Todos los días puedes preocuparte si ubicas tu atención ahí en donde sucede algo preocupante, como la tragedia que algún familiar especializado en comunicarlas te habla, como algunos recuerdos que eliges tener, como hoy en día son las noticias del minuto a minuto. Entonces, ¡fácil! Sal de ahí enfocando tu mente a un tiempo más adelante. Lo he dicho una y otra vez en mis conferencias: ¡La vida es hacia adelante!
Cuando entiendas que ese el único vector real de la vida, empezarás a empalmar tu pensamiento en la misma dirección, ¡hacia adelante! Ve hacia adelante mediante el enorme poder de tu elección. La capacidad natural del ser humano para recordar es en donde puede caer tentado en la trampa y elegir recordar un evento doloroso. Oye…, pero si has de elegir ver hacia atrás, ¡también puedes elegir recordar un maravilloso recuerdo! Se trata de aplicar inteligencia a la elección. De entrada te ayudo con algo: Quítate la idea de que un pensamiento es el que te gobierna y de esa manera, casi irresoluta, todo el tiempo estás pensando en ello. Como si no dependiera de ti. Esto lo he escuchado con frecuencia en mi consulta. Pacientes que me dicen que todo el tiempo están preocupados por lo que sucedió y que no encuentran la manera para quitarse esa idea de encima. Aquí te voy a revelar algo muy delicado (por confrontante): La principal razón por la cual parece que un idea no te deja y se aparece como pensamientos reiterativos sin control es porque… ¡no tienes otra cosa en la cual pensar! Has decidido ser víctima de un pensamiento en vez de ser el creador de los mismos. Si tú solamente recibiste una noticia muy impresionante, una tragedia, un problema, y tú no haces absolutamente nada para meter a tu pensamiento, a tu mente, alguna otra idea, naturalmente lo único que está revoloteando en tu cabeza es esa primera mala noticia. Y aquí algo más: si solamente has elegido mantener ese pensamiento en tu mente, empezarás a percibirlo de gran tamaño, enorme. Y de una vez te digo: el tamaño de un problema está más relacionado porque no tienes otro pensamiento con la cual comparar su tamaño que con el tamaño del problema en sí. Esta es la razón por la cual uno de los pilares esenciales de mi consulta es un tipo de “logoterapia” donde me escuchan, coloco en sus mentes “otros” pensamientos, otras perspectivas, con una intensidad emocional que es prácticamente una conferencia privada para ellos, eso además de que los yo los escuche con profunda atención (lógicamente), y el otro pilar esencial de mi terapia es recomendar a mis pacientes leer determinados libros. Muchas veces de una consulta a otra prescribo al paciente que lea uno o dos capítulos de determinado un libro especializado y exclusivo, ideal para él, para ella. De esta manera, a lo largo de los años, he notado cómo aquellos pacientes que siguen la indicación me informan que aquello que les preocupaba originalmente ha empezado a perder fuerza en su vida. ¡Lógicamente! Tienen algo más en qué pensar. Uno de los más grandes problemas del ser humano es cuando no tienen nada que hacer, y por ello, naturalmente, lo que le comuniquen y que le impresione será en lo que pensará preponderantemente a lo largo del día. Si estoy logrando explicarme en esta breve columna, será más claro para ti aquel concepto que dice no hay mejor terapia que la ocupacional. ¿Has notado cómo cuando estás enormemente ocupado hasta el hambre se te va? ¡Hasta el hambre! Si mediante la diligente ocupación, esa que requiere de tu total y profunda atención y enfoque, logra que incluso olvides las necesidades de tu cuerpo, como darle de comer por horas y horas, quizá todo el día, imagina lo que logra frente a *un* pensamiento alterno, *una* preocupación. ¡Lo esfuma! Lo convierte en nada durante todo el tiempo en que estabas ocupado (¡y no se diga si eso en lo que te ocupaste te encanta!) La preocupación se convierte en nada, literalmente. Y puedes comprobar esto también cuando terminas la ocupación. Momentos en donde súbitamente "regresa" el pensamiento preocupante, y es que ya hay especio para él. Mi sugerencia con esta breve columna es invitarte a la reflexión, como siempre. Para que sepas que tú tienes un poder mucho mayor del que alcanzas a imaginar mediante la libre elección de tus pensamientos. Éste es el poder que tiene una columna como esta, este es el poder de escuchar con atención podcast, este es el poder transformador de la lectura de buenos libros, este es el poder de la conversación con alguien inteligente y bondadoso. Éste es el divino poder de la oración. Esperando que esto te haya llegado en un momento ideal para ti, te recuerdo que saber y poder elegir, es parte de lo que puede generarte una gran… ¡Emoción por existir! -Alejandro Ariza Z.
