Anoche viví una epifanía. Si exagerar, un tipo de manifestación o revelación de algo divino. De esas veces en que llevar casi toda una vida haciéndote una pregunta y no encuentras la respuesta, pero anoche, luego de años y años, ¡llegó! Anoche otra vez me dio insomnio, eran alrededor de las 3:00 AM cuando voltee a ver mi celular para revisar la hora. Desde hace años he explicado que cuando “algo te despierta” en las madrugadas puede tratarse de un mensaje que viene desde otra dimensión. Esto lo he explicado ampliamente en mi libro: El verdadero éxito en la vida, más allá del ego. Estoy seguro que de una experiencia así se trató anoche, porque en vez de quejarme de no poder dormir, decidí hacer “alquimia” de la experiencia y transformar la queja y el momento en bendición, en revelación. Decidí leer. Tomé mi celular y abrí mi aplicación de lectura, mi kindle, lo puse en cómodo modo nocturno y abrí uno de los libros que actualmente estoy estudiando. Leí todo un capítulo, uno interésantísimo, curiosamente llamado: La resolución del enigma. Ahora que lo reflexiono, ¡qué atinada señal recibí con ese nombre! Sigo tan impresionado. Leí y leí hasta que de repente llegué a un concepto que me estremeció, me impresionó por tan extrema claridad en breves palabras, al grado de necesitar incorporarme para aceptar que, al fin, había llegado a una respuesta que durante décadas no había encontrado. Un concepto que le dio luz a todo por lo que he pasado como maestro, como mentor, como conferenciante en los últimos 25 años de mi vida. Algo que durante años siempre me pregunté: ¿Por qué unas personas cambian y otras no cuando ambas recibieron la misma información donde se les mostraba el beneficio si cambiaban? ¿Por qué unas personas se atreven a hacer y otras no, cuando ambas fueron guiadas por el mismo maestro y recibieron la misma clara explicación acerca del beneficio que recibirían de llevar a cabo la actividad? Sé que a fechas recientes intenté atreverme a decir que la diferencia radica en “entender”. Por eso, en tres palabras he intentado sintetizar una verdad de vida a la que llegué como una de mis más valiosas conclusiones como pensador: “Si entiendes, cambias”. Sin embargo, anoche leí algo que me llevó incluso a sorprenderme al escucharme a mí mismo expresando un “Aaahhh”, abriendo grandemente los ojos, alzando las cejas. Recuerdo que lo leí varias veces. Esto es a lo que he llamado “la mejor explicación” que he recibido en mi vida frente a los clásicos cuestionamientos como los que te expresé. Sé que para lograr mucho mayor trascendencia del concepto deberías de tener tú en tu mente todo los capítulos previos, pero quiero apostar a que no son indispensables para percibir por lo menos algo de tan profunda revelación. Sin más, aquí están las breves palabras expresadas por un gurú (lo expresado entre corchetes es mío): «Otro aspecto interesante es que, cuando lees un libro [o asistes a una conferencia, o tomas clase, o escuchas a un maestro, o te expones ante cualquier fuente de información] interpretas las palabras a tu manera. Eres tú el que lee y eres tú el que interpreta, y tu interpretación no puede ser más de lo que eres tú; [la información] no puede trascender tu comprensión, de modo que asignarás significados propios [a dicha información. Así, sólo alcanzas a ver y entiendes lo que por ley de tu propio ser te permites]». ¡Tu interpretación no puede ser más de lo que eres tú! ¡Dios mío! Ahí radica toda la diferencia. Sí, sé que es fuerte aceptar esta verdad, pero así es. Puedes tener entre tus manos uno de los textos más valiosos en la historia de la humanidad, con las lecciones de vida más trascendentes, puedes haber cruzado palabras con un ser iluminado, pero si quien las lee o escucha es un ser muy inferior a la lección, jamás verá ni entenderá lo que tiene frente a sí. Tu interpretación no puede ser más de lo que eres tú. Me impresionó en extrema magnitud porque, de verdad, en esas circunstancias, ya no hay nada que hacer. Quizá por eso los grandes maestros son tan callados. Dicen algo breve y ya luego sólo se dedican a observar en silencio, hasta ahora los imagino observando incluso con tanta misericordia. Podría extenderme mucho más en este tema, pero sé que eso será privilegio de vivirlo en alguna conferencia, no tan sólo en un boletín o columna semanal. Hablaré mucho más de esto en mi próxima conferencia del domingo 31 de marzo: La fuerza del pensamiento. Sé perfecto que será una experiencia singular, ojalá que exista en tu ser el jolgorio por asistir y vivir la experiencia. Asistir al mismo lugar donde se presenta un maestro, no ser trata de ir a interpretar lo que dice, sino a tener la dicha de entender lo que es. El poder de la presencia siempre ayuda a comprender el ser. En fin, mucho que decir al respecto. Aquí, tan sólo te digo: ¡vale enormemente atreverte a evolucionar como persona! A crecer, a ser más. ¡Ser! Porque sólo a través de ello es que se nos abre el entendimiento por lógico merecimiento y así, alcanzamos a ver lo necesario para actuar como inmediata y natural consecuencia. Hoy sé que gran parte de un cambio no depende de la lección dada por un gran maestro, sino de la interpretación del alumno, de su nivel de ser, de su tamaño como persona, de su evolución espiritual, generando con ello la magnitud de su interés, su grado de concentración, la disposición de su tiempo, la introyección del concepto, el pleno entendimiento del beneficio y el optimismo para seguir la indicación así como el jolgorio al experimentar el resultado prometido por atreverse a hacer el cambio. Si reflexionas en mi mensaje de esta ocasión, podrás quedarte mucho tiempo admirando con sorpresa la enorme implicación de lo que hoy quise compartir contigo aún de manera breve. Esta es la mejor explicación que he recibido en mi vida. Mucha luz en breves palabras. ¡Emoción por existir! –Alejandro Ariza Z.
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A manera de broma he solido usar esta analogía de “como la humedad” refiriéndome a cuando sucedió un cambio y fue “tan poco a poco” que no se da uno cuenta hasta que ahí está, exactamente como cuando un fragmento de la pared se cae por la humedad subyacente y que, para nuestra sorpresa, estuvo erosionando la base desde mucho tiempo antes, pero muy lentamente, poco a poco, afuera en la superficie no se veía nada, apenas aparecían algunas pequeñas burbujas que se notaban sólo si uno se fijaba, para que “de repente” de un momento a otro, se desprende un fragmento del yeso y hasta ese momento notamos el dramático cambio. Y sí, exactamente así nos puede pasar si toleramos esos pequeños cambios que ya se empiezan a suceder y no nos damos cuenta. Y no nos damos cuenta no por no queramos darnos cuenta, sino precisamente porque son difíciles de percibir al irse sucediendo tan lenta y sutilmente. Eso fue lo que me sucedió antier cuando entré a mi cuenta de Twitter y noté la cantidad de tuits deprimentes, todos haciendo referencia a la política mexicana contemporánea, a problemas económicos consecuentes, etc. De repente pensé: “¡Ya no más! Cerraré mi cuenta de Twitter!”, para minutos más tarde recibir el consejo de una amiga de que no era necesario cerrar mi cuenta, sino bastaba con eliminar o bloquear de quien no quería recibir noticias. ¡Claro! ¡Eso mismo hice hace años en mi cuenta personal de Facebook, donde creo no llego ni a 30 “amigos” ya que yo sí manejo el Facebook personal como creo se concibió desde un principio, sólo para tener contacto con personas que uno realmente conoce. ¡Se me había olvidado el poder del botón “eliminar”! Uf… me di rienda suelta eliminando y eliminando a toda persona que no hablara de bien, verdad, belleza, unión y buen humor. Eliminé a más de la mitad de personas que seguía. ¡Cambió totalmente todo mi Twitter! Apenas antier era deprimente entrar a mi cuenta al ver tanta gente atacándose, burlándose, ofendiéndose políticamente, y hoy, ¡es un placer entrar a mi cuenta! Sólo se lee de filosofía, de superación personal, de tecnología y buen humor. Punto. ¡Tan fácil! ¡Usa el botón “eliminar”! Tanto en tus redes sociales como en la vida misma. ¡Es tremendamente saludable! Ahora bien, reflexioné al respecto cuando al ir eliminando personas, me pregunté: “¿Cómo fue que llegué a seguir a casi 100 personas u organizaciones que no van de acuerdo a mi filosofía de vida? ¡¿Cómo llegué ahí?!”. Como la humedad. Sin darme cuenta, muy poco a poco, lentamente, por querer estar “actualizado” siguiendo hasta a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al Presidente y a “expertos” en finanzas, economía y analistas de política, siempre queriendo saber primero para traducir las noticias relevantes a un lenguaje que todo mundo entienda y comunicarlo en mi página pública de Facebook de “Inteligencia para el dinero”. ¡Ahí empezó todo! Con una buena intención, pero sin darme cuenta por irlo haciendo lentamente, como la humedad. Debido a que soy autor de un libro especializado en finanzas, Inteligencia para el dinero, pero siendo el único libro de finanzas que las analiza desde una perspectiva filosófica y de superación personal –temas propios de Nueva Conciencia, mi filosofía de vida–, fue que empecé a llenarme de información que no es acorde a mi corazón. Fue útil para mi cerebro, pero no para mi corazón. Se acabó. Yo ya publiqué y ya expliqué lo mejor que pude para el público lo que recomiendo en mi libro, Inteligencia para el dinero, pero he decidido que hasta ahí. ¿Qué ha pasado en este tiempo en que he dejado de saber de las últimas noticias del gobierno, de expertos en finanzas, de célebres analistas políticos, etc.? ¡NADA! ¡No ha pasado nada! O quizá, sí ha pasado… me he sentido extraordinariamente bien, he vuelto a mi centro. Volví a sentir gusto por usar Twitter. Todo sencillamente usando inteligentemente el botón “Eliminar” y eligiendo sólo lo que suma a mi filosofía de vida. Así, volví a “mi” mundo. A ese donde pertenezco de lleno, a ese a donde Dios me puso para ser y servir. No debo salirme de ahí. ¿Puedo asomarme a otros? ¡Claro, por supuesto, quizá necesario ocasionalmente!, pero asomarse es una cosa y empezar a pertenecer es otra. Claramente sentí como volví a mi acostumbrada paz, claramente sentí cómo volví a mi entusiasmo y fe en la vida. Claramente noté cómo mi mente tuvo más tiempo para enfocarse exclusivamente a lo que le da sentido a mi vida y alegría a mi existir, a Nueva Conciencia. Te quise escribir esto hoy porque estoy seguro que te puedo ayudar a reflexionar en algo parecido que te esté pasando, sin darte cuenta, como la humedad. Haz un algo y observa qué fuentes de información has elegido que entren a ti. Lo que no te sirva para tu misión y bienestar, elimínalo. De verdad, es más el morbo del “nuevo entretenimiento” de hoy en día, querer saber de “los pleitos” de las diferentes corrientes de opinión, del gobierno, de analistas. Un mundo donde las personas de a pie, como tú, como yo, no podemos hacer absolutamente nada. Y aquí te recuerdo un precepto esencial de Nueva Conciencia: sólo ocúpate de aquello sobre lo que tienes control. De todo lo demás, despréndete, precisamente por que no tienes el más mínimo control. Si algún día asistes a una reunión en donde se esté hablando del tema socio-político que esté de moda y la nota trascienda ese día, deberás llegar a sentir placer de que, cuando te pregunten tu opinión, les puedas decir: “Ahora sí no sé, heee, no sé nada de lo que están hablando, ni idea. Apenas estoy escuchando algo aquí y ni sé”. Al principio serás visto como un bicho raro, para que después, te lleves la sorpresa de que hasta admirado seas, precisamente por no saber de esas cosas. ¡Hay temas mucho más importantes y sobre los que sí tenemos control que deberían ocupar la mayor parte de nuestra mente y corazón! Elige con inteligencia. Hasta podrás ser quien cambie el tema de esa reunión… para beneficio de todos. Te hablo por amplia experiencia. Podría darte muchos más ejemplos, pero algo me dice que es suficiente. En el tema de hoy, menos es más. “Limpia” tus redes sociales (o bien, te podría sugerir: limpia tu vida). Permítete ser influenciado sólo por algo que aporte real valor a tu vida. Todo lo demás, deséchalo. De verdad, no practiques el “nuevo entretenimiento” que representan los noticieros, la nota roja o amarilla, los pleitos de poder. A ese mundo no pertenecemos. Te recuerdo: tú y yo estamos en este mundo, pero no somos de este mundo. Cuando uno llega a comprender esto a cabalidad, uno elige mucho mejor los compañeros de viaje. Si has de entretenerte, mejor ve al teatro a ver una extraordinaria puesta en escena, busca un juego de mesa, lee un buen libro, haz ejercicio, sal a pasear a tu perro, disfruta de una buena película, ten la dicha de conversar con alguien disfrutando de un exquisito café, disfruta de buena música, prepara material y sigue estudiando más de aquello a lo que te dedicas, en fin. Hay muchas más fuentes de entretenimiento. Elige con inteligencia. Pronto volverás a sentir una gran… ¡Emoción por existir! –Alejandro Ariza. Estamos iniciando otro Año Nuevo… y siendo muy –o exageradamente– objetivo, no se trata salvo de otro instante más en el eterno presente. El Diccionario de la Real Academia Española define la palabra instante como “porción brevísima de tiempo”, y también (o mejor) “sin cesar, continuamente, sin intermisión”. El 1º de enero de este 2019 es una “fecha arbitraria”, otro instante más, que la mayoría de la gente percibe como un “nuevo inicio”. Y así se percibe sólo porque la mayoría de los humanos se han puesto de acuerdo en creer que ese instante sea un nuevo comienzo, pero visto desde una perspectiva más real, no es nada más que otro instante en el eterno presente, ese eterno presente que no es otra cosa más que –en nuestras humanas referencias–, cientos de miles de millones