¡Cómo me he acordado hoy de una anécdota que repetidamente me platicaba mi papá, q.e.p.d.! Y todo porque hace un momento escuché claramente en mi mente decir que, viéndolo bien, el portal de una institución que estaba analizando, se ve bonito... ¡cuando hace un par de meses se me hacía horrible! Mi papá un día me platicó que cuando fue joven y se fue a hacer su Servicio Social, como muchos médicos, se fue a un lugar tan, tan humilde, con tantísimas carencias, que cuando llegó, sintió cómo se deprimía cuando salía de su cuartito de consulta y lo único que veía a lo lejos en el campo que lo rodeaba, era una vaca fea, tan desnutrida que hasta las costillas se le veían bajo la piel y moviendo la cola para espantar las muchas moscas que tenía encima. Luego, sin embargo, pasados unos meses de estar ahí, un día amaneció y al abrir la puerta, estaba la misma vaca y dijo: "...bueno, viéndola bien, la vaca está bonita, así con sus ojotes y tal...". Nos reíamos. Luego, un día a mí se me quitó la risa cuando me dijo alguna vez que cuando vió a mi novia y que yo le decía lo bonita que era, pensó en esa anécdota. En fin, historias de familia. Cuando hace un momento me sorprendí diciendo eso del portal en Internet de una institución que estoy analizando, fue que sentí el impulso de escribirte esta pequeña columna; por un lado, sea como sea, me sigue dando una alegre nostalgia, se me siguen llenando mis ojos de lágrimas al recordar a mi papá, ¡lo extraño tanto! Hasta sus bromas las extraño mucho, y por otro lado, aprovechando tan sólo para decirte que tengas cuidado porque la costumbre puede hacerte percibir belleza donde no la hay. Y, como viste en mi relato, no, no solo se refiere a vacas o personas, sino hasta portales en Internet o marcas o tu cuerpo o tus finanzas personales, etc. De hecho, bien podrías analizar con esta lección de vida la imagen que crees dar a tus clientes y a la que ya te acostumbraste a dar. Puedes creer que tus clientes te vean bello y atractivo, cuando quizá te vean... digamos..., diferente. Sé que en la vida es un desafío ser objetivo, realista y con sana autocrítica, pero podrías apoyarte en lo que te opine un experto de lo que tú estás observando. Vale la pena escuchar un punto de vista externo a tus costumbres. Vale mucho la pena tener en tu vida a un maestro y a un amigo, con esos dos tienes para progresar. Con lo que te opinen, quizá te lleves una sorpresa, para bien o para mal, pero será una información de gran valor para ti. ¡Emoción por existir! Alejandro Ariza.
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Ya sea una expresión de asombro como de golpe o la enunciación de un grupo de progenitoras, sin duda es un golpe a la cotidianidad el día de hoy, día de las madres.
¡Felicidades mamá! Luego de la trillada y obligada felicitación por toda una tradición y costumbre social en 10 de mayo en México, paso a comentar algunas ideas de las que sentí el impulso por plasmar en este espacio, lo que alcanzo a ver. En mi caso, al igual que supongo el de muchos, festejo a mi mamá siempre que la veo. Festejar y admirar a mi mamá no es cuestión exclusiva o superlativa el 10 de mayo. La festejo, le aplaudo y la admiro siempre. ¡Siempre! Lo merece. Sobre todo, vivo con un constante sentido de agradecimiento profundo por todo lo que mi mamá ha hecho para salvarme, literalmente. Hoy que sigo creciendo y conociendo de la vida, admiro más y más a quien se ha atrevido a ser mamá, toda una experiencia de la que incluso la más nimia dimensión nos está vedada al género masculino. De verdad… si eres madre… todos mis respetos y profunda admiración. Una mamá de verdad, es otra raza. Una mamá de verdad, es otro nivel. Una mamá de verdad es una heroína en la familia. Me consta en lo que he atestiguado -y siendo beneficiado- como hijo, y también por lo que alcanzo a ver en mi consulta. De verdad, y por ello, mis respetos y mi mayor admiración a quien se ha atrevido a ser una mamá de verdad en toda la extensión de la palabra. Ahora bien, desde otra perspectiva… ¡madres!, como expresión de golpe social, también me impulsa a comentar al respecto. Tuve el gran desatino de ir a Liverpool ayer a comprar una lámpara y… ¡Dios! Atestigüé