Ten cuidado con lo que ves en tus redes sociales y compartes. Desarrolla criterio y aplícalo. Sé más responsable del poder que tienes en generar o compartir algo. Recuerda uno de mis principios esenciales en mi filosofía Nueva Conciencia: cuando comunicas una tragedia, ahí mismo tú te conviertes en parte de esta. Puede darse el caso, respetuosa y naturalmente, de que no tengas criterio, pero ¿sabes?, yo creo que en muchos casos no se trata de que no tengas criterio, sino más bien en que no te das el tiempo de aplicarlo. Vivimos una época donde vamos muy de prisa, y más en redes sociales. Desarrolla criterio, y si lo tienes, date el tiempo para aplicarlo. Date tiempo. Este breve y famoso cuento puede aportar a tu criterio: Las tres rejas de Sócrates. Cuentan que un joven discípulo de Sócrates llegó un día a la casa del filósofo y le dijo: - Escucha, maestro. Un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia… - ¡Espera! –interrumpió Sócrates- ¿Ya hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme? - ¿Las tres rejas? - Sí. La primera es la Verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente verdadero? - No. Lo oí comentar a unos vecinos. - Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la Bondad. Eso que deseas decirme ¿es bueno para alguien? - No, en realidad, no. Al contrario… - ¡Ah, vaya! La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta? - A decir verdad, no. - Entonces –dijo el sabio Sócrates sonriendo- si no es verdadero, ni bueno, ni necesario, sepultémoslo en el olvido. Un último ejemplo en mi catártica columna de hoy: hace unos días vi que un amigo, a quien considero con criterio, compartió en su Facebook un video de un… no sé cómo decirlo… un…, comunicador, por dejarlo ahí. El comunicador afirmaba: “Para tener éxito queridos emprendedores, para ganar dinero, olvídate de lo que algunos “motivadores” (aquí lo expresaba con tono de burla) te recomiendan que hagas, de que hagas lo que amas, u otros que dicen que analices para qué eres bueno y eso hagas… ¡no! Nada de esto te servirá. La clave es (y aquí lo expresaba en tono como si fuera sabio y como si nadie más que él lo supiera): dale al mercado lo que el mercado quiere”. Luego se contradecía expresando al inicio de su video que el éxito está en la intersección de esos tres aspectos, pero al final del mismo video diciendo que al mercado “le vale madre” lo que ames o para lo que seas bueno. Me dio gusto que cuando vi ese video, se trataba de alguien a quien yo, hace muchos meses, lo eliminé, lo borré. Lo seguía hace algún tiempo, pero conforme lo escuchaba y, bajo mi criterio, lo percibí inadecuado. Y ahora que se apareció su video en el Facebook de un amigo, lo confirmé. Lo que propone este tipo en ese video podría llamarse: “Sé una prostituta del mercado y triunfarás”. Si el mercado quiere senos, dale senos, si el mercado quiere hacer el amor a las 10:00 PM, a esa hora sal y ábrete de… brazos, si el mercado quiere droga, consíguela y véndela. No señor, no, no estoy de acuerdo en obedecer así al mercado como fuente de riqueza y éxito sin más, eso sería ser una prostituta del mercado y no tener misión existencial ni un marco de ética y ecología que circunscriba mi servicio al mundo, sino ser un “emprendedor” a conveniencia (para que se oiga mejor), haz lo que sea, con tal de darle gusto al mercado, incluso si fuera en contra de ti mismo, todo justificado por ser emprendedor y ganar