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Me encanta el cuento en donde un Maestro Zen, cuando alcanzó la Iluminación expresó: – ¡Oh! Maravilloso prodigio: puedo ir al pozo, sacar agua, cortar un poco de madera y regresar. Uno de sus dicípulos le preguntó: – Maestro, ¿qué hacía antes de lograr la Iluminación? A lo que el Maestro respondió: – Ir al pozo, sacar agua, cortar un poco de madera y regresar. Así es. Cuando se logra la Iluminación, afuera no cambia absolutamente nada. Cambia la manera en que vemos y entendemos las cosas. Sucede un indescriptible y maravilloso asombro por todo. Así es, esas ocasiones donde sientes ver a Dios en todas partes, incluso donde menos te esperabas. No necesitas ser un Maestro Zen viviendo en el oriente del planeta para tener momentos de Iluminación, necesitas un deseo tal de vivir la experiencia, que logres aquietar tu mente y adentrarte en la observación minuciosa del milagro cotidiano, necesitas entender, a tal grado, que la consecuencia es un indescriptible asombro. Ese asombro es algo que sucede. Tú no haces nada más que detenerte a observar realmente. Mi sugerencia: ¡no te pierdas esta maravillosa experiencia! No sé tú pero, yo, no termino de admirarme de que nos podamos comunicar por este medio. Estoy escribiendo en mi computadora y aunque el diseño del programa me hace ver en la pantalla una aparente hoja blaca sobre la que escribo, sé que el talento de miles de personas se sucedió para que tan solo por “bits y bites”, por minúsculas partículas de luz en mi pantalla, por “unos y ceros”, es que lo que pienso parece plasmarse en una aparente hoja, misma que ahora tú estás leyendo. ¡Y si te contara lo que sucede bioquímicamente dentro de mi cerebro mientras plasmo estas ideas! ¡Y si te contara lo que sucede en el tuyo mientras las lees! Simplemente estaríamos cerca del colapso por la magnitud del asombro. ¡No pierdas esta capacidad que tienes por el simple hecho de ser humano! Sólo que esta capacidad es opcional. Ahí radica tu desafío para vivir Iluminado o no. La capacidad de asombro puede llegar a ser de tal magnitud que te arrebate la capacidad para expresarlo. Por ello, muchos Maestros ya no dicen nada. Simplemente viven envueltos en gozo, un gozo que nadie ve, sólo ellos sienten. Un gozo que bien puedes tener tú… sin tan solo vivieras con menos prisa y mayor concentración en lo que eres, haces y sucede. Me encanta esta otra reflexión de Anthony de Mello cuando en uno de sus cuentos dice: Guarda silencio y mira la danza [de la Creación]. Sencillamente mira: una estrella, una flor, una hoja marchita, un pájaro, una piedra… Cualquier fragmento de danza sirve. Mira. Escucha. Huele. Toca. Saborea y seguramente no tardarás en verle a Él, al Bailarín en persona. "El discípulo se quejaba constantemente contra su Maestro Zen: –«No haces más que ocultarme el secreto último del Zen». Y se resistía cada vez que su Maestro le decía que no, que no era así. Un día, el Maestro se llevó a su discípulo a pasear y por ahí escucharon el canto de un pájaro. –«¿Has escuchado el canto de ese pájaro?», le preguntó el Maestro. –«Sí», respondió el discípulo. –«Bien; ahora ya sabes que no te he estado ocultando nada»". Si realmente has escuchado cantar a un pájaro, si realmente has visto un árbol…, deberías saber… más allá de las palabras y de los conceptos. ¿Qué dices? ¿Has oído cantar a docenas de pájaros y has visto centenares de árboles? Ya. Pero lo que has visto ¿era un árbol o su descripción? Cuando miras un árbol y ves el árbol, no has visto realmente un árbol. Cuando miras un árbol y ves un milagro, entonces, por fin, has visto un árbol. ¿Alguna vez tu corazón se ha llenado de muda admiración cuando has oído el canto de un pájaro?”. Imagina, ejemplos con tan solo el canto de un pájaro. ¿Qué debería sucederte si ves a tu hijo, a tus padres? ¿Qué podrías sentir al observarte a ti mismo? ¿Hasta dónde podías experimentar si observaras bien… lo que sea? Por ello tanto se nos ha dicho que los niños entran al Reino de los Cielos… porque se admiran de todo. Por ello el Maestro de maestros dijo: «Háganse como niños…». De hecho, ahora que vuelvo a publicar esta columna, pienso: Siempre buscamos a alguien con quien podamos llegar a ser viejos, pero hoy, creo que debemos buscar a alguien con quien podamos volver a ser como niños. Vivimos tan de prisa, vivimos tan acostumbrados y damos ya tan por hecho lo que está sucediendo alrededor nuestro, que se nos pasa la puerta de entrada a un mundo pleno de milagros y en el cual, irónicamente, estamos inmersos. Puedes estar sin darte cuenta. Y luego te deprimes o te preocupas o te aburres. ¡Cómo no! El aburrido, el deprimido, el ansioso, es un distraído. Ponte a pensar en lo que representa tu teléfono celular inteligente ahora en tus manos. Por primera vez en la historia de la humanidad, el hombre puede traer en su mano el mundo entero, sin límite de tiempo, hasta tocar el pasado, la historia más significativa de las cosas, permanentemente registrado, y pudiéndolo ver a través de una pequeña pantalla en su mano. Puedes disfrutar del presente hablando en tiempo real con una persona cuyo cuerpo puede estar a millones de kilómetros de distancia. Puedes ver con tus propios ojos, en tiempo real, a esa persona en un video, en tu mano, cuando su cuerpo puede estar en otro