[¡Feliz Pascua! Recuerdo que escribí acerca del tema desde varias Pascuas pasadas en mi fanpage de Facebook, pero hoy, quiero dejar mi texto aquí en mi sitio web para tu disfrute y como un regalo de mi corazón al tuyo. Disfruta de tu lectura].
Tú y yo y todos los humanos podemos, mientras damos vueltas en los círculos de la vida humana, “morir” (matar) los malos hábitos que hemos adquirido a lo largo de esas vueltas y ahí mismo decidir resuscitar, es decir, volver a nacer con una Nueva Conciencia de buenos actos, más puros y más veraces. Éstos, con el tiempo, se convertirán en buenos hábitos para que ahí, al ser ya parte de nuestro nuevo ser, logramos pasar de un estado a otro de nuestra evolución. Este es el significado del poderoso símbolo de la festividad de la Pascua para mi entender. La etimología de la palabra ‘Pascua’ proviene del latín y del griego, y éste de una adaptación del hebreo, que significa “paso”. Pascua, etimológicamente, significa “paso” de un estado a otro. La Pascua es la festividad central del cristianismo en la que se conmemora, de acuerdo a los evangelios, la resurrección de Jesucristo al tercer día luego de haber sido crucificado. Por ello quise escribir hoy, en plena celebración de domingo de Pascua, para enarbolar la esencia de Nueva Conciencia: la clara invitación a pasar de un estado de conciencia a otro nuevo logrando así evolucionar como seres humanos, mejorando como personas. ¡Feliz Pascua!, o lo que sería lo mismo, ¡Feliz evolución, feliz transformación! ¡Feliz momento de restablecer, renovar y dar nuevo ser a algo! Con todo el respeto que implique para toda religión, me gusta encontrar el cargado cúmulo de simbolismos que se expresan para el entendido en una enorme cantidad de historias, parábolas y hechos contados en libros sagrados. La Biblia es, por excelencia, un libro repleto de simbología trascendente. Solo los legos en la materia leen la Biblia percibiendo literalmente sus historias. El lector avanzado entenderá pacíficamente que la Biblia está llena de hermosísimos símbolos, privilegio del entendido en la materia. Así, un tremendamente poderoso símbolo de transformación es la resurrección de Jesucristo, donde, se nos invita a ¡hacer lo mismo!, como símbolo. Morir y renacer, volver a la vida, a la real, a la que es verdaderamente vida. Porque tú y yo sabemos y conocemos de una enorme cantidad de “muertos en vida”, aquellos pesimistas, agoreros, claudicantes, dolidos, aquejados, víctimas, sufridos, y un sinnúmero de peculiaridades oscuras de un ser que puede existir, más no vivir, en la experiencia humana. Cuánta gente conoces que se queja amargamente de su trabajo, de su pareja, de su suerte, de su salud… ¡pero no hace nada por cambiar-se! Gente que vive como víctima sólo “esperando” un milagro… ¡sin descubrir que el milagro son ellos mismos! Buscando afuera lo que son dentro. Así, en varias de mis conferencias, he calificado a esos seres como auténticos muertos en vida, apáticos, abúlicos, seres grises, que sólo consumen oxígeno y contaminan con lo único que pueden dar, sus secreciones fisiológicas, pero nada más. Muchos de nosotros -me incluyo- pasamos por momentos de oscuridad. Percibimos nuestra vida como tragedia, como un oscuro túnel sin final, como una vida llena de preocupación, ansiedad y tristeza. Pero sólo hasta que “algo pasa” y logramos empezar a pensar de que puede haber algo mejor, es que empezamos a ver que nuestro trágico camino es solo una opción de las varias que hay y que no sabíamos que había. Ese “algo pasa” puede ser la lectura de un buen libro, la profunda plática con un amigo en un momento de iluminación, una misa, una película, una historia, una conferencia, un encuentro, una llamada, etc. Señales de destino que muestran una invitación al cambio, una opción de transformación, hay muchas. Para ello he escrito un extenso libro con ese título, pero lo importante es descubrir y saber que en nuestra vida humana hay más opciones, ¡siempre hay otra opción! -título de otro de mis libros-. La invitación a cambiar para ser mejor y vivir más plena y felizmente siempre existe. Que no veamos la invitación, o que viéndola no la aceptemos, es totalmente distinto a que no exista perenne. ¿Te has dado cuenta cómo la vida es en círculos? Esto