dinero. ¡No estoy de acuerdo! Repito, me alegré de haber eliminado de mi Facebook a tal sujeto. Pero qué delicado fue ver que, alguien que yo considero con criterio, lo compartiera. Si yo siguiera la recomendación del aquel sujeto, vería que el mercado en México quiere muchas cosas… que yo no hago, que yo no amo y para que lo que no soy bueno. Qué triste sería mi historia. Hasta vería con el rigor de la evidencia que el mercado mexicano quiere muchas cosas menos leer… así entonces yo no hubiera publicado nunca los 14 libros que llevo escritos hasta el momento. No, yo preferí confiar en dedicarme a hacer lo que amo. Y mira, sí hay mercado, mira cómo tu has alcanzado a leer esta columna incluso hasta aquí. Sí, hay gente que lee, gratis y pagando por ello. Dios deposita talentos en ti, luego de haber creado un mercado al que le urgen recibirlos. El plan de Dios es perfecto. Te repito mi filosofía de vida, una filosofía que creé y llamé Nueva Conciencia desde diciembre de 1992: Para triunfar en la vida, –y a mis pruebas me remito– a mí me basta con descubrir qué es eso que amo hacer, de tal manera, entendiéndolo como un regalo de Dios para obedecerlo con enorme placer, que se abrirá un mercado para mí talento de manera natural, consecuente y abundante. Dios no puso talentos en nosotros si no antes creó un mercado urgido de ellos. Por eso publiqué en mi página pública de Facebook (@Dr.AlejandroAriza) hace unos días algo en lo que creo: “Soy una persona muy importante para Dios, porque soy Su empresa viviente”. Si haces lo que amas, te aseguro que hay gran mercado para ello. Hay mercado para todo. Tu criterio y el Internet, podría ser tema de todo un libro, pero hoy no pude contener mi placer por escribirte. ¿Sabes? Yo mismo soy otra “mera opción” de publicaciones en Internet. ¡No me creas en nada de lo que digo! Nunca. Mejor te sugiero que sencillamente me leas, me veas o me escuches (y si quieres), y filtres por tu criterio si mis propuestas de Nueva Conciencia aportan valor a tu vida o no. Tú eres el del poder sobre ti. Tú eres quien decide si mis reflexiones te aportan valor o no, tú eres quien decide si mi análisis te ayuda para forjar tu criterio o no, tú eres quien decide si me eliminas de tus redes sociales o compartes lo que publico. Tú tienes ese gran poder, para conmigo y para con todos y para con todo. Yo solo iba pasando por aquí publicando lo que amo hacer en mi vida: dar conferencias y escribir como experto y autor en desarrollo humano y superación personal, comunicar ideas que te sirvan de autoayuda, invitar a la reflexión. Si algo he aprendido en mi vida, amorosa y pacíficamente, es que jamás intento convencer a nadie de nada, sino simplemente informo, comparto mis ideas, y hasta ahí llego. Intentar convencerte de algo sería colonizarte, y eso jamás está en mi intención. Sugiero que hagas lo propio. No intentes convencer a nadie, de nada, nunca. Intentar ocupar un territorio ajeno (la mente de otro) para explotarlo o dominarlo es deletéreo para todos los involucrados al final de la historia. Forja tu criterio, aplica tu criterio, filtra por tu criterio y comunica responsablemente al permitir que tus ideas las vean otros, porque en ese acto le dan vida, y ahí mismo, puedes hacer que viva un monstruo o una divinidad. Tú y yo y todos los que veamos eso, seremos aplastados por ese monstruo o bendecidos con esa divinidad. ¡Emoción por existir! –Alejandro Ariza.
