La columna de hoy en el "Reforma" de Jorge Volpi me ha impresionado mucho. Independientemente de su extraordinaria capacidad como escritor para relatar los hechos, sentí como si estuviera leyendo un libro de historia allá por el año 2045. Sólo que al final de la columna uno recuerda que es el mundo actual. Está tan, pero tan bien relatada la pandemia en tan pocas letras, que quiero dejar desfilar por aquí las letras de Volpi. Sentí el impulso y estoy obedeciendo. Creo que es importante. Estamos en la etapa de la ruleta rusa. "Disfruta" de la lectura. –Alejandro Ariza Z. "LA PANDEMIA (parte 2).
Las primeras semanas estuvieron marcadas por la incertidumbre y el miedo, pero también por el asombro. En el inicio, la aparición de un extraño virus en la exótica ciudad de Wuhan -cuyo nombre pocos en Occidente siquiera eran capaces de pronunciar- apenas lucía como una amenaza, gobiernos y ciudadanos la subestimaban por igual, siguiendo al pie de la letra el guion de Contagio (2011) de Steven Soderbergh. Una vez identificados y bautizados el virus, SARS-CoV-2, y la enfermedad que provocaba, Covid-19, poco a poco observábamos cómo se acercaba implacablemente hacia nosotros. Y, aun así, el peligro todavía se percibía lejano, la mayor parte de los políticos del mundo preferían minimizarlo, más atemorizados con perder su popularidad o desplazar sus proyectos que con las posibles pérdidas de vidas. Vino entonces el confinamiento. Conforme el número de casos y muertes ascendía exponencialmente, uno y otro país se decantaron por distintos niveles de distancia social, desde aislamientos obligatorios y casi totales, como en Nueva Zelanda, hasta los lugares donde solo se cerraron los lugares públicos y se recomendó a la población no salir de sus casas, como en México. La vida entonces parecía, sin duda, una película distópica: calles y plazas vacías, animales salvajes recuperando zonas urbanas, escenas de terror en clínicas y hospitales transformados en zonas de guerra. El mundo entero se sumía en una de sus etapas más convulsas, más impensables, con un sinfín de consecuencias políticas y sociales inéditas. Nos sumergimos en un paréntesis en el cual el tiempo parecía no correr, o correr muy lentamente. Mientras las cifras intentaban recordarnos la magnitud de la pandemia, nos acostumbramos a aquel encierro repentino y a una realidad que se nos volvía, en apariencia, provisional. Cada día aprendíamos más sobre el virus y su comportamiento, seguíamos pendientes de lo que ocurría en el resto del planeta y, en México, aguardábamos expectantes las conferencias de prensa del doctor López-Gatell, erigido en súbito gurú y responsable de apaciguar todas nuestras dudas y miedos. Y así, en tanto pasaban las semanas, los políticos fueron los primeros en perder la paciencia, aquella burbuja no podría prolongarse a riesgo de desfondar la economía -y de perder, de un solo golpe, todo su prestigio-. Primero tímidamente, y luego de forma vertiginosa, casi todo aquello que permaneció cerrado volvió a abrir -con nuevas medidas de precaución-, en eso que se llamó, con bastante poca fortuna, nueva normalidad. Llegamos así a la segunda parte de la pandemia y, como sabemos, por lo general las segundas partes nunca son buenas. La curiosidad que nos animó durante meses, tratando de comprender el virus y sus efectos en todos los órdenes de nuestras vidas, ha dado paso a un lento, profundo hastío. Los cadáveres se acumulan pavorosamente a nuestras espaldas -ya dejamos atrás el escenario anunciado como catástrofe- y por desgracia parecería que han dejado de importarnos. Cada quien sale al exterior como si fuera una ruleta rusa. Los rebrotes explotan por doquier. Muy pocos siguen ya las conferencias del doctor López-Gatell, cuya simpatía se ha esfumado con la misma prisa que su credibilidad, quien, igual de fastidiado que nosotros, ahora dedica casi todo su tiempo en pantalla a justificarse y a justificar a su gobierno. Justo cuando miles de niños regresan a un curso a la distancia -en México, por televisión-, que no hará sino acentuar las desigualdades ya presentes en nuestro sistema educativo, esta segunda parte de la pandemia nos toma en extremo fatigados. Se acumula el cansancio frente a tantas malas noticias y decisiones políticas, ante tantos zooms, ante la crisis económica cuya ominosa sombra se cierne sobre nosotros. El miedo y la incertidumbre se exacerban al constatar que lo que parecía provisional se ha vuelto permanente. Entretanto, el hartazgo se multiplica en esta larga etapa en la que no nos resta sino la esperanza de que llegue la vacuna que por fin nos devuelva algo de lo que hasta ahora hemos perdido". @jvolpi
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Dr. alejandro ariza zárate.Librepensador, conferenciante inspiracional, autor, médico y empresario. Archivos |