lo vengo explicando ampliamente en presentaciones que doy donde toco el tema, pero incluso desde hace años grabé un video en mi canal de YouTube explicando lo que en ese entonces percibí como otro simbolismo y significado de otra gran fiesta llamada Navidad. Desde aquel video que, para mi sorpresa fue el más viralizado en blogs de cultura y fe cristiana y católica sin que yo supiera de esto sino hasta años más tarde, ya explicaba cómo se repite una y otra y otra y otra vez lo mismo a lo largo de un año, por poner de ejemplo ese ciclo. De verdad, cuando te detienes a pensar en cómo se sucede la vida en círculos, resulta desafiante y con matiz de burla el buscar en dónde podría suceder un cambio mientras se está aconteciendo lo mismo y lo mismo y lo mismo. Por ejemplo mira este círculo: Año nuevo, día de reyes, día del amor y de la amistad, llegada de la primavera, semana santa, Pascua, día del niño, día de la madre, día del padre, vacaciones de verano, regreso a clases, fiestas patrias, día de muertos, Navidad… y una vez más empezamos con año nuevo, día de reyes, día del amor y de la amistad, etc., y volvemos a dar vuelta al mismo círculo una y otra y otra y otra vez. La mercadotecnia y la publicidad (siempre existe una enorme oportunidad de “vender” algo en cada fiesta aceptada colectivamente) ayudan en gran medida a mantener el mismo círculo por intereses creados. Es un gran negocio “mantener” la referencia de ciertos festejos. Otro ejemplo, para colmo pudiendo estar dentro del ejemplo previo, es que muchos llevan su vida también dando vueltas en círculo en un solo día, y así todos los días. Personas cuya vida diaria es exactamente igual de un día para otro. Se levantan con despertador a la misma hora, incluso se bañan y usan el proceso de secado con su toalla siguiendo una misma rutina (gente que hasta tiene que ver la etiqueta de la toalla que debe estar para cierto lado para que así siempre se seque!), para ir a trabajar al mismo lugar, recorriendo la misma ruta, haciendo lo de siempre, saliendo a comer a la misma hora permitida en su trabajo -con o sin hambre-, para regresar al mismo lugar a terminar pendientes, y luego emprender el regreso a casa por la misma ruta y llegar a la misma hora donde, de no ser así, hasta la pareja podría reclamarle por qué no llego a la hora de siempre, luego cenar o no como siempre para caer rendido igual que todos los días y “prepararse” para el día siguiente, otro igual. Y si a eso le aumentamos que muchas personas no se detienen a pensar el por qué del cómo llevan sus vidas, el resultado es una vida siempre igual, donde para muchos, luego de varias vueltas, lógicamente termina en aburrimiento, apatía y cansancio. La rutina es una amplia puerta al infierno. Cuando ya llevas varias vueltas a lo mismo, por supuesto que puedes sentir aburrimiento, apatía, cansancio, tristeza, etc., pero si “algo pasa” y en una de las vueltas te detienes a pensar el sentido de tanta vuelta a lo mismo, tarde o temprano te debe de surgir la pregunta: ¿Qué sentido puede tener estarle dando tanta vuelta a lo mismo? Si bien nos va y logramos vivir 90 años, son 90 vueltas ¡a lo mismo! ¡¿Qué sentido tiene dar tantas vueltas en círculo?! Me atrevo a responder altivamente lo siguiente: La vida será en círculos de comportamiento externo, pero el avance y la evolución es por lo que cambiamos dentro de nosotros en la oportunidad que así representa cada vuelta. ¡Para eso se dan tantas vueltas a lo mismo! Para ver si en alguna de ellas, al fin, te decides a dejar la tristeza, la melancolía, el aburrimiento y la rutina de lado, “mueres a ellas”, muere aquel que las elegía en cada vuelta, y decides “renacer” de la única forma que en esta experiencia humana se permite: alcanzándote a dar cuenta de quién eres realmente y con esta Nueva Conciencia de ti mismo, lógicamente alcanzas a ver y a vivir cosas tremendamente distintas aún en lo mismo sucediéndose afuera. El día del amor y la amistad siempre es igual y en la misma fecha, hasta que en una de las vueltas logras enamorarte profundamente… ¿Cómo te sabe ese 14 de febrero entonces -y solo hasta entonces-? Enteramente distinto a todas las vueltas anteriores, ¿verdad? Incluso vez la tremenda mercadotecnia y publicidad de tantos corazones rojos