6 Comentarios
Lo fácil es muy atractivo, te hace sentir que puedes hacerlo y sin mayor esfuerzo. Es bien sabido que gran parte del éxito de las tiendas tipo “Elektra” o “Famsa” en México, y por lo que han incrementado sus ventas, es debido a que brindan la oportunidad de “dividir” el monto total de lo que cuestan sus productos en fracciones muy pequeñas, semanales. Así, la percepción de lo que cuesta un producto es muy atractiva, por apreciarse como muy poca la cantidad a pagar. Una lavadora que pudiera costar 9,000 pesos, la puedes ver anunciada así: “¡Llévesela por tan solo 78 pesitos!” (hasta el diminutivo usan para expresar la moneda). Eso es todo lo que dice el anuncio; ya luego, investigas y descubres que son pagos semanales durante cuatro años. Cuando haces cuentas, la lavadora de este ejemplo te costará 14,976 pesos, porque ya te incluyen los intereses, pero aún pagando mucho más, se sigue “oyendo” súper atractivo, por lo fácil, pagar tan sólo 78 pesos por una lavadora, se trata del atractivo de lo fácil, los pagos chiquitititos. Pequeñas cantidades que cubrir es algo muy sencillo, y lo sencillo es sumamente atractivo, se hace alcanzable. Sé que esta estrategia de ventas suele tener un gran éxito por la falta de educación financiera en muchas personas, por la falta de visión y cálculo de mayores gastos a largo plazo, etc. Pero ese no es el punto que quiero destacar en mi columna de hoy. Con el ejemplo que te he dado, sólo quiero destacar lo fácil que es hacer pagos pequeños. Nadie se descalabra, financieramente hablando, si se hacen pagos chiquitititos, por lo menos durante el pago. Te quiero invitar a que tú te trates a ti mismo con esa gran ventaja. Dividir un objetivo que se aprecia como gigante y por ello, casi inalcanzable, difícil de lograr por su tamaño, hace que, logrando metas más pequeñas en dirección hacia la consecución de la grande, el famoso “poco a poquito”, terminemos logrando grandes hazañas, precisamente por haber “fileteado la meta”. Lo pequeño es manejable. Esto funciona para tus finanzas, como para cualquier otro objetivo en tu vida. Te platico esto por el éxito que noté ayer en los comentarios que recibí luego de haber dictado mi webinar “Módulo 1 de Inteligencia para el dinero” (si quieres estudiar este transformador webinar, puedes haciendo clic aquí). Ayer le sugerí al público asistente que si van a usar una tarjeta de crédito, luego de enseñar el mejor uso que se le puede dar a este extraordinario instrumento financiero que puede ayudar tanto en la administración personal de las finanzas, luego de hablar de la responsabilidad que implica, luego de explicar que siempre se debe actuar cumpliendo una ley de inteligencia para el dinero: jamás gastar más de lo que se gana, luego de sugerir que siempre paguen el total de su deuda para nunca deber nada a la tarjeta (ser “totalero”), luego de todas esas enseñanzas, es enormemente ventajoso aprovecharse de los beneficios de una tarjeta de crédito. Sin embargo, lo que vi que llamó la atención ayer fue mi propuesta: ser “totalero diario”, es decir, pagar tu tarjeta de crédito diariamente por las noches, para que todos los días amanezcas sin deuda alguna. ¿Te imaginas la dicha de amanecer todos los días libre de deudas? Eso se logra pagando tu tarjeta de crédito todas las noches. Fíjate qué sucede en esto de la percepción… Si eres de las personas que responsablemente pagan el total de sus gastos mensuales generados usando su tarjeta de crédito, está bien, pero no dejará de ser una cantidad de dinero “grande” (claro, dependiendo de tu estilo de vida referente a gastos). Es “un” monto a pagar cuando llega la fecha de corte de tu tarjeta. Supongamos que por tus gastos del día a día, se juntaron en el mes 7,500 mil pesos de deuda en tu tarjeta de crédito. Si tienes inteligencia para el dinero, tendrás el dinero en tu cuenta de ahorros para pagar el total sencillamente y como debe ser, dado que siempre que usaste tu tarjeta tuviste conciencia de que tenías el dinero en tu cuenta de ahorros para pagarla cuando llegara