país. Lo puedes ver y vibrar en un dispositivo de tan solo unos milímetros de grosor. Y te comento esto por ser uno de los aparatos con los que estamos más familiarizados, pero si observaras una hoja, si, por entender, observaras lo que está sucediendo en tiempo real a nivel de sus cloroblastos y su metabolismo celular, se te llenarían los ojos de lágrimas. Si obervaras con atención a un árbol, al entender, podrías admirarte de su constante movimiento, a grado tal, que el permanente crecimiento de sus raíces ha sido capaz de romper el pavimento y levantar aceras de asfalto. ¿Creías que no se mueve un árbol? Mira cómo ha sido capaz de levantar el piso. Mientras escribo esta columna, se me han llenado varias veces mis ojos de lágrimas. Preparo mi atmósfera admirando todo. Me preparo un delicioso café. Subo a mi despacho, preparo mi difusor con aceites esenciales para disfrutar el aroma de mi recinto de escritura, pongo música de meditación Zen, y me siento a escribirte. Te siento tan cerca. Siento que tenía que escribirte esto en un tiempo perfecto para ti para que en cuanto lo leyeras te detuvieras un poco. Detente. Observa. Asómbrate. Ilumínate. Disfruta intensamente. Podríamos hablar tanto al respecto, pero tan solo te quería compartir que si aprendes a guardar silencio y a observar con profunda atención, estas en los linderos de la Iluminación. Cuando se te llenen los ojos de lágrimas por el grado de admiración y asombro que sientas, aún cuando los demás, incluso quien esté a tu lado, ni se inmuten, entenderás pacífica y gloriosamente que los momentos de Iluminación son un privilegio privado, es un cambio que sucede dentro de ti, un cambio que te permite alcanzar a ver lo que millones todavía ni siquiera suponen. Amo a mis amigos, aquellos pocos que la vida me ha presentado con una indescriptible capacidad de asombro. Uno se enamora de alguien con capacidad de asombro. Uno se enamora de los Iluminados. Mis amigos, pocos, con esa capacidad, sabrán que me estoy refiriendo a ellos. Les mando un saludo desde esta atemporal y sublime dimensión que se sucede en la relación escritor-lector. «Si entiendes, cambias». –Alejandro Ariza Z. Ahora que está de moda el futbol y el combatir la corrupción..., mi estimado Eduardo Caccia me envió esto por whatsapp. La enorme energía positiva de este video y lo que implica, ¡tenía que conservarse para siempre en mi sitio en Internet, Nueva Conciencia. Por favor lee la historia y ve el video más abajo: El el año 2003, en un partido entre Irán y Dinamarca, un jugador iraní confundió el sonar de un silbato que venía del público, creyendo que era el del árbitro marcando el final del 1er tiempo; entonces, el jugador, que estaba en el área, agarró la pelota con sus manos. El árbitro marcó penal para Dinamarca. El jugador que cobraría el penal, Morten Wieghorst, consultó a su director técnico, Sr. Morten Olsen, y el jugador pateó el penal intencionalmente hacia afuera de la portería, como prueba de “fair play”. La historia del partido terminó en que Dinamarca perdió 1 a 0. Wieghorst y el director técnico recibieron el premio "Fair Play" por parte del Comite Olímpico. Vean el vídeo más abajo. Es sublime verlo. Es sobrecogedor atestiguar valores de orden superior en acción. Esto parece que soló podría haber pasado con ciudadanos del país considerado "el menos corrupto del mundo", Dinamarca. Mexicanos: APRENDAMOS VIENDO y apliquemos imitando tal honestidad en todas nuestras acciones para construir un país mejor. Los mexicanos necesitamos alimentarnos de estas historias, propias de una Nueva Conciencia. Este tipo de historias son las que deberían estar en primera plana de todos los diarios, y con frecuencia. Yo sé que estas historias suceden todos los días, ¡incluso en México! Solo que no se difunden. En mi sitio en Internet, siempre difundiré este tipo de noticias. Te invito a que compartas esto en tus redes sociales. –Alejandro. «Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas». –Humberto Eco. Filósofo y escritor italiano. Fuerte pero real. Hoy en día el Internet le ha dado voz a cualquiera, así, juzgo que el problema no es el Internet, sino el criterio del lector. Citando el concepto entero de Humberto Eco (publicado por el diario “La Stampa”):
«Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos rápidamente eran silenciados, pero ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los imbéciles. Si la televisión había promovido al tonto del pueblo, ante el cual el espectador se sentía superior, el drama de Internet es que ha promovido al tonto del pueblo como el portador de la Verdad». Estoy totalmente de acuerdo con Eco. Atestiguo lo delicado que es. En mis momentos de sensibilidad, hasta me extraña, por no decir me duele, ver lo que publican amigos y conocidos míos en sus redes sociales. Estamos en tiempos de frente elecciones presidenciales en mi país y de muchos otros niveles de gobierno y al mismo tiempo en el Mundial de futbol. Increíble lo que se asoma por las redes sociales, incluso de personas que juzgo