Muchas veces no queremos cambiar la manera en que hacemos las cosas, aún existiendo la posibilidad de que fuera una mucho mejor manera; pero, como sólo imaginamos el cambio como “posibilidad” de mejora, entonces preferimos permanecer en lo conocido, en lo de siempre. Además, nos sentimos más seguros “en lo de siempre”. Creemos que el cambio, aun para mejorar, implicará esfuerzos innecesarios o un costoso tiempo por la famosa curva de aprendizaje de lo nuevo. Sin embargo, de repente, llega una tragedia. Ésta nos obliga forzosamente a cambiar, y ahí, descubrimos con gran asombro que el cambio sí resultó ser algo mucho mejor. Quizá esa es la parte más valiosa de una tragedia. Nos obliga a hacer los cambios necesarios para mejorar y así, muchos ya se dieron cuenta: sí había una mejor manera de hacer las cosas. La tragedia, al líder, lo lanza a buscar una mayor productividad, es decir, a hacer más, con menos y mejor. Así, miles de líderes alrededor del mundo, ya se dieron cuenta de cómo podían mejorar, gracias a una tragedia. Vista con filosofía, bendita tragedia, gatillo de la mejora.
El día de ayer leía un encabezado: “La metamorfosis de Amex” en el diario Milenio. Una interesante entrevista que, en esta época de pandemia, le hicieron al director general de American Express México, Santiago Fernández Vidal, donde comenta con alarma: “La caída al inicio de la crisis [del covid-19] fue brutal, no lo habíamos visto nunca antes, ¡cayó el 90% de la facturación por consumo en aerolíneas, hoteles y restaurantes en tan sólo un mes!”. Se trata del área de consumo mayoritario para el mercado de clientes Amex, conozco muy bien el mercado, fui célebre representante. Sí, una verdadera tragedia para Amex, como muchas para tantas empresas alrededor del mundo. Santiago Fernández comenta que al final de la primera quincena de marzo, mandaron a sus casas a más de 4,400 empleados para que hicieran “home-office” y notó cómo las operaciones sin tarjeta física, es decir, transacciones en línea, se incrementaron enormemente por la pandemia. “¡El comercio electrónico se incrementó 75%, otra cosa que no habíamos visto nunca antes!” –comentó. Otro servicio que cambió radicalmente fue el de los gastos corporativos, donde Amex tiene el 95% del mercado. Santiago continuó diciendo: “En un futuro, se van a recuperar antes los viajes de placer que los viajes por trabajo”. Y aquí viene una declaración que yo percibí tremendamente reveladora: “Ya se probó que las reuniones virtuales funcionan y que hay muchos ahorros al no mover ejecutivos”. ¡Ya se dieron cuenta! Yo, como viajero frecuente (extremadamente frecuente por años) ¡siempre lo dije! ¡Qué sentido tiene el desgaste de un viaje, desgaste físico, emocional y económico, cuando nos podemos ver en la extrema comodidad y enorme conveniencia de una videoconferencia? ¡Ah, pero los conservadores, neoliberales, fifís, los adversarios, se negaban a dejar de hacer sufrir al viajero! Pa’ que desquite su sueldo, pa’ que se esfuerce y viva el famoso “has de sufrir para merecer”, además, porque nada se compara como el contacto en persona. (Oye… lo de fifis, adversarios y conservadores ¡fue broma, he! Me imagino que con mínima inteligencia lo pudiste deducir desde el primer segundo). Volviendo al tema, un simple y sencillo viajero como yo, argumentando con extrema lógica acerca de la gigantesca conveniencia de la tecnología actual donde nos podríamos ver y conversar exactamente igual de bien, pero sin la necesidad y desgaste del viaje, no era creíble. Hoy la tragedia me da la razón. Soy inmensamente feliz. Esta es una de las dichas que me trajo el coronavirus. Sé que mi personalidad asocial fue la que sintió enorme alegría por este sabio cambio, por esta gozosa mejora, pero a nivel negocio, los magnates empresarios se acaban de dar cuenta de cómo sí podían ganar más, mucho más dinero gastando menos, mucho menos. Tuvo que suceder una tragedia de estas inverosímiles magnitudes para que alcanzaran a ver lo que para muchos de nosotros esta evidentísimo. Yo siempre he dicho que, fuera de una relación