de años, quizá más bien “infinito”, donde sólo empezamos a medir desde que encarnamos como humanos; esto lo alcanza a ver uno en ese nivel de entendimiento donde al fin descubres que no existe el tiempo. El mismo diccionario define la palabra tiempo como “duración de las cosas sujetas a mudanza”, y lo que dura es nuestra experiencia de ser humanos. Por eso inventamos la medida. Por eso inventamos la idea y la sensación de un nuevo inicio, pero nada inicia, nada acaba, todo simplemente está siendo. Por eso, he afirmado que el ser humano no necesita una fecha para cambiar, necesita una decisión tomada en cualquier instante. En mi caso, los cambios más rotundos y transformadores de mi vida, ni recuerdo cuándo los tomé, pero seguro que un 1º de enero, no. Lo único que recuerdo es que en algún instante de mi vida llegué al punto donde todo deseas cambiarlo: el punto de hartazgo total, y ahí decidí, ahí mismo ya inició el cambio. Es curioso, pero el tiempo en que tomamos una decisión es precisamente un instante, otro instante más. Donde se puede tardar la persona es en llegar a ese instante, pero decidirse e iniciar un cambio, sucede en un chasquido de dedos, un mero instante. Por eso afirmo en mis conferencias que para cambiar no necesitas años de meditación luego de un retiro en un cuarto camino o ese tipo de… dinámicas, por decirlo de algún modo respetuoso. No. Lo único que necesitas para cambiar es un relámpago de claridad, un kairòs. Y repito, quizá necesites el retiro o años para llegar a ese relámpago de claridad, pero el cambio se sucede en el mismísimo momento en que tomas la decisión real, en un instante, sin importar la fecha en que se suceda, de hecho, ésta no importa, nada tiene que ver. Analicemos algo quizá fuerte. Si eres sincero contigo mismo, quizá en las celebraciones de Año Nuevo llegaste a sentir esa ausencia de felicidad real, más bien tuviste otra reunión para justificar comer y beber casi sin límite, igual que un 15 de septiembre (en México) o en una fiesta de cumpleaños o en alguna intensa salida al antro para quien está acostumbrado a experimentarlas con mayor frecuencia en cualquier fin de semana. Quizá notas cómo muchos “actúan” la felicidad, la emoción porque ya mero inicia el año, ¡imagina el estrés por desear una emoción gigantesca por tan sólo un efímero instante!, por eso lo alargamos generando expectativa, creando “horas de espera” para llegar al cambio de las 11:59 PM del 31 de diciembre a las 00:00 del 1º de enero que, en esencia, es sólo un segundo, el instante en que pasó de un año a otro. ¿Da tiempo ese segundo para sentir una gran felicidad? No, no lo creo. Por eso mucha gente actúa la felicidad: empieza a tomar alcohol (para alterar la conciencia creyendo como real esa actuación), escuchar música a alto volumen, bailar, comer, etc. Realizar una actividad diferente a otros días para percibir el momento precisamente como algo distinto. Todo actuado. Y en esta vida todo se puede actuar, hasta la apariencia de riqueza, la apariencia de afecto, pero la felicidad, no, esa no se puede actuar. Y precisamente por eso, en este festejo de Año Nuevo, muchos guardan ocultamente en su interior un vacío, gente que intenta llenar un vacío existencial con un festejo de gran alarde… sin lograr llenar nada. Frustrante. Es como querer llenar un bote vacío cubriéndolo de etiquetas. Y lo contrario es hermosamente valedero: mientras más rica sea tu vida en realidad, menos necesidad de festejos de este tipo, por lo mismo. No necesitas actuar la felicidad, la sientes, la vives, la eres por ser quien eres en realidad e independientemente de cualquier fecha. No quiero parecer aguafiestas pero es un tema propio de Nueva Conciencia, es darse cuenta, es despertar. El Año Nuevo es tan sólo otro instante más donde el humano persigue la felicidad de ese momento con intensos preparativos previos para “alargar” el instante, algo que, en realidad, es imposible, pero el humano insiste en extenderlo e intentar hacer durar lo efímero del instante. Preparativos de semanas o días previos, gastos tremendos –para muchos endeudamiento– dependiendo del nivel socioeconómico de la persona, desde planear una fiesta en casa donde se come y bebe en exceso hasta viajes al extranjero a los eventos más lujosos para ver fuegos artificiales y consumir drogas más sofisticadas, por llamarle así a bebidas de mayor costo. Luego, el humano sigue insistiendo en extender el festejo con el “recalentado” de horas más tarde. 24 horas después, los gritos y la algarabía cesan. Todo vuelve a la “normalidad”. Muchos siguen sintiendo un vacío pero que ahora justifican su actuación de felicidad publicando fotos de su actuada alegría en Instagram o Facebook. El humano sigue insistiendo en alargar su actuación quizá para intentar convencerse a sí mismo de que fue feliz sin serlo. Y es que muchos humanos necesitan actuar y creerse esa felicidad (al mismo doloroso tiempo de que no la sienten realmente), sobre todo quienes durante el año llevan una vida desgraciada por no ser lo que realmente son, por hacer lo que no les gusta, por estar donde les desagrada, pero que lamentablemente lo soportan tan sólo por ganar el dinero que ese pesar les genera. Los festejos como el de Año Nuevo son un escape para gente así. En cambio,la gente que es realmente feliz siendo lo que es, haciendo lo que hace y estando donde le encanta, curiosamente no siente gran atracción por este tipo de festejos o, cuando menos, no tiene expectativa de que le aumenten su felicidad, porque ya la viven con frecuencia, de hecho, son igual de frecuentemente agradecidos por ello. Leí un estudio del 2015 hace unas horas donde se entrevistaron a 475 personas luego de algunas semanas de haber pasado el Año Nuevo y para el cual prepararon grandes festejos. ¡El 83% confesó haberse decepcionado del festejo!, siendo la mayoría quienes más invirtieron tanto emocional como económicamente. Historias donde pleitos familiares existieron, comentarios con doble intención, arrepentimiento por haber invitado a viajar a determinadas personas, arrepentimiento por haber comido y bebido como se hizo, arrepentimiento por las cantidades de dinero que sintieron “tirar”, etc. Pero eso sí, cumplieron con dar una imagen en sus redes sociales de felicidad. La gente se esfuerza tanto en lograr la felicidad en el instante de Año Nuevo que así garantizan su infelicidad. Existe un trillado concepto oriental que afirma más o menos esto: “La principal razón de la infelicidad es la búsqueda de la felicidad”, y es que, efectivamente, a mayor expectativa, menor capacidad de natural disfrute. La felicidad no se puede forzar ni se puede actuar. La felicidad sucede y, muchas veces cuando no hay expectativa, ahí radica su magia. No sé si ya esté empezando a “entrar a una edad muy avanzada” (por decirlo amablemente), pero ahora que el tiempo lo percibo pasando muchísimo más velozmente (algo que suele percibirse así a mayor edad), ya siento un Año Nuevo casi pegado al siguiente. Así, lo que ayer me asomé a ver en televisión resulta exactamente lo mismo que hace tan solo unos instantes, lo de todos los años. Ya lo percibo tan falso. Me divierto cuando en las transmisiones de televisión del festejo de un Año Nuevo, un anfitrión sonriendo (actuando) todo el tiempo, pasa los micrófonos a otra locación remota, y dado a que siempre existe un “delay” en el audio, aparece la imagen de esa otra locación pero sin sonido, con el presentador serio, con gente atrás en silencio, todos esperando a que les digan: “¡Ya! ¡Ya están al aire!, ya actúen pareciendo emocionados y felices”, pero la imagen ya estaba al aire, todos serios y callados, cuando de repente, ¡todos se prenden, gritan, saludan, sonríen, y el locutor exagera diciendo lo maravillosamente bien que están! Así descubres todo actuado, todo falso. Cuando hace años yo estuve en programas de televisión, siempre me llamó la atención eso. Cuando sucedían los comerciales, todo en el estudio era serio, silencioso, muchos con rostros adustos, pero cuando el “floor manager” decía: “Preparados, regresamos en 5, 4, 3, 2…”, ¡Y boom! Todos mundo automáticamente sonreía, se ponía música en el estudio, bailaban, etc. ¡No sabes lo que es estar en el set de televisión y atestiguar esto con tus propios ojos! Sólo se vende una imagen, mientras dura esa imagen. El problema es que, del otro lado, quien ve el programa, “cree” que la vida es así de tan constante algarabía. Es mera actuación. Sólo que quien ve el programa, si no siente esa alegría, empieza a percibirse apartado, siente que no pertenece, entonces… por necesidad de pertenencia, también actúa la felicidad, pero hoy publicando fotos en sus redes sociales. Es el mismo fenómeno. Por eso tantos expertos sugieren dejar las redes sociales para tener más momentos de auténtica felicidad, esos que no necesitas publicar, precisamente por ser realmente felices y por estar tan auténticamente conectados con esa felicidad. Podría decirte tanto más al respecto, pero creo que es suficiente para nuestra introducción al tema. A este otro instante más, el Año Nuevo, visto con optimismo, le puede caracterizar algo hermoso, la percepción minimalista de un nuevo principio, puedes percibirlo como un libro en blanco, como un momento de inspiración para hacer un nuevo tú. Siguiendo con el tema, esto bien podrías hacerlo en cualquier otro instante, el segundo en que tomes una decisión de mejorar. Sabe que cada segundo es un nuevo inicio, cada segundo es un nuevo principio, cada segundo es una nueva oportunidad. Sin embargo, aprovechemos la creencia común de que este instante en que cambiamos al Año Nuevo es más adecuado para el cambio (un absurdo, pero creamoslo para fines prácticos), y aquí te quiero recomendar un ejercicio, imagina el instante del cambio, el instante de un nuevo comienzo, como una casa vacía. Ahí la tienes frente a ti. ¿Qué le meterías a esa casa durante este año? Yo te recomiendo un estilo minimalista. Sugiero que vivas una fuente (de varias que hay) de felicidad auténtica: descubrir que menos es más. Sugiero que te preguntes:
Aunque todo esto lo puedes decidir en cualquier instante de tu vida entera, alrededor de estos días sucede un hermoso momento para reimaginar tu vida y rediseñarla. ¡Emociónate por existir rediseñando, reinventando, reimaginando… para terminar, cuanto antes, actuando en consecuencia! ¡Es hermoso saber que en cualquier instante podemos volver a empezar! Hazlo. Pero algo importante: necesitas dedicar tiempo, tú solo, tú sola, a estos momentos de reflexión y rediseño, e idealmente, necesitas un maestro que te tome de la mano y, luego de tus privadas reflexiones, conversen al respecto y te brinde estrategias para mejorar. Yo este año seré el mentor de unas 10 personas, las primeras que me lo soliciten y con quienes me comunicaré exclusivamente en el grupo secreto de Facebook: “Temas Selectos de Nueva Conciencia”. Crearé una comunidad muy exclusiva, esa donde se puede conversar en paz y con gran entendimiento y respeto. Si deseas participar, haz clic aquí: “Temas Selectos de Nueva Conciencia”. Planificar en tu agenda momentos de entera soledad para reimaginar y rediseñar tu vida es esencial. La actuación de la felicidad jamás te dará el tiempo para ello. Piensa un rato en esto. Confróntate con tus tiempos. Lee algo que dignifique tu alma, que eleve tu espíritu, que te emocione a tal grado que tu actuar en consecuencia sea impostergable. Ahí surgirá una auténtica felicidad en el instante en que menos lo esperes, y es que parte del encanto de la felicidad es que sorprende. ¡Feliz instante nuevo! ¡Emoción por existir! –Alejandro Ariza. Lo prometido es deuda, y como lo avisé en mi página de Facebook de “Inteligencia para el dinero”, les platicaré brevemente de una experiencia generadora de seguridad, paz, alegría y poder y que me encantaría que todo mundo viviera, precisamente gracias a tener inteligencia para el dinero. Concretamente: como muchos problemas de salud, no avisan, y súbitamente me tuve que internar hace cuatro días en el hospital por un violento cólico renal. La historia acabó en que me tuvieron que sacar una piedrita mediante un procedimiento no invasivo, pero como si fuera una cirugía, y todo el numerito salió cotizado en 160,000 pesos mexicanos. Tenía que desembolsar esa cantidad en tan sólo cuatro días. Era la suma del internamiento en el Hospital Ángeles, honorarios del cirujano, anestesiólogo, medicinas, etc. ¡Pero gracias a que, por inteligencia para el dinero, tengo un Seguro de Gastos Médicos Mayores con AXA Seguros, vi que aplicaba perfectamente en mi caso –ya que hay letras chiquitas con excepciones para casos renales requiriendo un tiempo de espera (que por bendición yo ya tenía cubierto)–, y acabé pagando ¡sólo 22,000 pesos! ¿Leíste bien? La cuenta era de 160,000 pesos y sólo pague 22,000. ¡¡¡Esa es la maravilla de tener un Seguro de Gastos Médicos Mayores!!! Es, inteligentemente, transferir el sorpresivo riesgo económico, por una emergencia, a la aseguradora. Ese es el beneficio de tener un seguro. Y para colmo, precisamente por todo lo que explico en mi libro, Inteligencia para el dinero, ya tenía desde hace más de un año, un fondo donde ahorré-invertí lo necesario para cualquier gasto de emergencia mi Seguro de Gastos Médicos Mayores, es decir, sencillamente hoy por la mañana, abrí ese fondo y tomé una partecita para pagar esos 22,000 pesos y listo. ¡Has de cuenta que no pasó nada! No sé cómo explicarte más mi sentir. ¡Qué segura experiencia! ¡Qué manera tan feliz de terminar el 2018 acabo de vivir! Grabaré un video con todo el detalle para que en la historia proporcione muchos consejos, te recomiende a mi extraordinario agente de seguros personal, pero esa información será privilegio de mi nueva sección: “Temas Selectos de Nueva Conciencia” a los que puedes tener acceso haciendo clic aquí.