inteligentes y sensibles. ¡Cuánta necesidad tenemos los seres humanos de ser escuchados! Todos queremos opinar y anhelamos reconocimiento. Ya el mismísimo fundador de Instagram, quien recientemente renunció al corporativo de Facebook, dijo: “…desde un principio supimos lo que íbamos a hacer a la gente con la opción de “like” en las publicaciones que haría, creamos una droga, sabíamos de la adicción que esto generaría”. El ego anhela ser reconocido, tanto, que la gente se atreve a publicar cualquier estupidez para, segundos después, sentirse importante por la cantidad de “views” o “likes” o comentarios que espera ver en su publicación. El consumidor promedio de redes sociales cada rato entra a ellas para ver cómo avanza la aceptación y el aplauso hacia sus comentarios. El plan fue perfecto. Las redes sociales se diseñaron para alimentar una tremenda necesidad del hombre común, su sed de reconocimiento. Vamos, es tal esta necesidad, que hasta por ella se publican cualquier cantidad de estupideces. Esto, adicionado de la pereza e incapacidad intelectual que la persona promedio tiene para escribir, ha hecho que ahora impere la red social de “sólo fotografías” (“Instagram”). Se trata de no tener que pensar, sino buscar el reconocimiento de la manera más sencilla. La necesidad de reconocimiento es enorme en la persona promedio, es su necesidad para afirmar su existencia. Las redes sociales se diseñaron incluyendo satisfacer esa necesidad. Un experimento humano extraordinario… con sus deletéreas consecuencias en algunas de sus partes, como en todo experimento. Por lo que reflexiono hoy aquí, desde hace muchos años he filtrado mis redes sociales para leer sólo de aquellos que tienen autoridad y me aportan valor, para mi criterio. Sin embargo, aún así, es tan rebosante la “invasión de los imbéciles” que se filtra por alguna red social la opinión de varios de ellos. ¡No quiero pensar en las redes sociales de personas que no han hecho un inteligente filtro, de esa gente que ha aceptado a cualquiera y se siente importantes por tener miles de “amigos” en Facebook! Qué espanto ha de ser navegar por una red social así. En fin, regresando al tema, hoy es más importante de lo que imaginas el saber distinguir y elegir con inteligencia lo que vas a ver. En varias de mis conferencias he explicado un enorme poder que el ser humano tiene: dar vida. Pero no me refiero al instinto animal de la procreación, no, ese es natural a la especie, me refiero a algo muy superior: el humano da vida a todo aquello que ve. Ver da vida a lo observado. Tú le das vida a todo aquello que eliges ver, fotografías, noticias, libros, blogs, lugares, personas, todo, absolutamente todo. ¿¡Alcanzas a entender la magnitud de ese poder!? Es sobrecogedoramente abrumador. Por eso, en mi filosofía de vida, Nueva Conciencia, he insistido por más de 25 años, que tengas mucho cuidado con lo que ves, porque por ese simple y poderosísimo hecho, empezarás a sembrar las semillas de realidad que florecerán después en tu vida cotidiana. Explicando amplísimamente esto escribí mi libro, La fuerza del pensamiento. La mente humana siempre atrae lo piensa, y se piensa como consecuencia de la información que se tiene, y se adquiere información esencialmente por lo que se ve (también por lo que los otros órganos de los sentidos aportan, pero la vista aporta más del 80% del aprendizaje). Qué tremendo, ¿no crees? De lo que veas, adquirirás información, de la información que introyectas, surgirán tus pensamientos, y de éstos se gesta la acción, y de ésta surgen naturalmente los resultados en tu vida. Todo empezó viendo. El gran reto para tu superación personal y sano desarrollo humano es elegir bien qué vas a ver. ¿Tú invitarías a platicar a tu casa para conferirle tu atención a un narcotraficante o a un violador o a un político corrupto o a alguien dedicado a dañar a las personas mediante su maltrato verbal o físico, o a un imbécil? Me imagino que tu respuesta sería un rotundo “no”. Por eso es tan maquiavélicamente perfecta la puerta de entrada de las redes sociales, porque si les cierras la puerta de tu casa a todas esas malas influencias, las redes sociales representan la puerta que dejas abierta de par en par, y en todo momento, para que les permitas a todas esas personas entrar fácil y rápidamente a ti, no tan sólo a tu casa, a ti, a tu ser mismo, y con gusto y de forma adictiva. Si te detienes a pensar un poco en esto, es alarmante. Desde hace muchos años, desde que inicié la filosofía Nueva Conciencia, más de 25 años ya, un mensaje central de mi discurso era –y sigue siendo–: no veas televisión. Yo llevo años, décadas, de prácticamente nunca ver televisión. El aparato televisor que tengo en casa lo uso esencialmente como monitor, para ver en él lo que yo decido. Son tantos, tantos los años que tengo sin ver televisión, pueden pasar meses y meses sin prenderlo, que cuando lo hago, tengo que confesarlo, me viene una emoción tan enorme por el efecto de la novedad que me alegra el momento. Hace un par de días