que antes te molestaban, ahora como atractivos y llenando ese día de hermoso color, coincidiendo a como te sientes dentro y anhelando festejarlo con tu amada o amado. Afuera todo está igual, el único cambio sucedió dentro. Y si en una vuelta no logras cambiar, ahí viene otra vuelta, viene otra oportunidad. Y si no logras cambiar, ahí viene otra. Y si sigues sin cambiar, ahí viene otra y otra y otra. Hasta que la vida entera se te acabe habiendo tenido decenas y decenas y decenas de oportunidades para restablecerte, renovarte y dar nacimiento a un nuevo ser en ti. Tenemos la vida entera para darnos cuenta de quiénes somos realmente y percibir y actuar desde esa Nueva Conciencia de nuestra verdadera identidad festejando nuestro divino hallazgo en cada vuelta. ¡Así la vida, sucediéndose en círculos iguales, nunca es lo mismo para un buscador! Para un buscador de la verdad y del bien, la vida entera es una aventura donde todos los días son distintos y cada año es renovación, donde cada vez, donde cada vuelta el buscador se detiene a pensar en su lado oscuro y lo confronta, lo aprecia y lo abraza, porque esa es la única forma de dejarlo ir y renacer con un “nuevo yo” producto de la introspección profunda anhelando mejorar y descubriendo que la evolución es en una espiral ascendente, donde para el ojo inexperto parece estar dando vueltas a lo mismo, pero para el buscador, aquel con una Nueva Conciencia, se le revela como avanzar en círculos pero que en todo momento puede alcanzar a descubrir algo nuevo y mejor dentro de sí y desde donde ahora actúa, siendo otra vuelta en círculos pero más arriba. Por eso afirmo que la evolución es una espiral ascendente en círculos. Es cuando hace años no podías en Navidad ir a cenar con tu familia por tantas diferencias y rencores, para que luego, cuando “algo pasa dentro” de ti, una Navidad, otra más, logras ir a cenar con ellos y con alegría y felicidad. Por ello, sentí el enorme impulso de reflexionar contigo hoy, día de Pascua, donde Jesucristo nos pone el ejemplo con un poderosísimo símbolo de resurgir de entre lo muerto volviendo a la vida renovado. Mira qué hermoso lo expresa el apóstol San Pablo cuando habla acerca de la celebración de la Pascua: “Despójense de la vieja levadura, para ser una nueva masa, ya que ustedes mismos son como el pan sin levadura. Porque Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado [fue sacrificado reconociendo su divinidad para dar vida en honor de todos nosotros]. Celebremos, entonces, nuestra Pascua, no con la vieja levadura de la malicia y la perversidad, sino con los panes sin levadura, de la pureza y la verdad”. ¡Hermoso, no crees? El “pan” siempre ha sido otro poderoso símbolo de aquello que “comes” para llevarlo a tu interior. Por ello, Jesucristo usa el “pan” como símbolo de su propio cuerpo cuando habla con sus apóstoles en la última cena. Imagina esa escena, donde Jesucristo bendice el pan y dice: “Tomen y coman, éste es mi cuerpo”. ¡Vaya símbolo! Es decir, nos invita a que permitamos que Él entre a nosotros mediante el exquisito acto de comerlo. Todo lo que comemos inexorablemente termina siendo parte de nosotros mismos, y eso es lo que, por nuestro bien, este gran líder de la humanidad desea para nosotros al comerlo, la trascendente simbología de invitarnos a permitir que Él entre a nuestro ser y así, ¡renovarnos! ¡Imagínate la energía que habría en ti o en mí si permitiéramos incluso tan solo un poco asemejarnos a Él permitiéndole entrar a nuestras vidas! Y qué significa permitirle entrar, pues que con Su ser, con Su palabra (pan) nos alimente y así -y solo así- alcancemos a “entender” tantas cosas que percibimos como sufrimiento pero que por la bendición que significa “entender” es que las podemos empezar a apreciar como bendiciones, incluso a esas mismas cosas que antes creíamos fuente de sufrimiento. ¡Eso es Nueva Conciencia! Y eso es a lo que he entregado mi vida entera, a ayudar al ser humano -incluyéndome yo- a entender, lo que me trae Luz y así logro, en el preciso, prístino y divino momento de entender, renovarme y dar a luz a un nuevo yo. Ese nuevo yo que por lo mismo alcanza a ver las cosas tan distintas, aunque afuera todo sigue siendo aparentemente la misma vuelta de la vida. ¡Por ello… feliz