el corte. Muy bien, así debe hacerse. Sin embargo, si te esperas a pagar lo que tu tarjeta te reporte luego de su fecha de corte, en este ejemplo, los 7,500 pesos, es posible que, por algún descontrol de tus finanzas, no los tengas para pagar… ¡y ahí empieza la tragedia por usar tarjetas de crédito! Pensarás que, al tratarse de una tarjeta de crédito, no tienes que pagar el total hiper forzosamente, y si tenías guardados para pagar tu tarjeta unos 5,000 pesos, podrías pensar que mejor es pagar sólo 3,500 para conservar un guardadito de 1,500 (¡!), al fin que “no pasa nada” y ya el mes que entra Dios proveerá algún ingreso extra. Y eso nunca sucede y te puedes seguir con el error mes tras más hasta generar una bola de nieve que te aplastará por la gigantezca deuda que tú mismo te generaste. Una tragedia más grande de lo que puedas imaginar, y no exagero. Todo es percepción. Dado que tenías una deuda de 7,500 pesos en tu tarjeta de crédito y tú sólo tenías 5,000 en tu cuenta de ahorros para pagarla, percibes “como mucho” esos 7,500 pesos, los percibes como “tantísimo” precisamente porque ni tienes el dinero para pagarlo, sólo tienes 5,000 pesos, y como es “todo” lo que tienes, percibes como “amenazantemente grande” la deuda de 7,500 pesos. Tanto, que prefieres no “quedarte sin nada” y en vez de pagar los 5,000 pesos que tienes, mejor “guardas” 1,500 pagando sólo 3,500 pesos. Todo por “la oportunidad” que dan las tarjetas de crédito de poder pagar más adelante. O peor aún, cuando percibes incluso más atractivo “el pago mínimo”; en este ejemplo, los bancos usan el mismo atractivo que las tiendas que usé como ejemplo al principio, los pagos chiquitititos, eso sería pagar el mínimo… endeudándote más y más si, mes tras mes, sólo pagas ese pago chiquitito. Imagínate ver en un estado de cuenta: total a pagar: 7,500 pesos, pago mínimo: 900 pesos. ¿Ya viste el atractivo? Se avecina una tragedia si te vas por ese engaño. Y, ¿sabes?, qué fuerte reflexionar que todo empezó porque un mes percibiste “como mucho” el pagar el total, esos 7,500 pesos, y preferiste irte por la fácil, pagar menos (la fácil errónea). Vamos, de hecho, ni tenías el total para pagarlos, por falta de un registro de tus gastos y conciencia diaria de tus ingresos y capacidad de pago. Si tuvieras todo eso presente, todos los días, dejarías de usar la tarjeta de crédito cuando ya no tienes dinero en tu cuenta de ahorros para pagarla. ¡Ahí mismo se suspende enfáticamente el uso de la tarjeta de crédito! Pero no has adquirido inteligencia para el dinero y no sabes de este maravilloso control que todos podemos tener. Si quisieras saber más de este transformador tema, entra aquí a estudiar un webinar de cinco horas y media de duración o lee mi libro, en este enlace: Inteligencia para el dinero. Pero sigamos ahora con mi análisis de hoy… Imagina que de esos 7,500, te dijeras a ti mismo: “Puedes pagar tan solo 250 pesos”. ¡Y ya! ¿Los podrías pagar? Recuerda que tienes –siguiendo con el ejemplo– algunos miles en tu cuenta de ahorros. ¡Seguro que sí!, y hasta con gusto por tratarse de algo tan accesible… casi como que ni se sienten. ¡Qué son 250 pesos! Caray, ¡adelante con el pago total de esos 250 pesos! Pues llévate la sorpresa: eso es lo que pudiste haber gastado diario, por 30 días, y que generó los 7,500 pesos. ¡Hey! Pero qué diferente se siente tener que pagar de un solo golpe los 7,500 pesos a mini golpecitititos que ni se sienten de 250 pesos… diarios. Imagina que llegas a tu casa en la noche y hoy, por la maravilla que es el uso de la tecnología, acostado en tu cama, con tu celular inteligente, entras a tus cuentas del banco, ves la deuda de 250 pesos en tu tarjeta de crédito, ves el saldo de tu cuenta de ahorros, quizá imagina 4 mil pesos, y sólo de ver ese pago “chiquititito” (percibido así por la comparación de lo que tienes contra lo que debes), ¡ahí mismo lo matas! Con tan sólo oprimir un botón ves cómo eliminas la deuda y dejas tu tarjeta de crédito en ceros. ¡Uf! ¡Es tan maravilloso esto! Sientes el poder de eliminar