prendí el televisor para ver un partido de futbol de la selección mexicana en el Mundial, prendí el televisor unos 20 minutos antes del inicio, aproximadamente. Debo confesar que hacía tantos años que no veía un comercial, que en uno de ellos reí a carcajadas y en otro, de verdad, se me asomaron lágrimas en los ojos, sólo de estar pensando: “… qué talento tan enorme tuvieron que tener los creativos de esta campaña publicitaria, ¡qué ideas!, ¡qué producción!, ¡qué admirable desafío de comunicar tanto en tan solo 15 segundos! Qué gran actuación, qué colores tan maravillosos eligieron y qué perfecto fue el “casting”. ¡Qué extraordinaria gesticulación del modelo! Qué ideal fue la música de fondo para ensalzar el texto del anuncio, en que “timing” tan perfecto se sonorizó un atrayente de la atención, qué gran voz del locutor, qué gran talento creativo en lo global. Todo eso me hizo llorar en un anuncio, de verdad. Y luego sentí emoción de tener esta capacidad para emocionarme y admirar. Quizá mucha de esta capacidad está sustentada en prácticamente nunca ver televisión, salvo en estos raros casos (ocasionales partidos de un Mundial que sucede cada cuatro años) y sentir el efecto de la novedad, y claro, sin negar que mi conocimiento de muchas áreas involucradas en la comunicación, me permiten admirar y ser sensible a ciertas experiencias. Terminó el partido y apagué el televisor. ¡Bum! Qué intenso silencio se hizo. Luego del constante bullicio de la afición por dos horas, el silencio total. Al intentar apagar otro aparato, por accidente prendí el televisor y entró en pantalla un clásico programa de televisión matutino de revista… soporté verlo escasos tres minutos… paja, basura, entretenimiento vacío, burdo, como siempre ha sido ese programa. Y cuando apagué el televisor y me quedé pensando un rato en lo que vi, me resultó tan natural lo fácil que es manipular a la gente con esa fórmula: primero los entretenemos alimentando su estupidez con clases magistrales de ella, para luego escuchar propuestas políticas que esa gente podrá cree ahora tan fácilmente. Todo cuadra. En esta época de la vida, así como hace años, por Nueva Conciencia, recomendaba –y sigo recomendando– jamás ver televisión, ahora debo decir: no veas tantas redes sociales. Siento que aquí, no podría decir que no las veas en absoluto, porque quizá sería negar cierto tipo de evolución (las redes sociales tienen sus partes extraordinarias, verdaderamente positivas y generadoras de evolución), pero sí debo decirte enfáticamente: deja de ver “tantas” redes sociales, “tanto” tiempo y, además elige con inteligencia a quién dejas entrar a tu ser. ¡Usa el enorme poder que tienes en la punta de tu dedo al poder hacer “clic” en el botón eliminar! Yo lo uso con frecuencia. Si en mi Twitter (@alejandroariza) aparece un texto que siento negativo para mi ser, en ese instante dejo de seguir a esa persona o la persona que lo retuiteó. Cierro la puerta de mi ser a una influencia negativa. Ahora bien, sé que para que hagas esto requerirás de criterio, y este es otro tema, como enorme desafío. El diccionario de la RAE define la palabra criterio como: “norma para conocer la Verdad”, “Juicio o discernimiento”. Es la capacidad o facultad que se tiene para comprender algo. Y precisamente aquí está, de lleno, el enorme reto para ti. ¿Tienes esa “capacidad”? ¿Sabes cuál es esa “norma”? ¿Conoces lo que implica tener juicio propio? Las normas son reglas… ¿qué reglas tienes autoimpuestas para ti, para tu propia mejora, para tu evolución? Porque esa norma formará parte de tu criterio, de ella te surgirá la fuerza para hacer clic en el botón “delete” (borrar, eliminar), o seguir leyendo a alguien o viendo sus fotografías. Si no tienes reglas en tu vida, límites, esa norma esencial de tu criterio, te permitirás ver cualquier cosa, lo que publique incluso un cualquiera, un imbécil, un perfecto desconocido para ti. Hasta las malas noticias te serán una fuente de entretenimiento (como lamentablemente siempre lo han sido). Mi sugerencia: entretente con otra cosa por favor. Para que logres discernir, necesitas inteligencia, por estudios y por experiencias de vida. Necesitas leer de fuentes de gran valor y requieres atreverte a vivir. Todo ello, irá gestando tu criterio. Por lo mismo, mientras más joven, naturalmente menos criterio, y de ahí el tremendo impacto de las redes sociales, consultadas fundamentalmente por jóvenes. Pero aquí no quiero circunscribir esto a dichos mozos años, sino que, independientemente de la edad, se puede seguir siendo alguien sin criterio, el delicado caso de aquel que nunca aprovechó el tiempo, la oportunidad para estudiar y atreverse a vivir aprendiendo de la experiencia… y así, pudiendo llegar a una edad muy avanzada. A todo este tipo de gente me refiero. Y te reto a que analices si estás dentro de este grupo, gente a quien le falta ese criterio, hoy tan indispensable, frente a la puerta abierta de par en par que todo mundo tiene en la palma de su mano, trayendo en su celular abiertas sus redes