Pascua! La Pascua es un poderosísimo símbolo que nos invita a entender que puede morir esa parte de nosotros que se infla (levadura del pan), nuestro ego. Nos invita dejar morir esa falsa creencia de quienes pensamos ser en los arrebatos de nuestro ego, para con humildad, descubramos quiénes somos realmente y, de sucederse ese divino entendimiento (ser pan sin levadura), transformarnos en un ser humano digno de llamarse mejor persona. Alguien con más pureza y verdad en su ser, en su estar, en su hacer. ¡Ah! ¡Me encanta escribirte esto porque sé que también me lo estoy escribiendo a mí. No sabes, no paro de escribir lo que pensé serían una breves lineas. Pero creo que debíamos tener claro lo que esta oportunidad representa con cada vuelta para cambiar. Si crees que en esta etapa de tu vida todavía no puedes perdonar, ser más puro, dejar la perversidad, ser más honesto y veraz y no mentir, ser bueno realmente…, ya un gran avance es leer esto aquí. Tendrás otra vuelta el próximo año para ver si ya. Si no, habrá otra vuelta y otra y otra. Lo único que te puedo adelantar es que… ¡vale tanto la pena “pasar” al otro estado de conciencia!, o en otras palabras significando exactamente lo mismo: ¡Vale tanto la pena la Pascua personal! Hace unos momentos, precisamente con motivo de la Pascua, un amigo posteó en su facebook un poema de William Ernest Henley, “Invictus” que vale la pena leerlo con el alma y descubrir que “aunque afuera parezca existir tragedia, dentro de uno es donde realmente existimos y ahí se sigue siendo invicto”. Aquí está para ti: “Más allá de la noche que me cubre negra como el abismo insondable, doy gracias a los dioses que pudieran existir para mi alma invicta. En las azarosas garras de las circunstancias nunca me he lamentado ni he pestañeado. Sometido a los golpes del destino, mi cabeza está ensangrentada, pero erguida. Más allá de este lugar de cólera y lágrimas donde yace el Horror de la Sombra, la amenaza de los años me encuentra, y me encontrará, sin miedo. No importa cuán estrecho sea el portal, cuán cargada de castigos la sentencia, soy el amo de mi destino: soy el capitán de mi alma”. La Pascua es clara invitación a mantenernos invictos. Piénsalo, entiéndelo, siéntelo… y así será. La Pascua lógicamente también nos invita a ver con diferentes ojos a los demás [invitación hecha incluso en Un curso de milagros]. Y tenemos diferentes ojos hasta que “pasamos” a otro estado de conciencia, aquel donde se ve diferente. Aquel donde al fin alcanzamos a ver con compasión y sin enjuiciamiento, fuentes de paz social. Por eso, cuando “pasa algo dentro de ti”, es que afuera te será más fácil perdonar, olvidar, juzgar y así elegir constantemente el bien, la verdad y la belleza (que es el resplandor de la verdad). En el mismo afamado texto, Un curso de milagros, me encanta cuando hace alusión a que Jesucristo expresa: “No enseñen que morí en vano. Mejor enseñen que no morí, demostrándolo porque vivo en ustedes”. ¡Me encanta esto! Y por lo menos yo hago mi mayor esfuerzo dentro de mis limitaciones humanas para que conmigo demuestre que Él vive. ¡¿Te imaginas si todos lo hiciéramos igual?! Te imaginas lo que sucedería contigo mismo, con tu pareja, con tu familia, en tu trabajo y en la sociedad en general si todos festejáramos la Pascua entendida como hoy he procurado explicártela. Es literalmente un renacer por medio de una Nueva Conciencia. Lejos de toda creencia o tradición religiosa, éste es mi entender y es como la vivo. Son mis cavilaciones en Pascua. Por ello las comparto aquí contigo mi querido lector. Si hoy, en esta Pascua, eliges y decides al fin ser mejor en algo, de verdad que con tu cambio y tu presencia aquí en la Tierra, muchos atestiguaremos cómo enseñas que Jesucristo vive, lo vemos en ti. Intentar emularlo incluso en su más ínfima versión, es sin duda, una fuente de interminable… ¡Emoción por Existir! ¡Feliz Pascua! ¡Vivo con entusiasmo! –Alejandro Ariza Z. 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Dr. Alejandro Ariza Z.Conferenciante inspiracional, autor, médico y empresario. ¿Te interesa recibir todas las publicaciones de Alejandro Ariza?
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Octubre 2024
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