deudas, ¡diario!, sientes poder y paz para irte a dormir, sientes seguridad de saber que nunca creas tragedia financiera en tu vida, y amaneces, todos los días, sin deuda alguna. ¡Eso es saber vivir en paz y seguridad por inteligencia para el dinero! Eso fue algo de lo que ayer expliqué en mi webinar “Módulo 1 de Inteligencia para el dinero”. Y ese fue un punto de más de 10 sugerencias transformadoras y de aplicación práctica e inmediata que compartí. La vida te cambia con pagos chiquitititos. Te haces la vida más fácil. ¿Leíste bien? Tú te haces a ti mismo una vida más fácil y segura, te haces sentir capaz, con estas pequeñas, pero poderosísimas, mejoras en tus hábitos financieros. Y aquí algo también poderoso: al ir pagando esos pagos chiquitititos, diariamente al ver tu saldo de tu cuenta de ahorros, sabrás claramente hasta cuándo parar, cuando ya no tengas ni para esos pagos chiquitititos, y ahí, por estar tan consciente todos los días, dejas de usar, de forma tajante, tu tarjeta de crédito. Final de la historia: jamás te endeudarás. Siempre vivirás seguro y en paz. Te cuidas a ti mismo. Te generaste la conciencia de pagos chiquitititos y fue fácil para ti crear y sostener esa paz y esa seguridad. Hace unos días leía un blog de Kabbalah donde se afirmaba: “Cuando se tambalea tu economía personal, se tambalean todas las demás áreas de tu vida”. Yo lo he afirmado desde hace muchos años en mis conferencias, y hoy ampliamente expuesto en mi libro, Inteligencia para el dinero: existe una relación directa entre tu estado de ánimo y tus finanzas personales. ¿Sí has notado cómo te cambia el carácter cuando tienes o cuando no tienes dinero, verdad? Pues a eso me refiero. De verdad, no puedes vivir “a expensas” de tus finanzas descontroladas para sentirte bien o mal, sería como afirmar que generas las condiciones para no tener control sobre tus emociones. ¿Ya viste la relación y la desgracia autogenerada? Si innegablemente existe una relación entre tu dinero y tus emociones, controla tu dinero y controlarás buena fuente de tus emociones. La misión de mi vida, la misión de Nueva Conciencia, es: “Ayudar al ser humano a sentirse extraordinariamente bien”, y precisamente cumpliendo esa misión es que comparto este tipo de información, como nunca antes. Sé dueño de ti. Gobiérnate. Ten autocontrol. Pero… ¡hazlo con Nueva Conciencia, atractivamente fácil! Con pagos chiquitititos. Esos que puedes ver diario, todas las noches, entrando a tu banca móvil y pagando el total de tu deuda diaria; verás lo fácil de pagar y no tener ninguna deuda al final del día, dormirás en paz y más profundo que tomando un somnífero o un ansiolítico que, muchos piensan que no funcionan porque siguen con su ansiedad e insomnio. Cuando ves sus finanzas, comprendes que, efectivamente no les va a servir ningún ansiolítico. ¿Cómo! Si diario ellos se generan y se incrementan la fuente de su ansiedad, sus problemas económicos. Sirva esta columna para seguir cumpliendo mi misión. Espero haberte explicado con demasiado detalle la esencia de mi mensaje: lo que percibimos como pequeño es más fácil de manejar. Los “baby steps” son atractivos por ser pasos pequeñitos, pero que, si los das diariamente, te llevan a distancias que jamás creíste que podrías alcanzar, ¡y las alcanzas sin mayor esfuerzo! Observa cómo lo hacen los “body builders”, los empresarios, los constructores, y hasta los grandes conquistadores de corazones, y muchos otros ejemplos más. Cuando vemos sus resultados, los percibimos tan grandiosos que nos quedamos sólo admirándolos y con esa sensación de que nosotros jamás podríamos tener un cuerpo como ese, una casa como esa, un éxito financiero como ese o una relación como esa. Pero si entras a los hábitos de esos “grandes”, descubres que fueron pequeños, muy pequeños detalles, diarios, los que generaron y los llevaron a donde están. «Este es un pequeño paso para el hombre, y un gran paso para toda la humanidad». –Neil Amstrong. Primer astronauta, en la historia de la humanidad, que pisó la Luna. ¡Emoción por Existir!