Si te has preguntado alguna vez si tiene algún caso tener un Seguro de Gastos Médicos Mayores, como muchos de nosotros nos lo hemos preguntado (¡claro que me incluyo!), sobre todo cada vez que tienes que pagar el seguro, ¡pues claro que tiene caso! Y, aunque suene trillado, sólo te das cuenta de la extraordinaria bendición que es tener un seguro, hasta que lo necesitas. Mira nada más la diferencia, por citar mi ejemplo: terminar el año con un gasto súbito e inesperado de 160,000 pesos en cuatro días (8,000 dólares americanos –para que tenga la referencia quien me esté leyendo de otro país–), o terminar el año sin ninguna deuda en absoluto, ya que la solución a mi súbito problema de salud que ya pasó, fue cubierto por mi seguro y el resto (22,000 pesos, unos 1,100 dólares americanos) ya lo tenía ahorrado desde hace más de un año, en un fondo a parte, como debe ser. ¡Cuánta paz, cuánta libertad, cuanta seguridad se genera uno a uno mismo con inteligencia para el dinero! Por eso escribí todo un libro para ti, por eso existe un webinar de “Inteligencia para el dinero” de más de cinco horas de duración que puedes tomar el día y la hora que quieras haciendo clic aquí. Que tengas esta información es más importante de lo que una persona promedio puede alcanzar a entender. Citaré los primero renglones de la contraportada de mi libro, Inteligencia para el dinero: «Todos los seres humanos deseamos vivir en paz, ser libres, tener éxito, ser felices y sanos. Debes entender que unas correctas finanzas personales son esenciales para lograr vivir de esa manera». ¡Dios! ¡Cuánta verdad hay encerrada en esas pocas palabras! ¡Y más en esta época de propósitos de Año Nuevo! Todo mundo se desea prosperidad, paz, amor, felicidad, salud… pero si se queda en buenos deseos, ¡te aseguro que de ahí no pasa! Yo lo viví durante años, ¡décadas!, esa falsa ilusión de creer que con pensar bonito y optimistamente bastaba, ¡y no! ¡Tienes que tener inteligencia para el dinero y aplicarla en lo más práctico de tu proceder de tu día a día! ¡Esa es la única manera práctica de sembrar verdadera paz, seguridad, prosperidad, salud! Olvídate del borreguito atrás de la puerta, de los cuarzos de la abundancia, de los cursos en línea para alcanzar prosperidad mediante la energía de las conexiones cósmicas, olvídate de ponerte los calzones de algún color el 1º de enero para atraer abundancia. ¡Nada de esas mamadas sirve! Si no crees, observa tus finanzas. O bueno, si sonó fuerte, mejor observa las finanzas de esas otras personas que te recomiendan todo eso y mira si son realmente libres financieramente por eso. Lo único que sirve para vivir en paz, seguridad y verdadera prosperidad es tener y aplicar tu inteligencia para el dinero y yo te digo cómo, parado en la evidencia del cómo llevarlo a cabo y vivir tan feliz, tan seguro y tan pleno. Queridos lector, querida lectora, para este Año Nuevo deseo que te atrevas a hacer lo necesario para que logres la prosperidad, paz, alegría, salud y seguridad que verdaderamente genera tener inteligencia para el dinero. ¡Que ya el 2019 sea el año donde hagas lo que tengas que hacer, cambies lo que tengas que cambiar, para dejar de tener deudas totalmente, empieces a ahorrar, a invertir y a tener tus seguros! Vivir así es maravilloso. Y para colmo, así es lo normal. Permíteme afirmarte algo ya aquí en confianza: El Año Nuevo no será nada nuevo si sigues comportándote igual en tu vida, si tienes los mismos hábitos, si tienes el mismo conocimiento, si todo sigue igual. Lo “nuevo” del año, será una falsa ilusión, como les pasa a miles con todo y su preocupación por comer las 12 uvas con cada campanada, y por eso se frustran, porque en estas fechas por todos lados se comunica el deseo de un cambio, la publicidad se enfoca en eso alrededor de estos días, pero nada les cambia a muchas personas y, para colmo, porque ellos mismos bloquean ese cambio al no atreverse a leer, estudiar y a hacer algo realmente nuevo. Mañana es Año Nuevo, y es buen momento este 31 de diciembre para recordarte que para vivir una nueva vida no necesitas una fecha, necesitas una nueva conciencia generadora de una tajante decisión que te hace actuar en consecuencia y en forma inmediata; eso sucederá sólo cuando ya estés verdaderamente harto y quieras vivir como realmente deseas. «Las fechas no te cambian, tú cambias en la fecha en que decidas». ¡Feliz Nueva Conciencia en la fecha que decidas! –Alejandro Ariza Z. De la Ética nicomaquea Creo que alrededor de estos días puede resultar ser como un oasis en el desierto una lectura como la que hoy quiero compartir contigo. Además, cada vez que recibo mensajes por parte de ciertos amigos, noto cómo existe una enorme confusión en tan trascendente tema. Esta breve, pero profunda, reflexión que nos presenta este célebre filósofo de la antigua Grecia, Aristóteles, no debe de servir para esclarecer muchos de los comportamientos que confundimos como cierto tipo de amistad siendo quizá otro diferente. Lo que pasa es que mucha gente no conocía que existen tipos de amistad. En mis textos preferidos encontré estas letras que hoy quiero que desfilen aquí, en Nueva Conciencia, para ti:
“Los antiguos consideraban que la amistad se contaba entre la mayor de las virtudes. Era un elemento esencial para la plenitud o la felicidad en la vida. «Pues sin amigos –dice Aristóteles–nadie escogería vivir, aunque tuviera todos los demás bienes». Vale la pena recordar estas palabras en un mundo de bienes «perecederos». Según Aristóteles, las amistad es, o supone, un estado de carácter, una virtud. Hay tres clases de amistad. Éstas se basan en el placer de la mutua compañía (amistades de placer), o en la utilidad de la asociación (amistades de utilidad) o en la admiración recíproca (amistades en virtud). Todas son esenciales para la buena vida, y los mejores amigos no sólo admiran recíprocamente su excelencia, sino que se complacen en la mutua compañía y le encuentran ventajosa. He aquí un fragmento del clásico comentario de Aristóteles. Así como los motivos de la amistad difieren en especie, también difieren los respectivos sentimientos y amistades. Las especies de amistad, pues, son tres, en cantidad acorde con sus objetos, pues en cada cual puede haber «mutuo afecto mutuamente profesado». Ahora bien, quienes se profesan amistad se desean el bien, de acuerdo con el motivo de su amistad; en consecuencia, aquellos cuyo motivo es la utilidad no se profesan verdadera amistad, salvo en la medida en que algún beneficio surja de ello. Y aquellos cuyo motivo es el placer se encuentran en similar situación. Es decir, sienten amistad por hombres de placeres fáciles, no porque sean de determinado carácter sino porque son gratos para sí mismos. Así aquellos cuyo motivo para la amistad es la utilidad aman a sus amigos por lo que es bueno para ellos mismos, aquellos cuyo motivo es el placer lo hacen por lo que es placentero para ellos mismos; es decir, no en la medida en que el amigo amado es, sino en la medida en que es útil o placentero. Estas amistades dependen del resultado, pues el objeto no es amado por lo que es el hombre sino por la ventaja o del placer que ofrece, según el caso. Tales amistades son muy propensas a la disolución si ambas partes no continúan igual. Es decir, los demás dejan de profesarles amistad cuando ya no son útiles ni placenteros. Ahora bien, está en la naturaleza de la utilidad no ser permanente sino mudable; así, cuando el motivo que los hizo amigos desaparece, la amistad se disuelve, pues existía solo en relación con las circunstancias. La amistad perfecta, pues, es aquella que subsiste entre aquellos que son buenos y cuya similitud se encuentra en su bondad, pues estos hombres se desean el bien de modo similar, en la medida en que son buenos (y son buenos en sí mismos); y son especialmente amigos aquellos que desean el bien a sus amigos por sí mismos, porque lo sienten así por ellos mismos y no como mera cuestión de resultados; así la amistad entre estos hombres continúa mientras ellos sean buenos; y la bondad, como sabemos, posee un principio de permanencia. […] Las amistades de esta clase son por fuerza raras, pues cerrados son los hombres de esta clase. Además, suponiendo que se cumplan todos los requisitos, se requiere tiempo e intimidad, pues, como dice el proverbio, los hombres no pueden conocerse «hasta que hayan comido juntos la necesaria cantidad de sal», ni pueden admitir la intimidad, y mucho menos ser amigos, mientras cada cual no se haya revelado al otro y haya demostrado que es un objeto apropiado de la amistad. Quienes comienzan apresuradamente un intercambio de actos amistosos pueden sentir el deseo de ser amigos, pero no lo serán a menos que también sean objetos apropiados de la amistad y se conozcan mutuamente como tales es decir, la apetencia de amistad puede surgir rápidamente, pero no la amistad misma”. Hoy me despertó una idea y aquí ando siendo fiel a ella. Tuve una reflexión muy temprano y sentí la orden de escribir brevemente acerca de ella. Como siempre, procuro ser obediente y aquí estoy ya escribiendo. Hoy en día en que desfilan en las redes sociales una enorme cantidad de “recetas para ser feliz”, blogs, memes, imágenes, listas, condiciones, consejos, etc., de esas como: levántese súper temprano, corra 20 minutos, haga yoga, lea, trabaje duro, conviva amablemente, coma sólo cosas saludables y un sin fin de etcéteras, he de confesar que me he imaginado haciendo varias cosas de esas, y tan sólo de imaginármelas, no me hacen feliz. Levantarme súper temprano… y ¿si no tengo ningún pendiente a las 4:45 AM? No me imagino viendo las paredes medio a oscuras y ahora tan solo esperando que llegue mi hora normal de iniciar actividades. No, no sería feliz. Y sí, claro que me levanto temprano, mucho muy temprano, cuando lo necesito. ¡Por ahí ya va uno de mis ingredientes para ser feliz! Hacer con maestría lo que necesito realmente, sólo lo que necesito. No me es menester hacer más. Y bueno, este es un mero ejemplo.