con mis propios ojos un tipo de “mini-navidad”, comercialmente hablando (o quizá sea esa la única forma de hablar de esos temas en esos lugares?). La cantidad inmunda de gente en una tienda departamental por pretexto del día de las madres me asombró. Descuentos y descuentos si compras uno o dos o tres artículos más para mamá en sus anuncios que te entregan desde que entras al estacionamiento!, de verdad que me arrebata el aliento con asombro al imaginar la enorme cantidad de gente que se emociona con eso descuentos y “aprovecha” para comprar y no ve lo que hay en el interlineado de esos mismos anuncios promocionales: “¡Deja tu dinero aquí!, no importa si es con uno, dos o tres artículos y no nos importa si son para tu mamá o no”. De verdad es tan solitaria esta sensación de darse cuenta de lo que los demás no, es como estar en “Matrix” y no poder explicar a la gente nada, no escuchan, no te ven. Sé que yo muy personalmente no disfruto nunca de ir de compras, de hecho no me gusta, pero desatiné ayer a pasar rápido por algo. ¡Cuánta presión social sentí que hay por un día eminentemente comercial! Tú puedes festejar a tu mamá cualquier día, todos los días, pero pareciera que si lo haces el 10 de mayo, será más valorado, y si le “compras” algo, pero si se lo compras y regalas el mero 10 de mayo, será singular! ¡Qué fuerte y triste a la vez alcanzo a ver este fenómeno! De hecho, por conversar con gente cercana, me asombro que hasta algunas mamás, así sienten, mayor afecto si se les concentra la atención el mero 10 de mayo. La verdad, lo que alcanzo a ver en estos fenómenos psicosociales es una sociedad todavía muy primitiva. No puede ser que miles y miles todavía no despierten a ver el eminente, y muchas veces exclusivo, evento comercial. Algo muy lejos del amor auténtico en el binomio madre-hijo, madre-hija. Repito, sin duda una mamá por serlo, ¡merece que exista un día donde se honre con gran distintivo, bombo y platillo el ser madre! Una madre de verdad, de esas en toda la extensión de la palabra, es un tipo de superhéroe, pero a diferencia de muchos de ellos, casi no tiene reconocimiento. Por eso es muy buena idea, convertida casi en necesidad, la creación de un día específico donde se les reconozca, sin duda un día donde se satisface una gran, gran necesidad de reconocimiento. Festejo y enarbolo que ese día, como oportunidad de honrar un tipo de ser, exista. Lo aplaudo y pienso menester, por el más prístino merecimiento, que se distinga un día para honrar un ser tan extraordinario como lo es una madre que de verdad siempre quiso serlo y lo logró con honor. Pero de eso a transformarlo en un intenso fenómeno comercial con su incluida presión social de compromiso, no, con eso sí no puedo. Eso me pone en pausa. ¡Paso! Me impresiona que pudiendo ser una sociedad un poco más evolucionada -sólo un poco para ello- podríamos festejar a las madres el primer domingo de cada mayo, pero no… tiene que ser el mero 10, sea el día que sea, para que tenga más valor, como valorando aún más el triunfo de que por sobre cualquier otra ocupación, la familia se tenga que reunir a una comida para festejar a la madre. Y nótese que aunque ciertos grupos más evolucionados sí festejaron a sus mamás el domingo pasado (por los retos de que el día oficial cae entre semana), otros prefirieron hacerlo “como debe ser” hoy mismo. (¡O incluso los dos días!). Y nótese que lo ideal, ideal, ideal, es “la comida”, porque aunque sea el 10 de mayo, si es desayuno quizá levantemos muy temprano a mamá y no sea prudente, si es cena, quizá la desvelemos y no sea prudente, entonces… ¡comida para que sea ideal! Sé que los restaurantes hoy hacen su agosto. Y bien merecido lo tienen. Hay que aprovechar este fenómeno comercial y compensar con creces la falta de ventas de tantos días. De verdad, no sé que me pasa, pero imaginar que un mesero muy prudente y servicial le diga a una señora que a todas luces de ve mamá: “Felicidades señora”… ¡¿Qué onda?! Mejor ve y díselo a tu mamá. ¡Ah!, perdón, olvidaba que él está trabajando y no puede decírselo a la hora de la comida a su mamá. Además, debe quedar muy bien para que una mesa tan grande, de tantos comensales, dejen buen propina y se