sexual, no necesito ver a alguien físicamente. Lo que los humanos requieren es intercambio de información. Y hoy, eso es lo que nos permite la tecnología. Sí, sí, sé que en este momento ya muchos deben estar sintiendo cómo les hierve la sangre buscando que esta columna se acabe para lanzarse a la caja de opiniones y refutar que eso no puede ser, que el ser humano es un ser social que necesita verse y tocarse físicamente y no sólo sexualmente y bla, bla, bla. Esta bien, estoy de acuerdo. Totalmente de acuerdo. Pero para cuestiones de negocio (¡lo que mueve al mundo!), no es imperiosa esa necesidad y la evidencia actual es contundente, tajante, concluyente, irrefutable. Sí, sí, también sé que ya más de alguno querrá lanzarse sobre su teclado a gritar rebatiendo: “Doctor Ariza, está usted muy equivocado, 'los mejores negocios se cierran con saliva', es ida a comer, a conversar socializando con el cliente, a sembrar amistad antes que negocio, a inspirar confianza por conocernos en persona…bla, bla, bla”. Está bien, estoy de acuerdo, totalmente de acuerdo, pero mira cómo la tragedia ha demostrado que no es necesariamente así. Observa el tamaño de evidencia. El reto: son años de tener una creencia enquistada en el cerebro y, como siempre, para muchos es muy difícil cambiar a una nueva conciencia, ¡aún frente a la más rotunda e irrefutable evidencia! La gente rebate porque ve amenazada su creencia de lo que años creyó como su verdad, la única que había conocido hasta el momento. Pero las tragedias nos sacuden muchas creencias y nos hace cuestionarnos su magnitud de verdad, y para muchos esto sucede con dolor, tanto, que no aceptan un cambio, hasta que se ven irremediablemente forzados por la nueva normalidad a ello. Un afamado empresario multimillonario que conozco personalmente, dueño de una compañía trasnacional, siempre insistió que en su modelo de negocio la gente tenía que verse personalmente para tener éxito, así lo había demostrado en 35 años de existencia en su constantemente rampante éxito. Hasta que llegó un virus. Éste le vino a demostrar otra cosa. Esta empresa, para impulsar mayor crecimiento anual, solía organizar convenciones de una asistencia extremadamente nutrida, incluso donde muchos asistentes se veían obligados a asistir a cambio de seguir recibiendo sus bonos (ya que si no asistían se los retiraban). Siempre fue un gran éxito..., hasta que la pandemia ya no lo permitió. De hecho, los expertos hoy afirman categóricamente, que todo giro de negocio que implique reunir gente, será lo último que se recupere en la historia de esta pandemia. Así, personas más jóvenes de la empresa probaron realizando una “convención virtual” en China. El resultado se suponía incierto. El resultado sucedido: ¡un rotundo éxito! ¡Mucho mayor a cualquiera de las otras convenciones presenciales de cuerpo presente! El dueño se fue de espaldas al ver el incremento de sus ventas así. Al mismo tiempo, nadie se desgastó en viajar. Cuando alguien es inteligente, acepta el cambio con tal evidencia de mejora. El dueño es muy inteligente. Ya se organizó las segunda convención virtual en USA y con más éxito aún. ¡Productividad total! Hacer más, con menos y mejor. ¡Ya se dieron cuenta! El fundador de Twitter, Jack Dorsey, envió a sus empleados a hacer “home-office” por seguridad desde el inicio de la pandemia, para que luego de terminar viendo los resultados de esa medida, decidiera que a partir de ya, los empleados podrán permanecer trabajando desde sus casas para siempre. ¡Pues claro! ¡Imagínate que se tenga la misma o mayor productividad sin gastar luz en la empresa, sin desgaste físico de equipos, sin riesgos laborales, y un sinfín de mejoras! Al mismo tiempo, que los empleados puedan convivir más con sus familias, y tener menos gastos y estrés en desplazase al edificio de la empresa. Ya se dieron cuenta. Sí, sí, sé que hay algunas aristas en este nuevo comportamiento laboral que dejan ver “contras”, pero son infinitamente menores a los “pros”. En un futuro cercano se deberán rehacer los reglamentos y leyes laborales, adaptándose