Anoche viví una epifanía. Si exagerar, un tipo de manifestación o revelación de algo divino. De esas veces en que llevar casi toda una vida haciéndote una pregunta y no encuentras la respuesta, pero anoche, luego de años y años, ¡llegó! Anoche otra vez me dio insomnio, eran alrededor de las 3:00 AM cuando voltee a ver mi celular para revisar la hora. Desde hace años he explicado que cuando “algo te despierta” en las madrugadas puede tratarse de un mensaje que viene desde otra dimensión. Esto lo he explicado ampliamente en mi libro: El verdadero éxito en la vida, más allá del ego. Estoy seguro que de una experiencia así se trató anoche, porque en vez de quejarme de no poder dormir, decidí hacer “alquimia” de la experiencia y transformar la queja y el momento en bendición, en revelación. Decidí leer. Tomé mi celular y abrí mi aplicación de lectura, mi kindle, lo puse en cómodo modo nocturno y abrí uno de los libros que actualmente estoy estudiando. Leí todo un capítulo, uno interésantísimo, curiosamente llamado: La resolución del enigma. Ahora que lo reflexiono, ¡qué atinada señal recibí con ese nombre! Sigo tan impresionado. Leí y leí hasta que de repente llegué a un concepto que me estremeció, me impresionó por tan extrema claridad en breves palabras, al grado de necesitar incorporarme para aceptar que, al fin, había llegado a una respuesta que durante décadas no había encontrado. Un concepto que le dio luz a todo por lo que he pasado como maestro, como mentor, como conferenciante en los últimos 25 años de mi vida. Algo que durante años siempre me pregunté: ¿Por qué unas personas cambian y otras no cuando ambas recibieron la misma información donde se les mostraba el beneficio si cambiaban? ¿Por qué unas personas se atreven a hacer y otras no, cuando ambas fueron guiadas por el mismo maestro y recibieron la misma clara explicación acerca del beneficio que recibirían de llevar a cabo la actividad? Sé que a fechas recientes intenté atreverme a decir que la diferencia radica en “entender”. Por eso, en tres palabras he intentado sintetizar una verdad de vida a la que llegué como una de mis más valiosas conclusiones como pensador: “Si entiendes, cambias”. Sin embargo, anoche leí algo que me llevó incluso a sorprenderme al escucharme a mí mismo expresando un “Aaahhh”, abriendo grandemente los ojos, alzando las cejas. Recuerdo que lo leí varias veces. Esto es a lo que he llamado “la mejor explicación” que he recibido en mi vida frente a los clásicos cuestionamientos como los que te expresé. Sé que para lograr mucho mayor trascendencia del concepto deberías de tener tú en tu mente todo los capítulos previos, pero quiero apostar a que no son indispensables para percibir por lo menos algo de tan profunda revelación. Sin más, aquí están las breves palabras expresadas por un gurú (lo expresado entre corchetes es mío): «Otro aspecto interesante es que, cuando lees un libro [o asistes a una conferencia, o tomas clase, o escuchas a un maestro, o te expones ante cualquier fuente de información] interpretas las palabras a tu manera. Eres tú el que lee y eres tú el que interpreta, y tu interpretación no puede ser más de lo que eres tú; [la información] no puede trascender tu comprensión, de modo que asignarás significados propios [a dicha información. Así, sólo alcanzas a ver y entiendes lo que por ley de tu propio ser te permites]». ¡Tu interpretación no puede ser más de lo que eres tú! ¡Dios mío! Ahí radica toda la diferencia. Sí, sé que es fuerte aceptar esta verdad, pero así es. Puedes tener entre tus manos uno de los textos más valiosos en la historia de la humanidad, con las lecciones de vida más trascendentes, puedes haber cruzado palabras con un ser iluminado, pero si quien las lee o escucha es un ser muy inferior a la lección, jamás verá ni entenderá lo que tiene frente a sí. Tu interpretación no puede ser más de lo que eres tú. Me impresionó en extrema magnitud porque, de verdad, en esas circunstancias, ya no hay nada que hacer. Quizá por eso los grandes maestros son tan callados. Dicen algo breve y ya luego sólo se dedican a observar en silencio, hasta ahora los imagino observando incluso con tanta misericordia. Podría extenderme mucho más en este tema, pero sé que eso será privilegio de vivirlo en alguna conferencia, no tan sólo en un boletín o columna semanal. Hablaré mucho más de esto en mi próxima conferencia del domingo 31 de marzo: La fuerza del pensamiento. Sé perfecto que será una experiencia singular, ojalá que exista en tu ser el jolgorio por asistir y vivir la experiencia. Asistir al mismo lugar donde se presenta un maestro, no ser trata de ir a interpretar lo que dice, sino a tener la dicha de entender lo que es. El poder de la presencia siempre ayuda a comprender el ser. En fin, mucho que decir al respecto. Aquí, tan sólo te digo: ¡vale enormemente atreverte a evolucionar como persona! A crecer, a ser más. ¡Ser! Porque sólo a través de ello es que se nos abre el entendimiento por lógico merecimiento y así, alcanzamos a ver lo necesario para actuar como inmediata y natural consecuencia. Hoy sé que gran parte de un cambio no depende de la lección dada por un gran maestro, sino de la interpretación del alumno, de su nivel de ser, de su tamaño como persona, de su evolución espiritual, generando con ello la magnitud de su interés, su grado de concentración, la disposición de su tiempo, la introyección del concepto, el pleno entendimiento del beneficio y el optimismo para seguir la indicación así como el jolgorio al experimentar el resultado prometido por atreverse a hacer el cambio. Si reflexionas en mi mensaje de esta ocasión, podrás quedarte mucho tiempo admirando con sorpresa la enorme implicación de lo que hoy quise compartir contigo aún de manera breve. Esta es la mejor explicación que he recibido en mi vida. Mucha luz en breves palabras. ¡Emoción por existir! –Alejandro Ariza Z.
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Dr. Alejandro Ariza Z.Conferenciante inspiracional, autor, médico y empresario. ¿Te interesa recibir todas las publicaciones de Alejandro Ariza?
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Octubre 2024
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