Yo no estoy aquí para darte una receta, porque he desarrollado la poderosa creencia de que no existe una “receta universal”, sino que cada quien tiene y va creando sus propias recetas con los ingredientes que va probando de la vida, haciendo las combinaciones más personales que se puedan imaginar. Yo aquí sólo quiero compartirte uno de mis ingredientes que he descubierto como esenciales para ser feliz: Descubro para qué no sirvo y eso no lo hago. Punto. Así de sencillo… y desafiante. Me ha dado un resultado maravilloso, sólo teniendo que superar el reto que te suelen poner los amigos o conocidos y en donde se pone a prueba tu autoestima y convicciones. ¿Has leído por ahí, en las miles de recetas que circulan por Internet, que te atrevas a ser “diferente”? Que si eres diferente que no te importe y bla, bla, bla. Siempre es muy socorrido en temas de superación personal ese aspecto, el que si “los demás” te creen loco es porque eres diferente y que es una maravilla ser diferente y más bla, bla, bla. Pues bien, deteniéndonos a analizarlo, es un reto muchísimo mayor a lo que alguien se puede imaginar. Específicamente, por ejemplo, en mi ingrediente que comento en esta columna, te lo repito: si descubro algo para lo que no soy bueno, sencillamente eso no lo hago. ¡Uy!, pero si eso que descubro coincide con lo que la mayoría cree que es bueno, digno, noble y honorable, entonces se me empieza a percibir como alguien cometiendo un error. ¡Y ahí entra el desafío de que lo que digan los demás a ti no te importe! ¡Por Dios! ¡Tienes que entender que ellos opinan desde su muy particular experiencia de lo que creen bueno para la humanidad entera basándose en el beneficio que ellos recibieron a título personal! ¿¡Alcanzas a ver el arrebato de ego que esto implica!? Alguien descubre para sí que correr todas las mañanas a las 5:00 AM le ha cambiado la vida y es maravilloso. Descubre para sí que se siente más despierto, que respira mejor, que no sabe bien cómo explicarlo pero todo le mejora y así… muy consecuente a la naturaleza humana, quiere que todo el mundo se levante a las 5:00 AM y corra kilómetros exactamente como él lo hace. Se la pasa publicando fotos en Facebook de su carrera, de sus kilómetros, cada vez más, de sus comentarios, de su sacrificio, etc., etc., etc. Visto con filosofía, su intención es buena. Se trata de alguien que quiere compartir lo que él ha experimentado como bien. Hasta ahí, es noble la intención. Pero de ahí a que tú descubras que no eres bueno para correr y mucho menos para levantarte temprano (como es mi caso, por ejemplo), dista mucho de que lo imagines como un bien para ti y te transforme para mejor. Aquí es donde se requieren muchas agallas para aceptarte diferente. La presión social es mucha cuando alguien descubre algo bueno para sí y coincide que es bueno para millones de personas más, menos para ti. Sé que muchos, en este ejemplo o en este tipo de ejemplos, dirán: ¿¡Pero cómo puedes decir que algo no te gusta si no lo has probado!? ¡Augh! Tuve tanta gente así a mi alrededor cuando, por ejemplo, les confesaba que yo nunca como nada del mar, ningún marisco, nunca, jamás, que nunca los he probado y que jamás lo haría. Personas que se me quedan viendo con una cara entre admiración, ternura y compasión como imposibilitados para entenderme, e insisten e insisten en que no puedo saber que algo no me gusta cuando no lo he probado. Recuerdo perfecto cómo uno de esos sujetos míticos y legendarios, de los que te insisten hasta como queriéndote amedrentar y planeando ocultarme dentro de otro alimento algún marisco para que “demuestren” que sí me lo comería y hasta quizá me gustaría, seguía insistiendo e insistiendo. Era tanta la ya molesta insistencia cada vez que me decía: “De verdad Ariza, tú con todos tus rollos que te cargas y que le andas diciendo a la gente y tal, ¿cómo no te atreves a comer mariscos siendo algo tan delicioso y sano, más me impresiona tu inamovible postura, negándote tan rotundamente siquiera a probarlos? Más congruente sería que primero los probaras y luego dijeras que no te gustaron. No puedes saber si algo no te gusta si no lo has probado”. Me clavaba la mirada este tipo con sus palabras. ¡A fuerza quería que comiera eso! Yo sabía que estaba frente a un Mr. Ego encarnado en humano. Al ego le encanta ser la referencia de lo correcto, la medida del deber. ¡Ahí, se me ocurrió una grandiosa idea! Lo dejé calladito y dejó de insistirme. Recuerdo que le dije: “¿No te gustaría tener sexo sucio y rudo con otro hombre?”. De inmediato se molestó y me dijo que qué me pasaba con esa pregunta tan asquerosa, que él estaba bien definido, que ni al caso, que esas mariconadas y marranadas no le gustan. Francamente se molestó. Yo noté que había logrado mi cometido. Y ahí le dije: “Pero… ¿cómo puedes decir que algo no te gusta si no lo has probado?”. Guardó silencio y yo aproveché ese silencio para continuar: “…más o menos así es como yo sé que no me gustan los mariscos si necesidad de probarlos”. Se terminó la insistencia y se cambió de tema. A la gente más primitiva le encantará recomendarte mil cosas que hace y que le han funcionado para bien, y más si se tratan de cosas, actividades u objetos que la abrumadora mayoría de la gente ha descubierto como benéficas también, incluso “por naturaleza humana”. La persona primitiva se apoya mucho sabiéndose parte de mayorías. Ya sabes, que el ejercicio, que la alimentación, que la religión, que una familia bonita, que una casa propia con cuatro recámaras, y un sinfín de predilecciones más. ¿Y si tú descubrieras que uno de esos “ingredientes de la felicidad de las mayorías” no te hacen feliz a ti? ¡Ahí está tu reto! Este es el verdadero reto que significa atreverte a ser diferente. Vivirás la tensión de atreverte a ser diferente a la mayoría de humanos y vivir abiertamente manifestándolo, de ser necesario. Y no, no querrá decir que tú no eres humano. Significará sencillamente que eres un humano diferente. Y no, no eres raro (salvo para los ojos del ego de los otros, pero recuerda que estamos analizando “tus” ojos, no los de otros”), más bien ¡eres un original! Se requieren de muchas agallas para reclamar tus gustos y vivir apegado exclusivamente a ellos. Esto no significará que no “pruebes” si quieres probar de tantas opciones que la vida nos pone enfrente. Algunas, por naturaleza (o por la razón que quieras) las rechazarás sin necesidad de probarlas… ¡y está bien! Confía en tus instintos. A mí, si me piden, por ejemplo, que me levante muy temprano a hacer canotaje extremo en ríos salvajes, no, la verdad no iría, por varias razones: he descubierto que no soy bueno para levantarme temprano, he descubierto que no me gustan los “deportes de alto riesgo”, he descubierto que el agua combinada con piedras y riesgo no es una combinación que me haga feliz y así… ¡simple y sencillamente no lo hago! Y ese “no hacer” es fuente de felicidad para mí. ¡Me fascina mostrar mi liderazgo negándome! Es poderoso. He aprendido a decir no con poder. Nadie me discute y ya casi nadie me insiste cuando digo yo digo “no”. Es liderazgo y autoliderazgo también. Ya quítate la idea de que para ser feliz tengas que hacer algo, y hoy aprende que para ser feliz también puede existir un ingrediente en tu receta muy personal: el no hacer. No hacer lo que sencillamente no quieres hacer por la razón que sea, de la cual, ni explicaciones tienes que dar. El día que eleves tu autoestima al nivel donde te atrevas a decir “no” bajo la insistencia sutil o ruda que alguien te impone para que pruebes algo que, de antemano tú crees que no te gustará y no tienes el más mínimo interés de probarlo, lograrás sencilla y poderosamente el no hacerlo. Y si se te insiste, pues ya te di un consejo de lo que le puedes decir para que te deje de insistir (no más checa bien bien que se trate de alguien macho, macho, macho). Date el tiempo para pensar. Detente a analizar tus gustos muy personales. Si algo de lo que haces no te hace feliz… ¡deja de hacerlo! Dejar de hacer puede ser fuente de felicidad más grande de lo que te imaginas. Quizá descubras que no quieres hacer ejercicio o no quieres dejar de comer mal una temporada… ¡la posibilidad de elegir así existe! Eres humano y venimos a experimentar. Quizá descubras con mayor sorpresa que no te gusta el trabajo que realizas o… estar con la pareja con la que vives. ¡Ahí está un gran desafío para “dejar de hacer” como fuente de felicidad! Yo, muy particularmente, te he compartido uno de mis ingredientes para mi felicidad. Por lo mismo que te he expresado aquí, muy posiblemente no sea un ingrediente para la tuya, pero quizá sí y estas líneas te animen y te validen para descubrir para qué no eres bueno y eso lo dejes de hacer. ¡Bum! ¡Ahí tendrás un chispazo de felicidad que puede ser permanente! No te digo que lo pruebes forzosamente, te invito a que si tu intuición o criterio te lo indica, lo pruebes y veas si te funciona. Si ni siquiera lo quieres probar, también está bien. Recuerda tan sólo que si te atreves a ser diferente y te mantienes fiel a tus gustos, lo que sigue inmediatamente es la separación, por lo que explico ampliamente en mis conferencias, por “Ley de semejanza”: lo semejante atrae a lo semejante, y lo distinto repele a lo distinto. La persona y el grupo que te invitaban a ser parte de ellos a través del “hagamos lo mismo”, si tú eliges no hacerlo, naturalmente se irán y te repelerán, como tú a ellos. Cuando lo escuchas así se oye y se percibe dramático. Hay tanta gente que no sabe la dicha y felicidad que podría representar unas horas de soledad y silencio gracias al bendito repele, que la necesidad de pertenecer termina superando el gusto personal y la autofidelidad. Ahí, yendo en contra de ti pero a favor de la compañía, te levantas temprano y le entras al canotaje, por citar mi ejemplo anterior. En saldos finales, no serás feliz. Imaginaste ser feliz por tu necesidad de pertenencia y miedo a la soledad, pero al precio de hacer lo que no deseas hacer. Mientas más baja autoestima tenga la persona, más fácilmente podrá proceder en contra de sí para ir a favor de otros. Aprender a ser diferente implica aprender a disfrutar momentos que podrían ser solitarios y en silencio, para que muchas veces, por ser diferente, sencillamente la vida te presente a otras personas ahí, a la vuelta del momento, luego de haberte atrevido a serte fiel, apareciéndose posiblemente personas con gustos parecidos a los tuyos. En lugar de ir al canotaje, te retiras a escribir. Decides ir al bar de un hotel a escribir unas notas y al lado hay alguien haciendo lo mismo. Voilà!, magia sucederá en un nuevo y merecido encuentro que dispersó la visión anterior de soledad. Sigue operando la ley de semejanza. Yo aquí sólo te comparto que aquellos consejos ya tan manoseados en las redes sociales de “atrévete a ser diferente”, tiene una implicación mucho mayor a la que se puede suponer, sobre todo cuando descubres que tus predilecciones, para lo que te gusta como para lo que no te gusta, son tan tuyos, así tan auténticos para ti, que de verdad tienes ahí la oportunidad de serte fiel y encontrar en ello un ingrediente para experimentar felicidad. He estudiado que celebridades que han merecido pasar a ser referencia de éxito y felicidad en la historia universal de la humanidad, fueron personas que se atrevieron a ser fieles a sí mismas, haciendo exclusivamente lo que para ellos era sensato y valioso, e independientemente de que coincidiera con algo sensato y valioso para los demás. Experimentar la vida es algo muy personal. Sugiero que no tan sólo descubras para qué eres bueno y te enfoques a hacerlo, como innegable fuente de felicidad y realización, sino también te des el tiempo y la concentración para descubrir para que no eres bueno y eso simplemente no lo hagas. No necesitas la aprobación de nadie por hacer o dejar de hacer. La vida la estás experimentando tú y es error creer que otro pueda experimentar sus gustos también a través de ti. ¿Me logro explicar? Espero que sí, por la felicidad de todos. El respeto a los gustos ajenos es otro ingrediente de la felicidad valioso. Sirva este tipo de reflexiones para que mantengamos nuestra… ¡Emoción por existir! –Alejandro Ariza Z. Ahora que está de moda el futbol y el combatir la corrupción..., mi estimado Eduardo Caccia me envió esto por whatsapp. La enorme energía positiva de este video y lo que implica, ¡tenía que conservarse para siempre en mi sitio en Internet, Nueva Conciencia. Por favor lee la historia y ve el video más abajo: El el año 2003, en un partido entre Irán y Dinamarca, un jugador iraní confundió el sonar de un silbato que venía del público, creyendo que era el del árbitro marcando el final del 1er tiempo; entonces, el jugador, que estaba en el área, agarró la pelota con sus manos. El árbitro marcó penal para Dinamarca. El jugador que cobraría el penal, Morten Wieghorst, consultó a su director técnico, Sr. Morten Olsen, y el jugador pateó el penal intencionalmente hacia afuera de la portería, como prueba de “fair play”. La historia del partido terminó en que Dinamarca perdió 1 a 0. Wieghorst y el director técnico recibieron el premio "Fair Play" por parte del Comite Olímpico. Vean el vídeo más abajo. Es sublime verlo. Es sobrecogedor atestiguar valores de orden superior en acción. Esto parece que soló podría haber pasado con ciudadanos del país considerado "el menos corrupto del mundo", Dinamarca. Mexicanos: APRENDAMOS VIENDO y apliquemos imitando tal honestidad en todas nuestras acciones para construir un país mejor. Los mexicanos necesitamos alimentarnos de estas historias, propias de una Nueva Conciencia. Este tipo de historias son las que deberían estar en primera plana de todos los diarios, y con frecuencia. Yo sé que estas historias suceden todos los días, ¡incluso en México! Solo que no se difunden. En mi sitio en Internet, siempre difundiré este tipo de noticias. Te invito a que compartas esto en tus redes sociales. –Alejandro. «Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas». –Humberto Eco. Filósofo y escritor italiano. Fuerte pero real. Hoy en día el Internet le ha dado voz a cualquiera, así, juzgo que el problema no es el Internet, sino el criterio del lector. Citando el concepto entero de Humberto Eco (publicado por el diario “La Stampa”):
«Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos rápidamente eran silenciados, pero ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los imbéciles. Si la televisión había promovido al tonto del pueblo, ante el cual el espectador se sentía superior, el drama de Internet es que ha promovido al tonto del pueblo como el portador de la Verdad». Estoy totalmente de acuerdo con Eco. Atestiguo lo delicado que es. En mis momentos de sensibilidad, hasta me extraña, por no decir me duele, ver lo que publican amigos y conocidos míos en sus redes sociales. Estamos en tiempos de frente elecciones presidenciales en mi país y de muchos otros niveles de gobierno y al mismo tiempo en el Mundial de futbol. Increíble lo que se asoma por las redes sociales, incluso de personas que juzgo inteligentes y sensibles. ¡Cuánta necesidad tenemos los seres humanos de ser escuchados! Todos queremos opinar y anhelamos reconocimiento. Ya el mismísimo fundador de Instagram, quien recientemente renunció al corporativo de Facebook, dijo: “…desde un principio supimos lo que íbamos a hacer a la gente con la opción de “like” en las publicaciones que haría, creamos una droga, sabíamos de la adicción que esto generaría”. El ego anhela ser reconocido, tanto, que la gente se atreve a publicar cualquier estupidez para, segundos después, sentirse importante por la cantidad de “views” o “likes” o comentarios que espera ver en su publicación. El consumidor promedio de redes sociales cada rato entra a ellas para ver cómo avanza la aceptación y el aplauso hacia sus comentarios. El plan fue perfecto. Las redes sociales se diseñaron para alimentar una tremenda necesidad del hombre común, su sed de reconocimiento. Vamos, es tal esta necesidad, que hasta por ella se publican cualquier cantidad de estupideces. Esto, adicionado de la pereza e incapacidad intelectual que la persona promedio tiene para escribir, ha hecho que ahora impere la red social de “sólo fotografías” (“Instagram”). Se trata de no tener que pensar, sino buscar el reconocimiento de la manera más sencilla. La necesidad de reconocimiento es enorme en la persona promedio, es su necesidad para afirmar su existencia. Las redes sociales se diseñaron incluyendo satisfacer esa necesidad. Un experimento humano extraordinario… con sus deletéreas consecuencias en algunas de sus partes, como en todo experimento. Por lo que reflexiono hoy aquí, desde hace muchos años he filtrado mis redes sociales para leer sólo de aquellos que tienen autoridad y me aportan valor, para mi criterio. Sin embargo, aún así, es tan rebosante la “invasión de los imbéciles” que se filtra por alguna red social la opinión de varios de ellos. ¡No quiero pensar en las redes sociales de personas que no han hecho un inteligente filtro, de esa gente que ha aceptado a cualquiera y se siente importantes por tener miles de “amigos” en Facebook! Qué espanto ha de ser navegar por una red social así. En fin, regresando al tema, hoy es más importante de lo que imaginas el saber distinguir y elegir con inteligencia lo que vas a ver. En varias de mis conferencias he explicado un enorme poder que el ser humano tiene: dar vida. Pero no me refiero al instinto animal de la procreación, no, ese es natural a la especie, me refiero a algo muy superior: el humano da vida a todo aquello que ve. Ver da vida a lo observado. Tú le das vida a todo aquello que eliges ver, fotografías, noticias, libros, blogs, lugares, personas, todo, absolutamente todo. ¿¡Alcanzas a entender la magnitud de ese poder!? Es sobrecogedoramente abrumador. Por eso, en mi filosofía de vida, Nueva Conciencia, he insistido por más de 25 años, que tengas mucho cuidado con lo que ves, porque por ese simple y poderosísimo hecho, empezarás a sembrar las semillas de realidad que florecerán después en tu vida cotidiana. Explicando amplísimamente esto escribí mi libro, La fuerza del pensamiento. La mente humana siempre atrae lo piensa, y se piensa como consecuencia de la información que se tiene, y se adquiere información esencialmente por lo que se ve (también por lo que los otros órganos de los sentidos aportan, pero la vista aporta más del 80% del aprendizaje). Qué tremendo, ¿no crees? De lo que veas, adquirirás información, de la información que introyectas, surgirán tus pensamientos, y de éstos se gesta la acción, y de ésta surgen naturalmente los resultados en tu vida. Todo empezó viendo. El gran reto para tu superación personal y sano desarrollo humano es elegir bien qué vas a ver. ¿Tú invitarías a platicar a tu casa para conferirle tu atención a un narcotraficante o a un violador o a un político corrupto o a alguien dedicado a dañar a las personas mediante su maltrato verbal o físico, o a un imbécil? Me imagino que tu respuesta sería un rotundo “no”. Por eso es tan maquiavélicamente perfecta la puerta de entrada de las redes sociales, porque si les cierras la puerta de tu casa a todas esas malas influencias, las redes sociales representan la puerta que dejas abierta de par en par, y en todo momento, para que les permitas a todas esas personas entrar fácil y rápidamente a ti, no tan sólo a tu casa, a ti, a tu ser mismo, y con gusto y de forma adictiva. Si te detienes a pensar un poco en esto, es alarmante. Desde hace muchos años, desde que inicié la filosofía Nueva Conciencia, más de 25 años ya, un mensaje central de mi discurso era –y sigue siendo–: no veas televisión. Yo llevo años, décadas, de prácticamente nunca ver televisión. El aparato televisor que tengo en casa lo uso esencialmente como monitor, para ver en él lo que yo decido. Son tantos, tantos los años que tengo sin ver televisión, pueden pasar meses y meses sin prenderlo, que cuando lo hago, tengo que confesarlo, me viene una emoción tan enorme por el efecto de la novedad que me alegra el momento. Hace un par de días prendí el televisor para ver un partido de futbol de la selección mexicana en el Mundial, prendí el televisor unos 20 minutos antes del inicio, aproximadamente. Debo confesar que hacía tantos años que no veía un comercial, que en uno de ellos reí a carcajadas y en otro, de verdad, se me asomaron lágrimas en los ojos, sólo de estar pensando: “… qué talento tan enorme tuvieron que tener los creativos de esta campaña publicitaria, ¡qué ideas!, ¡qué producción!, ¡qué admirable desafío de comunicar tanto en tan solo 15 segundos! Qué gran actuación, qué colores tan maravillosos eligieron y qué perfecto fue el “casting”. ¡Qué extraordinaria gesticulación del modelo! Qué ideal fue la música de fondo para ensalzar el texto del anuncio, en que “timing” tan perfecto se sonorizó un atrayente de la atención, qué gran voz del locutor, qué gran talento creativo en lo global. Todo eso me hizo llorar en un anuncio, de verdad. Y luego sentí emoción de tener esta capacidad para emocionarme y admirar. Quizá mucha de esta capacidad está sustentada en prácticamente nunca ver televisión, salvo en estos raros casos (ocasionales partidos de un Mundial que sucede cada cuatro años) y sentir el efecto de la novedad, y claro, sin negar que mi conocimiento de muchas áreas involucradas en la comunicación, me permiten admirar y ser sensible a ciertas experiencias. Terminó el partido y apagué el televisor. ¡Bum! Qué intenso silencio se hizo. Luego del constante bullicio de la afición por dos horas, el silencio total. Al intentar apagar otro aparato, por accidente prendí el televisor y entró en pantalla un clásico programa de televisión matutino de revista… soporté verlo escasos tres minutos… paja, basura, entretenimiento vacío, burdo, como siempre ha sido ese programa. Y cuando apagué el televisor y me quedé pensando un rato en lo que vi, me resultó tan natural lo fácil que es manipular a la gente con esa fórmula: primero los entretenemos alimentando su estupidez con clases magistrales de ella, para luego escuchar propuestas políticas que esa gente podrá cree ahora tan fácilmente. Todo cuadra. En esta época de la vida, así como hace años, por Nueva Conciencia, recomendaba –y sigo recomendando– jamás ver televisión, ahora debo decir: no veas tantas redes sociales. Siento que aquí, no podría decir que no las veas en absoluto, porque quizá sería negar cierto tipo de evolución (las redes sociales tienen sus partes extraordinarias, verdaderamente positivas y generadoras de evolución), pero sí debo decirte enfáticamente: deja de ver “tantas” redes sociales, “tanto” tiempo y, además elige con inteligencia a quién dejas entrar a tu ser. ¡Usa el enorme poder que tienes en la punta de tu dedo al poder hacer “clic” en el botón eliminar! Yo lo uso con frecuencia. Si en mi Twitter (@alejandroariza) aparece un texto que siento negativo para mi ser, en ese instante dejo de seguir a esa persona o la persona que lo retuiteó. Cierro la puerta de mi ser a una influencia negativa. Ahora bien, sé que para que hagas esto requerirás de criterio, y este es otro tema, como enorme desafío. El diccionario de la RAE define la palabra criterio como: “norma para conocer la Verdad”, “Juicio o discernimiento”. Es la capacidad o facultad que se tiene para comprender algo. Y precisamente aquí está, de lleno, el enorme reto para ti. ¿Tienes esa “capacidad”? ¿Sabes cuál es esa “norma”? ¿Conoces lo que implica tener juicio propio? Las normas son reglas… ¿qué reglas tienes autoimpuestas para ti, para tu propia mejora, para tu evolución? Porque esa norma formará parte de tu criterio, de ella te surgirá la fuerza para hacer clic en el botón “delete” (borrar, eliminar), o seguir leyendo a alguien o viendo sus fotografías. Si no tienes reglas en tu vida, límites, esa norma esencial de tu criterio, te permitirás ver cualquier cosa, lo que publique incluso un cualquiera, un imbécil, un perfecto desconocido para ti. Hasta las malas noticias te serán una fuente de entretenimiento (como lamentablemente siempre lo han sido). Mi sugerencia: entretente con otra cosa por favor. Para que logres discernir, necesitas inteligencia, por estudios y por experiencias de vida. Necesitas leer de fuentes de gran valor y requieres atreverte a vivir. Todo ello, irá gestando tu criterio. Por lo mismo, mientras más joven, naturalmente menos criterio, y de ahí el tremendo impacto de las redes sociales, consultadas fundamentalmente por jóvenes. Pero aquí no quiero circunscribir esto a dichos mozos años, sino que, independientemente de la edad, se puede seguir siendo alguien sin criterio, el delicado caso de aquel que nunca aprovechó el tiempo, la oportunidad para estudiar y atreverse a vivir aprendiendo de la experiencia… y así, pudiendo llegar a una edad muy avanzada. A todo este tipo de gente me refiero. Y te reto a que analices si estás dentro de este grupo, gente a quien le falta ese criterio, hoy tan indispensable, frente a la puerta abierta de par en par que todo mundo tiene en la palma de su mano, trayendo en su celular abiertas sus redes sociales. Tu criterio lo irás forjando mientras más estudies y leas buenos libros, blogs extraordinarios, escuches a gente sensata e inteligente, para luego sacar tus propias conclusiones. Necesitas dedicar tiempo de estudio, tiempo de calidad, para crear tu criterio. Citaré algunos ejemplos que me vienen a la mente en mi columna de hoy donde, por falta de criterio, se expande un daño, donde hasta en algunos casos me llegó a salpicar un poco. Hace unos meses, recibí un mensaje por whatsapp donde un joven paciente mío me decía que lamentablemente no podría asistir a su consulta conmigo porque su mamá le había suplicado, implorado, casi volviéndose loca, que por favor no saliera de su casa porque iba a suceder un terremoto ese día en la Ciudad de México. Recuerdo que le respondí que si verdaderamente creía en eso y me contestó que no, pero que su mamá sí estaba como loca y que su papá pues también