sociales. Tu criterio lo irás forjando mientras más estudies y leas buenos libros, blogs extraordinarios, escuches a gente sensata e inteligente, para luego sacar tus propias conclusiones. Necesitas dedicar tiempo de estudio, tiempo de calidad, para crear tu criterio. Citaré algunos ejemplos que me vienen a la mente en mi columna de hoy donde, por falta de criterio, se expande un daño, donde hasta en algunos casos me llegó a salpicar un poco. Hace unos meses, recibí un mensaje por whatsapp donde un joven paciente mío me decía que lamentablemente no podría asistir a su consulta conmigo porque su mamá le había suplicado, implorado, casi volviéndose loca, que por favor no saliera de su casa porque iba a suceder un terremoto ese día en la Ciudad de México. Recuerdo que le respondí que si verdaderamente creía en eso y me contestó que no, pero que su mamá sí estaba como loca y que su papá pues también estaba preparándose para la catástrofe. Yo me encontraba muy tranquilo, como suelo siempre estar. Acto seguido, y sin solicitárselo, me envió el texto que gestó ese pavor en sus padres. Según esto, un texto publicado por un “experto” en predecir terremotos. Dudé en leerlo… pero caí en la estupidez de verlo. Alarmante, escalofriante, tremendamente aterrorizante. Por segundos sentí temor (bien fundado dado a mis experiencias personales en el tema “y por ver el texto, por leerlo”). Sentí temor por los que amo, más que nadie. De hecho, me llama la atención que jamás sentí temor por mí. Sólo por mis seres amados. Segundos después, volvió a mí mi Nueva Conciencia, a mi paz, a mi centro. ¡Nadie puede predecir terremotos! Y menos con una exactitud como lo informaba el texto en un especio de dos horas, advertía que sucedería entre las 3:00 y las 5:00 PM. ¡Hazme el chingado favor! Y mira nada más, aún así, hablé a mi oficina para, en privado, comunicarlo con alguien especial para mí, como queriéndole advertir, pero al mismo tiempo comunicando lo absurdo y estúpido que era ese comunicado por parte del “experto” (Humberto Eco diría que se trataría de un digno ejemplar de esa legión de imbéciles), pero para llevarme la sorpresa de que a quien se lo dije, alguien que tengo en alta estima y admiración ante su capacidad, me dijera: “…no, pero hay que estar alerta porque ese tipo sí es un experto”. ¡Dios! Ahí ya no supe que hacer. Luego, al conversar, me confesó esa persona que llevaba varios días leyendo del tema y fue tanta su angustia… ¡que se puso a investigar más sobre el tema! ¡Vio más de los textos del “experto”! (¡le dio más vida a la noticia!). Luego pasó el tiempo, pasaron luego de las 5:00 PM, donde no se movió ni un ápice la tierra, qué ganas tuve de hablarle a mi paciente y decirle unas cuantas cosas. Luego pensé que la realidad ya se las debería de haber gritando, sobre todo a su mamá. Conozco el nivel intelectual de esa señora, es francamente muy bajo. Así, no hay criterio, así entran las malas noticias y les da vida con tremenda facilidad. Luego, para colmo, la otra persona, la que investigó más, me dijo que no se trataba de “hasta las 5:00 PM” la posibilidad de terremoto, sino que hasta el día 5 del mes entrante, que quizá estuviera mal escrito el texto que me llegó. ¡Increíble! Pues he de confesar que todos los días, algunos segundos, existía cierta zozobra en mí ante tal amenaza, pero afortunadamente mi criterio me hizo olvidar rápidamente. Pasaron los días, pasó el día 5 del mes siguiente y la tierra no se movió aquí en la Ciudad de México como lo futurizaba el “experto”, incluso al nivel de exterminio de la población de la ciudad. Qué interesante sería ver a toda esa gente hoy en día que se angustió tanto y que le creyó. Esta experiencia DEBE SER parte del criterio que ser forma mediante atreverse a vivir e investigar y que, a partir de ya, cuando ese “experto” opine quede sólo reírse o, mucho mejor, jamás permitir que la opinión de ese llegue a ti. Quedó demostrada tan sólo su necesidad de hacerse publicidad, su sed de reflectores, pero nada más de ahí. ¡Criterio! ¡Criterio! Más adelante, me encantó la lógica de alguien tan importante para mí, cuando me confesó su angustia luego de haberse puesto a ver más del “experto”, pero llegando a la conclusión platicándome: “…luego de no poder dormir varios días, mejor pensé: bueno, todos nos vamos a morir algún día, la muerte es lo más normal del mundo, que llegue cuando sea, no hay que preocuparse de nada”. Voilà! Gran mejora basada en criterio. Otro ejemplo de estos días: las abrumadoras calumnias que se publican de todos los candidatos presidenciales. De verdad, ¡qué manera de querer confundir al elector! Sí, está en juego mucho dinero. Aquí podría poner una lista casi interminable, pero prefiero agrupar todas en el concepto mismo de esta columna. Amigos míos que juzgo inteligentes, cayendo en el engaño y haciendo clic en “compartir” para de inmediato viralizar una nota alarmante, falsa. Recuerdo que a más de uno le envié la evidencia de su error, cuando yo, mucho antes de compartir nada, investigué, leí, analicé