a la mejora. Yo mismo, a mi micro nivel (comparado con aquellos gigantes) he notado cómo en esta cuarentena, mi consulta ¡se incrementó 500%! Y ahora toda mi consulta sucede exclusivamente en línea. ¡Nunca en toda mi vida había sido tan feliz dando consulta y pudiendo servir a pacientes de varios países, atendiendo a personas de México (desde Monterrey hasta Chiapas), USA, Colombia, Perú y España, viendo a varios de ellos en un sólo día sentado en mi despacho! Esto no lo cambio por nada. Es mi experiencia más feliz como terapeuta. Y sí, también he pensado que me quedaré dando consulta sólo en línea. Mis pacientes están felices pudiendo verme sin tener que viajar, sintiendo las innegables mejoras en su salud emocional y en muchos otros rubros donde puedo asesorarlos en sus vidas. Se puede perfectamente bien. Ya se dieron cuenta. Sugiero festejar esta cambio de tanta mejora multifacética. Siempre lo he afirmado en mis conferencias: detrás de toda tragedia siempre hay oculta una bendición. También sé que algunas personas no alcanzarán a ver esta mejora, pero eso sucede fundamentalmente porque no conocen bien los sistemas o todavía no tienen acceso a ellos. En alguno de mis podcast recientes comenté que las personas que más sufrirían este dramático cambio en la economía del mundo serían los “analfabetos digitales”. Si no sabes manejar a la perfección un sistema de videoconferencias, naturalmente te sentirás amenazado y suplicarás regresar a la antigua normalidad, esa donde preferías verte en persona. No va a ser así en mucho tiempo, y en algunos giros, ya nunca, natural y convenientemente. Necesitas humildad (y prisa) por aprender nuevas habilidades. Y créeme, es más fácil que cambies tú a que cambie la realidad. Quizá la invitación que te lanzo en esta columna es a que tú también te des cuenta. El mundo ya cambió y la vida te está esperando para que tú cambies también y prosperemos juntos. Nota al margen: la vida no te va a esperar mucho tiempo, a decir verdad, casi nada. La gente rechaza y ataca lo que no entiende, esto podría afirmarlo casi como ley luego de ser un acucioso observador del comportamiento humano por casi 30 años. Yo creo que los cambios actuales se me antojan como para convivir más en persona sólo cuando ser trate de disfrutarse en la amistad y en la familia, no necesariamente para trabajar. Si hemos de vernos pronto, de abrazarnos, besarnos, caminar de la mano y comer juntos, que sea más por placer, que por necesidad. Así distingo la convivencia con quien uno quiere de aquella con la que sólo conviene, la laboral. Yo espero que esta segunda logre cambiar para siempre. Sólo viviríamos convivencias en persona auténticamente felices y de valiosa nutrición para el alma. Uno de los conceptos que me encantaron desde el primer momento en que supe de él, fue cuando estudiando al filósofo misántropo, Schopenhauer, dijo algo así como: Una idea o sistema nuevo, siempre tendrá al principio la burla y el desdén de los demás, para luego pasar a afrontar la férrea resistencia y oposición de todos aquellos que ganaban algo con el sistema anterior, para que, al final, todos la acepten como habiendo sido la idea o sistema más conveniente. Esas son las tres fases por las que pasa toda idea nueva. Toda mi vida he pasado por ello, conozco de lo que hablo. Y como todo, será cuestión de tiempo para afirmar que, al fin, prácticamente todos, ya se dieron cuenta. –Dr. Alejandro Ariza Z.
3 Comentarios
Veronica Calvillo
4/6/2020 08:26:07 am
Totalmente de acuerdo.
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fidel mena moreno
4/6/2020 09:34:43 pm
Cómo siempre el miedo al cambio y a través de ella historia de la humanidad o te adaptas o desapareces, tu decides.
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Dalia
5/6/2020 10:27:51 am
Totalmente de acuerdo! Desde hace 10 años yo pensaba así, que no era necesario ir todos los días a una oficina, lidiar con el tráfico, contaminar el medio ambiente, etc. Ya se dieron cuenta, a Dios gracias!!
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