estaba preparándose para la catástrofe. Yo me encontraba muy tranquilo, como suelo siempre estar. Acto seguido, y sin solicitárselo, me envió el texto que gestó ese pavor en sus padres. Según esto, un texto publicado por un “experto” en predecir terremotos. Dudé en leerlo… pero caí en la estupidez de verlo. Alarmante, escalofriante, tremendamente aterrorizante. Por segundos sentí temor (bien fundado dado a mis experiencias personales en el tema “y por ver el texto, por leerlo”). Sentí temor por los que amo, más que nadie. De hecho, me llama la atención que jamás sentí temor por mí. Sólo por mis seres amados. Segundos después, volvió a mí mi Nueva Conciencia, a mi paz, a mi centro. ¡Nadie puede predecir terremotos! Y menos con una exactitud como lo informaba el texto en un especio de dos horas, advertía que sucedería entre las 3:00 y las 5:00 PM. ¡Hazme el chingado favor! Y mira nada más, aún así, hablé a mi oficina para, en privado, comunicarlo con alguien especial para mí, como queriéndole advertir, pero al mismo tiempo comunicando lo absurdo y estúpido que era ese comunicado por parte del “experto” (Humberto Eco diría que se trataría de un digno ejemplar de esa legión de imbéciles), pero para llevarme la sorpresa de que a quien se lo dije, alguien que tengo en alta estima y admiración ante su capacidad, me dijera: “…no, pero hay que estar alerta porque ese tipo sí es un experto”. ¡Dios! Ahí ya no supe que hacer. Luego, al conversar, me confesó esa persona que llevaba varios días leyendo del tema y fue tanta su angustia… ¡que se puso a investigar más sobre el tema! ¡Vio más de los textos del “experto”! (¡le dio más vida a la noticia!). Luego pasó el tiempo, pasaron luego de las 5:00 PM, donde no se movió ni un ápice la tierra, qué ganas tuve de hablarle a mi paciente y decirle unas cuantas cosas. Luego pensé que la realidad ya se las debería de haber gritando, sobre todo a su mamá. Conozco el nivel intelectual de esa señora, es francamente muy bajo. Así, no hay criterio, así entran las malas noticias y les da vida con tremenda facilidad. Luego, para colmo, la otra persona, la que investigó más, me dijo que no se trataba de “hasta las 5:00 PM” la posibilidad de terremoto, sino que hasta el día 5 del mes entrante, que quizá estuviera mal escrito el texto que me llegó. ¡Increíble! Pues he de confesar que todos los días, algunos segundos, existía cierta zozobra en mí ante tal amenaza, pero afortunadamente mi criterio me hizo olvidar rápidamente. Pasaron los días, pasó el día 5 del mes siguiente y la tierra no se movió aquí en la Ciudad de México como lo futurizaba el “experto”, incluso al nivel de exterminio de la población de la ciudad. Qué interesante sería ver a toda esa gente hoy en día que se angustió tanto y que le creyó. Esta experiencia DEBE SER parte del criterio que ser forma mediante atreverse a vivir e investigar y que, a partir de ya, cuando ese “experto” opine quede sólo reírse o, mucho mejor, jamás permitir que la opinión de ese llegue a ti. Quedó demostrada tan sólo su necesidad de hacerse publicidad, su sed de reflectores, pero nada más de ahí. ¡Criterio! ¡Criterio! Más adelante, me encantó la lógica de alguien tan importante para mí, cuando me confesó su angustia luego de haberse puesto a ver más del “experto”, pero llegando a la conclusión platicándome: “…luego de no poder dormir varios días, mejor pensé: bueno, todos nos vamos a morir algún día, la muerte es lo más normal del mundo, que llegue cuando sea, no hay que preocuparse de nada”. Voilà! Gran mejora basada en criterio. Otro ejemplo de estos días: las abrumadoras calumnias que se publican de todos los candidatos presidenciales. De verdad, ¡qué manera de querer confundir al elector! Sí, está en juego mucho dinero. Aquí podría poner una lista casi interminable, pero prefiero agrupar todas en el concepto mismo de esta columna. Amigos míos que juzgo inteligentes, cayendo en el engaño y haciendo clic en “compartir” para de inmediato viralizar una nota alarmante, falsa. Recuerdo que a más de uno le envié la evidencia de su error, cuando yo, mucho antes de compartir nada, investigué, leí, analicé y encontré la manipulación de la noticia y la evidentísima mentira que se expresaba en ella, solo con fines de desprestigio. Recuerdo que mi amigo me escribió en privado y me dijo: “¡Oh!, no sabía, qué bueno que me dijiste. Ya preferí entonces mejor borrar mi publicación”. Claro, yo había puesto mi opinión corrigiéndolo públicamente y si la dejaba, quedaría como tonto. A nadie nos gusta sentirnos tontos y mucho menos que quede públicamente demostrado. ¡Criterio! Sé que, en este punto, mucho se puede debatir, precisamente porque se trata de un ego colectivo. En mi libro, El verdadero éxito en la vida más allá del ego, expliqué desde hace muchos años cómo, si algo le caracteriza al ego, es una pasión por ganar y demostrar que ganó. Esa es la esencia del ego. El ego colectivo de grupos sociales hace gala en época de elecciones. Imagínate la combinación: ego colectivo más ignorancia abrumadora gestante de total falta de criterio, más redes sociales. Pues ahí radica esta tragedia social. Desde muy afuera, como me gusta observar las cosas, me resulta tan delicado el que tantas “voces” (de esas de las que habla Humberto Eco) publiquen que México podría caer en una tragedia social como la de Venezuela, que si eso sucede, dudo mucho que sea por el candidato que llegó al poder, sino más bien por tanto ver y publicar ese tipo de advertencias. Una vez más… la fuerza del pensamiento. A lo que ves le das vida. Y aquí viene a mi mente, imponente, uno de los conceptos más bellos y trascendentes que he aprendido en mi vida, una ley inexorable, para sintetizar lo que publiqué en mi libro, La fuerza del pensamiento: «Habiendo visto y sentido el fin, tú has dispuesto los medios para la ejecución del fin». –Thomas Troward. Éste celebre autor inglés, influenciado por el movimiento del Nuevo Pensamiento y el cristianismo, atinó a expresar una ley universal. ¡Ley! Inexorable. Necesito que entre hasta lo más profundo de tu ser la trascendencia de su implicación. Ve y lee de nuevo y despacio: “Habiendo visto y sentido el fin, tú has dispuesto los medios para la ejecución del fin”. Lo que yo digo en Nueva Conciencia: a todo aquello que veas le das vida. Troward lo expresa con maestría: “Habiendo visto y sentido el fin…”, es decir, por citar un gran ejemplo, todo eso que ves en tus redes sociales, tantas veces, que llegas a sentir la preocupación o angustia, ahí has visto y sentido el fin, anticipadamente, imaginando, del tal manera, hasta con videos, su música trágica de fondo, la voz alarmante, los textos amenazantes, que ahí “…tú has dispuesto los medios para la ejecución del fin”. Sí querido lector, querida lectora, mucho de lo que suceda en este país, energéticamente hablando, por ley universal inexorable, más sucederá por lo que vieron y sintieron como expectativa muchos, que por la llegada al poder de un candidato u otro. Si me preguntaras qué fue primero, el huevo o la gallina, yo te diría: el pensamiento. Ten cuidado con lo que ves en tus redes sociales y compartes. Desarrolla criterio y aplícalo. Sé más responsable del poder que tienes en generar o compartir algo. Recuerda uno de mis principios esenciales en mi filosofía Nueva Conciencia: cuando comunicas una tragedia, ahí mismo tú te conviertes en parte de esta. Puede darse el caso, respetuosa y naturalmente, de que no tengas criterio, pero ¿sabes?, yo creo que en muchos casos no se trata de que no tengas criterio, sino más bien en que no te das el tiempo de aplicarlo. Vivimos una época donde vamos muy de prisa, y más en redes sociales. Desarrolla criterio, y si lo tienes, date el tiempo para aplicarlo. Date tiempo. Este breve y famoso cuento puede aportar a tu criterio: Las tres rejas de Sócrates. Cuentan que un joven discípulo de Sócrates llegó un día a la casa del filósofo y le dijo: - Escucha, maestro. Un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia… - ¡Espera! –interrumpió Sócrates- ¿Ya hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme? - ¿Las tres rejas? - Sí. La primera es la Verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente verdadero? - No. Lo oí comentar a unos vecinos. - Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la Bondad. Eso que deseas decirme ¿es bueno para alguien? - No, en realidad, no. Al contrario… - ¡Ah, vaya! La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta? - A decir verdad, no. - Entonces –dijo el sabio Sócrates sonriendo- si no es verdadero, ni bueno, ni necesario, sepultémoslo en el olvido. Un último ejemplo en mi catártica columna de hoy: hace unos días vi que un amigo, a quien considero con criterio, compartió en su Facebook un video de un… no sé cómo decirlo… un…, comunicador, por dejarlo ahí. El comunicador afirmaba: “Para tener éxito queridos emprendedores, para ganar dinero, olvídate de lo que algunos “motivadores” (aquí lo expresaba con tono de burla) te recomiendan que hagas, de que hagas lo que amas, u otros que dicen que analices para qué eres bueno y eso hagas… ¡no! Nada de esto te servirá. La clave es (y aquí lo expresaba en tono como si fuera sabio y como si nadie más que él lo supiera): dale al mercado lo que el mercado quiere”. Luego se contradecía expresando al inicio de su video que el éxito está en la intersección de esos tres aspectos, pero al final del mismo video diciendo que al mercado “le vale madre” lo que ames o para lo que seas bueno. Me dio gusto que cuando vi ese video, se trataba de alguien a quien yo, hace muchos meses, lo eliminé, lo borré. Lo seguía hace algún tiempo, pero conforme lo escuchaba y, bajo mi criterio, lo percibí inadecuado. Y ahora que se apareció su video en el Facebook de un amigo, lo confirmé. Lo que propone este tipo en ese video podría llamarse: “Sé una prostituta del mercado y triunfarás”. Si el mercado quiere senos, dale senos, si el mercado quiere hacer el amor a las 10:00 PM, a esa hora sal y ábrete de… brazos, si el mercado quiere droga, consíguela y véndela. No señor, no, no estoy de acuerdo en obedecer así al mercado como fuente de riqueza y éxito sin más, eso sería ser una prostituta del mercado y no tener misión existencial ni un marco de ética y ecología que circunscriba mi servicio al mundo, sino ser un “emprendedor” a conveniencia (para que se oiga mejor), haz lo que sea, con tal de darle gusto al mercado, incluso si fuera en contra de ti mismo, todo justificado por ser emprendedor y ganar dinero. ¡No estoy de acuerdo! Repito, me alegré de haber eliminado de mi Facebook a tal sujeto. Pero qué delicado fue ver que, alguien que yo considero con criterio, lo compartiera. Si yo siguiera la recomendación del aquel sujeto, vería que el mercado en México quiere muchas cosas… que yo no hago, que yo no amo y para que lo que no soy bueno. Qué triste sería mi historia. Hasta vería con el rigor de la evidencia que el mercado mexicano quiere muchas cosas menos leer… así entonces yo no hubiera publicado nunca los 14 libros que llevo escritos hasta el momento. No, yo preferí confiar en dedicarme a hacer lo que amo. Y mira, sí hay mercado, mira cómo tu has alcanzado a leer esta columna incluso hasta aquí. Sí, hay gente que lee, gratis y pagando por ello. Dios deposita talentos en ti, luego de haber creado un mercado al que le urgen recibirlos. El plan de Dios es perfecto. Te repito mi filosofía de vida, una filosofía que creé y llamé Nueva Conciencia desde diciembre de 1992: Para triunfar en la vida, –y a mis pruebas me remito– a mí me basta con descubrir qué es eso que amo hacer, de tal manera, entendiéndolo como un regalo de Dios para obedecerlo con enorme placer, que se abrirá un mercado para mí talento de manera natural, consecuente y abundante. Dios no puso talentos en nosotros si no antes creó un mercado urgido de ellos. Por eso publiqué en mi página pública de Facebook (@Dr.AlejandroAriza) hace unos días algo en lo que creo: “Soy una persona muy importante para Dios, porque soy Su empresa viviente”. Si haces lo que amas, te aseguro que hay gran mercado para ello. Hay mercado para todo. Tu criterio y el Internet, podría ser tema de todo un libro, pero hoy no pude contener mi placer por escribirte. ¿Sabes? Yo mismo soy otra “mera opción” de publicaciones en Internet. ¡No me creas en nada de lo que digo! Nunca. Mejor te sugiero que sencillamente me leas, me veas o me escuches (y si quieres), y filtres por tu criterio si mis propuestas de Nueva Conciencia aportan valor a tu vida o no. Tú eres el del poder sobre ti. Tú eres quien decide si mis reflexiones te aportan valor o no, tú eres quien decide si mi análisis te ayuda para forjar tu criterio o no, tú eres quien decide si me eliminas de tus redes sociales o compartes lo que publico. Tú tienes ese gran poder, para conmigo y para con todos y para con todo. Yo solo iba pasando por aquí publicando lo que amo hacer en mi vida: dar conferencias y escribir como experto y autor en desarrollo humano y superación personal, comunicar ideas que te