y encontré la manipulación de la noticia y la evidentísima mentira que se expresaba en ella, solo con fines de desprestigio. Recuerdo que mi amigo me escribió en privado y me dijo: “¡Oh!, no sabía, qué bueno que me dijiste. Ya preferí entonces mejor borrar mi publicación”. Claro, yo había puesto mi opinión corrigiéndolo públicamente y si la dejaba, quedaría como tonto. A nadie nos gusta sentirnos tontos y mucho menos que quede públicamente demostrado. ¡Criterio! Sé que, en este punto, mucho se puede debatir, precisamente porque se trata de un ego colectivo. En mi libro, El verdadero éxito en la vida más allá del ego, expliqué desde hace muchos años cómo, si algo le caracteriza al ego, es una pasión por ganar y demostrar que ganó. Esa es la esencia del ego. El ego colectivo de grupos sociales hace gala en época de elecciones. Imagínate la combinación: ego colectivo más ignorancia abrumadora gestante de total falta de criterio, más redes sociales. Pues ahí radica esta tragedia social. Desde muy afuera, como me gusta observar las cosas, me resulta tan delicado el que tantas “voces” (de esas de las que habla Humberto Eco) publiquen que México podría caer en una tragedia social como la de Venezuela, que si eso sucede, dudo mucho que sea por el candidato que llegó al poder, sino más bien por tanto ver y publicar ese tipo de advertencias. Una vez más… la fuerza del pensamiento. A lo que ves le das vida. Y aquí viene a mi mente, imponente, uno de los conceptos más bellos y trascendentes que he aprendido en mi vida, una ley inexorable, para sintetizar lo que publiqué en mi libro, La fuerza del pensamiento: «Habiendo visto y sentido el fin, tú has dispuesto los medios para la ejecución del fin». –Thomas Troward. Éste celebre autor inglés, influenciado por el movimiento del Nuevo Pensamiento y el cristianismo, atinó a expresar una ley universal. ¡Ley! Inexorable. Necesito que entre hasta lo más profundo de tu ser la trascendencia de su implicación. Ve y lee de nuevo y despacio: “Habiendo visto y sentido el fin, tú has dispuesto los medios para la ejecución del fin”. Lo que yo digo en Nueva Conciencia: a todo aquello que veas le das vida. Troward lo expresa con maestría: “Habiendo visto y sentido el fin…”, es decir, por citar un gran ejemplo, todo eso que ves en tus redes sociales, tantas veces, que llegas a sentir la preocupación o angustia, ahí has visto y sentido el fin, anticipadamente, imaginando, del tal manera, hasta con videos, su música trágica de fondo, la voz alarmante, los textos amenazantes, que ahí “…tú has dispuesto los medios para la ejecución del fin”. Sí querido lector, querida lectora, mucho de lo que suceda en este país, energéticamente hablando, por ley universal inexorable, más sucederá por lo que vieron y sintieron como expectativa muchos, que por la llegada al poder de un candidato u otro. Si me preguntaras qué fue primero, el huevo o la gallina, yo te diría: el pensamiento. Ten cuidado con lo que ves en tus redes sociales y compartes. Desarrolla criterio y aplícalo. Sé más responsable del poder que tienes en generar o compartir algo. Recuerda uno de mis principios esenciales en mi filosofía Nueva Conciencia: cuando comunicas una tragedia, ahí mismo tú te conviertes en parte de esta. Puede darse el caso, respetuosa y naturalmente, de que no tengas criterio, pero ¿sabes?, yo creo que en muchos casos no se trata de que no tengas criterio, sino más bien en que no te das el tiempo de aplicarlo. Vivimos una época donde vamos muy de prisa, y más en redes sociales. Desarrolla criterio, y si lo tienes, date el tiempo para aplicarlo. Date tiempo. Este breve y famoso cuento puede aportar a tu criterio: Las tres rejas de Sócrates. Cuentan que un joven discípulo de Sócrates llegó un día a la casa del filósofo y le dijo: - Escucha, maestro. Un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia… - ¡Espera! –interrumpió Sócrates- ¿Ya hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme? - ¿Las tres rejas? - Sí. La primera es la Verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente verdadero? - No. Lo oí comentar a unos vecinos. - Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la Bondad. Eso que deseas decirme ¿es bueno para alguien? - No, en realidad, no. Al contrario… - ¡Ah, vaya! La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta? - A decir verdad, no. - Entonces –dijo el sabio Sócrates sonriendo- si no es verdadero, ni bueno, ni necesario, sepultémoslo en el olvido. Un último ejemplo en mi catártica columna de hoy: hace unos días vi que un amigo, a quien considero con criterio, compartió en su Facebook un video de un… no sé cómo decirlo… un…, comunicador, por dejarlo ahí. El comunicador afirmaba: “Para tener éxito queridos emprendedores, para ganar dinero, olvídate de lo que algunos “motivadores” (aquí lo expresaba con tono de burla) te recomiendan que hagas, de que hagas lo que amas, u otros que dicen que analices para qué eres bueno y eso hagas… ¡no! Nada de esto te servirá. La clave es (y aquí lo expresaba