–Alejandro Ariza Z. He escrito todo un libro al respecto, Calidad de vida. Sin embargo, un concepto esencial que hoy quiero compartir contigo es consecuencia de una observación fenomenológica que he venido realizando en los más recientes años de mi vida: “Tu calidad de vida sólo mejora cuando entiendes” Puedes tener acceso a información de enorme valor, información diseñada a cambiar vidas para bien, pero tu vida jamás la cambiará si no entiendes esa información. Una cosa es tener acceso a la información, algo que de por sí ya es un gran embudo discriminatorio, y otra es entender esa información, un embudo muchísimo más angosto, por el que muy pocas personas pasan. Por eso muy pocas personas logran mejorar la calidad de su vida. Imagina a alguien caminando por las calles y voltea a ver la ventana de un banco donde se asoma un enorme poster diciendo: “Aprovecha un crédito hipotecario con una de las tasas más bajas, 9.8 %”. Bien, ahí está la información llegando a la persona, grande, en letras rojas. Poca gente tiene acceso a este tipo de información. Ahora bien, la gran pregunta para la persona: ¿Entendió la ventaja competitiva? ¿La persona tiene valores de referencia para poder concluir también por su parte de que se pudiera tratar de una real gran oferta o sólo se trata de una imagen diseñada con mercadotecnia pero que no es una ventaja realmente competitiva? ¿La persona sabrá lo que significa la palabra “hipoteca” o la palabra “tasa”? Pues bien, sólo si la respuesta es “sí” a todo esto, es que la persona podría optar para mejorar su calidad de vida mediante la información que llegó a ella. Por eso, en varias de mis conferencias he afirmado y revelado el enorme poder de tan sólo tres palabras: “Si entiendes, cambias”. Ahora imagina que una persona lee un texto en Internet diciendo: “¡Tenga cuidado con el GMS que daña su salud!”. La información ya llegó a la persona, algo que a pocos les llega y ya es un privilegio; pero, la gran pregunta para la persona: ¿Entendió el por qué de la advertencia? ¿La persona sabe qué significa “GMS” y los efectos a nivel del sistema nervioso central y la generación de una adicción? ¿La persona sabe a qué me refiero con “sistema nervioso central”? ¿La persona sabe en qué tipo de alimentos se adiciona el GMS para crearle adicción? Si la respuesta es “sí” a todas estas preguntas, la calidad de vida de la persona mejora ostensiblemente al elegir mejor lo que come y eliminando este químico. Por eso, sólo “si entiendes, cambias”. Otra: imagina que la persona lee una noticia en redes sociales o escucha noticias donde las declaraciones de Donald Trump elevando los aranceles al aluminio dañará gran parte de la economía del país afectando los bolsillos de muchos mexicanos. La información ya llegó a la persona, privilegio de pocos. Ahora, la gran pregunta para la persona: “¿Sabe lo que significa la palabra “arancel”? ¿Entiende la relación directa entre elevar los aranceles al aluminio y las diferentes industrias y fábricas que deberán compensar esa alza con la medida más común ante dificultades económicas empresariales: despedir a gran cantidad de empleados? ¿La persona alcanzará a ver la relación directa entre una declaración, el alza de productos, el desempleo, la mayor posibilidad de incremento de la población que se siente obligada a abrise paso en las filas de la delincuencia, la contracción de flujos de mercado y el golpe al bolsillo de la persona común y corriente? Si la respuesta es “sí” a todas estas preguntas, la persona podrá mejorar su calidad de vida llevando a cabo determinados movimientos en sus finanzas para blindarse ente tal desavenencia. Si la persona no entiende, sencillamente