sirvan de autoayuda, invitar a la reflexión. Si algo he aprendido en mi vida, amorosa y pacíficamente, es que jamás intento convencer a nadie de nada, sino simplemente informo, comparto mis ideas, y hasta ahí llego. Intentar convencerte de algo sería colonizarte, y eso jamás está en mi intención. Sugiero que hagas lo propio. No intentes convencer a nadie, de nada, nunca. Intentar ocupar un territorio ajeno (la mente de otro) para explotarlo o dominarlo es deletéreo para todos los involucrados al final de la historia. Forja tu criterio, aplica tu criterio, filtra por tu criterio y comunica responsablemente al permitir que tus ideas las vean otros, porque en ese acto le dan vida, y ahí mismo, puedes hacer que viva un monstruo o una divinidad. Tú y yo y todos los que veamos eso, seremos aplastados por ese monstruo o bendecidos con esa divinidad. ¡Emoción por existir! –Alejandro Ariza. Lo fácil es muy atractivo, te hace sentir que puedes hacerlo y sin mayor esfuerzo. Es bien sabido que gran parte del éxito de las tiendas tipo “Elektra” o “Famsa” en México, y por lo que han incrementado sus ventas, es debido a que brindan la oportunidad de “dividir” el monto total de lo que cuestan sus productos en fracciones muy pequeñas, semanales. Así, la percepción de lo que cuesta un producto es muy atractiva, por apreciarse como muy poca la cantidad a pagar. Una lavadora que pudiera costar 9,000 pesos, la puedes ver anunciada así: “¡Llévesela por tan solo 78 pesitos!” (hasta el diminutivo usan para expresar la moneda). Eso es todo lo que dice el anuncio; ya luego, investigas y descubres que son pagos semanales durante cuatro años. Cuando haces cuentas, la lavadora de este ejemplo te costará 14,976 pesos, porque ya te incluyen los intereses, pero aún pagando mucho más, se sigue “oyendo” súper atractivo, por lo fácil, pagar tan sólo 78 pesos por una lavadora, se trata del atractivo de lo fácil, los pagos chiquitititos. Pequeñas cantidades que cubrir es algo muy sencillo, y lo sencillo es sumamente atractivo, se hace alcanzable. Sé que esta estrategia de ventas suele tener un gran éxito por la falta de educación financiera en muchas personas, por la falta de visión y cálculo de mayores gastos a largo plazo, etc. Pero ese no es el punto que quiero destacar en mi columna de hoy. Con el ejemplo que te he dado, sólo quiero destacar lo fácil que es hacer pagos pequeños. Nadie se descalabra, financieramente hablando, si se hacen pagos chiquitititos, por lo menos durante el pago. Te quiero invitar a que tú te trates a ti mismo con esa gran ventaja. Dividir un objetivo que se aprecia como gigante y por ello, casi inalcanzable, difícil de lograr por su tamaño, hace que, logrando metas más pequeñas en dirección hacia la consecución de la grande, el famoso “poco a poquito”, terminemos logrando grandes hazañas, precisamente por haber “fileteado la meta”. Lo pequeño es manejable. Esto funciona para tus finanzas, como para cualquier otro objetivo en tu vida. Te platico esto por el éxito que noté ayer en los comentarios que recibí luego de haber dictado mi webinar “Módulo 1 de Inteligencia para el dinero” (si quieres estudiar este transformador webinar, puedes haciendo clic aquí). Ayer le sugerí al público asistente que si van a usar una tarjeta de crédito, luego de enseñar el mejor uso que se le puede dar a este extraordinario instrumento financiero que puede ayudar tanto en la administración personal de las finanzas, luego de hablar de la responsabilidad que implica, luego de explicar que siempre se debe actuar cumpliendo una ley de inteligencia para el dinero: jamás gastar más de lo que se gana, luego de sugerir que siempre paguen el total de su deuda para nunca deber nada a la tarjeta (ser “totalero”), luego de todas esas enseñanzas, es enormemente ventajoso aprovecharse de los beneficios de una tarjeta de crédito. Sin embargo, lo que vi que llamó la atención ayer fue mi propuesta: ser “totalero diario”, es decir, pagar tu tarjeta de crédito diariamente por las noches, para que todos los días amanezcas sin deuda alguna. ¿Te imaginas la dicha de amanecer todos los días libre de deudas? Eso se logra pagando tu tarjeta de crédito todas las noches. Fíjate qué sucede en esto de la percepción… Si eres de las personas que responsablemente pagan el total de sus gastos mensuales generados usando su tarjeta de crédito, está bien, pero no dejará de ser una cantidad de dinero “grande” (claro, dependiendo de tu estilo de vida referente a gastos). Es “un” monto a pagar cuando llega la fecha de corte de tu tarjeta. Supongamos que por tus gastos del día a día, se juntaron en el mes 7,500 mil pesos de deuda en tu tarjeta de crédito. Si tienes inteligencia para el dinero, tendrás el dinero en tu cuenta de ahorros para pagar el total sencillamente y como debe ser, dado que siempre que usaste tu tarjeta tuviste conciencia de que tenías el dinero en tu cuenta de ahorros para pagarla cuando llegara el corte. Muy bien, así debe hacerse. Sin embargo, si te esperas a pagar lo que tu tarjeta te reporte luego de su fecha de corte, en este ejemplo, los 7,500 pesos, es posible que, por algún descontrol de tus finanzas, no los tengas para pagar… ¡y ahí empieza la tragedia por usar tarjetas de crédito! Pensarás que, al tratarse de una tarjeta de crédito, no tienes que pagar el total hiper forzosamente, y si tenías guardados para pagar tu tarjeta unos 5,000 pesos, podrías pensar que mejor es pagar sólo 3,500 para conservar un guardadito de 1,500 (¡!), al fin que “no pasa nada” y ya el mes que entra Dios proveerá algún ingreso extra. Y eso nunca sucede y te puedes seguir con el error mes tras más hasta generar una bola de nieve que te aplastará por la gigantezca deuda que tú mismo te generaste. Una tragedia más grande de lo que puedas imaginar, y no exagero. Todo es percepción. Dado que tenías una deuda de 7,500 pesos en tu tarjeta de crédito y tú sólo tenías 5,000 en tu cuenta de ahorros para pagarla, percibes “como mucho” esos 7,500 pesos, los percibes como “tantísimo” precisamente porque ni tienes el dinero para pagarlo, sólo tienes 5,000 pesos, y como es “todo” lo que tienes, percibes como “amenazantemente grande” la deuda de 7,500 pesos. Tanto, que prefieres no “quedarte sin nada” y en vez de pagar los 5,000 pesos que tienes, mejor “guardas” 1,500 pagando sólo 3,500 pesos. Todo por “la oportunidad” que dan las tarjetas de crédito de poder pagar más adelante. O peor aún, cuando percibes incluso más atractivo “el pago mínimo”; en este ejemplo, los bancos usan el mismo atractivo que las tiendas que usé como ejemplo al principio, los pagos chiquitititos, eso sería pagar el mínimo… endeudándote más y más si, mes tras mes, sólo pagas ese pago chiquitito. Imagínate ver en un estado de cuenta: total a pagar: 7,500 pesos, pago mínimo: 900 pesos. ¿Ya viste el atractivo? Se avecina una tragedia si te vas por ese engaño. Y, ¿sabes?, qué fuerte reflexionar que todo empezó porque un mes percibiste “como mucho” el pagar el total, esos 7,500 pesos, y preferiste irte por la fácil, pagar menos (la fácil errónea). Vamos, de hecho, ni tenías el total para pagarlos, por falta de un registro de tus gastos y conciencia diaria de tus ingresos y capacidad de pago. Si tuvieras todo eso presente, todos los días, dejarías de usar la tarjeta de crédito cuando ya no tienes dinero en tu cuenta de ahorros para pagarla. ¡Ahí mismo se suspende enfáticamente el uso de la tarjeta de crédito! Pero no has adquirido inteligencia para el dinero y no sabes de este maravilloso control que todos podemos tener. Si quisieras saber más de este transformador tema, entra aquí a estudiar un webinar de cinco horas y media de duración o lee mi libro, en este enlace: Inteligencia para el dinero. Pero sigamos ahora con mi análisis de hoy… Imagina que de esos 7,500, te dijeras a ti mismo: “Puedes pagar tan solo 250 pesos”. ¡Y ya! ¿Los podrías pagar? Recuerda que tienes –siguiendo con el ejemplo– algunos miles en tu cuenta de ahorros. ¡Seguro que sí!, y hasta con gusto por tratarse de algo tan accesible… casi como que ni se sienten. ¡Qué son 250 pesos! Caray, ¡adelante con el pago total de esos 250 pesos! Pues llévate la sorpresa: eso es lo que pudiste haber gastado diario, por 30 días, y que generó los 7,500 pesos. ¡Hey! Pero qué diferente se siente tener que pagar de un solo golpe los 7,500 pesos a mini golpecitititos que ni se sienten de 250 pesos… diarios. Imagina que llegas a tu casa en la noche y hoy, por la maravilla que es el uso de la tecnología, acostado en tu cama, con tu celular inteligente, entras a tus cuentas del banco, ves la deuda de 250 pesos en tu tarjeta de crédito, ves el saldo de tu cuenta de ahorros, quizá imagina 4 mil pesos, y sólo de ver ese pago “chiquititito” (percibido así por la comparación de lo que tienes contra lo que debes), ¡ahí mismo lo matas! Con tan sólo oprimir un botón ves cómo eliminas la deuda y dejas tu tarjeta de crédito en ceros. ¡Uf! ¡Es tan maravilloso esto! Sientes el poder de eliminar deudas, ¡diario!, sientes poder y paz para irte a dormir, sientes seguridad de saber que nunca creas tragedia financiera en tu vida, y amaneces, todos los días, sin deuda alguna. ¡Eso es saber vivir en paz y seguridad por inteligencia para el dinero! Eso fue algo de lo que ayer expliqué en mi webinar “Módulo 1 de Inteligencia para el dinero”. Y ese fue un punto de más de 10 sugerencias transformadoras y de aplicación práctica e inmediata que compartí. La vida te cambia con pagos chiquitititos. Te haces la vida más fácil. ¿Leíste bien? Tú te haces a ti mismo una vida más fácil y segura, te haces sentir capaz, con estas pequeñas, pero poderosísimas, mejoras en tus hábitos financieros. Y aquí algo también poderoso: al ir pagando esos pagos chiquitititos, diariamente al ver tu saldo de tu cuenta de ahorros, sabrás claramente hasta cuándo parar, cuando ya no tengas ni para esos pagos chiquitititos, y ahí, por estar tan consciente todos los días, dejas de usar, de forma tajante, tu tarjeta de crédito. Final de la historia: jamás te endeudarás. Siempre vivirás seguro y en paz. Te cuidas a ti mismo. Te generaste la conciencia de pagos chiquitititos y fue fácil para ti crear y sostener esa paz y esa seguridad. Hace unos días leía un blog de Kabbalah donde se afirmaba: “Cuando se tambalea tu economía personal, se tambalean todas las demás áreas de tu vida”. Yo lo he afirmado desde hace muchos años en mis conferencias, y hoy ampliamente expuesto en mi libro, Inteligencia para el dinero: existe una relación directa entre tu estado de ánimo y tus finanzas personales. ¿Sí has notado cómo te cambia el carácter cuando tienes o cuando no tienes dinero, verdad? Pues a eso me refiero. De verdad, no puedes vivir “a expensas” de tus finanzas descontroladas para sentirte bien o mal, sería como afirmar que generas las condiciones para no tener control sobre tus emociones. ¿Ya viste la relación y la desgracia autogenerada? Si innegablemente existe una relación entre tu dinero y tus emociones, controla tu dinero y controlarás buena fuente de tus emociones. La misión de mi vida, la misión de Nueva Conciencia, es: “Ayudar al ser humano a sentirse extraordinariamente bien”, y precisamente cumpliendo esa misión es que comparto este tipo de información, como nunca antes. Sé dueño de ti. Gobiérnate. Ten autocontrol. Pero… ¡hazlo con Nueva Conciencia, atractivamente fácil! Con pagos chiquitititos. Esos que puedes ver diario, todas las noches, entrando a tu banca móvil y pagando el total de tu deuda diaria; verás lo fácil de pagar y no tener ninguna deuda al final del día, dormirás en paz y más profundo que tomando un somnífero o un ansiolítico que, muchos piensan que no funcionan porque siguen con su ansiedad e insomnio. Cuando ves sus finanzas, comprendes que, efectivamente no les va a servir ningún ansiolítico. ¿Cómo! Si diario ellos se generan y se incrementan la fuente de su ansiedad, sus problemas económicos. Sirva esta columna para seguir cumpliendo mi misión. Espero haberte explicado con demasiado detalle la esencia de mi mensaje: lo que percibimos como pequeño es más fácil de manejar. Los “baby steps” son atractivos por ser pasos pequeñitos, pero que, si los das diariamente, te llevan a distancias que jamás creíste que podrías alcanzar, ¡y las alcanzas sin mayor esfuerzo! Observa cómo lo hacen los “body builders”, los empresarios, los constructores, y hasta los grandes conquistadores de corazones, y muchos otros ejemplos más. Cuando vemos sus resultados, los percibimos tan grandiosos que nos quedamos sólo admirándolos y con esa sensación de que nosotros jamás podríamos tener un cuerpo como ese, una casa como esa, un éxito financiero como ese o una relación como esa. Pero si entras a los hábitos de esos “grandes”, descubres que fueron pequeños, muy pequeños detalles, diarios, los que generaron y los llevaron a donde están. «Este es un pequeño paso para el hombre, y un gran paso para toda la humanidad». –Neil Amstrong. Primer astronauta, en la historia de la humanidad, que pisó la Luna. ¡Emoción por Existir!