en tono como si fuera sabio y como si nadie más que él lo supiera): dale al mercado lo que el mercado quiere”. Luego se contradecía expresando al inicio de su video que el éxito está en la intersección de esos tres aspectos, pero al final del mismo video diciendo que al mercado “le vale madre” lo que ames o para lo que seas bueno. Me dio gusto que cuando vi ese video, se trataba de alguien a quien yo, hace muchos meses, lo eliminé, lo borré. Lo seguía hace algún tiempo, pero conforme lo escuchaba y, bajo mi criterio, lo percibí inadecuado. Y ahora que se apareció su video en el Facebook de un amigo, lo confirmé. Lo que propone este tipo en ese video podría llamarse: “Sé una prostituta del mercado y triunfarás”. Si el mercado quiere senos, dale senos, si el mercado quiere hacer el amor a las 10:00 PM, a esa hora sal y ábrete de… brazos, si el mercado quiere droga, consíguela y véndela. No señor, no, no estoy de acuerdo en obedecer así al mercado como fuente de riqueza y éxito sin más, eso sería ser una prostituta del mercado y no tener misión existencial ni un marco de ética y ecología que circunscriba mi servicio al mundo, sino ser un “emprendedor” a conveniencia (para que se oiga mejor), haz lo que sea, con tal de darle gusto al mercado, incluso si fuera en contra de ti mismo, todo justificado por ser emprendedor y ganar dinero. ¡No estoy de acuerdo! Repito, me alegré de haber eliminado de mi Facebook a tal sujeto. Pero qué delicado fue ver que, alguien que yo considero con criterio, lo compartiera. Si yo siguiera la recomendación del aquel sujeto, vería que el mercado en México quiere muchas cosas… que yo no hago, que yo no amo y para que lo que no soy bueno. Qué triste sería mi historia. Hasta vería con el rigor de la evidencia que el mercado mexicano quiere muchas cosas menos leer… así entonces yo no hubiera publicado nunca los 14 libros que llevo escritos hasta el momento. No, yo preferí confiar en dedicarme a hacer lo que amo. Y mira, sí hay mercado, mira cómo tu has alcanzado a leer esta columna incluso hasta aquí. Sí, hay gente que lee, gratis y pagando por ello. Dios deposita talentos en ti, luego de haber creado un mercado al que le urgen recibirlos. El plan de Dios es perfecto. Te repito mi filosofía de vida, una filosofía que creé y llamé Nueva Conciencia desde diciembre de 1992: Para triunfar en la vida, –y a mis pruebas me remito– a mí me basta con descubrir qué es eso que amo hacer, de tal manera, entendiéndolo como un regalo de Dios para obedecerlo con enorme placer, que se abrirá un mercado para mí talento de manera natural, consecuente y abundante. Dios no puso talentos en nosotros si no antes creó un mercado urgido de ellos. Por eso publiqué en mi página pública de Facebook (@Dr.AlejandroAriza) hace unos días algo en lo que creo: “Soy una persona muy importante para Dios, porque soy Su empresa viviente”. Si haces lo que amas, te aseguro que hay gran mercado para ello. Hay mercado para todo. Tu criterio y el Internet, podría ser tema de todo un libro, pero hoy no pude contener mi placer por escribirte. ¿Sabes? Yo mismo soy otra “mera opción” de publicaciones en Internet. ¡No me creas en nada de lo que digo! Nunca. Mejor te sugiero que sencillamente me leas, me veas o me escuches (y si quieres), y filtres por tu criterio si mis propuestas de Nueva Conciencia aportan valor a tu vida o no. Tú eres el del poder sobre ti. Tú eres quien decide si mis reflexiones te aportan valor o no, tú eres quien decide si mi análisis te ayuda para forjar tu criterio o no, tú eres quien decide si me eliminas de tus redes sociales o compartes lo que publico. Tú tienes ese gran poder, para conmigo y para con todos y para con todo. Yo solo iba pasando por aquí publicando lo que amo hacer en mi vida: dar conferencias y escribir como experto y autor en desarrollo humano y superación personal, comunicar ideas que te sirvan de autoayuda, invitar a la reflexión. Si algo he aprendido en mi vida, amorosa y pacíficamente, es que jamás intento convencer a nadie de nada, sino simplemente informo, comparto mis ideas, y hasta ahí llego. Intentar convencerte de algo sería colonizarte, y eso jamás está en mi intención. Sugiero que hagas lo propio. No intentes convencer a nadie, de nada, nunca. Intentar ocupar un territorio ajeno (la mente de otro) para explotarlo o dominarlo es deletéreo para todos los involucrados al final de la historia. Forja tu criterio, aplica tu criterio, filtra por tu criterio y comunica responsablemente al permitir que tus ideas las vean otros, porque en ese acto le dan vida, y ahí mismo, puedes hacer que viva un monstruo o una divinidad. Tú y yo y todos los que veamos eso, seremos aplastados por ese monstruo o bendecidos con esa divinidad. ¡Emoción por existir! –Alejandro Ariza. |
Dr. Alejandro Ariza Z.Conferenciante inspiracional, autor, médico y empresario. ¿Te interesa recibir todas las publicaciones de Alejandro Ariza?
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Julio 2022
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