reparta buen dinero hoy entre meseros y cocina. Perdón, olvidaba que también ahí hay un doble mensaje. ¿Rosas? Hoy 10 de mayo, junto con el 14 de febrero, son las ventas más altas de mis amigos floristas. También deben aprovechar este intenso fenómeno comercial de presión social. De hecho, de las ventas relacionadas a estos dos días, es como pueden salir adelante muchas tiendas de flores. No pues, yo declaro que no puedo con esto. Y en ésta era, no se diga lo que desfila en facebook o twitter o la incomodísimas cadenas de felicitaciones o videítos en whatsapp que llegan por desconocidos. Tanta gente necesitando aprecio enviando a absolutamente todos sus contactos este tipo de mensajes. No, no puedo con esta mini-navidad. Yo, por mi lado, vivo en la pacífica gracia de poder estar con mi mamá cuando ella me lo pide o cuando yo lo quiero o necesito. Yo no le regalo ni flores ni comida, mejor le escribo una carta desde mi corazón y hago con mi vida lo mejor que puedo ser, para que con ello también exista la posibilidad de que mi mamá se sienta orgullosa de parte de su creación. Le hago sentir a mi mamá que estoy disponible para ella en cualquier momento que realmente lo necesite y eso me funciona mejor. Y no, no creo que sea mejor esto para todos, aquí no se trata de ver qué es mejor… simplemente estoy pensando en voz alta y expreso lo que me funciona mejor a mí, pero que sin duda no será lo mejor en sí mismo como estrategia generalizada. Sin duda podrá existir alguien que prefiera, como mejor, ir a comprar un regalo extraordinario, quizá compitiendo entre hermanos y familiares -muy parecido a lo sucedido en Navidad- y asombrar a la gente reunida, más que otra cosa. Y si hay dinero de verdad, pues el mariachi se impone, y también este sector se ve beneficiado. ¡Bendita comercialización para tantos! Incluso hoy bajó el dólar. El dinero se mueve bien hoy. Hay que aprovechar… mañana día 11 se acaba el beneficio de este inconciente colectivo de gran movimiento comercial. Y si en la familia no hay tanto dinero están los CD’s… específicamente no puede faltar una canción trilladísima, creo es el único día que mantiene su fama, y solo por una canción, la opción de mi amiga Denisse de Kalafe con su comercial éxito “Señora, señora”. Hoy es ideal poner esa canción para tantos que necesitan de que otra persona diga lo que ellos no pueden decir tan fluidito y atinado. La verdad, yo tampoco puedo con esto. Sé que en Navidad tengo síndrome Scrooge, y en este día síndrome de niño de probeta. No sé. No sé si me esté pegando el síndrome Germán Dehesa, donde se queja amargamente de este tipo de fenómenos comerciales y de presión social, pero me resisto a sentir el “tener que” hacer algo especial para mi mamá precisamente en este día y a la hora de la comida y con determinada canción y regalo especial. De verdad no puedo. Aunque la esquina relajante de todo esto es que no siento el tenerlo que hacer como imperativo categórico. Entonces, todo bien. Todo en orden. Casi. Porque -como gran pero- no dejo de sentir en el ambiente rosando mi piel, la presión social de ¡madres! Se quiere asomar la culpa hasta por expresar aquí lo que alcanzo a ver, pero no. La esfumo concentrándome en amor de verdad. Mientras más vacía o fracturada esté la relación madre-hijo, madre-hija, más necesidad -como tal- de festejo habrá para evidenciar la otra verdadera necesidad, la de reafirmar los delgados hilos que quedan de unión para usarlos en ganancias secundarias ulteriores. Quizá festejar obligadamente hoy, haciendo énfasis de que si la condición es por obligación tácita, también quizá se trate de pagar el boleto de la libertad listo para usarse a partir del día de mañana, día 11. Si hoy no festejas absolutamente nada con tu mamá, y mañana y los días siguientes sigue habiendo amor y paz entre tú y tu mamá… entonces sí se trata de amor puro, tú sin necesidad de cumplir y sin miedo a reproches, y ella sin necesidad de control o afecto por imagen social. ¡Madres! Alejandro Ariza. |
Dr. Alejandro Ariza Z.Conferenciante inspiracional, autor, médico y empresario. ¿Te interesa recibir todas las publicaciones de Alejandro Ariza?
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