–Alejandro Ariza Z. He escrito todo un libro al respecto, Calidad de vida. Sin embargo, un concepto esencial que hoy quiero compartir contigo es consecuencia de una observación fenomenológica que he venido realizando en los más recientes años de mi vida: “Tu calidad de vida sólo mejora cuando entiendes” Puedes tener acceso a información de enorme valor, información diseñada a cambiar vidas para bien, pero tu vida jamás la cambiará si no entiendes esa información. Una cosa es tener acceso a la información, algo que de por sí ya es un gran embudo discriminatorio, y otra es entender esa información, un embudo muchísimo más angosto, por el que muy pocas personas pasan. Por eso muy pocas personas logran mejorar la calidad de su vida. Imagina a alguien caminando por las calles y voltea a ver la ventana de un banco donde se asoma un enorme poster diciendo: “Aprovecha un crédito hipotecario con una de las tasas más bajas, 9.8 %”. Bien, ahí está la información llegando a la persona, grande, en letras rojas. Poca gente tiene acceso a este tipo de información. Ahora bien, la gran pregunta para la persona: ¿Entendió la ventaja competitiva? ¿La persona tiene valores de referencia para poder concluir también por su parte de que se pudiera tratar de una real gran oferta o sólo se trata de una imagen diseñada con mercadotecnia pero que no es una ventaja realmente competitiva? ¿La persona sabrá lo que significa la palabra “hipoteca” o la palabra “tasa”? Pues bien, sólo si la respuesta es “sí” a todo esto, es que la persona podría optar para mejorar su calidad de vida mediante la información que llegó a ella. Por eso, en varias de mis conferencias he afirmado y revelado el enorme poder de tan sólo tres palabras: “Si entiendes, cambias”. Ahora imagina que una persona lee un texto en Internet diciendo: “¡Tenga cuidado con el GMS que daña su salud!”. La información ya llegó a la persona, algo que a pocos les llega y ya es un privilegio; pero, la gran pregunta para la persona: ¿Entendió el por qué de la advertencia? ¿La persona sabe qué significa “GMS” y los efectos a nivel del sistema nervioso central y la generación de una adicción? ¿La persona sabe a qué me refiero con “sistema nervioso central”? ¿La persona sabe en qué tipo de alimentos se adiciona el GMS para crearle adicción? Si la respuesta es “sí” a todas estas preguntas, la calidad de vida de la persona mejora ostensiblemente al elegir mejor lo que come y eliminando este químico. Por eso, sólo “si entiendes, cambias”. Otra: imagina que la persona lee una noticia en redes sociales o escucha noticias donde las declaraciones de Donald Trump elevando los aranceles al aluminio dañará gran parte de la economía del país afectando los bolsillos de muchos mexicanos. La información ya llegó a la persona, privilegio de pocos. Ahora, la gran pregunta para la persona: “¿Sabe lo que significa la palabra “arancel”? ¿Entiende la relación directa entre elevar los aranceles al aluminio y las diferentes industrias y fábricas que deberán compensar esa alza con la medida más común ante dificultades económicas empresariales: despedir a gran cantidad de empleados? ¿La persona alcanzará a ver la relación directa entre una declaración, el alza de productos, el desempleo, la mayor posibilidad de incremento de la población que se siente obligada a abrise paso en las filas de la delincuencia, la contracción de flujos de mercado y el golpe al bolsillo de la persona común y corriente? Si la respuesta es “sí” a todas estas preguntas, la persona podrá mejorar su calidad de vida llevando a cabo determinados movimientos en sus finanzas para blindarse ente tal desavenencia. Si la persona no entiende, sencillamente se verá afectada no por lo que sucede, sino por su ignorancia, su falta de entendimiento, para saber qué hacer frente a lo que sucede. Si entiendes, cambias. Si no, imposible que logres cambiar mejorando tu calidad de vida. Otra más: La persona fue a la estética y alcanzó a ver un anuncio en una revista donde alcanzó a leer: “Acuda a su médico si luego de tener relaciones sexuales con desconocidas(dos) observa lesiones tipo chancro en sus genitales, o incluso si han pasado años de una “aventura” observa pápulas en sus manos”. Una información de enorme valor llegó a la persona. Pero, la gran pregunta: ¿Entendió qué significa la palabra “chancro” o “pápulas”? ¿La persona tiene el hábito diario de revisar su piel y genitales? ¿La persona sabría a qué médico acudir al encontrar algo que suponga sea a lo que se refiere el artículo? Si la respuesta es “sí” a todas esas preguntas, la calidad de vida de la persona mejorará de enorme manera, pero si no entiende, la persona, con el paso de los años, está destinada a sufrir de alteraciones incluso cerebrales y conductuales porque el treponema ya llegó al SNC. Una más… la persona escucha en el noticiero: Banxico aumenta la TIIE, le recomendamos tener cuidado con el uso de su tarjeta de crédito. Bien, una valiosísima información llegó a la persona, pero ¿entendió lo que significa? Si la persona sabe lo que significan las siglas TIIE y si sabe la relación directa que tiene con el incremento de las tasas de interés de créditos volátiles, por excelencia el de las tarjetas de crédito (¿sabe la persona que los intereses que paga en su tarjeta de crédito mes tras mes es “volátil”, sabe la persona lo que significa la palabra “volátil”?), y al mismo tiempo… ¿sabría aprovechar el incrementar sus inversiones porque ahora la tasa de rendimiento aumenta por la misma razón? Si la respuesta es “sí”, la calidad de vida de la persona mejoraría mucho, pero si no, está destinada a sufrir los embistes no de la economía, sino de su incapacidad para entender la información de economía que pasó frente a sus ojos. En tantas de mis conferencias he explicado que el ser humano no ve con sus ojos, sino con su mente. Los ojos son herramientas en el proceso de la visión, pero alcanzar a ver realmente, es privilegio de la mente, ahí donde se abre la posibilidad de entender y sólo así, cambiar, mejorar. Escuchas una canción que sientes hermosa... la información, en su versión música, llegó a ti... pero no entiendes lo que dice la letra porque está en un idioma diferente al que tú hablas. ¡Puf! ¡Te estás perdiendo de lo más significativo de la obra! Todo por no entender. Sientes bonito pero de ahí no pasas, esa canción no mejorará la calidad de tu vida porque no entiendes el mensaje que trae y lo que venía como mensaje transformador para ti. Tremendo. La persona va caminando por el supermercado y lee un producto: “No contiene aspartame”. La información la tiene frente a sí… pero… ¿entiende esta enorme ventaja? La persona sabe qué es el aspartame y cómo afecta la salud y por qué se usa en determinados alimentos. Si la respuesta es “sí”, la calidad de vida de la persona mejorará en gran medida, pero si no, la persona está destinada a enfermar. A veces veo a tanta gente observar anuncios, textos, páginas, programas de televisión, y cuando no veo que ni se inmuten, deduzco: sólo está viendo colores y figuras, pero el significado le está vedado, le está encriptado mediante su incapacidad para entender. ¿Quieres mejorar tu calidad de vida de verdad? Pero, ¿de verdad? Tienes que hacer lo que sea necesario para entender. Aquí cuatro sugerencias:
Dinero, sexo, política y religión. Necesitas invertir dinero para adquirir conocimiento y atreverte a hablar, a preguntar, de estos temas. Estos temas son clásicamente “prohibidos” en la etiqueta social. Para quedar bien, mejor no hablar ni tocar esos temas. Pero precisamente por no hablarlos ni tocarlos, hay tanta falta de entendimiento al respecto y sus deletéreas consecuencias. Yo mismo he notado, como líder de opinón y experto en algunos temas, cómo cuando creo un curso de temas “ligeros”, es muy grande la aceptación y las ventas, pero cuando deseo explicar, hasta con cierto sentido de urgencia para prevenir el daño a tanta gente, y hablo de dinero o temas delicados de salud, la gente evade. ¡Qué impresión! Pero qué lógica tiene con la directa relación que observo en la sociedad: pobreza, angustia financiera, enfermedad, miedo e incertidumbre. Todo por no entender. Todo por evadir dos cosas que le mejoran la calidad de vida a cualquiera:
Si entiendes, cambias. Necesitas darte el tiempo para dar esos dos pasos. Nota hiper aclaratoria: el tiempo no llega, el tiempo no hay que esperarlo para que de repente pase, como vagón de tren, vacío y ahí podamos usar ese espacio para adquirir información y entenderla. ¡No, así no funciona! El tiempo sencilla y mágicamente aparece en el prístino instante en que tomamos la decisión de aprender. ¡Voilà! Ahí lo tienes. Por eso he definido el tiempo en tantas de mis conferencias: “El tiempo es una medida de interés”, no un espacio entre un evento sucedido y otro por suceder. De esta manera, la gran pregunta sería: ¿qué tanto deseo tienes de mejorar tu calidad de vida? Porque de tu respuesta surge imponente y de inmediato el tiempo para adquirir información “y” entenderla. De lo contrario, vivirás encarcelado en una prisión sin barrotes, el calabozo de tu falta de entendimiento. Imagina una oscura cueva, maloliente, sumergida metros y metros bajo tierra, llena de suciedad, infecciones, carencia y hambruna, llena de gente vulgar y en un ambiente amenazante… pero sorprendentemente con la “puerta de entrada” abierta de par en par, sin que salga nadie de ahí, y al voltear para arriba, en el marco de la entrada, lees un letrero colgado: “Prisioneros por no entender”. Así, así se mantiene y se conserva la gente dentro de ese calabozo de libre elección. ¡Sal de ahí! ¡Entiende! Haz lo que tengas que hacer para entender, pero ya, ¡entiende! Descubre el sentido profundo de la información que llega a ti o por la que vas, percibe con claridad hasta que así se te revele la verdad, así se sale del calabozo y jamás se regresa a él. ¡Entender es hermoso! ¡Entender es sublime! ¡Entender es el inicio de una cascada de virtudes! ¡Entender es el efecto bujía que prende tu emoción por existir! ¡Entender es una puerta de entrada a un mundo de beneficios y bendiciones diseñadas precisamente para ti! Entender es una puerta por donde pasa sólo una persona a la vez. ¿Será ya tu turno de pasar por ella? ¡Espero y deseo que así sea! Te veo del otro lado de esa puerta con gran… ¡Emoción por existir! –Alejandro Ariza. PD: Te invito a entender una serie de beneficios para tu paz, seguridad y prosperidad al alcance de tu mano, o mejor dicho, al alcance de tu mente. El módulo 1 de inteligencia para el dinero el próximo lunes 18 de junio. Toda la información haciendo clic aquí. ¡No te lo pierdas! Mejorará tu calidad de vida grandemente mediante pequeñas chispas de entendimiento que se pueden aprovechar para mejorar. |
Dr. Alejandro Ariza Z.Conferenciante inspiracional, autor, médico y empresario. ¿Te interesa recibir todas las publicaciones de Alejandro Ariza?
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Julio 2022
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