se verá afectada no por lo que sucede, sino por su ignorancia, su falta de entendimiento, para saber qué hacer frente a lo que sucede. Si entiendes, cambias. Si no, imposible que logres cambiar mejorando tu calidad de vida. Otra más: La persona fue a la estética y alcanzó a ver un anuncio en una revista donde alcanzó a leer: “Acuda a su médico si luego de tener relaciones sexuales con desconocidas(dos) observa lesiones tipo chancro en sus genitales, o incluso si han pasado años de una “aventura” observa pápulas en sus manos”. Una información de enorme valor llegó a la persona. Pero, la gran pregunta: ¿Entendió qué significa la palabra “chancro” o “pápulas”? ¿La persona tiene el hábito diario de revisar su piel y genitales? ¿La persona sabría a qué médico acudir al encontrar algo que suponga sea a lo que se refiere el artículo? Si la respuesta es “sí” a todas esas preguntas, la calidad de vida de la persona mejorará de enorme manera, pero si no entiende, la persona, con el paso de los años, está destinada a sufrir de alteraciones incluso cerebrales y conductuales porque el treponema ya llegó al SNC. Una más… la persona escucha en el noticiero: Banxico aumenta la TIIE, le recomendamos tener cuidado con el uso de su tarjeta de crédito. Bien, una valiosísima información llegó a la persona, pero ¿entendió lo que significa? Si la persona sabe lo que significan las siglas TIIE y si sabe la relación directa que tiene con el incremento de las tasas de interés de créditos volátiles, por excelencia el de las tarjetas de crédito (¿sabe la persona que los intereses que paga en su tarjeta de crédito mes tras mes es “volátil”, sabe la persona lo que significa la palabra “volátil”?), y al mismo tiempo… ¿sabría aprovechar el incrementar sus inversiones porque ahora la tasa de rendimiento aumenta por la misma razón? Si la respuesta es “sí”, la calidad de vida de la persona mejoraría mucho, pero si no, está destinada a sufrir los embistes no de la economía, sino de su incapacidad para entender la información de economía que pasó frente a sus ojos. En tantas de mis conferencias he explicado que el ser humano no ve con sus ojos, sino con su mente. Los ojos son herramientas en el proceso de la visión, pero alcanzar a ver realmente, es privilegio de la mente, ahí donde se abre la posibilidad de entender y sólo así, cambiar, mejorar. Escuchas una canción que sientes hermosa... la información, en su versión música, llegó a ti... pero no entiendes lo que dice la letra porque está en un idioma diferente al que tú hablas. ¡Puf! ¡Te estás perdiendo de lo más significativo de la obra! Todo por no entender. Sientes bonito pero de ahí no pasas, esa canción no mejorará la calidad de tu vida porque no entiendes el mensaje que trae y lo que venía como mensaje transformador para ti. Tremendo. La persona va caminando por el supermercado y lee un producto: “No contiene aspartame”. La información la tiene frente a sí… pero… ¿entiende esta enorme ventaja? La persona sabe qué es el aspartame y cómo afecta la salud y por qué se usa en determinados alimentos. Si la respuesta es “sí”, la calidad de vida de la persona mejorará en gran medida, pero si no, la persona está destinada a enfermar. A veces veo a tanta gente observar anuncios, textos, páginas, programas de televisión, y cuando no veo que ni se inmuten, deduzco: sólo está viendo colores y figuras, pero el significado le está vedado, le está encriptado mediante su incapacidad para entender. ¿Quieres mejorar tu calidad de vida de verdad? Pero, ¿de verdad? Tienes que hacer lo que sea necesario para entender. Aquí cuatro sugerencias:
Dinero, sexo, política y religión. Necesitas invertir dinero para adquirir conocimiento y atreverte a hablar, a preguntar, de estos temas. Estos temas son clásicamente “prohibidos” en la etiqueta social. Para quedar bien, mejor no hablar ni tocar esos temas. Pero precisamente por no hablarlos ni tocarlos, hay tanta falta de entendimiento al respecto y sus deletéreas consecuencias. Yo mismo he notado, como líder de opinón y experto en algunos temas, cómo cuando creo un curso de temas “ligeros”, es muy grande la aceptación y las ventas, pero cuando deseo explicar, hasta con cierto sentido de urgencia para prevenir el daño a tanta gente, y hablo de dinero o temas delicados de salud, la gente evade. ¡Qué impresión! Pero qué lógica tiene con la directa relación que observo en la sociedad: pobreza, angustia financiera, enfermedad, miedo e incertidumbre. Todo por no entender. Todo por evadir dos cosas que le mejoran la calidad de vida a cualquiera:
Si entiendes, cambias. Necesitas darte el tiempo para dar esos dos pasos. Nota hiper aclaratoria: el tiempo no llega, el tiempo no hay que esperarlo para que de repente pase, como vagón de tren, vacío y ahí podamos usar ese espacio para adquirir información y entenderla. ¡No, así no funciona! El tiempo sencilla y mágicamente aparece en el prístino instante en que tomamos la decisión de aprender. ¡Voilà! Ahí lo tienes. Por eso he definido el tiempo en tantas de mis conferencias: “El tiempo es una medida de interés”, no un espacio entre un evento sucedido y otro por suceder. De esta manera, la gran pregunta sería: ¿qué tanto deseo tienes de mejorar tu calidad de vida? Porque de tu respuesta surge imponente y de inmediato el tiempo para adquirir información “y” entenderla. De lo contrario, vivirás encarcelado en una prisión sin barrotes, el calabozo de tu falta de entendimiento. Imagina una oscura cueva, maloliente, sumergida metros y metros bajo tierra, llena de suciedad, infecciones, carencia y hambruna, llena de gente vulgar y en un ambiente amenazante… pero sorprendentemente con la “puerta de entrada” abierta de par en par, sin que salga nadie de ahí, y al voltear para arriba, en el marco de la entrada, lees un letrero colgado: “Prisioneros por no entender”. Así, así se mantiene y se conserva la gente dentro de ese calabozo de libre elección. ¡Sal de ahí! ¡Entiende! Haz lo que tengas que hacer para entender, pero ya, ¡entiende! Descubre el sentido profundo de la información que llega a ti o por la que vas, percibe con claridad hasta que así se te revele la verdad, así se sale del calabozo y jamás se regresa a él. ¡Entender es hermoso! ¡Entender es sublime! ¡Entender es el inicio de una cascada de virtudes! ¡Entender es el efecto bujía que prende tu emoción por existir! ¡Entender es una puerta de entrada a un mundo de beneficios y bendiciones diseñadas precisamente para ti! Entender es una puerta por donde pasa sólo una persona a la vez. ¿Será ya tu turno de pasar por ella? ¡Espero y deseo que así sea! Te veo del otro lado de esa puerta con gran… ¡Emoción por existir! –Alejandro Ariza. PD: Te invito a entender una serie de beneficios para tu paz, seguridad y prosperidad al alcance de tu mano, o mejor dicho, al alcance de tu mente. El módulo 1 de inteligencia para el dinero el próximo lunes 18 de junio. Toda la información haciendo clic aquí. ¡No te lo pierdas! Mejorará tu calidad de vida grandemente mediante pequeñas chispas de entendimiento que se pueden aprovechar para mejorar. |
Dr. Alejandro Ariza Z.Conferenciante inspiracional, autor, médico y empresario. ¿Te interesa recibir todas las publicaciones de Alejandro Ariza?
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Octubre 2024
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